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Authors: Joseph Campbell

Tags: #Ensayo, Referencia

El poder del mito (32 page)

BOOK: El poder del mito
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M
OYERS
: Cuando leo tu obra pienso: «Moyers, lo que ha hecho la mitología por ti es situarte en la rama de un árbol muy antiguo. Eres parte de una sociedad de vivos y muertos que existía mucho antes de que hubieras nacido y seguirá aquí mucho después de que hayas muerto. Te ha alimentado y protegido, y tú debes alimentarla y protegerla a tu vez».

C
AMPBELL
: Bueno, ha sido una maravillosa ayuda en la vida, puedo asegurártelo. Lo que ha hecho esta clase de recurso por mi vida ha sido tremendo.

M
OYERS
: Pero la gente pregunta, ¿el mito no es una mentira?

C
AMPBELL
: No, la mitología no es una mentira. La mitología es poesía, es metáfora. Se ha dicho con razón que la mitología es la penúltima verdad; la penúltima, porque la última no puede traducirse en palabras. Está más allá de las palabras, más allá de las imágenes, más allá del aro de la rueda budista del devenir. La mitología pone en contacto a la mente con el más allá de ese límite, con lo que puede ser conocido pero no dicho. Por eso es la verdad penúltima.

Es importante vivir la vida con la experiencia, y en consecuencia con el conocimiento, de su misterio, y de tu propio misterio. Eso le da a la vida un resplandor nuevo, una armonía nueva, un brillo nuevo. Pensar en términos mitológicos te ayuda a ponerte de acuerdo con lo inevitable en este valle de lágrimas. Aprendes a reconocer los valores positivos en lo que parecen ser momentos y aspectos negativos de tu vida. La gran pregunta es si podrás decir un gran sí a tu aventura.

M
OYERS
: ¿La aventura del héroe?

C
AMPBELL
: Sí, la aventura del héroe… la aventura de estar vivo.

EL DON DE LA DIOSA

Los mitos de la Gran Diosa enseñan la compasión hacia todos los seres vivos. Gracias a ellos llegamos a apreciar la santidad de la tierra misma, porque es el cuerpo de la Diosa
.

M
OYERS
: La plegaria al Señor comienza: «Padre nuestro que estás en los cielos…». ¿No podría haber sido «Madre nuestra…»?

C
AMPBELL
: Es una imagen simbólica. Las imágenes religiosas y mitológicas se refieren en todos los casos a planos de la conciencia o campos de la experiencia que existen en potencia en el espíritu humano. Y estas imágenes evocan actitudes y experiencias apropiadas para la meditación sobre el misterio de la fuente de nuestro propio ser.

Ha habido sistemas religiosos en los que el principal progenitor, la fuente, es la madre. En realidad, la madre es un progenitor más inmediato que el padre, porque uno nace de la madre, y la madre es la primera experiencia de un niño. Más de una vez he pensado que la mitología es una sublimación de la imagen materna. Hablamos de la Madre Tierra. Y en Egipto está la Madre Cielo, la Diosa Nut, que es representada como la esfera celestial.

M
OYERS
: En Egipto quedé absorto al ver por primera vez la figura de Nut en el techo de uno de esos templos.

C
AMPBELL
: Sí, conozco ese templo.

M
OYERS
: Es abrumador tanto por la reverencia que provoca como por su carácter sensual.

C
AMPBELL
: Sí. La idea de la Diosa está relacionada con el hecho de que has nacido de tu madre, y puedes desconocer a tu padre, o bien puede haber muerto. En la literatura épica es frecuente que cuando el héroe nace, el padre ya haya muerto o esté en otra parte, y entonces el héroe debe salir en busca de su padre.

En la historia de la encarnación de Jesús, el padre de Jesús era el padre en el cielo, al menos en cuanto a la simbología. Cuando Jesús sube a la cruz, está dirigiéndose al padre, dejando atrás a la madre. Y la cruz, que simboliza la tierra, es el símbolo materno. De modo que en la cruz Jesús abandona su cuerpo sobre la madre, de quien lo adquirió, y va hacia el padre, que es la fuente última del misterio trascendente.

M
OYERS
: ¿Qué impacto ha tenido esta búsqueda del padre en nosotros a través de los siglos?

C
AMPBELL
: Es un tema fundamental en el mito. Hay un tema que reaparece en muchos relatos de vidas de héroes, en que el niño dice: «Madre, ¿quién es mi padre?». Ella le responde: «Bueno, tu padre está en tal y tal lugar», y entonces el pequeño sale en busca del padre.

En la
Odisea
, Telémaco, el hijo de Ulises, es un recién nacido cuando su padre parte a la guerra de Troya. La guerra dura diez años, y después, de vuelta a casa, Ulises se pierde durante otros diez años en el mundo misterioso del Mediterráneo mitológico. Atenea se aparece a Telémaco, que ya tiene veinte años, y le dice: «Ve a buscar a tu padre». El no sabe dónde está su padre. Va a ver a Néstor y le pregunta: «¿Dónde te parece que podría estar mi padre?». Y Néstor le dice: «Ve a preguntarle a Proteo». Ya está en plena búsqueda del padre.

M
OYERS
: En
La guerra de las galaxias
, Luke Skywalker les dice a sus compañeros: «Ojalá hubiera conocido a mi padre». Hay algo muy poderoso en la imagen de la búsqueda del padre. Pero ¿por qué nunca se trata de una búsqueda de la madre?

C
AMPBELL
: Bueno, la madre ya está ahí. Has nacido de tu madre, y ella es la que te cría y enseña y te hace llegar a la edad en que debes encontrar a tu padre.

En cambio, el encuentro del padre está relacionado con el encuentro de tu propio carácter y destino. Una idea popular dice que el carácter se hereda del padre, mientras que el cuerpo y con frecuencia la mente se heredan de la madre. Pero es tu carácter el que constituye el misterio, y tu carácter es tu destino. De modo que es el descubrimiento de tu destino lo simbolizado en la búsqueda del padre.

M
OYERS
: Entonces, cuando encuentras a tu padre, te encuentras a ti mismo.

C
AMPBELL
: Recuerda la historia de Jesús perdido en Jerusalén cuando era un niño de unos doce años. Sus padres lo buscan, y cuando lo encuentran está en el templo, conversando con los doctores de la ley. Le preguntan: «¿Por qué nos has abandonado de este modo? ¿Por qué has provocado en nosotros miedo y ansiedad?». Y él contesta: «¿Acaso no sabíais que debía ocuparme de las cosas de mi padre?». Tiene doce años: es la edad de la iniciación adolescente, de descubrir quién eres.

M
OYERS
: Pero ¿qué pasó con el culto que en las sociedades primitivas se dirigía a la figura de la Diosa, la Gran Diosa, la Madre Tierra…? ¿Qué pasó con ella?

C
AMPBELL
: Bueno, esa figura estaba asociada primordialmente con la agricultura y las sociedades agrícolas. Está relacionada con la tierra. La mujer humana da a luz igual que la tierra da nacimiento a las plantas. Y da alimento, como lo hace la tierra. La magia de la mujer y la magia de la tierra son lo mismo. Mujer y tierra están emparentadas. Y la personificación de la energía que da nacimiento a las formas y las alimenta es propiamente femenina. Es en el mundo agrícola de la antigua Mesopotamia, en el Nilo egipcio y en los primitivos sistemas agrícolas donde la Diosa es la forma mítica dominante.

Hemos encontrado en Europa centenares de pequeñas figuras neolíticas de la Diosa, y casi nada en cuanto a figuras divinas masculinas. El toro y algunos otros animales, tales como el jabalí y el chivo, pueden aparecer como símbolos del poder masculino, pero la Diosa es la única divinidad visualizada en aquel entonces.

Y cuando tienes una Diosa como creador, es su propio cuerpo el que conforma el universo. Ella y el universo son lo mismo. Ése es el sentido de la figura de la diosa Nut que tú viste en el templo egipcio. Ella es toda la esfera de los cielos que encierran la vida.

M
OYERS
: Hay una escena de la Diosa tragándose el sol. ¿Recuerdas?

C
AMPBELL
: La idea es que ella se traga el sol en el oeste y lo da a luz en el este, y pasa por su cuerpo durante la noche.

M
OYERS
: Para pueblos que tratan de explicarse las maravillas del universo, habrá sido natural buscar en la figura femenina la explicación de lo que veían en sus propias vidas.

C
AMPBELL
: No sólo eso, sino que cuando pasas a una perspectiva filosófica, como en las religiones de Diosas en la India (donde la simbología de la Diosa sigue siendo dominante hoy), la hembra representa la
maya
. La hembra representa lo que en la terminología kantiana llamamos las
formas de sensibilidad
. Es el tiempo y el espacio mismos, y el misterio que hay más allá de ella está más allá de todos los pares de opuestos. De modo que no es macho ni es hembra. Ni es ni no es. Pero
todo
está dentro de ella, así que los dioses son sus hijos. Todo aquello en lo que puedas pensar, todo lo que puedas ver, es un producto de la Diosa.

Una vez vi un maravilloso documental científico sobre el protoplasma. Para mí fue una revelación. Está siempre en movimiento, en un flujo constante. A veces parece estar fluyendo de un modo y luego de otro, y después da forma a las cosas. Tiene una potencialidad enorme para dar forma a las cosas. Vi este documental en el norte de California, y cuando volvía en coche por la costa hacia Big Sur, durante todo el camino no veía otra cosa que el protoplasma en forma de hierba que era comido por el protoplasma en forma de vaca; protoplasma en forma de pájaros zambulléndose en busca de protoplasma en forma de peces. Te da esa maravillosa sensación de llegar al abismo del que procede todo. Pero cada forma tiene sus propias intenciones, sus propias posibilidades, y ahí es donde aparece el significado. No en el protoplasma mismo.

M
OYERS
: Entonces volvemos exactamente a los indios, que creían que la tierra es la que insufla la vida y energía en todas las cosas. Tú citas esos versos de los Upanishads: «Eres el pájaro azul oscuro, y el loro verde de ojos rojos. Tu hijo es el relámpago. Eres el clima y los mares. Al no tener comienzo, te mantienes en la inmanencia, de la que nacen todas las cosas». Es la idea de que nosotros y la tierra somos lo mismo, ¿no?

Pero ¿no era inevitable que esta idea muriera bajo el peso de los descubrimientos científicos?

Ahora sabemos que las plantas no crecen de los cuerpos de gente muerta, crecen de acuerdo a las leyes de la semilla, y el suelo y el sol. ¿Newton no mató el mito?

C
AMPBELL
: Oh, creo que el mito está volviendo. Contamos con un joven científico en la actualidad que está empleando el término «campo morfogenético», que es el campo que produce las formas. Es la Diosa, el campo que produce formas.

M
OYERS
: ¿Y qué importancia tiene para nosotros?

C
AMPBELL
: Bueno, significa descubrir cuál es la fuente de tu propia vida, y cuál es la relación de tu cuerpo, tu forma física, con esta energía que lo anima. El cuerpo sin la energía no está vivo, ¿verdad? Así es como distingues en tu vida lo que es del cuerpo y lo que es de la energía y la conciencia.

En la India, el símbolo fundamental más corriente es el del falo, o
lingam
, como lo llaman: el dios generador penetrando la vagina, o
yoni
, de la Diosa. Al contemplar este símbolo estás contemplando el momento generador de toda vida. El misterio entero de la generación de la vida está contenido simbólicamente en ese signo.

Como ves, el misterio sexual en la India, y en la mayor parte del mundo, es un misterio sagrado. Es el misterio de la generación de la vida. El acto de generar un hijo es un acto cósmico y debe ser entendido como sagrado. Por ello el símbolo que representa más inmediatamente este misterio del paso de la energía de la vida al campo del tiempo es el lingam y el yoni, los poderes masculino y femenino en conjunción creativa.

M
OYERS
: ¿Qué habría sido de nosotros si en algún punto a lo largo del camino hubiéramos empezado a rezar «Madre Nuestra» en lugar de «Padre Nuestro»? ¿Cuál habría sido la diferencia psicológica?

C
AMPBELL
: Seguramente ha significado una diferencia psicológica en el carácter de nuestra cultura. Por ejemplo, el origen de la civilización occidental tuvo lugar en los valles de los grandes ríos: el Nilo, el Tigris-Eufrates, el Indo, y después el Ganges. Ése fue el mundo de la Diosa. El nombre del río Ganges (Ganga) es el nombre de una diosa, por ejemplo.

Y después se produjeron las invasiones. Éstas empezaron masivamente en el cuarto milenio antes de Cristo, y se fueron haciendo más y más devastadoras. Vinieron del norte y del sur y arrasaron las ciudades de un día para otro. Lee tan sólo la historia en el Libro del Génesis del papel que jugó la tribu de Jacob en la caída de la ciudad de Shechem. De la noche a la mañana, la ciudad fue arrasada por aquellos pueblos pastores que aparecieron repentinamente. Los invasores semitas eran pastores de cabras y ovejas, los indoeuropeos de vacas. Ambos habían sido antes cazadores, por lo que sus culturas esencialmente estaban orientadas al animal. Cuando hay cazadores, hay gente que mata. Y cuando hay pastores, hay gente que mata, porque siempre están en movimiento, son nómadas, que entran en conflicto con otros pueblos y conquistan las áreas en las que se introducen. Y estas invasiones traen consigo dioses guerreros, lanzadores de rayos, como Zeus o Yahvé.

M
OYERS
: ¿La espada y la muerte en lugar del falo y la fertilidad?

C
AMPBELL
: Así es, esa es la ecuación.

M
OYERS
: Hay una historia que tú has contado sobre la expulsión de la diosa madre Tiamat.

C
AMPBELL
: Supongo que podríamos considerarla como el acontecimiento arquetípico clave.

M
OYERS
: Lo has calificado de momento crítico en la historia.

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