—Un frío que pela y estamos a años de algo interesante, aunque tuviésemos caldo par a llegar.
—Ted, no hemos perdido todo nuestro impulso. Podríamos girar acelerando, describir un arco a través del sistema Ross y dirigirnos hacia afuera.
—Eso me gusta. Podríamos ganar un par de meses volviendo a aproximarnos a la velocidad de la luz, en vez de dar vueltas a esta nevera.
—Más vale que nos demos prisa con ello si vamos a hacerlo. Se está produciendo una transición crítica en los motores de reacción, Ted.
—Cono, todavía no hemos acabado el reconocimiento.
—
Mejor aún, no habránada que ver.
—Nada con vida, eso por descontado.
—Yo digo que pasemos de
él.
—Para hacer eso es preciso una votación de toda la nave.
—No, la norma es que los líderes de sección pueden decidir en un apuro, y esto está
claro que lo es.
—Janet, envía una solicitud formal desde Exobiología. Pregunta si, a vuestro juicio, hay
emplazamientos vitales aquí.
—Alex, estás aún en la red.
¿Alex? No estáconectado.
—Aprémiale, pues. No hay tiempo.
—No, no puedo tomar una decisión, desde luego con el consentimiento de los líderes de sección, hasta que tenga noticias de Alex.
—Los discos radiales grandes no están plenamente desplegados todavía. No veo...
—Ted, soy Alex. Lo siento, teníamos un problema de resolución en la antena de proa, pero ya tengo cartografiada la parte exterior del sistema Ross, los gigantes gaseosos. Hay algo ahícon un montón de metal dentro.
—Aumenta la recepción. Necesito más detalles.
—Ted, soy Nigel. No es conveniente cancelarlo tan pronto.
—Cristo, no le escuches. AquíExobiología, Ted. Mira sólo estáintentando dilatar el tiempo de encuentro para probar esta teoría suya en la que nadie cree, en cualquier caso. Y
ésta es la
última ocasión que le queda. Yo digo que aceleremos pronto. Soy Alex.
—Sí, podemos registrar los datos restantes en el vitelo de salida.
—Contamos ya con una buena fracción del mínimo.
—
Me importa una mierda la ejecución mínima. Estamos ante años de viaje, Cristo.
¿Quéson unos cuantos meses más?
—Pásate e
/
tiempo en las Cámaras, Nigel, te vendrábien.
—Déjalo ya
,
¿eh? Ted, apelo a ti, no...
—Caballeros, disponemos de aproximadamente diez minutos para decidir, a lo sumo, o
tendréque aminorar el impulso.
—Cristo, Alex
,
¿no puedes ver nada más?
—Estoy registrando metal de alguna clase en una de las lunas de los gigantes gaseosos. Eso es cuanto puedo decir por ahora. Parece muy brillante en la reflectividad radial, pero eso es cuanto puedo decir.
—Líderes de sección, soy Ted. Estoy repasando la solicitud de Exobiología.
¿Tenéis alguna consideración ulterior? Saltadla ahora.
—Es una buena idea mantener la reacción en marcha, por si acaso. Me refiero a que la
mayor probabilidad de fallo se da en la fase de ignición.
—Sí, ten presente eso, Ted. Corremos riesgos cada vez que aminoramos.
— ¡Maldita sea! No podemos hacer de esto un desbarajuste por culpa de alguna jodida restricción de ingeniería.
—
Tranquilo,—Nigel.
¿Alguna consideración más antes de que...?
—Sí, haz callar a ese carcamal y sácanos de este agujero de mierda.
—Me parece que estámeridianamente claro que hemos visto multitud de sistemas como
éste gracias a las sondas.
—La lente gravitacional ya nos lo indicóen su mayor parte. La cuestión es echar un vistazo desde más cerca.
—Vale, soy Ted, después de revisar los sistemas de a bordo, encuentro lógico ganar algún tiempo en el trayecto de salida.
—Alex
,
¿hay alguna novedad?
—Tira la toalla, Nigel, por clamor de Dios.
— ¡Eh!, he perdido el reflejo.
— ¿Quées eso?
—Ahora no hay ningún reflejo radial procedente de esa luna. Se ha desvanecido.
—Verifica pérdida de sintonía de la antena, Alex. Probablemente se trata de eso.
—No, todavía estoy captando buenas imágenes del gigante gaseoso, no hay degradación del sistema. Yo diría que ha desaparecido radicalmente.
—Debe de haber sido una imagen fantasma. Olvídalo.
— ¡No es posible! La recibí, sin duda, grande como tu boca y dos veces más ancha. Incluso obtuve un espectro antes de que se desvaneciera.
— ¿Cuál es la velocidad de rotación de esa luna, Alex?
—Veamos, no mucha. No, demasiado lenta, estáinmovilizada por la marea, eso no da explicación de ello.
—Entonces fue algo en
órbita alrededor de la luna, sólo de esa forma podría irían rápido. Simplemente descendióbajo el horizonte desde nuestro
ángulo de visión.
—Es posible, supongo. Pero...
— ¿Posible? Demonios
,
¿piensas en alguna otra cosa?
—Bueno
,
¡ah! Yo...
—Ted, tienes que dejamos echar un vistazo a lo que quiera que sea eso.
— ¡Infiernos, no tiene por qué! No tenemos que hacer nada a menos que haya mayoría.
—No hay tiempo para eso.
—
Maldita sea. Soy Ted. Estoy realizando una votación rápida.
—No lo supedites todo a una puñetera votación.
Éste es un asunto científico, hombre, no un...
—AquíAlex. Te ha acorralado, Ted. Nuestras
órdenes son estudiar, no meramente hacer un reconocimiento, y podría ser que la cosa se perdiera de vista, lo que lo conviene en una configuración condenadamente curiosa por derecho propio, sin importar que sea un artefacto o no.
—Escucha, si omitimos este pitido radial, podemos ganar meses. No tendremos que preocupamos de la rutina de ignición.
—Sí, quién quiere ser el que vaya allía raspar las paredes de la tobera mientras el resto de vosotros estáis jugando a los astrónomos.
—Calma, soy Ted y yo... Bueno, las directrices no me dejan mucha elección.
—Maldita sea.
—Hemos de echar un vistazo a ese emplazamiento.
—Alex, esto resulta ser un chantaje. Voy a...
—Y yo quiero una
órbita de encuentro próxima a ese gigante gaseoso.
—De pleno, eso es.
—Sí.
La lluvia había propagado los aromas de los jardines del crujiente grano, de las raíces, de la tierra recién removida, mezclándolos y atenuándolos todos. Nigel hizo una pausa en su abrumadora labor y miró hacia el morro de la nave, donde la esfera vital se reducía a un simple punto. Era como escudriñar el envés de un silagree de piedra, un pináculo invertido tejido por una araña enorme.
Se estiró para aliviar los músculos de la espalda.
¡Ah!
Ahora apenas si podía resistir una hora de esta labor. Le dijo a Nikka que era por la apariencia de la cosa, para eludir comentarios sobre su incompetencia general en asuntos físicos, para evitar una estrecha variación del suelo, este 6CO
2
+ 6H
2
O, en vez de generar un feculento C
6
H
12
O
6
+ oxígeno destinado a una nueva combustión, tanto a bordo como en el cielo. Con el impulsor apagado no había ultravioletas dispuestos para que los ingenieros UV dejaran paso a los de la región óptica, por lo que habían vuelto a usar fosforescentes repartidos a lo largo del eje de cero g. Estos cables luminosos desprendían un fuerte resplandor que encontraba desagradable, pero las plantas crecían bien; una hoja es indiferente al foco de donde obtiene los fotones.
El
Lancer
estaba describiendo un largo rizo a través del sistema Ross 128, dando la vuelta para encontrarse con el gigante gaseoso y la apasionante luna. Él prefería pasar el tiempo lejos del parloteo de la Red de Operaciones. Volvió a inclinarse para arrancar los tomates de sus plantas. A su juicio, la principal virtud de las biosferas artificiales era la falta de malas hierbas, porque, de lo contrario, sería una pesada labor de...
—Podía oír tus gruñidos a cien metros de distancia —dijo Ted Landon.
Nigel se enderezó tan deprisa como pudo sin hacer una mueca y sonrió.
—Me gusta sudar un poco.
—Los chicos te echaron de menos en la red esta mañana.
—Imaginé que podíais apañaros sin mis gruñidos.
—Han llegado los últimos análisis de esa luna.
— ¿De veras?
—Es un satélite de gigante gaseoso normal. De una insólita coloración púrpura, con algunos hielos tectónicos que forman crestas. Hay multitud de cráteres, también.
—Como Ganímedes. —No mencionó que él había tenido acceso a las anotaciones cartográficas y había obtenido los pormenores directamente, algunas horas antes de que lo hiciera la red.
—Sí, así parece. No obstante, estabas en lo cierto acerca del asteroide que la órbita.
Nigel siguió recolectando tomates. Ted se agachó y cogió algunos maduros.
—Un gran casco de duro acero en un costado —dijo casualmente.
—Un Vigilante, pues.
—Lo parece. Y también parece confirmar la Regla de Walmsley.
—Humm. Es un Vigilante, pero no da testimonio de que esta luna fuese alguna vez un emplazamiento vital.
—Voy a reducir tu provisión en la red. El primer caso claro para corroborar la regla, y falla. —Me alegro de no haber estado en la red, entonces.
—Sí.
—Como estar en una recepción de mucha pompa y descubrir que te has pillado el rabo con la cremallera. Ted se echó a reír.
—Es un caso digno de estudio, no obstante. ¿Eh? Ted se irguió y escrutó un tomate, meditabundo. Recuperando su tono más resuelto, agregó:
—No he venido por eso —dijo gravemente a Nigel.
— ¿Oh? —Nigel se levantó, igualmente, contento de que hubiesen pasado de los movimientos de apertura.
—Carlos me ha contado que te estás tomando este asunto suyo muy a la brava.
—Quizá sea más fácil para los americanos. Pontífices de la alta tecnología, sin importar a dónde conduzca, y demás.
—Creo que te estás excediendo, ¿no?
—Es posible. —Siempre era mejor dejar algún área de incertidumbre, para un posterior compromiso una vez que el sujeto hubiese hecho valer su criterio.
—No eres el primero que se ha enfrentado a esto, sabes.
—Cierto.
—Creo que me gustaría verte probar con algunos de los entornos terapéuticos. Recibimos algunos nuevos en haz estrecho desde la Tierra, el año pasado mismo.
—Bien —repuso Nigel—, es posible que así sea.
—No sólo posible —dijo Ted serenamente, dando énfasis a cada palabra——. Sabes que no me gusta hacer más que sugerencias, pero los de sociometría numérica afirman que esta clase de cosas pueden irse de las manos.
—Creo que difícilmente...
—Me he expresado claramente. —Ted compuso una amplia sonrisa—. No podemos hacer esperar a nuestro ciudadano número uno, ¿eh?
Nigel se obligó a sonreír, también.
—Así es.
Ted le palmeó la espalda.
—Vamos a echar un trago.
—Debo terminar...
—Olvídalo. Ya te has hecho notar. Nigel sonrió irónicamente. Así pues, Ted estaba atento a eso, también.
—Así es.
Nigel permitió que lo sellaran en la vaina de adición sensorial. Había intentado disuadirles de usar los sensores médicos y transductores, pero los asistentes citaron su edad como causa para tomar precauciones. Las sesiones de terapia eran confidenciales, le constaba, así que, después de meditarlo, decidió que los datos médicos no le perjudicarían. Meramente querían cerciorarse de que no padecía de sobreestimulación.
Se sintió flotar, libre de sensaciones. Esto llevaría únicamente unas cuantas horas, y podría volver después al trabajo. Sintió cómo se activaban los empalmes de inserción, acoplándose directamente a las zonas sensoriales de su cerebro. Cayó más y más rápido en algo que estaba muy abajo.
...Sentado, sentado en una silla de mimbre. Le dominó el sopor. Peso de más, una panza en el centro, ropas apretadas. Un picor en el muslo derecho. Gradualmente, la habitación se materializó, emergiendo de la bruma.
Paredes de cristal vidriado, azulejos, un repiqueteo de cerámica según los camareros quitaban los platos de las mesas cercanas. Una pálida luz amarilla. Un sabor a ajo y mantequilla en la boca. Una imitación fina, elegante, de mantel bajo la palma de su mano izquierda. Murmullos de conversación de fondo. La humedad añadiendo peso a cada inspiración que daba. Una mujer al otro lado de la mesa, atractiva, que hablaba (se percató repentinamente) con él...
—No estamos haciendo nada —dijo Helen.
—Hemos visto muchas cosas —murmuró su marido a la defensiva.
—Las ruinas de Berkeley, el Monumento de los Huesos, los arroyos —repuso ella—. Después cenamos y nos vamos a la cama. Eso es todo. Y lo relativo a la cama no tiene gran atractivo, ¿verdad?
—Anoche mismo fuimos a Casa Sigma...
—Si no estuvieras conmigo, ya sabes, encontrarías sitios.
Robert hubo de admitir que era cierto. Fingió concentrarse en apurar el resto de su bebida y estudió la expresión de ella con ojos entornados. Se había teñido el pelo de azul y lo llevaba más largo hoy, la suave luz de la luna le daba un aire exuberante. A él no le gustaba mucho. Había armonizado su piel con un matiz blanco propio para la tarde, pero aquí, en la California bañada por el sol, no resultaba convincente porque uno sabía que tenía que ser artificial. Por otra parte, eso quizá fuera muy trivial en estos tiempos. Las finas arrugas de irritación que rodeaban su boca daban el tono de toda su expresión.
Por lo visto, poco podía hacer ella al respecto. Una hora después de una tonificación facial volvían, tan profundas como antes.
—Antes de salir de viaje dijiste que tomaríamos un baño de especias.
—Aquí no, Helen. Es ilegal. Espera hasta Japón.
—Bueno, debe de haber sitios aquí.