C
AMPBELL
: Así debería ser. Si Jesús representa la fuente de nuestro ser, todos nosotros somos, podría decirse, pensamientos en la mente de Jesús. Es la palabra que se ha vuelto carne en nosotros, también.
M
OYERS
: ¿Tú y yo poseemos características que son a la vez masculinas y femeninas?
C
AMPBELL
: El cuerpo las posee. No sé nada sobre la periodización real de todo esto, pero en algún momento durante el periodo fetal se hace evidente que ese niño será varón, y este otro será mujer. Antes de eso, es un cuerpo con las potencialidades para cualquier inflexión.
M
OYERS
: Y durante la vida estamos representando o suprimiendo a una u otra.
C
AMPBELL
: Y en esa figura del yin-yang de la China, en el pez oscuro, o como quieras llamarlo, hay un lunar claro. Y en el claro, hay un lunar oscuro. Así es como se relacionan. No podrías relacionarte en absoluto con algo en lo que no participaras de algún modo. Es por eso que la idea de Dios como el Otro Absoluto es una idea ridicula. No podría haber relación alguna con el Otro Absoluto.
M
OYERS
: En esta transformación espiritual de la que hablas, ¿los cambios no dependen de características femeninas como la alimentación, la creatividad y la colaboración, en lugar de la competitividad? ¿No está esto en la esencia del principio femenino que estamos discutiendo?
C
AMPBELL
: Bueno, la madre ama a todos sus hijos: los tontos, los inteligentes, los malos, los buenos. No importa qué carácter tenga cada uno. De ahí que lo femenino represente, en cierto modo, el amor total por la progenie. El padre se ocupa más de la disciplina. Está asociado mucho más con el orden social y el carácter social. Así es como actúa en realidad en las sociedades. La madre da a luz a su naturaleza, y el padre da a luz a su carácter social, digamos, al modo en que funcionará.
De modo que regresar a la naturaleza seguramente nos devolverá al principio materno. No sé cómo se relacionará esto con el principio patriarcal, porque la organización del planeta será una operación gigantesca, y ésa es función del principio masculino. Así que no puede predecirse qué será lo nuevo. Pero es cierto que la naturaleza está volviendo.
M
OYERS
: Entonces cuando decimos «salvemos la tierra», estamos hablando de salvarnos a nosotros mismos.
C
AMPBELL
: Sí. Toda esta esperanza de que suceda algo en la sociedad tendrá que esperar a que suceda algo en la psique humana, un modo enteramente nuevo de experimentar una sociedad. Y la pregunta crucial aquí, tal como yo la veo, es simplemente: ¿con qué sociedad, con qué grupo social te identificas?, ¿será con toda la gente del planeta o será con tu propio grupo interno? Esta es la pregunta, esencialmente, que estaba en la mente de los fundadores de nuestra nación cuando la gente de los trece Estados empezó a considerarse como una nación, pero sin perder de vista los intereses sociales de cada uno de los distintos Estados. ¿Por qué no podría suceder algo semejante en el mundo actual?
M
OYERS
: En la discusión de estos temas (el principio masculino-femenino, el nacimiento virginal, el poder espiritual que nos da un segundo nacimiento) surge una pregunta. Los sabios de todos los tiempos han dicho que podemos vivir una buena vida si aprendemos a vivir espiritualmente. Pero ¿cómo aprender a vivir espiritualmente si uno está hecho de carne? San Pablo dijo: «Los deseos de la carne van contra el espíritu y los deseos del espíritu van contra la carne». ¿Cómo aprender a vivir espiritualmente?
C
AMPBELL
: En tiempos antiguos, ésa era la función del maestro. Él debía darte las claves para una vida espiritual. Para eso estaba el sacerdote. También el ritual estaba para eso. Un ritual puede definirse como una
representación
de un mito. Participando en un ritual, experimentas realmente una vida mitológica. Y es desde esa participación como uno aprende a vivir espiritualmente.
M
OYERS
: ¿Las historias de la mitología señalan realmente el camino de la vida espiritual?
C
AMPBELL
: Sí, pero tienes que disponer de una clave. Necesitas un mapa de algún tipo, y están a nuestro alrededor. No todos son iguales. Algunos hablan de los intereses de tal o cual grupo, de tal o cual dios tribal. Otros, y especialmente los que son dados como revelaciones de la Gran Diosa, madre del universo y de todos nosotros, enseñan compasión por todos los seres vivientes. Allí también llegas a apreciar la santidad de la tierra misma porque es el cuerpo de la Diosa. Cuando Yahvé crea, crea el hombre con tierra e insufla vida en el cuerpo formado. No se mete en esa forma. En cambio, la Diosa está dentro y está fuera. Tu cuerpo es el cuerpo de ella. En estas mitologías hay un reconocimiento de esta clase de identidad universal.
M
OYERS
: Por eso no estoy tan seguro de que el futuro de la raza y la salvación de la especie estén en el espacio. Pienso que podrían estar aquí en la Tierra, en el cuerpo, en lo más profundo de nuestro ser.
C
AMPBELL
: Bueno, claro que sí. Cuando sales al espacio, lo que estás transportando es tu cuerpo, y si no ha sido transformado antes, el espacio no te transformará. Pero pensar en el espacio puede ayudarte a comprender algo. Hay una página doble en un atlas que muestra nuestra galaxia dentro de muchas galaxias, y dentro de nuestra galaxia el sistema solar. Y ahí tienes una sensación de la magnitud de este espacio que estamos empezando a descubrir. Estas páginas me abrieron la visión de un universo de inimaginable magnitud e inconcebible violencia. Miles de millones de rugientes calderas termonucleares apartándose unas de otras. Cada caldera termonuclear, una estrella, y nuestro sol entre ellas. Muchas de ellas despedazándose literalmente, ensuciando los rincones más lejanos del espacio con polvo y gas de los que nacen estrellas nuevas con planetas que giran a su alrededor, y todo eso está pasando ahora, en este mismo instante. Y después, a distancias todavía más remotas, más allá de todo esto, se escuchan murmullos, microondas que son ecos de la explosión cataclísmica más grande de todas, el
big bang
de la creación, que, de acuerdo con algunos cálculos, podría haber tenido lugar hace unos dieciocho mil millones de años.
Y ahí es donde estamos, amigo, y cuando lo comprendes, comprendes qué importante eres en realidad: apenas un punto microscópico en esa inmensa magnitud. Y después debe venir la experiencia de que tú y eso en algún sentido son uno, que tú participas de todo eso.
M
OYERS
: Y aquí comienza.
C
AMPBELL
: Aquí comienza.
Por los ojos el amor llega al corazón: pues los ojos son la avanzada del corazón, y se adelantan en reconocimiento buscando lo que le gustaría tener al corazón
.
Y cuando logran un pleno acuerdo los tres resuelven al unísono y en ese momento nace el amor perfecto por lo que los ojos han traído al corazón
.
Sólo así puede el amor nacer o comenzar
,
por este nacimiento e inicio movido por la inclinación
.
Por la gracia y por las órdenes de estos tres, y por su placer, nace el amor, cuya bella esperanza reconforta a sus amigos
.
Pues como saben todos
los amantes verdaderos
,
el amor es perfecta amistad
que nace, sin duda, del corazón y los ojos
.
Los ojos lo hacen florecer; el corazón lo madura: el amor es el fruto de esa semilla
.
GUIRAUT DE BORNEILH (1138-1200?)
M
OYERS
: El amor es un tema tan vasto que… bueno, si yo te dijera «hablemos del amor», ¿por dónde empezarías?
C
AMPBELL
: Empezaría con los trovadores del siglo XII.
M
OYERS
: ¿Quiénes fueron?
C
AMPBELL
: Los trovadores eran la nobleza de la Provenza y, después, de otras partes de Francia y Europa. En Alemania se los conoce como
Minnesinger
, los cantores del amor.
Minne
es la palabra en alemán medieval que significa «amor».
M
OYERS
: ¿Eran los poetas de su época?
C
AMPBELL
: Eran poetas de cierta importancia, sí. Los trovadores florecieron en el siglo XII. La tradición trovadoresca se extinguió en Provenza durante la llamada cruzada Albigense de 1209, que fue organizada por el papa Inocencio III y que se considera una de las cruzadas más monstruosas de la historia de Europa.
Los trovadores se relacionaron con la herejía maniqueísta de los albigenses, muy extendida en la época, si bien el movimiento albigense, en realidad, fue una protesta contra la corrupción del clero medieval. De modo que los trovadores y su transformación de la idea del amor se mezclaron con la vida religiosa de un modo muy complicado.
M
OYERS
: ¿La transformación del amor? ¿A qué te refieres?
C
AMPBELL
: Los trovadores estaban muy interesados en la psicología del amor. Y son los primeros en Occidente que realmente pensaron en el amor como lo hacemos hoy, es decir, como una relación de persona a persona.
M
OYERS
: ¿Qué había sido antes?
C
AMPBELL
: Antes de eso, el amor era simplemente Eros, el dios que te impulsa al deseo sexual. No existía la experiencia de enamorarse como la entendieron los trovadores. Eros es mucho más impersonal que el amor. Antes no se hablaba de Amor. El Amor es algo personal que descubrieron los trovadores. Eros y Agape son amores
impersonales
.
M
OYERS
: Explícate.
C
AMPBELL
: Eros es un impulso biológico. Es el ardor de los órganos que se atraen mutuamente. El aspecto personal no importa.
M
OYERS
: ¿Y Agape?
C
AMPBELL
: Agape es amar a tu prójimo como a ti mismo. El amor espiritual. No importa quién sea tu prójimo.
M
OYERS
: Pero esto no es pasión en el sentido de Eros. Yo lo vería más bien como compasión.
C
AMPBELL
: Sí, es compasión. Es una apertura del corazón. Pero no está individualizado como el amor.
M
OYERS
: Agape es un impulso religioso.
C
AMPBELL
: Sí. Pero el Amor puede volverse un impulso religioso también. Los trovadores reconocieron en el Amor la experiencia espiritual más elevada.
Sabes, la experiencia de Eros es una especie de rapto. En la India, el dios del amor es un joven corpulento y vigoroso con un arco y un carcaj de flechas. Los nombres de las flechas son «Agonía Portadora de Muerte», «Abertura» y cosas así. En realidad él se limita a acercarte esta cosa y meterla en ti, de modo que produzca una explosión fisiológica y psicológica total.
Después el otro amor, Agape, es el amor al prójimo como a ti mismo. Una vez más, no importa quién sea la persona. Es tu prójimo, y le debes esa clase de amor.
Pero con el Amor propiamente dicho tenemos un ideal puramente personal. La clase de rapto que viene del encuentro de las miradas, como dicen en la tradición trovadoresca, es una experiencia de persona a persona.
M
OYERS
: En uno de tus libros hay un poema sobre este encuentro de los ojos: «Por los ojos el amor llega al corazón…».
C
AMPBELL
: Es algo completamente contrario a todo lo que ha sostenido la Iglesia. Es una experiencia personal, individual, y a mi juicio es lo esencial y más grande de Occidente, lo que establece su diferencia con todas las otras tradiciones que yo conozca.
M
OYERS
: El valor de amar se convirtió en el valor de afirmar la experiencia propia contra la tradición, la tradición de la Iglesia. ¿Por qué eso fue tan importante en la evolución de Occidente?
C
AMPBELL
: Fue importante por cuanto dio a Occidente este énfasis sobre lo individual, sobre el hecho de que uno debería tener fe en su experiencia y no simplemente en el discurso proveniente de los demás. Afirma la validez de la experiencia individual de la humanidad, de la vida, de los valores, contra el sistema monolítico. El sistema monolítico es un sistema maquinal: cada máquina funciona como cualquier otra máquina que haya salido del mismo taller.
M
OYERS
: ¿Qué quisiste decir al escribir que el comienzo del amor romántico en Occidente fue «libido por encima de credo»?
C
AMPBELL
: Bueno, el credo dice «Yo creo», y yo creo no sólo en las leyes, sino que creo que esas leyes fueron instituidas por Dios, y con Dios no se discute. Esas leyes son una pesada carga para mí, y desobedecerlas es pecado y tiene que ver con mi carácter eterno.
M
OYERS
: ¿Eso es el credo?
C
AMPBELL
: Eso es el credo. Tú crees, y entonces vas a la confesión, y pasas lista a todos tus pecados, y los cuentas como puntos en contra de ti, y en lugar de ir a ver al cura y decirle: «Bendígame, padre, porque he estado fantástico esta semana», meditas sobre los pecados, y al meditar sobre los pecados te vuelves en realidad un pecador contra tu vida. Lo que el credo es, en realidad, es una condena a la voluntad de vivir.
M
OYERS
: ¿Y la libido?
C
AMPBELL
: La libido es el impulso a la vida. Viene del corazón.