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Authors: Gregory Benford

Tags: #Ciencia ficción, #spanish

A través del mar de soles (26 page)

Se tendía medio asomado en la balsa y los contemplaba, cuando estaba cansado de los mensajes, y escudriñaba con la mascarilla, tornándosele ostensible algo en su veloz deslizarse. Intentaba entonces formular una pregunta sencilla. La escribía, la secaba y la arrojaba a la laguna. A veces eso bastaba para abrirse paso por entre los abigarrados renglones de sustantivos interminables que le habían ofrecido, y veía un atisbo de pensamiento suspendido entre las palabras en un espacio que cada una permitía sin llegar a definir. Era como si las palabras se apelotonaran, aunque dejando entre ellas un hiato, y la labor consistía en ver el hiato en lugar del borrón que lo rodeaba. Contempló la espumeante elegancia que poseían en el verde esmeralda crepuscular, pero no pudo descifrarla.

Cada día iba a tierra al anochecer. La captura de los sedales a remolque era buena por la mañana y se esfumaba por la tarde. Quizá tuviera algo que ver con los Espumeantes. La fácil captura matutina le dejaba la mayor parte del día para estudiar las muchas hojas que le traían y para trabajar en sus propias respuestas titubeantes.

Gijan estaba en la playa la mayor parte del día y observaba. No volvió a mostrar la pistola de nuevo al salir Warren. Mantenía el fuego y la destiladora en activo, y comían bien. Warren llevó las hojas acabadas a tierra y las guardó en la caja de Gijan, pero no pudo contarle mucho de lo que había en ellas, al principio porque las líneas en la arena y los gestos no eran suficientes y, posteriormente, porque el mismo Warren no sabía cómo contarlo.

A Gijan no parecía importarle no estar al tanto. Cuidaba del fuego, hacía caer cocos, los abría y destripaba la captura y, al cabo de un tiempo, no preguntó nada más. En ocasiones, abandonaba la playa durante horas y Warren supuso que estaba recogiendo madera o algunas de las agrias hojas comestibles que tomaban en la cena.

Para Warren, el saber era lo único que contaba, y se alegraba de que Gijan hiciera el trabajo y no le molestara. Al mediodía, bajo el riguroso fulgor del cielo, comía poco porque deseaba mantener la cabeza despejada. Por la noche, sin embargo, se atiborraba de pescado caliente y húmedo y agua con sabor a lata. Despertó al temprano sol abrasador. Los mosquitos seguían picando, pero ahora no le incordiaban tanto.

Al tercer día de este tenor, empezó a escribir para sí mismo una especie de miscelánea sobre lo que querían decir. Tan pronto como la leyó, supo que no era acertada. Nunca se le habían dado bien las palabras. Cuando estaba casado, no escribía cartas a su esposa al embarcar aunque estuviese fuera medio año. Pero este escrito era un modo de registrarlo, y le gustaba el acto de garabatear los desparejos renglones en los dorsos de las hojas de los Espumeantes.

EN LA LARGA ÉPOCA ANTERIOR, LAS PRIMERAS FORMAS SE DESENVOLVÍAN CON FACILIDAD EN EL
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UNDO, LUEGO SE ALZARON, SALTANDO DESDE EL FONDO DEL
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UNDO A LA TIERRA. FABRICARON LOS INSTRUMENTOS QUE CONOCEMOS, DESCUBRIERON EL FUEGO, FABRICARON LA ARENA ENDURECIDA AL FUEGO POR LA QUE PODEMOS VER A TRAVÉS, CON LO QUE PUDIMOS PRESERVAR LA LUZ. LAS NUBES SE ABREN, PODEMOS VER LUCES, ESTUDIAR LOS PUNTOS DE ARRIBA. VEMOS LUCES QUE NO PODEMOS ALCANZAR. NI SIQUIERA EL MAYOR DE NUESTROS

SALTADORES PUEDE TOCAR LAS LUCES QUE SE MUEVEN. PRESERVAMOS LA LUZ, LA ELEVAMOS Y DESCUBRIMOS QUE LAS LUCES DEL CIELO SON PEQUEÑAS Y CALIENTES, PERO HAY UNA LUZ QUE PRESERVAMOS PARA NOSOTROS Y DESCUBRIMOS QUE ES UNA PIEDRA EN EL CIELO. PENSAMOS QUE OTRAS LUCES SON PIEDRAS EN EL CIELO AUNQUE MUY LEJOS; NO VIMOS NINGÚN OTRO LUGAR COMO EL MUNDO. NADAMOS EN EL FONDO DE TODAS LAS COSAS —EN EL
M
UNDO, EL LUGAR DONDE QUIEREN CAER LAS PIEDRAS— PERO LA CORRIENTE QUE CAE COGE LAS PIEDRAS DEL CIELO, HACE QUE NOS DEN VUELTAS. VUELTAS PARA SIEMPRE COMO LOS CAZADORES DEL
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UNDO ANTES DE REUNIRSE PARA LA MATANZA, ASÍ QUE LAS PIEDRAS NO PUEDEN GOLPEARNOS EN NUESTRO REFUGIO, EL
M
UNDO DE LA GENTE.

CREÍAMOS QUE EL NUESTRO ERA EL ÚNICO
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UNDO Y QUE TODO LO DEMÁS ERA PIEDRA FRÍA Y PIEDRA ARDIENTE. Y, AL PRESERVAR LA LUZ SIN PENSAR EN ELLO, VIMOS QUE LA FRÍA PIEDRA EN EL CIELO HACÍA CRECER UNA LUZ QUE SE ENCENDÍA, LUEGO SE APAGABA, LUEGO SE ENCENDÍA. UNA Y OTRA VEZ, MOVIÉNDOSE AHORA DE FORMA EXTRAÑA EN EL CIELO Y DESPUÉS HACIENDO CRECER MÁS PIEDRAS, SE MOVÍA, CAÍAN PIEDRAS EN EL
M
UNDO, PIEDRAS MÁS PEQUEÑAS QUE LA GRAN PIEDRA DEL CIELO, GOLPEABAN, MATABAN, TRAÍAN GRANDES ANIMALES QUE APESTAN, QUE COMEN CADA PEDAZO DEL
M
UNDO QUE SE LES PONE POR DELANTE. METIÉNDONOS DENTRO DE ELLOS A ALGUNOS DE NOSOTROS, GRANDES PIEDRAS HACIENDO GRANDES ANIMALES QUE NO ESTÁN VIVOS PERO ENGULLEN, MANTENIÉNDONOS DENTRO DE ELLOS EN EL AGUA, AGUA AMARGA QUE TRAE DOLOR, VIVIMOS ALLÍ, LA LUZ VENÍA DE LA TIERRA QUE NO ES TIERRA, UN
M
UNDO QUE NO ES EL
M
UNDO, NINGUNA OLA, NINGUNA TIERRA, PERO ESTÁ LA PIEDRA BRILLANTE A LA QUE NO PODEMOS TREPAR POR TODAS PARTES, NINGUNA TIERRA A LA QUE SE ARRASTREN LOS JÓVENES. PASA MUCHO TIEMPO, CANTAMOS UNA Y OTRA VEZ LA CANCIÓN DEL NACIMIENTO PERO NO LLEGA, LA CANCIÓN NO HACE QUE EL NACIMIENTO SE PRODUZCA EN ESTE
M
UNDO ROJO, ESTE
M
UNDO PEQUEÑO QUE UNO DE NOSOTROS PUEDE CRUZAR EN EL TIEMPO DE UN SOLO CÁNTICO. LOS JÓVENES CAMBIARON SU CANCIÓN DESPACIO. LUEGO MÁS Y LUEGO MÁS, SU CANCIÓN SE ALEJA DE NOSOTROS, CANTAN EXTRAÑAMENTE PERO NO SE ARRASTRAN. COSAS CALIENTES Y ROJAS BURBUJEAN EN EL PEQUEÑO
M
UNDO EN EL QUE VIVIMOS Y LOS JÓVENES SE LAS BEBEN. LA PIEDRA LISA POR TODAS PARTES QUE HACE BRILLAR ESTE
M
UNDO CON LUZ QUE NUNCA CRECE Y NUNCA SE APAGA. GUARDAMOS ALGUNOS DE NUESTROS INSTRUMENTOS Y PODEMOS SENTIR LA MARCHA DEL TIEMPO. PASAN MUCHAS CANCIONES, NO DEJAMOS QUE LOS JÓVENES CANTEN O SE ARRASTREN PERO DESPUÉS ELLOS NO NOS CONOCEN Y CANTAN SU PROPIO RUIDO BEBIENDO EN LAS CORRIENTES SUCIAS DEL GRAN ANIMAL QUE HABITAMOS. LA PIEDRA LISA REZUMANDO LUZ, SIEMPRE RETUMBANDO. LAS CORRIENTES NO ADECUADAS. NOS MOVEMOS PESADAMENTE, PERDIDAS NUESTRAS MAREAS, LAS CORRIENTES ROJAS CHUPAN Y TRAEN COMIDA DULCE Y AMARGA, EQUIVOCADA, LOS JÓVENES QUE DEBERÍAN ARRASTRARSE POR LA TIERRA AHORA COMEN Y CAMBIAN. MUCHO TIEMPO QUE LAS PAREDES ZUMBAN Y NINGUNA OLA PARA QUE NOSOTROS CRUCEMOS VOLANDO Y CON UN CHAPOTEO BLANCO.

LUEGO LA PIEDRA LISA SE CALIENTA DESPACIO, SE ABRE, ALGUNOS DE NOSOTROS MUEREN, LA CANCIÓN SE EXTINGUE ENTRE NOSOTROS, CORRIENTES AZULES MÁS AMARGAS NOS HUNDEN, MÁS DE NOSOTROS CAEMOS DESDE LA CANCIÓN, LARGOS SONIDOS FRÍOS NOS HIEREN Y CAEN MÁS, DE LAS CORRIENTES AMARGAS VIENEN OLAS AHORA, FRESCOS TORRENTES, SABOREAMOS, CANTAMOS DÉBILMENTE, HABLAMOS, ES UN
M
UNDO COMO EL
M
UNDO, LA PIEDRA LISA POR TODAS PARTES HA DESAPARECIDO. SALIMOS A LA SUPERFICIE. HAY OLAS DE BLANCURA CORTANTE, AFILADA. ENCONTRAMOS ALIMENTOS SALADOS, BRINCAMOS EN AIRES CALIENTES. FUERTE Y VELOZ OLEAJE. PRESERVAMOS LA LUZ Y VEMOS UNA GRAN PIEDRA EN EL CIELO, PIEDRAS LEJANAS MOVIÉNDOSE A TRAVÉS DE LAS MUCHAS PIEDRAS. COMO NUESTRO
M
UNDO PERO NO DE NUESTRO
M
UNDO. LA CANCIÓN ES DÉBIL, PRETENDEMOS CRUZAR EL
M
UNDO PERO NO PODEMOS, SABEMOS QUE NOS PERDEREMOS EN ESTE
M
UNDO SI NUESTRA CANCIÓN SE EXTIENDE MÁS LEJOS. PERO LOS JÓVENES TIENEN UNA CANCIÓN EXTRAÑA Y PARTEN. ENCUENTRAN COMIDA, ENCUENTRAN GRANDES ANIMALES EN LAS OLAS Y ANIMALES MÁS GRANDES QUE APISONAN LAS OLAS, LOS GOLPEAN DEL MODO EN QUE LO HICIMOS UNA VEZ HACE MUCHO TIEMPO, LANZAN SUS REDES PARA HUNDIR A LOS APISONADORES DE OLAS. ESTOS APISONADORES NO SON LOS GRANDES ANIMALES QUE CONOCIMOS EN EL
M
UNDO Y CUANDO LOS JÓVENES LOS REMOLCAN HASTA ABAJO MÁS CERCA DEL CENTRO NO ESTÁN MADUROS, NO REBOSAN DE FRUTOS, SON PICANTES PARA LA BOCA, Y MATAN A ALGUNOS JÓVENES SIN LIBERAR LAS VAINAS QUE CONDUCIRÍAN A LOS JÓVENES A LA TIERRA, LES CONDUCIRÍA AL AIRE PARA ASPIRAR, CONDUCIRÍA AL CAMBIO QUE CONVIERTE A LOS JÓVENES EN LA FORMA QUE SERÍAMOS NOSOTROS. TEMEMOS Y HUIMOS DE ESTOS SERES QUE APISONAN LAS OLAS, PERO LOS JÓVENES SE LOS COMEN Y, SIN EMBARGO, NO VAN A TIERRA A ARRASTRARSE; PERDIMOS LA CANCIÓN CON ELLOS PARA SIEMPRE, YA NO VUELAN POR LAS OLAS, COGEN A LOS GRANDES ANIMALES QUE ANDAN POR ENCIMA DE LAS OLAS. LOS JÓVENES SE HAN VUELTO CAPACES DE MATAR A LOS ANDA—OLAS, SE ZAMPAN A LOS SERES QUE TIENEN DENTRO. VEMOS A DISTANCIA QUE ES A VOSOTROS A QUIENES SE COMEN LOS JÓVENES, INCLUSO SI SOIS DAÑINOS Y CAUSANTES DE MUERTE, OS MATAN EN LAS PIELES QUE OS LLEVAN ANDANDO POR LAS OLAS, LOS JÓVENES NO CANTAN, ROMPEN VUESTRAS PIELES, CRECEN Y SE COMEN TODO LO QUE SE LES PONE POR DELANTE. AHORA TÚ TE HAS IDO COMO NOSOTROS. CASI MASTICADO. VENIMOS AQUÍ, ALEJAMOS A LOS JÓVENES, EL ACTO NOS MASTICA PERO NO ACABA CON NOSOTROS. TE ENCONTRAMOS EN LAS PIELES QUE AMAS Y NO PODEMOS CANTAR CONTIGO. TE ENCONTRAMOS UN SOLO HOMBRE Y COMO UNO PUEDES CANTAR. JUNTOS SOIS MUDOS. ERES EL VIGÉSIMO CUARTO CON EL QUE HEMOS CANTADO EN LAS OLAS. TU ESPECIE NO PUEDE CANTAR A MENOS QUE SEAS UNO Y NO PODÉIS CANTAR UNOS CON OTROS. MUCHOS DE LOS OTROS QUE CANTAN CON NOSOTROS ESTÁN YA MASTICADOS PERO MANTENEMOS ALEJADOS A LOS JÓVENES DURANTE UN TIEMPO. NOS DEBILITAMOS, LOS JÓVENES CORREN CON HERIDAS Y DEJAN HEDOR EN LAS CORRIENTES SUCIAS, POR DONDE ELLOS VAN LOS OLEMOS. EL
M
UNDO QUE ERA UN
M
UNDO FALSO LOS HIZO DE ESTE MODO, NO COMO ERAN CUANDO LOS CONOCIMOS EN EL
M
UNDO QUE ERA NUESTRO. NO PUEDEN CANTAR PERO CONOCEN LOS LUGARES DONDE VOSOTROS CANTÁIS UNOS CON OTROS Y ALGUNOS VAN ALLÍ AHORA CON SUS HERIDAS. PUEDEN SER MASTICADOS POR VOSOTROS PERO HAY MUCHOS, MUCHOS DE ELLOS. AHORA ESTÁN DOLORIDOS POR LAS PIELES—QUE—SE—HUNDEN, PERO ESTÁN LOCURA ESTÁN VINIENDO Y OS MASTICAN. OTROS DURAN...

5

Cada noche, luego de hacerse demasiado de noche para que Warren pudiera escribir a la luz amarilla del fuego, se trasladaban al interior de la isla. Los mosquitos se quedaban cerca de la playa y, asimismo, había otros insectos. Warren escuchaba a los peces en la laguna brincando a por los insectos, y los chapoteos cuando los Espumeantes, a su vez, cogían a los peces. Podía ver sus estelas fosforescentes en el agua.

Se embadurnaron de barro para mantener alejados a los mosquitos. Todas las mañanas, los hombres se inspeccionaban recíprocamente y siempre había unos cuantos puntos negros donde se amadrigaban las garrapatas. Un ascua del fuego aplicada contra las patas traseras de la garrapata la hacía desprenderse y, entonces, Warren podía sacar la garrapata con las uñas. Sabía que si la cabeza se quedaba suelta en la piel, se descompondría, y toda la zona se convertiría en un forúnculo. Reparó en que Gijan tenía pocas garrapatas y se preguntó si estaría relacionado con la piel oriental.

A la mañana siguiente, Warren consiguió una buena captura y, cuando la izó, se sintió dolorido por los días de trabajo en la balsa. Tras comer pescado, fue a por más cocos. Las hojas más blandas eran buenas, igualmente, para frotar la piel a fin de eliminar el escozor de las picaduras de mosquito y extraer la sal. Ahora era más difícil hallar buenos cocos y cruzó la isla laboriosamente, subiendo al promontorio y bajando a una área pantanosa en el extremo sur. Allí había hojas comestibles, masticó algunas despacio en el camino de vuelta, cavilando. Se encontraba casi al otro lado de una extensión de terreno pelado cuando vio que era el sitio en el que habían dispuesto el SOS. Las rocas de color claro estaban allí, aunque diseminadas. El SOS estaba deshecho.

Gijan estaba mirando en la caja de almacenamiento cuando Warren regresó al campamento.

— ¡Eh! —llamó.

Gijan le miró, tranquilo y firme, y luego se puso en pie, tomándose su tiempo.

Warren señaló al sur, fulminó al hombre con la mirada y después se inclinó, dibujando el SOS en la arena. Lo borró y apuntó a Gijan.

Warren había esperado que el hombre le dirigiera una mirada inexpresiva o una expresión atónita. En lugar de ello, Gijan se metió una mano en el bolsillo.

Gijan dijo a continuación con gran claridad:

—No importa.

Warren permaneció absolutamente inmóvil. Gijan sacó la pistola del bolsillo casualmente, sin apuntar a nada. Warren inquirió con cautela.

— ¿Porqué?

— ¿Por qué engañarte? Para que prosiguieras con tu —hizo una pausa— buena labor. Has hecho notables progresos.

—Los Espumeantes.

—Sí.

— ¿Y el SOS...?

—No deseaba que nadie que no debiera divisara la isla.

— ¿De quién se trataría?

—Varios. Los japoneses. Los americanos. Hay informes de que los soviéticos están interesados.

—Así que tú eres...

—Chino, por supuesto.

—Por supuesto.

—Me gustaría saber cómo escribiste ese sumario. He leído los mensajes directos que obtuviste de ellos, los he leído muchas veces. No he podido ver mucho en ellos.

—Hay más en ellos de lo que escribieron.

— ¿Estás seguro de haber traído todos sus mensajes a tierra?

—Claro. Los guardo todos.

— ¿Cómo es que descubres cosas que no están en los mensajes?

—No creo poder contártelo.

— ¿No puedes? ¿O no quieres?

—No puedo.

Gijan se mostró meditabundo, estudiando a Warren. Finalmente dijo:

—No puedo emitir un juicio al respecto. Tendrán que decidirlo otros, otros más sabios que yo. —Hizo una pausa—. ¿Estuviste de veras en un naufragio?

—Sí.

—Es extraordinario que hayas sobrevivido. Pensé que morirías cuando te vi la primera vez. ¿Eres marino?

—Maquinista. ¿Y tú qué eres?

—Soldado. Una especie de soldado.

—Una especie insólita, me da la impresión.

—No es éste el cometido que yo hubiera escogido. Me siento en este sitio horrible y trato de hablar a esos seres.

—Ja, ja. ¿Ha habido suerte?

—Nada. No me responden. Los instrumentos que me dieron no sirven. Algo semejante a linternas. Productores de sonidos. Cosas que flotan en el agua. Me dijeron que estaban concebidos para estos seres.

— ¿Qué ocurrirá si no responden?

—Mi trabajo habrá terminado, entonces.

—Bueno, supongo que te he dejado sin trabajo. Sin embargo, todavía vamos a necesitar algo para comer. —Indicó la balsa y se volvió hacia ella, y Gijan le encañonó con la pistola.

—Puedes descansar —dijo éste—. No llevará mucho tiempo.

QUINTA PARTE
2060 ESPACIO INTERESTELAR ENTRE RA Y ROSS
1

En el 2046, la Tierra había lanzado una serie de sondas exploratorias a las estrellas próximas. Ahora estaban llegando, husmeando la miríada de misterios de Epsilon Eridani, Ross 128, Cygni, y otros nombres crípticos que una vez fueran símbolos anodinos de catálogo y ahora eran blancos luminosos. Las sondas transmitían sus datos tanto a la Tierra como al
Lancer
, para ahorrar años de demora en la retransmisión. Para filtrar y comprender el flujo multicanal, Ted Landon había formado equipos compuestos de analistas de datos de alto flujo, variados científicos, y cualquiera con experiencia de campo.

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