Read Sangre en el diván Online

Authors: Ibéyise Pacheco

Tags: #Ensayo, Intriga

Sangre en el diván (8 page)

Chirinos, al final, tratando de mostrarse dueño de la situación, afirmó que por su consultorio habían pasado tres presidentes: Rafael Caldera, Jaime Lusinchi y Hugo Chávez; (los dos primeros lo negaron casi de inmediato). Al final, con suavidad, lamentó la muerte de la joven y mostró extrañeza por las acusaciones de Ana Teresa.

Para el momento de la declaración avanzaban los análisis de las evidencias recabadas en el consultorio. A ellas se había sumado la inspección efectuada a dos vehículos. Un Mercedes Benz modelo C230KSC, azul, y un BMW modelo 325IS, azul también. De la maleta de los dos vehículos se desprendía un olor nauseabundo y se recolectaron elementos pilosos. Se determinó que las alfombras de los vehículos parecían haber sido impregnadas con una sustancia que interfiere la activación del luminol, como mango o lechosa.

Los resultados de los primeros análisis de laboratorio comenzaron a llegar a finales de julio. El estudio toxicológico realizado a Roxana después de muerta, fue negativo para alcohol etílico, alcaloides (cocaína, heroína) y escopolamina. Se encontró ll5 miligramos de Setralina por litro de sangre, cantidad considerada dentro de los límites normales de una paciente que ha estado en tratamiento.

La muestra de ADN enviada para experticia a Lisbeth Borjas Fuentes, MSC en genética humana, determinó que la sangre colectada en el consultorio de Chirinos pertenecía a Roxana Vargas.

Los reporteros policiales, apenas conocieron estos resultados, transmitieron la información. «La Fiscalía citará como imputado al psiquiatra Edmundo Chirinos, por la muerte de la estudiante Roxana Vargas».

El 29 de julio, el Ministerio Público, basado en el artículo 405 del Código Penal, imputó por homicidio intencional a Edmundo Chirinos. Consideró la Fiscalía que el psiquiatra agredió con un objeto contundente a Roxana en su región cefálica, joven con quien mantenía una relación de afectividad, surgida luego de su vínculo como médico-paciente. Este crimen contempla pena de cárcel entre l2 y l8 años.

En nota de prensa, el Ministerio Público refirió que el delito imputado guarda relación con el artículo 65 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, norma que menciona circunstancias agravantes, que de cometerlas el agresor de una mujer aumentaría la pena, de un tercio a la mitad. Una de esas circunstancias es que el crimen se haya cometido en perjuicio de personas especialmente vulnerables, con discapacidad física o mental.

El acto de imputación duró cuatro horas. En el evento, Chirinos apeló a su derecho a no declarar y ante los fiscales 50, Pedro Montes, y 48, Zair Mundaray, pidió que se abstuvieran de manipular información que no se relacionara directamente con la investigación. Se refería a los archivos de sus pacientes y datos colaterales. A la salida, el psiquiatra declaró a los medios de comunicación sentirse tranquilo, y se quejó del desprestigio que le estaba causando el incidente.

Al día siguiente de haber rendido testimonio ante el Ministerio Público, la juez 48 de control de Caracas, Maura Fláneri, libró a última hora de la tarde orden a todos los cuerpos policiales para que capturaran al psiquiatra Edmundo Chirinos y lo condujeran hasta su tribunal para decidir sobre una privativa de libertad. Ese día, los efectivos policiales lo fueron a buscar a su residencia, pero no lo encontraron. Sin embargo, sus abogados aclararon que el psiquiatra se presentaría de manera voluntaria, tal cual sucedió 24 horas después.

Chirinos llegó acompañado de sus defensores Juan Carlos Gutiérrez y Claudia Mujica a las diez de la mañana a la sede del Palacio de Justicia. Para su desgracia, los representantes del Ministerio Público llegaron al mediodía y el tribunal, que ya tenía compromisos para la tarde, decidió diferir la audiencia. Los momentos que siguieron son considerados por Chirinos como los más humillantes de su vida, cuando cerca de la una de la tarde fue trasladado esposado hasta la División de Homicidios del CICPC. Allí tuvo que dormir en una silla. Las cámaras de televisión mostraron los esfuerzos del psiquiatra por ocultar las esposas bajo su saco elegante. No lo logró.

La defensa calificó de desmedidas las acciones contra su cliente. Consideraron que la orden de captura y el despliegue policial, tenían la intención de malponer su imagen. Chirinos —insistieron— había dado señales permanentes de colaborar con las investigaciones. «La prueba de que mi cliente está apegado al proceso judicial es que en diez días, estuvo en ocho oportunidades en el CICPC, en la Fiscalía y en los tribunales», precisó Gutiérrez.

Los abogados Gutiérrez y Mujica, al momento de conocer de la detención, habían recusado a la juez Fláneri por considerar ilegal la privativa de libertad. También argumentaron que el juzgado había adelantado opinión.

Otro argumento fue utilizado por la defensa de Chirinos. La violación del artículo 245 del Código Orgánico Procesal Penal que establece que «no se podrá decretar la privación judicial preventiva de libertad de las personas mayores de 70 años; de las mujeres en los últimos tres meses de embarazo; de las madres durante la lactancia de sus hijos, o de las personas afectadas por una enfermedad en fase terminal debidamente comprobada». El psiquiatra, a quien le molestaba revelar su edad, cumplía con la primera condición, y le permitió a la defensa apelar a esa realidad.

A lo que sí se negó fue a la posibilidad de aceptar homicidio culposo. El escenario de que por un hecho que se hubiese escapado de sus manos —un empujón, una mala caída— Roxana hubiera fallecido estaba en la mente de cualquier estratega. Chirinos llegó a decir que antes de esgrimir ese argumento prefería suicidarse. Presentar homicidio culposo le habría permitido a la defensa solicitar la reducción de la eventual pena, y abriría la posibilidad de que apelando a su edad en poco tiempo consiguiera su libertad. Pero el psiquiatra descartó con contundencia tal alternativa.

La amenaza del suicidio Chirinos la lanzó en distintos escenarios, hasta que nadie le creyó, o al menos dejaron de prestarle atención. La repitió en las audiencias, ante la juez, fiscales y policías; tanto lo hizo, que en los pasillos de tribunales quedó de chiste.

El caso pasó a manos de la jueza l8 de control del área metropolitana, Ani Merchese. Chirinos, cerca de las nueve y media de la mañana, fue trasladado desde la sede de la policía judicial hasta el Palacio de Justicia. Tres funcionarios lo acompañaban.

Durante la audiencia, tal como se esperaba, los fiscales Pedro Montes y Zair Mundaray imputaron al psiquiatra por homicidio intencional contra Roxana Vargas. Chirinos guardó silencio y dejó que los alegatos fueran presentados por su defensa. La juez mantuvo la calificación de homicidio intencional y ordenó que el médico permaneciera recluido en su residencia en Sebucán mientra se realizaba el proceso penal. Chirinos quedó bajo la custodia de funcionarios de la Policía del Municipio Sucre.

Para el equipo de abogados defensores la imputación de los fiscales carecía de sustento, y así lo declararon a los medios de comunicación.

El detective Perozo llegó ansioso a la residencia del comisario Orlando Arias. Seguro de que su ex jefe estaría al tanto de lo acontecido en el caso de Roxana Vargas, esperaba ser merecedor de mejores opiniones que las que había obtenido en su último encuentro.

La investigación estaba desde la última semana de julio fuera de las manos de la policía. El resto de las averiguaciones y diligencias habían quedado bajo la responsabilidad del Ministerio Público. Por alguna razón, el detective sintió que esa circunstancia le permitiría conversar con mayor libertad.

El comisario de nuevo estaba acompañado de la patólaga Pagliaro. Cada uno, por su lado, había estudiado con detenimiento el caso y se había asesorado con expertos amigos, hasta de otros países. Así que al detective Perozo, lejos de una felicitación, le esperaban mayores exigencias.

El comisario volvió al tema del hallazgo. Arias había ampliado detalles del cuerpo de Roxana y en general de la escena en la que fue encontrada. Las imágenes, bajo otra dimensión, arrojaban elementos inquietantes que podían hacer el camino difícil para que los fiscales alcanzaran la llamada
verdad verdadera
.

Arias comenzó a lanzar observaciones, preguntas y explicaciones. «Fíjate en la muñeca derecha. ¿No notaron lo que se llama un círculo acromático, es decir una parte más blanca que la del resto, como si allí hubiese tenido un reloj o una pulsera? ¿O acaso allí hubo una atadura? Y mira esa loza partida», dijo refiriéndose a una especie de porcelana blanca que estaba cerca del cuerpo, «allí es muy posible que se hubiese registrado una huella dactilar».

La doctora Pagliaro se refirió a la mano izquierda de Roxana. Una foto ampliada de ese detalle mostraba la mano de Roxana casi cerrada, como aferrándose a un pedazo de tronco, una tabla o algo así.

—¿Podría ser que hubiese estado viva? —interrumpió el detective Perozo por primera vez— Eso sería un elemento agravante.

—Es muy extraño —respondió la patóloga— ¿En qué momento fue lanzada allí? ¿Sería cuando comenzó su rigidez cadavérica, y justo en ese momento cerró la mano?

La rigidez cadavérica comienza entre tres y cinco horas después de que un cuerpo ha perdido la vida. Cuando la gente se muere, se pone flácida de inmediato, blandita, porque hay relajación muscular. La excepción es el espasmo cadavérico que producen los tiros en la cabeza; por eso la gente queda con el arma empuñada. La rigidez ocurre por la degradación de la energía que influye en la pane de la musculatura. Comienza primero en la cabeza, y sigue hacia abajo con los brazos que se contraen, luego las piernas, hasta que transcurridas doce horas se ha posesionado de todo el cuerpo. Entre las 24 y las 48 horas es la fase de máxima intensidad de la rigidez. Después desaparece, igual a como llegó, de arriba hacia abajo.

—Es difícil de explicar agregó el comisario Puede que el asesino, o su cómplice, la haya creído muerta, y desesperado, la dejó allí botada inconciente, en estado agónico, y ella al final, en su último suspiro, apretó la mano. Puede ser.

En el informe del CICPC, nada de esto se encuentra reflejado, y la Fiscalía tampoco se detuvo en este detalle, que igual resultaba especulativo.

El comisario tenía además observaciones sobre otros aspectos. «¿Por qué no hay testigos? El cómplice necesario para haber cargado el cuerpo, no aparece. Hay un período —más de dos horas— en las que el sospechoso no tiene coartada, y luego de ese tiempo, refiere que se encontró con una amiga, único testigo, que por la cercanía, es jurídicamente objetable».

Lo que no sabían ni el detective ni la patóloga es que el comisario había efectuado sus propias pesquisas.

—Frente a Clineuci, está la clínica psiquiátrica El Cedral, y unos metros cerca, varios hoteles. El consultorio tiene dos entradas, dos puertas ubicadas muy cerca que dan a la calle. Algún testigo debe haber visto cuando colocaron un cuerpo, o una bolsa contentiva de la víctima, dentro de un vehículo, ¿verdad?

—¿Por qué no se encontró un testigo? —preguntó el comisario— ¿Por qué yo sí me pude enterar de que una psiquiatra que comenzaba su turno a las nueve de la noche en El Cedral, y su novio, un oficial de la Fuerza Armada, vieron al sospechoso azorado junto a otro sujeto, tratando de ingresar un bulto a la fuerza, en la maleta de un vehículo sedán oscuro? Llamó la atención la dificultad para cerrar la maleta que obligó al acompañante del psiquiatra a hacer un importante esfuerzo. Un tercer personaje destaca que Chirinos se habría asomado varias veces nervioso, a la calle a través de su puerta privada, vigilando o esperando a alguien. Además, el psiquiatra presionó a un empleado de seguridad de la clínica El Cedral para que firmara una carta en la que aseguraba que jamás lo había visto colocar un cadáver en la maleta de su carro. ¿Será verdad que le ofreció 35 millones de bolívares? La directiva de la clínica tuvo que mandar al señor un tiempo de vacaciones, para que el psiquiatra lo dejara tranquilo. El tema de los carros. Si Chirinos restregó las maletas de frutas para confundir el luminol, pues, ¡yo me quedo con esos vehículos y los desarmo completos! Porque en algún lado voy a encontrar rastro de sangre. ¡Pues no lo hicieron! ¡Se los devolvieron a Chirinos! Personal del consultorio dijo que Chirinos andaba con el tema de preguntar cuánto dura la sangre en la alfombra. ¡Dicen que llegó a considerar cambiarlas por unas nuevas! Imagino que alguien sensato se lo impidió. Pero, ¿qué quiere decir eso? Otro aspecto es lo de los famosos zarcillos. Muy mal llevado. Ellos colectaron un zarcillo en la morgue, es decir, Roxana lo tenía en su oreja, y se lo quitaron. Pero lo hicieron sin antes fijarlo fotográficamente. Luego, en la inspección del consultorio encontraron uno, que después lo comparan con lo que se llama experticia de acoplamiento, y concluyen en que son igualitos. Mi observación es que podría generarse la duda, porque no hubo foto de la víctima con el zarcillo puesto. Al menos yo no la vi. Es cuestión de rigor procesal. Y una cosa más: hay unas llamadas que entran y salen del aparato celular de ella, después de muerta. CICPC no chequeó el origen o destino de esas llamadas. Porque lógicamente pueden entrar muchas, la mamá, hermana, amigos, que la estaban tratando de ubicar. Es posible que hayan lanzado el celular en un pote de basura y vino un ladrón y lo utilizó para hacer llamadas posteriores. Pero igual hay que saber. Eso no se precisó. Sólo se supo que el teléfono estaba por los alrededores de Chacaíto.

El detective y la patóloga se quedaron boquiabiertos con la información que manejaba el comisario Orlando Arias.

Las dudas respecto al protocolo de autopsia, tal como lo había advenido la forense Pagliaro, llevaron a realizar la exhumación al cuerpo de Roxana Vargas, el 29 de agosto. Dos días antes, se había cumplido el levantamiento planimétrico para la reconstrucción de los hechos en el consultorio del psiquiatra. En la exhumación, estuvieron presentes los funcionarios del Ministerio Público designados para la evaluación del cuerpo, que había sido enterrado en el Cementerio General del Sur en Caracas. También estaban los familiares más cercanos de Roxana, encabezados por su mamá, Ana Teresa. La defensa de Chirinos estuvo presente, igual que los medios de comunicación.

La exhumación es un recurso de las partes, al cual se apela cuando existe confusión sobre la causa de muerte de la víctima. El cadáver se saca de donde está enterrado y allí se analiza. Con Roxana, la duda era la herida. Era necesario determinar de dónde había salido la sangre encontrada en el consultorio del médico. En principio se iba a realizar con funcionarios de Caracas, pero después la Fiscalía cambió de opinión y designaron a profesionales de Los Teques. La comisión la integraron: odontólogo, antropólogo, patólogo, fotógrafo, ayudante de autopsia y todos sus técnicos. El cuerpo es examinado en el cementerio. Se trata de resolver ahí, para volver a meter el cadáver en la urna. Los abogados defensores asistieron, luego de asentar su protesta porque no se les había entregado el protocolo de autopsia. El proceso se inició con la ubicación de la fosa. Se colocan los linderos donde está ubicada, se toman fotografías del lugar en el que fue enterrada, y luego los sepultureros sacan la urna y se coloca en un sitio cercano donde se pueda trabajar.

Other books

Pampered to Death by Laura Levine
I’m Special by Ryan O’Connell
Silver Kiss by Naomi Clark
The Rising Moon by Nilsa Rodriguez
A Royal Mess by Tyne O'Connell
Almost An Angel by Judith Arnold
Heart of Light by Sarah A. Hoyt
No Weapon Formed (Boaz Brown) by Stimpson, Michelle
Home to Big Stone Gap by Adriana Trigiani


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024