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Authors: Jordi Sierra i Fabra

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

Sonidos del corazon (32 page)

Finalmente se produjo la muerte del líder gangsta Tupac Shakur, el nuevo héroe rapero de éxito. El asesinato de Shakur en Las Vegas, en septiembre de 1996, seguido en marzo de 1997 del de otro rapero en alza, Notorius B.I.G., conmocionó a todos los círculos, musicales y sociales. Seguidores de Shakur acusaron a Notorius de haber sido el inductor, de la misma forma que se habló de venganza cuando él fue abatido también por las balas mediante el sistema californiano del
drive-by
, disparos desde un coche en marcha. Para evitar más sangre entre gángsteres de ambas costas, se fijó una reunión de paz, al estilo de la mafia, en terreno neutral. A ella acudieron figuras clave de todos los estamentos, desde músicos a medios informativos pasando por discográficas. El 3 de abril de 1997 se firmó la tregua en la sede del Nation of Islam de Chicago.

—Pero ¿qué diferencia hay entre rap y hip-hop? —preguntó Valeria.

—Frente al rap, el hip-hop persiguió ser menos misógino, menos violento y más integrador. Buscaba la concordia de blancos y negros. Intelectualmente era pura filosofía hippy, de ahí que se llamara al trío «los hippies del rap». De La Soul también incorporaron a su sonido como novedad el
skit
, un interludio, a modo de breve tema, entre canción y canción.

—¿Ya no hubo más guerras entre costas?

—El hip-hop ya era un fenómeno a finales de los años noventa, un hecho musical, cultural, social… También tuvo su parte indie, como prueba de evolución y vitalidad, y hubo un jazz-rap un funk-rap, un gánster-funk… Con el cambio de siglo, era la parte de la industria musical norteamericana que más dinero daba, con artistas como Sean Puffy Combs, The Fugees, el núcleo de Wu-Tang Clan, Dr. Dre… Este último descubrió incluso al rapero blanco más famoso: Eminem.

A Juanjo se le escapó una mirada al reloj.

—¿Tienes prisa? —preguntó Lester.

—No, no —se apresuró a decir él, reaccionando.

—Me gustaría hablarte de la electrónica para terminar por hoy.

—Vale, sí.

—Así el próximo día acabamos.

Juanjo miró a Valeria. Ella le devolvió una tímida sonrisa.

De pronto se daban cuenta de que querían comerse el mundo… empezando por sí mismos.

—Los que hacen música electrónica hoy te dicen que el rock ha muerto, y los rockeros, que la electrónica es una parte más de la evolución del rock —comentó Lester.

—¿Y tú qué dices?

—¿Yo? Te cuento la historia y tanto me da lo que digan. Pero sigo pensando que seguimos dentro de La Era Rock, que nada ha borrado el efecto del gran cambio que aconteció en los cincuenta. —Se puso ligeramente romántico—. Juanjo… no hay nada como un tío descargando adrenalina con una guitarra, pero música es música, y si te gusta la música puedes escucharlo todo y amar mucho de lo que se te regala, del género que sea.

Capítulo 60

Y hablando de los cincuenta… —Volvió a ponerse en plan narrador—. ¿Sabes de cuándo procede la primera composición ejecutada exclusivamente por instrumentos electrónicos?

—Ni idea.

—Año 1951.

—¿Ya?

—La grabaron Herbet Eimert y Robert Beyer, maestros de Karlheinz Stockhausen que popularizó el término
elektronic music
. La crisis y el punk mataron el sinfonismo, pero aunque se volviera a los grupos básicos con guitarras, bajo y batería, el camino electrónico no se cerró. Brian Eno desarrolló una extraordinaria línea de grabaciones en las que, pese a definirse a sí mismo como no músico, aportó innovaciones esenciales.

Abanderó un nuevo estilo llamado
ambient
por su sonoridad relajante y envolvente. Los grandes experimentadores fueron Philip Glass y Michael Nyman, esencia del minimalismo basado en estructuras básicas repetidas una y otra vez con ligeras variantes.

—Creo que escuché algo de Glass, una ópera egipcia o algo así —comentó Juanjo.

— Akhnaten
—dijo Lester—. Deberías ver dos películas documentales de una asombrosa belleza, sin palabras, solo con música, sobre lo que es el mundo actual, y fliparías. ¡De qué forma música e imágenes se asocian para crear un todo! Intenta pillarlas. Se llaman
Koyaanisqatsi
y
Powaqqatsi
. Glass está muy influenciado por la música hindú y tibetana, se opuso finalmente al clasicismo de Stockhausen y a partir de mediados de los setenta desarrolló su discografía personal. Nyman, por su parte, es más conocido por sus colaboraciones en el cine. Ganó un Óscar por la banda sonora de
El
piano
.

—Hablaste de que la electrónica se metió en la música negra.

—Cuando Afrika Bambaataa se lanzó con el electro-funk y se produjo la fusión entre la música electrónica y el rock, se renovaron de nuevo los conceptos. Electrónica y rock han seguido caminos paralelos que se han encontrado de tanto en tanto a lo largo de estos años. Desde finales de los años ochenta en su seno de ha desarrollado el campo de investigación más fuerte. Han aparecido grupos, estilos, sonoridades… En Inglaterra el grupo clave fue Orbital, que unió el rock con el dance y la innovación del techno.

Cuidado: techno, con ch, diferente del tecno de comienzos de los ochenta. A Orbital le siguieron los Chemical Brothers, que emplearon el
breakbeat
mezclando cajas de ritmos con guitarras. El tercer grupo básico fue The Orb, pionero del ambient-house y el que más sonó en las fiestas rave de comienzos de los noventa. Finalmente queda The Prodigy, que evolucionó del rock al techno. La falta de estrellas en los noventa convirtió al disc-jockey en el referente principal. Cada uno «creaba» su propia música partiendo de los discos que utilizaba. Otro detalle: la aparición de los midis, Musical Interface for Digital Instruments. Aparatos electrónicos de bajo costo, con lo cual cualquiera, aun sin nociones de música, podía grabar sus propios discos en su habitación.

—Eso fue una revolución —destacó Valeria.

—Ya lo venía siendo. Los críticos, con su manía de etiquetarlo todo, se volvieron locos con tantas referencias. No había tiempo de asimilarlas. Un grupo podía ser pospunk, dance, rock alternativo o trip-hop. Si un grupo arrancaba en una época y duraba más de cinco años, pasaba por un sinfín de variaciones semánticas. Desde mediados de los años ochenta nos familiarizamos con el ambient, el house, el techno, el dance, el minimal, el acid, el drum ‘n’ bass, el trip-hop… La mayoría asociados con el fenómeno discoteca y baile. El rock había sido star-system, en cambio la electrónica no, por eso los medios de comunicación no fueron muy dados a hablar de ella. Pero la música electrónica fue una buena parte de la música de los años noventa hasta el siglo XXI. Las populosas raves ilegales, las grandes discotecas… Tened en cuenta algún que otro detalle significativo: la música electrónica es para la discoteca lo mismo que la concha para el caracol, algo inseparable. Ningún disco para bailar suena igual en tu casa, por potentes que tengas los altavoces. La cultura discotequera creó todo un mundo con su propia jerga. Por ejemplo, el
gimmick
es el sonido que hace reconocible una canción y que provoca que los que no bailan se lancen a la pista al identificarlo con su tema preferido; el
break
, cuando se rompe el ritmo en un tema y se disparan los decibelios; el
groove
, es el impulso que induce a bailar, el movimiento del cuerpo, la sensación de «buen rollo» y empatía; el
handbag
, los que bailan alrededor de los bolsos, de ahí su nombre, o las chaquetas dejadas en el suelo; los
nightclubbers
, los que van de club en club a lo largo de la noche.

—¿Qué es una
rave
? —se atrevió a preguntar Valeria.

—Oh, sí. Una rave es una fiesta que se hace fuera de la discoteca convencional, en algún lugar como una fábrica abandonada o un espacio privado. Tenían dos características: su gigantismo y su ilicitud. Miles de personas y ningún permiso porque solían infringir todas las leyes imaginables. Su momento estelar llegó a finales de los ochenta y comienzos de los noventa, en Inglaterra, en Ibiza… Hubo lugares como el paraíso hippy de Goa, en la India, en los que se hicieron famosas y generaron términos como
full moon partys
o el
Goa trance
. En Inglaterra, el verano de 1988 volvió a ser llamado «el verano del amor», como el de 1967. Ah, la gran fiesta rave por excelencia, legal y al aire libre, es el Love Parade de Berlín.

—Lo has asociado con el éxtasis, que sigue siendo hoy una droga barata y de consumo —insistió Valeria.

—Siempre ha habido drogas asociadas a la música, lo hemos estado viendo. Los grandes traficantes no son tontos. La heroína o la cocaína eran caras. Necesitaban una droga barata para que los adolescentes picaran como gilipollas. Y así llegó el éxtasis. Los pastilleros buscan potenciar el subidón de la música mientras bailan, aumentando o provocando sensaciones. El éxtasis inhibe las defensas del cerebro, produce empatía e incrementa los transmisores serotrónicos. Lo malo es que los que consumen pastillas, drogas químicas, creen que no son adictivas y que controlan. La química va al cerebro y mata neuronas. —Lester hizo un gesto evidente—. Las fases son simples: la primera es la llamada E Culture, empatía, amor y euforia; la segunda es la del mayor consumo, para tratar de recuperar la primera fase, y la tercera es la ingesta de todo porque ya es imposible volver al comienzo. Surgen las enfermedades degenerativas y mentales. Si las drogas duras están mezcladas y cortadas, ¿quién sabe qué le mete cada fabricante a su pastilla de éxtasis?

—No tenía ni idea de todo eso de las discotecas —Valeria suspiró—. Creía que se iba a bailar y punto.

—Hay todo un mundo detrás de ello, querida —dijo Lester—. Un concierto de rock es una comunión artista-público que busca la conexión. En la discoteca el público busca ser una masa uniforme y anónima que desconecte. La discoteca reniega del
star-system
, por eso los disc-jockeys se hicieron los amos, y algunos han llegado a ser muy famosos, pero no es lo mismo. Por lo menos todo esto funcionaba a comienzos de este siglo, porque hace ya algunos años que no voy precisamente a una disco. No es lo mío.

Después de mucho rato, los tres se quedaron en silencio.

Ahora sí, el momento de marcharse, de quedarse solos.

A Juanjo se le aceleró el corazón.

Valeria estaba muy quieta.

—Ha sido una buena sesión, ¿verdad? —consideró Lester.

—Mucho —reconoció Juanjo—. Estás hablando casi del presente y no tenía ni idea de la mayoría de esas cosas.

—Es que el tiempo de los Beatles, Led Zeppelin, Dylan y demás marcó un rumbo, había una innovación. Hoy, simplemente, es distinto. No le digas a un discotequero nada de Jimi Hendrix porque se reirá. Ni le hables a un joven de hoy de los sesenta o los setenta porque hará un gesto de repugnancia. No es su música, es la de sus padres… o abuelos. Muchas veces he hecho escuchar un disco a un joven sin decirle cuándo fue grabado, y ha flipado. Pero le dices que es de 1972 y le cambia la cara. En fin… supongo que es lógico. La historia es la historia. A ti te conviene conocerla, porque vas a ser músico. A los demás…

Juanjo se puso en pie.

—Gracias —sonrió al viejo rockero.

—Nos queda una última sesión, más o menos el presente.

Valeria se acercó y le dio un beso.

—Chao —se despidió.

Mientras caminaban hacia la puerta no vieron el brillo en la mirada de Lester.

Capítulo 61

Se abrazaron con fuerza en el local de ensayo.

Y buscaron sus labios con avidez tras comprobar que la firmeza de sus cuerpos era real.

Un beso largo, denso, liberador.

El beso que los devolvió al origen.

—Hoy no estaba yo para muchas lecciones de historia —confesó Juanjo sin dejar de rozar los labios de Valeria con los suyos.

—Yo tampoco —susurró ella.

—¿Crees que lo habrá notado?

—Es posible.

—Pero es buen tío.

—Sí.

Cerraron los ojos y reanudaron el mudo diálogo de sus emociones, con todos sus sentidos puestos en aquel contacto. Poco a poco, de la intensidad y la ansiedad pasaron a la calma y el sosiego. Pudieron separarse unos centímetros, mirarse el uno al otro, sonreír.

Cómplices.

—Sabes lo que significa esto, ¿verdad? —preguntó Juanjo.

—Problemas.

—No, solo que ya no somos tú o yo. Somos «nosotros».

—Da un poco de miedo.

—Acojona —asintió él.

—¿Vas a repetir la historia de tus padres?

—Se quieren y siguen juntos. Así que si es por eso…

—El amor es desconcertante.

—Dímelo a mí.

—¿Qué te pasa?

—Desde que te conocí…

—Yo también —musitó Valeria.

—¿Fue la primera vez?

—El día que apareciste por el conservatorio y tocaste el piano.

—Yo te miré a ti.

—No sé ni cómo hemos tardado tanto.

—Te quiero.

Valeria le selló la boca con sus labios.

Un beso más, hasta separarse jadeando por la presión en sus sienes.

—Escucha, hemos de hablar. —Ella fue la primera en separarse un poco más.

—¡Ay! —Juanjo tembló—. Eso en las películas viene antes de que los dos se divorcien.

—He renunciado a mi puesto en la Joven Sinfónica de la Paz.

—¡No!

—Sí, y lo he hecho de acuerdo con lo que siento ahora mismo y lo que sé que necesito.

—Pero era tu oportunidad.

—No, mi oportunidad está aquí, ahora, contigo, compartiendo esto.

—¿Estás segura?

—Quizá un día sea una concertista, o llegue a ser primer violín de una orquesta, y si ha de ser así, así será, a su tiempo, cuando acabe de estudiar. Ahora voy a cumplir diecisiete años y me seduce el presente, lo que tú has despertado en mí. Quiero tocar y liberarme. —Hizo una pausa pero no perdió su vehemencia—. Los dos iremos al conservatorio: tú para estudiar y yo para seguir. Y los dos haremos música, nuestra música, aquí, solos o con más gente, y la que aprenderé en este caso seré yo. Nos ayudaremos mutuamente y estaremos juntos. Vamos a experimentar, crecer… Me has descubierto un nuevo mundo y no quiero renunciar a él. Jamás había sido tan feliz como en estos días. Antes era insegura, me gustaba tocar pero no me sentía con fuerzas, ya lo sabes. En cambio ahora… ¡Soy capaz de tocar, cantar, incluso componer!

—¿Has compuesto la música de alguno de mis poemas?

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