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Authors: Alvaro Ganuza

Romance Extremo (25 page)

BOOK: Romance Extremo
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-Pero lo más importante, quiero inmunidad para Victoria.

-No hace falta que lo digas.- musito.- Me encargaré de que sea intocable.

Mylo asiente y tras frotarse el cuello, se inclina hacia mí.

-No pienso decirte dónde está ella.- comenta.- Así me lo pidió y se lo voy a respetar.

-Lo imaginaba.

-Respecto a Sorel, te lo contaré todo. ¿Trato hecho?

Extiendo la mano y estrecho fuerte la suya.

-Trato hecho.

-Bien, inspector, espero que tengas dónde tomar nota.

CAPÍTULO 4

 

 

Me dejo caer en la cama y tras quitarme los pantalones cortos de sport y arrojarlos al suelo, abro los brazos sobre el colchón como Cristo en la cruz. No hay nada más satisfactorio que un día de trabajo bien hecho.

Tras mi visita a Mylo y toda la información sobre los lugares “favoritos” de Sorel, he puesto en marcha un operativo para darle un buen palo. No acabaré con él, pero sí que pretendo dejarlo cojo. De momento.

Me cubro con la colcha marrón y levanto la pelvis para deshacerme del bóxer. Cuando lo tengo en las manos, sonrío al recordar el día que Victoria me los regaló. Desde entonces los uso.

Me giro para dejarlo sobre la mesilla y veo su foto. Estiro el brazo y deslizo el índice por su sonriente rostro.

-Ni loco voy a dejar que te cases.- murmuro.

Cojo la instantánea, le doy un beso y tras dejarla en su sitio, apago la luz.

---------

Voy conduciendo el Maserati de Victoria y es una maldita gozada. Ella viaja a mi lado con los pies descalzos sobre el salpicadero, algo que como policía me mata, y nos dirigimos rumbo al parque natural de El Tello. Un día especial y exclusivamente para ella y para mí.

Sin capota y bajo un ardiente sol de verano, circulamos a cien kilómetros por hora, y aunque me tienta darle gas, me controlo.

-¡Me encanta esta canción!- exclama ella.

Estallo en risas, al ver lo veloz que sube el volumen de la radio... ¡con el dedo gordo del pie! Y en mi interior se remueve algo cuando empieza a cantar, a cantarme.

-
I got a pocket, got a pocket full of sunshine
(Tengo un bolsillo, un bolsillo lleno de luz solar)
I've got a love and I know that it's all mine oh, uh oh oh
(Tengo un amor y sé que es todo mío)...
Do what you want but you never gonna break me
(Haz lo que quieras, pero nunca me derrotarás)
Stiks and stones are never gonna shake me oh, uh oh oh
(Palos y piedras nunca me harán flaquear)...
Take me away, a secret place
(Llévame lejos, a un lugar secreto)
A sweet escape, take me away
(Una dulce huida, llévame lejos)
Take me away, to better days
(Llévame lejos, hacia días mejores)
Take me away a hiding place
(Llévame lejos, a un lugar más alto)...

Sonrío y tras mis gafas de sol, le lanzo miradas fugaces mientras canta, eleva los brazos al cielo y mueve los pies sobre el salpicadero del coche.

-¿Qué canción es?- pregunto.

Victoria me mira y se levanta las gafas de sol para clavar sus preciosos ojos azules en mí.

-
Pocketful of sunshine, de Natasha Bedingfield. ¿No la conoces?

Niego con la cabeza.

-Es muy buena.- califica.

Asiento y ella sigue cantando tras la pequeña interrupción. No puedo evitar colocar la mano en su muslo izquierdo, muslo que deja al descubierto un escueto short vaquero.

-Las manos al volante, señor.- murmura jovial.

Vuelvo a reír y le estrujo la pierna, para después colocar la mano de nuevo al volante.

-Me gusta como cantas.- le digo.

-¿En serio?

La miro, afirmo con la cabeza y me centro otra vez en la carretera. Ella se acerca y me acaricia el pelo de la nuca. Me enloquece que haga eso, su tacto para mí es como el toque de una diosa, mi diosa.

-¿Qué sientes al saber que soy tuya en cuerpo, alma y corazón?

Mi piel se eriza al escucharla y la miro, arqueando las cejas por encima de las gafas.

-Felicidad.- respondo, centrándome de nuevo en la carretera.- Completa y absoluta felicidad.

La miro de soslayo y veo que sonríe ampliamente.

-¿Y tú?- pregunto esta vez yo.- ¿Qué sientes al saber que soy tuyo en cuerpo, alma y corazón?

Victoria sigue jugando y erizando el vello de mi nuca.

-Me siento plena.- contesta.- Completa. Tú me completas. Me siento afortunada porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Freno, acciono las luces de emergencia y empiezo a reducir marchas conforme deslizo el coche hacia el arcén.

-¿Por qué paramos?- se sorprende.

-Una urgencia.

-¿Qué urgencia?

Sonrío y no contesto. Detengo el Maserati Gran Cabrio rojo metalizado en el arcén, me suelto el cinturón de seguridad, me levanto las gafas y tras cerciorarme de que no vienen vehículos, bajo y rodeo el coche. Victoria me observa perpleja desde el interior y mucho más cuando llego a su puerta y la abro.

-Baja, por favor.- digo tendiéndole una mano.

Ella se quita el cinturón, se calza las sandalias planas de cáñamo y coge mi mano. Cuando la tengo de pie frente a mí, cierro la puerta y la acorralo contra ella. Le quito las gafas de sol, deslizo un dedo por su mejilla y pego mi boca a la suya para darle un deseado, necesitado y apasionado beso.

Mis brazos rodean su cintura, los suyos mi cuello y alargamos el profundo beso.

-Me urgía besarte.- susurro junto a sus labios.

Ella sonríe y asiente.

-A mí también.

Los dos reímos y tras otro ardiente beso, volvemos a montar para continuar el viaje.

Varios minutos y otros tantos kilómetros después, llegamos a nuestro destino, pero en vez de ir a la zona más visitada y frecuentada del paraje natural, seguimos por un camino de tierra hasta un lugar más privado.

Aparcamos el coche bajo la sombra de una arboleda y bajamos. Del pequeño maletero cogemos el picnic que nos ha preparado Adela con todo su cariño, y agarrados de la mano, entramos en la arboleda en busca de una zona libre de follaje en la que poder colocarnos.

Damos con una pequeña explanada bajo los pinos y extendemos la manta de cuadros verdes y amarillos.

Victoria se quita las gafas, se descalza, y gira sobre la manta observando la naturaleza de nuestro alrededor.

-Es una maravilla, gracias por traerme.

Dejo la cesta de picnic a buen recaudo en la sombra y me acerco para rodearla entre mis brazos.

-A ti por venir.- susurro y la beso.

-¡Mira una ardilla!- exclama y señala Victoria. Sonrío y miro a la derecha, hacia donde indica. Estoy tumbado en la manta, con medio cuerpo al sol y la cabeza apoyada en una almohada de monte, es decir, una piedra cubierta con mi camiseta. Victoria se haya tumbada horizontalmente, con la cabeza apoyada en mi pecho.

-Quiere disfrutar de nuestro picnic.- le digo, al ver que el gracioso animal se acerca olfateando a la cesta.- Dale un poco de fruta.

-¿La comerá?

-No sé.- me encojo de hombros.- Prueba a ver.

-¿Y si me muerde?

Río y aprieto la mano que tengo sobre su cintura. Vicky se incorpora, coge un trozo de manzana del taper de plástico y se la tiende, sujetándola entre los dedos pulgar e índice.

Quedo maravillado con la escena: mi preciosa Victoria sonriendo cual niña pequeña, tendiendo un trozo de fruta a la ardilla que se acerca temerosa y riendo cuando dicho cándido animal atrapa la manzana entre sus pequeñas zarpas y se la come.

-Que cosa tan bonita.- murmura Vic, ensimismada con la ardilla.- Voy a darle otro trocito.

Mete la mano en el taper, le da otro pedazo y ríe cuando el roedor acepta la comida y la engulle con esos graciosos movimientos de hocico.

Cuando Victoria quiere tocarla, el animal huye.

-Oh, se ha ido.- se lamenta.

-Bien.- murmuro.- Empezaba a tener celos del bichejo.

Victoria se carcajea y se gira hacia mí.

-¿Tú también quieres fruta?

Asiento y sonrío al ver que coge un trozo de piña, para después acercarse a mí.

-Ten cuidado que yo sí muerdo.- musito divertido.

Ella sonríe, desliza la piña por mis labios y cuando intento morderla, la retira.

-No seas mala.- me quejo entre risas.

Victoria se ríe y vuelve a acercar la piña. Esta vez deja que me la coma e incluso le chupe los dedos.

-Ummm... deliciosa.- murmuro.

Mi sexy morenaza se inclina hacia mí lentamente, pega su boca a la mía y me besa. Un beso dulce y húmedo que en segundos se transforma en otro mucho más profundo e intenso.

Mis manos acarician su abdomen y espalda, deslizándose por la suave seda de su camiseta morada de tirantes, y ella se coloca encima.

-¡Oh!- jadeo, bajando las manos a sus posaderas.

-Tomás.- susurra en mis labios.

Gabriel, me llamo Gabriel. Que rabia no poder decírtelo. Que rabia no poder escucharlo de tus labios. Que rabia no poder escucharlo en tus gemidos.

Me incorporo con ella encima, sin despegar nuestras bocas, y levanto pausadamente su camiseta hasta sacársela por la cabeza.

Victoria me cautiva y enloquece, deslizando sus suaves manos por mi torso desnudo, por mi pelo castaño, por la cintura de mis bermudas vaqueras.

Deslizo las yemas por su bronceada piel y las detengo sobre el cierre de su sexy sujetador violeta.

-Podrían detenernos por exhibicionismo.- murmuro.

¿Por qué narices pienso ahora en el código penal?

-Mientras nos pongan en la misma celda.- contesta jovial.

Río y la tumbo sobre la manta del picnic.

Arrodillado frente a ella, excitado y con la respiración acelerada, la observo mientras apoyo las manos en sus rodillas para acariciarla. Sin duda es la chica más bonita que he visto y veré en mi vida.

Pablo se rió cuando le dije que me había enamorado de ella y sinceramente, no sé si llamarlo amor o egoísmo en estado puro, pero la quiero solo para mí, toda para mí, que esté conmigo el resto de su vida.

-¿En qué estás pensando?- pregunta sonriente, con los brazos flexionados junto a su cabeza.

-En lo preciosa que es mi novia.

Pero, ¿cómo la mantendré a mi lado cuando se entere de mi verdadera identidad?

Victoria sonríe de oreja a oreja, me agarra las manos y tira de mí para tumbarme sobre ella.

-Quiero que me hagas tuya.- jadea en mi oído.- Aquí, en este paraíso natural.

Asiento conforme y vuelvo a besarla. La beso, la chupo, la muerdo... y ella me indica con sus jadeos y uñas lo mucho que le gusta. Le desabotono los shorts vaqueros e introduzco la mano dentro de sus braguitas para acariciar su sexo. Está tan húmedo y caliente, que aparto la mano para apretar mi dura erección contra ella.

Desesperados y ansiosos por poseernos mutuamente, nos desnudamos, y tras lubricar mi miembro erecto con sus fluidos, la penetro todo lo que puedo. Hasta la raíz y tope de mi falo. Sin querer hacerla daño, pero deseoso de hacerla gritar de puro gozo.

-¡Sí!- gime.

Me vuelve loco escucharla gemir. Disfrutar de lo que le hago.

Apoyado en el antebrazo para no aplastarla, contoneo mis caderas dentro y fuera de ella, una y otra vez, a un ritmo constante e incesante, disfrutando del roce de nuestras pieles sin un látex de por medio. Qué placer me da sentir que su sexo acoge mi pene y lo abraza como si lo quisiera retener en su interior.

Con mi mano libre acaricio sus turgentes senos, que se bambolean con mis embestidas, y pellizco sus erectos pezones.

-Te quiero.- exhalo en su oído.

-¡Tomás!- goza.

La beso apasionadamente una vez más y me elevo sobre los brazos para poder acelerar las penetraciones.

-¡Dios, qué bueno!- jadeo.

-¡Sí! ¡No pares!- pide, agarrando mi culo.

-¡Mírame pequeña, mírame!

Victoria centra sus dilatados ojos azules en mí y yo lo hago en ella.

Mi pene entra en su vagina como si estuvieran hechos el uno para otro, como si fuese la llave exacta de la cerradura indicada. Y la puerta se abre, dejando salir oleadas de placer que estallan en un orgasmo impresionante.

Tumbado de lado y con la cabeza apoyada en la mano, dibujo formas abstractas en la espalda desnuda de Victoria.

-¿Estás bien?- pregunto.

Ella abre los ojos y me mira.

-Fantásticamente bien.- sonríe.- ¿Por qué?

Suspiro y me recuesto para pegar la nariz junto a la suya.

-Ha estado genial.- musito.- Pero, ¿no te importa que lo hayamos hecho sin condón?

Victoria se carcajea y me empuja para subirse encima.

-Vaya forma de estropear el momento romántico.- dice entre risas.- Claro que no me importa, me fío de ti. Además tomo la píldora desde hace un mes.

La rodeo entre mis brazos y alzo la cabeza para besarla.

-Jamás te haría daño voluntariamente.

-Lo sé.- contesta convencida.

Esta vez es ella la que baja el rostro para besarme.

-Y yo también te quiero.- añade.

Sonrío como un niño y la estrujo más fuerte contra mí.

-Eso quería escuchar.- le digo jocoso.

Ambos reímos y pasamos los siguientes minutos entre besos y mimos cariñosos. Hasta que mi móvil comienza a sonar y estropea el momento.

Victoria se hace a un lado y me incorporo para cogerlo del bolsillo de mis bermudas. Pongo los ojos en blanco al ver el nombre de Mylo en la pantalla. Se lo enseño a mi chica.

-Buff, que pesado.- resopla.- No se lo cojas.

Me carcajeo y corto la llamada. Después me caerá una buena, pero por mi chica merece la pena hasta la peor de las torturas.

-Será mejor que nos vistamos.- digo mientras le paso la ropa.- Si tu padre se entera de esto, me mata.

-A mi abuela le daría un infarto.- dice divertida.

El móvil vuelve a sonar, pero esta vez no me hace falta mirar para saber quién es. Tendré que contestar.

---------

Despierto de golpe y me incorporo en la cama, sudoroso, jadeante y con una erección de caballo por el sueño vivido.

-Sus abuelos.- musito.- ¿Cómo no se me había ocurrido?

Contraigo el rostro y miro la mesilla donde suena el móvil, ejecutor de mi feliz y placentero recuerdo. Me estiro hacia él y lo cojo.

-Dime Pablo.- contesto adormilado.

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