El 30 de junio del año 2000 fue puesto a disposición del Tribunal del Distrito de Tokio acusado de entrar en el país de manera ilegal. Posteriormente fue condenado a dos años de cárcel y a cuatro de libertad condicional (sentencia con fecha del 20 de julio de ese mismo año).
Punto segundo:
Yuriko Hirata, la víctima
La víctima, Yuriko Hirata (en adelante, Hirata), nació el 17 de mayo de 1962. Segunda hija de Jan Maher (de nacionalidad suiza), que en la actualidad trabaja en la fábrica textil Schmidt en Suiza, y de Sachiko Hirata. Puesto que sus padres nunca se casaron legalmente, la víctima era conocida tanto por el apellido Maher como por el de su madre, Hirata. Hirata y sus padres se trasladaron de Kita-Shirakawa, en el distrito de Shirakawa, a Berna, Suiza, en marzo de 1976. En julio de ese año, Sachiko murió en Berna y su hija dejó a su padre allí y volvió sola a Japón. Dado que su hermana mayor ya vivía con el padre de Sachiko, Hirata se hospedó en casa de un conocido estadounidense e ingresó en el primer ciclo de secundaria del sistema escolar Q. Posteriormente, Hirata accedió al ciclo superior pero fue expulsada en su tercer año por conducta inapropiada.
Tras la expulsión, Hirata dejó la casa del amigo estadounidense y pasó a vivir sola. Firmó un contrato con una agencia de modelos y trabajó en publicidad hasta 1985, cuando se empleó como chica de alterne en Mallord, un club de Roppongi. En 1989 se trasladó al club Jeanne, también en Roppongi, y después de eso cambió de empleo varias veces. Mientras trabajaba como chica de alterne, Hirata ejerció la prostitución en Shinjuku y también en Shibuya.
Punto tercero:
Las circunstancias que condujeron al crimen
El acusado, como se ha dicho anteriormente, trabajaba como camarero en la taberna Shangri-la de Shinjuku. Su salario era bajo y se sentía marginado por los dueños del negocio, que eran nativos de Fujian. Los demás empleados criticaban a Zhang por ser «un paleto que se daba aires de cosmopolita sofisticado», de manera que no se relacionaba mucho con sus compañeros.
Era conocido por picar de la comida que llevaba a los clientes; el whisky o la cerveza que quedaba en las botellas que había servido lo guardaba en un envase de plástico que luego se llevaba a casa para consumo propio. Se le llamó la atención varias veces por su conducta inapropiada.
A pesar de sus faltas, trabajaba duramente, era puntual y nunca faltó al empleo. Alegando que debía enviar dinero a su familia, trabajaba a tiempo parcial en un albergue para indigentes del barrio de Futomomokko, adonde acudía cuando terminaba su turno en la taberna a las diez de la noche. En Futomomokko, sus tareas incluían sacar la basura y lavar las toallas. Cuando acababa con el trabajo, se apresuraba por las calles de Kabuki-cho para coger el último tren de vuelta a su apartamento en Maruyama-cho, en el distrito de Shibuya.
Todos los días de la semana excepto el miércoles, el acusado trabajaba en el Shangri-la desde el mediodía hasta las diez de la noche. Ganaba 800 yenes la hora más 6.500 en concepto de transporte, de modo que cada mes cobraba unos 375.000. A esto hay que sumar los 2.000 que cobraba por las dos horas que trabajaba en el albergue.
El alquiler del apartamento 404 del edificio Matoya era de 65.000 yenes al mes pero, puesto que cobraba a sus compañeros de piso, Chen-yi, Huang y Dragón, 35.000 a cada uno, el acusado obtenía un beneficio de 40.000 yenes todos los meses.
A menudo decía a sus compañeros de trabajo que sus padres estaban reformando su casa y que necesitaba acumular tres millones de yenes para enviarles el dinero. No obstante, tenía gustos caros: llevaba ropa distinguida y complementos elegantes, como una pulsera de oro de veinticuatro quilates y una chaqueta de piel de cincuenta mil yenes que había comprado en los grandes almacenes de Isetan.
Punto cuarto:
Hechos relacionados con el crimen
Aproximadamente a las diez de la noche del 4 de junio de 1999, el acusado se cruzó con Hirata frente al parque Okubo, en la segunda manzana de casas de Kabuki-cho, mientras se dirigía a su empleo en el albergue de Futomomokko. Ella llevaba un paraguas. El acusado sabía que las prostitutas frecuentaban el parque de Okubo, pero ésa era la primera vez que él veía allí a Hirata. Enseguida se interesó por la mujer porque la confundió con una norteamericana, y él siempre había pensado que un día acabaría viajando a Estados Unidos.
«Tienes una cara bonita», ésas fueron las primeras palabras que le dirigió Hirata. Puesto que le había hablado en japonés, el acusado se dio cuenta de que no era norteamericana, y en un principio se sintió decepcionado. El piropo, sin embargo, le llamó la atención y pensó en irse con ella. No obstante, no quería faltar al trabajo en el albergue, de modo que sólo la saludó, sonrió y siguió su camino a paso veloz hacia Futomomokko. Allí realizó sus tareas habituales.
Incapaz de quitarse a Hirata de la cabeza, el acusado hizo el mismo camino de vuelta por el parque Okubo para regresar a casa. Llegó al parque más o menos a las 0.05 de la madrugada del día 5 y vio que Hirata seguía allí, bajo la lluvia.
Cuando ella lo vio, lo saludó con alegría: «¡Casi me congelo esperándote!» En ese momento, el acusado decidió mantener relaciones sexuales con ella.
Llevaba 22.000 yenes encima. Cuando le preguntó a Hirata cuánto cobraba, ella le dijo que eran 30.000. Dado que no tenía esa cantidad, el acusado se mostró dispuesto a dejarlo correr, pero la mujer se ofreció a bajar el precio hasta los 15.000.
El acusado, entonces, le propuso ir a un hotel, pero Hirata le informó de que vivía en un apartamento que estaba cerca de allí. El acusado se sintió aliviado porque de ese modo no tendría que pagar más, y la acompañó a su casa.
Por el camino, Hirata se detuvo en un 7-Eleven y compró cuatro latas de cerveza, un paquete de cacahuetes con chile y dos pastelitos de soja. La comida costó 1.575 yenes, y Hirata la pagó de su propio bolsillo.
El apartamento al que la mujer llevó al acusado estaba en un edificio de madera y hormigón de dos plantas situado justo detrás del Credit Union de Kitashin, en la quinta manzana de casas de Okubo. El edificio, Hope Heights, tenía cinco apartamentos en la planta baja y cinco más en la segunda. El de Hirata, el número 205, estaba en la segunda, el más lejano en dirección al norte, situado justo al lado de la escalera que daba al exterior. Ella lo alquilaba, a nombre de Yuriko Hirata, desde el 5 de diciembre de 1996, por 33.000 yenes al mes. La cantidad se la retiraban mensualmente de su cuenta bancaria. Al parecer, Hirata usaba el lugar para ejercer la prostitución. El piso era una habitación al estilo japonés de doce metros cuadrados, y en el pequeño espacio que quedaba entre el vestíbulo y la habitación había una cocina, un váter y un lavabo. En el apartamento apenas había muebles, excepto un colchón doblado, en buenas condiciones.
El acusado e Hirata bebieron dos cervezas cada uno en la habitación de estilo japonés, desplegaron el colchón y mantuvieron relaciones sexuales. Después, el acusado quería quedarse a dormir, pero Hirata le pidió que se marchara. Cuando él volvió a pedirle que le dejara quedarse porque llovía y ya había perdido el último tren, ella se negó.
Hirata se empeñó entonces en que el acusado le pagara 20.000 yenes a cuenta de la habitación y de lo que había comprado en el 7-Eleven. Al ver que tendría que abonar dicha cantidad, el acusado se dio cuenta de que no sólo iba a gastar todo el dinero que llevaba encima, sino que además iba a tener que volver andando bajo la lluvia hasta Shibuya. Y se negó a pagar. Cuando Hirata se lo reprochó, él decidió matarla. Aproximadamente a las tres de la madrugada del 5 de junio, estranguló a Hirata con las dos manos, lo que le provocó la muerte por asfixia. Luego, el acusado se quedó en la habitación y durmió allí hasta las diez de la mañana.
Hacia las diez y media, cogió 20.000 yenes de la cartera de Hirata. Le quitó la cadena de oro de dieciocho quilates que llevaba (valorada en 70.000 yenes) y se la puso él mismo. Después huyó del apartamento sin cerrar la puerta, dejando el cuerpo de Hirata tal y como estaba.
Punto quinto:
Hechos posteriores al crimen
El acusado llegó al Shangri-la una hora antes del inicio de su horario habitual a mediodía. Le presentó al dueño su dimisión inmediata y, cuando éste rechazó una dimisión tan repentina, el acusado vació su taquilla y salió del local sin exigir el salario que se le debía. Al salir del Shangri-la, se topó con el señor A., otro empleado. Se pararon a hablar brevemente enfrente de la taberna. El acusado le dijo a A., que había dejado el trabajo y luego se dirigió hacia la avenida Yasukuni. El señor A., notó que el acusado llevaba lo que parecía una lujosa cadena de oro que no le había visto antes.
Después de dejar el Shangri-la, tomó la línea Yamanote de los Ferrocarriles Japoneses hacia la estación de Shibuya. De allí, fue a pie hasta su apartamento, el número 404 del edificio Matoya, en la cuarta manzana de Maruyama-cho. El piso lo alquilaba a un tal Chen, un hombre que el acusado conoció cuando entró en el país como polizón. Chen empezó a alquilarlo en abril de 1998, e incluso después de que ya no vivía allí, conservaba el apartamento a su nombre mientras el acusado le ingresaba el alquiler mensual de 65.000 yenes en su cuenta bancaria.
El edificio Matoya es una construcción de hormigón armado de cuatro pisos de alto. No tiene ascensor. Tanto el edificio como la parcela que éste ocupa son propiedad de la señora Fumi Yamamoto. El apartamento 404 dispone de dos habitaciones de estilo japonés, una de seis metros cuadrados y otra de doce, una cocina y un baño. El acusado ocupaba la habitación de seis metros cuadrados. El día 5 de junio, a mediodía, los hombres conocidos como Dragón y Huang estaban durmiendo. Chen-yi (sin relación alguna con el anteriormente mencionado Chen) ya se había ido al trabajo, en un salón de pachinko en Shinkoiwa, y no estaba en casa. Dragón, Huang y Chen-yi son de nacionalidad china, y el acusado los conoció en Tokio. Entre ellos no hablaban de asuntos personales ni tampoco laborales.
El ruido que el acusado hizo al entrar en el apartamento despertó a Huang y a Dragón, quienes no tardaron en marcharse. Después de que el acusado se hubo preparado la comida en la cocina, comió y volvió a dormir. Se despertó más tarde ese mismo día, cuando regresó Chen-yi, y ambos fueron a comer ramen a la tienda de fideos Tamaryu en el lado este de la estación de Shibuya. Jugaron una partida en la bolera de Shibuya y volvieron al apartamento hacia las once de la noche.
Como no salieron a la luz noticias sobre el asesinato, incluso después de que pasaron varios días, el acusado le pidió a Chen-yi que le ayudara a encontrar otro trabajo. Este último le propuso que fuera con él al salón de pachinko, una oferta que el acusado rechazó porque el establecimiento era muy ruidoso. Chen-yi le prometió seguir buscándole algo.
Punto sexto:
El hallazgo del cuerpo de Hirata y las circunstancias posteriores
El cuerpo de Hirata fue hallado el 15 de junio, diez días después de su asesinato, cuando el inquilino del apartamento contiguo, de nacionalidad coreana, informó de un olor repugnante al dueño del edificio. El dueño acudió al apartamento a investigar y encontró que la puerta no estaba cerrada. Cuando entró, halló el cuerpo de Hirata. La mujer sólo llevaba una camiseta puesta y una manta fina le cubría la cabeza.
El cuerpo ya había empezado a descomponerse pero todavía era posible distinguir unas señales inusuales en el cuello de Hirata, donde la sangre se había coagulado en el tejido blando de la garganta y en la membrana alrededor de la glándula tiroides. Cuando las noticias del asesinato salieron a la luz, el acusado se dio cuenta de que no podía volver al Shangri-la para cobrar el sueldo que se le adeudaba. Y, por temor a que la cadena que había robado lo relacionara con el crimen, la escondió en un compartimento de una de sus maletas. Al final, preocupado porque se estaba quedando sin dinero, acudió a Chen-yi para decirle que aceptaría cualquier trabajo que le ofrecieran.
Chen-yi le consiguió al acusado un empleo de media jornada como conserje en un hotel del amor llamado Dreamer, ubicado en el número 1 de Honmachi, en Kichijoji, en la ciudad de Musashino. El acusado aceptó el empleo y empezó a trabajar en julio de ese mismo año.
RESUMEN DE LAS ALEGACIONES INICIALES
DE LA ACUSACIÓN: CARGO SEGUNDO
Punto primero:
Kazue Sato, la víctima
La víctima, Kazue Sato (en adelante, Sato), nació el 4 de abril de 1961, primogénita de Yoshio y Satoko Sato. Yoshio era empleado en la empresa Arquitectura e Ingeniería G. Cuando Sato empezó el primer año de enseñanza primaria, la familia se mudó de Omiya, en la prefectura de Saitama, al área de Kita-Karasuyama, en el distrito de Setagaya, en Tokio. Sato acudió a las escuelas locales de primaria, luego ingresó en el Instituto Q para Chicas y, de allí, en la Facultad de Economía de la Universidad Q.
Su padre falleció cuando ella estaba en el segundo año de universidad y, como consecuencia de ello, Sato se vio obligada a trabajar a tiempo parcial como profesora particular y docente en academias para poder pagarse sus estudios.
Sato se licenció en la Universidad Q en marzo de 1984 y en abril entró a trabajar en la Empresa de Arquitectura e Ingeniería G, donde anteriormente había estado empleado su padre. G, la mayor compañía del sector, era conocida por las buenas relaciones que mantenían sus empleados, y se ganó el sobrenombre de Empresa Familiar G. Además, la compañía tenía interés en contratar a los hijos de sus empleados. Cuando Sato, que tenía un expediente académico excelente, entró en la corporación como miembro del departamento de investigación, se convirtió en la primera mujer a la que asignaban un cargo tan importante. Su futuro en la empresa parecía prometedor.
En 1985, Sato ascendió al puesto de subdirectora del departamento. La oficina se ocupaba de analizar los factores económicos que afectaban al sector de la construcción, y desarrollaba programas analíticos de software y otros asuntos relacionados. Sato realizaba básicamente investigaciones sobre los efectos económicos de las torres de apartamentos. Su trabajo era bien valorado por la compañía, y ella se entregaba a él en cuerpo y alma.
Sin embargo, no se relacionaba con sus superiores o sus compañeros fuera de horas de trabajo y, puesto que no tenía amistades cercanas en la empresa, nadie sabía muy bien qué hacía cuando salía. Sato no se casó nunca. Vivía con su madre y con su hermana pequeña, puesto que, tras la muerte de su padre, ella era el principal sostén económico de la familia.