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Authors: Gregory Benford

Tags: #Ciencia ficción, #spanish

A través del mar de soles (42 page)

Hasta ahora había tenido suerte. Estaba abriendo las redes sensoriales. La mayor parte de su lado derecho estaba transmitiendo datos externos.

Su pierna estaba trepidando menos ahora, según la sometía a control.

Pero si a continuación tocaba el botón interruptor de su brazo derecho, estaba acabado. Yacería allí desvalido hasta que volviesen los técnicos.

Nigel movió el brazo sobre la mesa. Lo hizo desplazarse torpemente por el pecho. Su control motriz debía extenderse hasta el pecho superior y los hombros para permitirle hacer esto, aunque, sin ninguna entrada procedente de allí, no sabía cuánto podía moverlo.

Instó a los músculos a desplazarse a la izquierda. Le asaltó una extraña impresión de balanceo. Una tensión en alguna parte. Músculos esforzándose, trabados, apretando y alargándose, una distensión... Más...

Un cálido endurecimiento en la mejilla. La nariz oprimida contra algo, pero no percibía ningún olor. La tapa de la mesa. Se había volteado parcialmente.

Sintió un cansancio creciente, difuso. Los músculos del brazo estaban transmitiendo al cuerpo circundante su agonía, nutrida por el incremento de moléculas portadoras de azúcar consumidas.

No había tiempo para descansar. Los músculos tendrían que seguir funcionando. Instó el brazo a tenderse por encima del costado izquierdo de la mesa. No lograba experimentar nada, pero ahora no podía incurrir en ningún error fatal.

Golpeó hacia abajo al azar, buscando. Una punzada de dolor atravesó su lado izquierdo. Tras ella, vino un frío cortante. Racimos de músculos empezaron a agitarse violentamente, enviando un dolor ondulante por su lado izquierdo.

Volvió a golpear con los dedos. La luz se derramó sobre él. Había acertado a la red del nervio óptico. Un color rojo intenso, pleno. Se percató de que sus ojos seguían cerrados. Los abrió. Penetró el amarillo. Los cerró de nuevo ante el resplandor y aporreó de nuevo. Un olor seco, frío a hospital. Otro golpe. Le inundó el sonido. Un resonar mecánico, un zumbido remoto, el rumor de los ventiladores de aire. Ninguna voz.

Entornó los ojos. Estaba tendido en una mesa blanca, mirando a las luces fluorescentes. Ahora que podía ver, reactivó el resto de sus redes velozmente.

Se llevó la mano al cuello y ésta fue en la otra dirección. La paró, movió los dedos para probarlos. El brazo partía de encima de la cabeza, alargándose hacia abajo... pero eso era imposible. Movió el otro brazo. Se hizo visible del mismo modo, desde arriba.

Algo iba mal en él. Cerró los ojos. ¿Qué podría producir...?

Se volteó parcialmente y abarcó con la mirada la dependencia del montaje médico. El letrero de la puerta se destacó. Estaba invertido. Alargó la mano, apretó el borde de la mesa. Estaba invertido, igualmente.

Eso era. Cuando el ojo recibía luz y la proyectaba en la retina, la óptica ordinaria invertía la imagen. Los nervios de la retina filtraban esa señal y la enderezaban para el cerebro.

Así pues, el montaje médico había embrollado también eso. Los nervios de la retina no estaban funcionando correctamente. Podía ser fácil de arreglar, sólo mover una fracción de milímetro una juntura fibrosa fina como un punto. Pero Nigel no podía, no sabía cómo. Tendría que ingeniárselas.

Nigel comenzó a manipular el amasijo de sondas que serpenteaban por su cuerpo. Resultaría más sencillo si no veía lo que estaba haciendo. Tenía que desconectar cuidadosamente los acoplamientos en los nexos nerviosos. El gran nudo que formaban en la nuca era difícil de desprender. Se soltó.

Percibió un dolor candente, difuso, procedente de la zona, propagándose hasta el cráneo. Los nervios estaban al descubierto, mandando impresiones diseminadas por el área, provocando espasmos nerviosos.

Se volvió para estudiar el banco de trabajo que había junto a la mesa. Era un revoltijo de conectores, elementos microelectrónicos, bobinas de alambre casi invisibles. Había una mancha de la forma idónea. Alargó la mano hacia ella y erró. Su cerebro percibió el brazo yendo para arriba y corrigió, siempre en la dirección equivocada.

Precisó de tres intentos para anular su propia coordinación. Asió la mancha y casi la dejó caer. Cautelosamente, se la llevó a la cabeza. El fláccido óvalo de cables encajaba en el orificio abierto de la nuca. Fue probando con él hasta que se deslizó,
snick
, en su sitio. El dolor se esfumó.

Se incorporó. Se vio recorrido por espasmos. Resolló. Brotaba el dolor con cada movimiento. Pero se sintió completamente despierto y enormemente colérico. Se hallaba en una sala médica desierta.

Estudió las lecturas opticolíquidas de su monitor médico. El perfil del programa estaba compuesto de números, sobre todo. No podía asomar la cabeza lo suficiente para leerlos directamente. Al cabo de un momento, no fue tan difícil. El centelleo del perfil del programa digital le indicó que su desconexión estaba prevista que durase otros cincuenta y siete minutos.

Se puso en pie, trémulo y mareado. Era estupendo volver a disponer de su propia química. Se sintió tentado a descansar un rato, dejando que el interminable río de sensaciones le arrollase. Incluso esta habitación estéril de inhóspita luz blanca aparecía fantástica, repleta de detalles, olores, impresiones. Nunca había amado tanto la vida. Pero no estaba a salvo. Los descansos para el café no duraban eternamente. Tendría que encontrar su ropa, salir...

Se encaminó a una puerta lateral. Los primeros pasos le enseñaron a mantener la cabeza gacha, hacia los pies. Tenía que mover los ojos para el lado contrario, no obstante, a fin de desplazar la visión. Tropezó con el montaje médico y por poco cayó sobre un escritorio. Al cabo de un momento, pudo orientarse alrededor de las cosas. Avanzó cuidadosamente, sintiendo cada punzada lacerante de dolor según protestaba su lado izquierdo. El brazo derecho se arqueaba y temblaba debido a los espasmos.

Alcanzó la puerta, la entreabrió, atisbo. El equipamiento que había al otro lado era difícil de reconocer boca abajo. La ropa colgada de las perchas se proyectaba para arriba. Las sillas colgaban del techo. Contuvo una sensación de vértigo. Sus ojos le decían al cerebro que estaba de pie en el techo y dentro de él los sistemas de alarma pedían a gritos ser oídos.

Había cajones abiertos con instrumentos quirúrgicos, una estación higiénica, equipo electrónico. Una sala de preparación. La traspuso.

Encontró su ropa colgando en un armario, desafiando a la gravedad. Le era más fácil ponérsela si cerraba los ojos, empleando sólo el tacto. Lástima que no pudiese caminar de ese modo.

8

El aire cortante, reciclado, le hirió la garganta. Bajó por los claustrocorredores, rozándose con los pocos que pasaban por este angosto corredor lateral, sus caras relampagueando frente a él. Alcanzó una oscura bóveda almacén y entró, sintiéndose extrañamente regocijado. Pulsó la uña del dedo y pellizcó un nódulo junto al oído. El comunicador de la nave sugiere que, a tenor de las noticias de la Tierra, resuelva estos asuntos menores tocantes a la colectividad con premura...

La uña de su pulgar, sabedora de que llegaba tarde a la escucha, pasó un resumen del congreso de la nave que Ted había convocado. Un punto rojo destellante mostró que aún estaban entre los primeros Temas a Tratar.

...
asunto de Nigel Walmsley, cuyos actos están detallados en su memoria, ha mostrado
una actitud en el pasado que sólo puedo calificar de asocial. Soslayóvarias reglas durante su cometido de superficie en Isis. No ha cooperado en la red de análisis. Todos
éstos son rasgos desagradables de un hombre al que séque muchos de nosotros reverenciamos por su papel anterior en el descubrimiento del naufragio
Marginis.
No obstante, ha llegado a mi conocimiento
—los pormenores están documentados y testificados en sus sumarios—que ha estado engañando sistemáticamente a los equipos médicos sobre su salud en declive. Hizo esto llevado de un sentimiento erróneo...

Nigel estudió el sumario, incluyendo un análisis detallado de su reacción ante la red de análisis, ante Carlos, ante sugerencias de que dejase sus tareas. Todo muy detallado. Retornó al corredor y comenzó a caminar, escuchando, observando las caras que pasaban.

...
constante incremento de respuestas sociopáticas, bien documentadas por los terapeutas...

Pasaron por su lado hombres y mujeres. Habían sido seleccionados por ser compatibles, por su facilidad para relacionarse, pues, ¿quién más podría tolerar el prolongado vivir constreñido entre las estrellas? Ningún sol gravitaba aquí detrás de un cielo velado, ninguna lluvia súbita ni oscura tormenta alentaban la moral. Únicamente el lento rumor uniforme de brisas enlatadas, bucles de presión, una réplica programada de la remota Tierra.

Compartían estos comedidos ritmos, rostros lisos libres de emociones dominantes, nada de saltar, remontarse, volar, morir. Se alejaban del sempiterno abismo silente del exterior, del largo silencio opresor que los encerraba, del vacío que definía su ambiente.

...
en
él
ínterin, del estudio de esta constelación de respuestas asociales, muchas de ellas sin duda producto de su deterioro físico, los terapeutas detectaron igualmente el engaño médico...

Así pues, Ted le había conectado a la terapia, sabiendo que serviría para abrirle un informe, sospechando que sacaría a la luz un ardid en el perfil médico. Muy sagaz.

...
y, como muchos de vosotros sabéis, ha seguido abrigando esperanzas de demostrar su personal y muy excéntrico modelo sobre la situación que la humanidad afronta.

Nigel caminó tan rápido como pudo hacia el gran auditorio cóncavo donde estaría reunido el grueso de la tripulación del
Lancer
en asamblea. Allí se enfrentaría a Ted, lo solventaría.

...
pero esa esperanza se ha desvanecido y sería una deferencia hacia
él no dejarle consumirse aquí, avergonzándose y apartándose incluso más de la camaradería de sus...

Muy astuto por parte de Ted intercalarlo antes de una gran discusión de las noticias de la Tierra cuando todo el mundo estaba en vilo por lo que iban a escuchar.

...por lo que, aunque la situación médica no es realmente mala, sigo recomendando...

Se apresuró. Delante, había dos oficiales de la nave apoyados en un mamparo. Nigel aminoró. Podían no saber nada, pero... Giró para dar un rodeo. Y se apresuro.

...
que sea internado en las Cámaras de Sueño hasta que lleguemos a la Tierra. Estoy seguro de que resultaría mucho más poético que muriese aquíafuera, pero el simple humanitarismo...

Se estaba acercando. Habría discusión y eso le daría tiempo.

...por ello, lo pongo en discusión antes de que nos dediquemos a la Tierra...

Estaba a la vista de las puertas del auditorio cuando tres mujeres de la tripulación veterana le vieron.

...
su ausencia de esta reunión de sus compañeros dice mucho sobre su actitud y, sí, creo que su propia vergüenza ante el pueril engaño le ha...

Las mujeres se dirigieron hacia él. Retrocedió y se encaminó velozmente a un conducto de caída.

...
Bueno, parece que nadie quiere rebatir mi recomendación y, por consiguiente...

¡Nikka! ¿Por qué no había dicho nada ella? ¿Por qué no había alegado...?

...pasamos a las recientes noticias sobre una ofensiva Pululante contra todos los continentes, e indicaciones sobre su campaña biológica concertada...

Pensara ella lo que pensase sobre él, seguramente lo de Carlos no podía haberla llevado a prestarse a esto. Nigel se negaba a creer lo contrario. Descendió tres cubiertas a máxima velocidad en el conducto de caída. Salió cerca de un grupo de trabajo que transportaba el alojamiento de un cohete auxiliar y se situó detrás de él sin ser visto.

Cuando las mujeres salieron del conducto estaba inclinado, fingiendo ajustar el equilibrio del trineo magnético. Se introdujo en una sala preparatoria y aguardó. Luego volvió sobre sus pasos. Las mujeres habían desaparecido.

...
al igual que, se nos informa, continuas declaraciones provocadoras sobre cooperación
—sí, séque cuesta creerlo—entre los chinos y algunos elementos de los Pululantes...

Envió una interrogación a sus habitaciones, pero respondió que no había nadie en casa.

Siguió avanzando. Si ella no estaba en la reunión, entonces... Por supuesto.

...
y, dado que la información más reciente sobre esta transformación biológica del enemigo puede atribuirse o procurar una clave sobre sus orígenes planetarios, creo que deberíamos proceder inmediatamente a la revisión de estos datos a la luz de...

Se aproximó al complejo médico sigilosa, cautelosamente. Halló a Nikka discutiendo con un encargado. Esperó hasta que ella miró en torno, exasperada, captó su mirada y le indicó que guardase silencio. Ella no dijo nada hasta que se perdieron de vista desde la arcada del gran centro médico.

— ¡Vine a por ti! ¿Qué te ha demorado tanto? Ted ha convocado una...

—Lo sé. —Él se explicó con oraciones rápidas, entrecortadas, sintiendo que lo embargaba una cólera inapelable—. Y no sirve de nada irrumpir allí ahora. Esos gilipollas no me escucharán.

—Tienes que hacerlo.

—Ted no tiene el poder de un capitán, pero el consenso está claramente de su lado. Y el consenso, amor, lo es todo.

—En una discusión libre...

—Tienes razón. Pero que sea libre, ahí está el meollo. El viejo Ted ha estado muy cabreado conmigo durante algún tiempo, imagino. Es un hombre muy listo.

—Carece de principios, es corto...

— ¿Se te ha ocurrido pensar que a todo lo que me estoy resistiendo es a un leve paseo a casa?

—Es más que eso. Esto es, bueno, tu vida.

—Lo era.

—Todavía puede serlo.

—No veo cómo voy a derrotarle. —Él le tomó la mano en las suyas y la besó en la frente con un afecto marchito, distante. Sintió extrañas energías erigiéndose en él, una resolución que había creído perdida.

—Podemos irnos a casa, negarnos a dejarlos entrar. Pedir tiempo a la red del grupo para discutir tu caso.

—La postura de Ted está avalada por muchas evidencias.

—Hechos vacíos.

Él se reclinó contra un mamparo.

Bajo presión, se las había estado arreglando adecuadamente con la visión invertida, pero estaba empezando a apreciar el esfuerzo. El girar la cabeza rápidamente le acarreaba náuseas.

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