Pero no pasó. Un intento inglés de reunir una flota fracasó por las disputas internas y la ineficacia. Alphege, el vigésimo octavo arzobispo de Canterbury, fue muerto en 1012 por una banda guerrera danesa, cuando se negó a entregar el dinero que exigían. Y finalmente, en 1013, Sven, al evaluar la total incapacidad de Inglaterra para defenderse, decidió ir hasta el fin. Se apoderaría del Reino y destruiría la obra de Alfredo.
Ahora estaban claras todas las consecuencias del estímulo que dio Ethelred a la criminal matanza de los daneses. En el Danelaw aún había muchas personas de ascendencia danesa y nadie podía esperar que mostrasen lealtad hacia Ethelred. Se unieron a las fuerzas danesas invasoras inmediatamente. Distrito tras distrito cayó en poder de Sven sin lucha, y cada victoria sin efusión de sangre de los invasores hacía más renuente la resistencia en otros lugares.
Ethelred estaba en Londres, y sólo esta ciudad mostró signos de querer resistir. Pero Ethelred no era un héroe como su tatarabuelo Alfredo. No era él quien iba a ofrecer la última resistencia. Calladamente, Ethelred se deslizó fuera de Londres y huyó hacia el Sur. Ya había enviado a su esposa y sus hijos a Normandía, donde todavía gobernaba el hermano de ella. Finalmente, también Ethelred se trasladó allí y fue bien recibido como rey refugiado.
Sven Barba Bifurcada de Dinamarca era ahora rey de Inglaterra. Fue la culminación de su agitado y violento reinado de casi treinta años, reinado que fue de un éxito casi constante. Y ahora llegó a su fin en la cúspide de su carrera, pues no mucho después de la huida de Ethelred, Sven murió repentinamente. Había sido rey de Inglaterra durante seis semanas. Canuto
De pronto, todo cayó en la confusión. Muerto Sven, los daneses se replegaron, y la nobleza sajona vio allí su oportunidad. Podía recibir a Ethelred de nuevo, pero también podía aprovechar su posición obligándolo a pagar cierto precio. Tendría que abandonar ciertas prácticas que los nobles desaprobaban, otorgar más derechos y privilegios a la nobleza y prometer olvidar y perdonar pasadas traiciones.
Esta situación pone de relieve la idea medieval de la posición del rey. Este no subía al trono automáticamente; tenía que ser elegido por la nobleza del reino entre los miembros elegibles de la familia real. Esto suponía que el rey tenía ciertas obligaciones, como retribución, hacia la nobleza, y si no las cumplía, podía ser depuesto.
Naturalmente, tal punto de vista, podía conducir a la anarquía. ¿Cuáles eran los deberes del rey hacia la nobleza? ¿Quién los determinaba? Todo noble que quisiese rebelarse siempre podía hallar algún fallo del rey para excusar su propia traición.
Más tarde, surgió una teoría alternativa de la realeza Se suponía que el rey subía al trono, no por elección, sino por derecho de descendencia. Había una regla fija de herencia (la "legitimidad) y el nuevo rey se convertía en rey de acuerdo con esa ley, cualesquiera que fuesen sus aptitudes o falta de ellas.
Tal rey lo era por la gracia de Dios, que lo había puesto en la línea de descendencia, y no tenía obligaciones hacia nadie excepto Dios. La nobleza o el pueblo no podían plantearle exigencias ni rebelarse contra él sin pecar contra Dios. Si el rey era malo o incompetente, lo único que podían hacer sus súbditos era esperar a que Dios lo reformase, si quería, o lo eliminase mediante la muerte.
Durante siglos, las naciones europeas vacilaron entre estas teorías alternativas de la realeza: o el rey era responsable ante sus súbditos o sólo ante Dios. Hacia el final de la Edad Media, la monarquía por la gracia de Dios triunfaba en todas partes, pero en Inglaterra esta victoria fue menos completa que en el Continente y el contraataque contra ella fue montado más rápida y efectivamente.
Una razón de ello fue que en Inglaterra había una tradición particularmente fuerte de acuerdos escritos entre el rey y sus súbditos, acuerdos que dejaban en claro quo había una forma de contrato entre el monarca y el pueblo.
El primer documento escrito de este género (o al menos el primero del que tenemos testimonio) fue el establecido entre Ethelred y sus súbditos al volver ente rey de Normandía. Este documento particular tuvo poco valor en sí mismo, pero sentó un precedente de enorme importancia que conduciría, a través de muchos pasos (algunos vacilantes) a la Constitución de los Estados Unidos y a nuestra forma americana de gobierno.
La muerte de Sven y la repentina recuperación de la nobleza sajona alrededor de Ethelred pareció conjurar el espectro de la conquista danesa, tan recientemente efectuada.
Sven tenía dos hijos, Haroldo y Canuto. El primero, por ser el mayor, tuvo el dominio de Dinamarca. Canuto, el más joven, había acompañado a su padre a Inglaterra y comandado la flota mientras su padre conducía a las tropas tierra adentro. Canuto trató de hacerse nombrar rey de Inglaterra en reemplazo de su padre. Pero, convertir esto en realidad por el momento era imposible. Canuto decidió retornar a Dinamarca y reunir un ejército más poderoso.
Al año siguiente, el 1015, Canuto golpeó nuevamente a las puertas de Inglaterra. Halló que Ethelred había logrado fácilmente disipar la buena voluntad con que fue recibido temporalmente. Inglaterra estaba otra vez en la misma situación de antes, con señores desafectos, gente descontenta y un rey incompetente.
Canuto podía haber conquistado Inglaterra tan fácilmente como su padre dos años antes, pero, desgraciadamente para la causa danesa, Ethelred murió en 1016, después de un reinado de treinta y ocho años de casi constantes desastres.
Sin embargo, una reliquia del reinado de Ethelred puede ser considerada como una contribución de valor, aún viva, a la cultura del mundo. Se trata del poema épico Beowulf. Hoy sobrevive en un solo manuscrito, bastante gastado e imperfecto, que todavía era legible en el siglo XVIII. Este manuscrito es ahora casi ilegible, pero en 1787 se hicieron copias de él y en 1815 apareció una versión impresa.
Por la escritura del manuscrito original, se supone que esa copia particular debe de haber sido escrita alrededor del 1000, en tiempos de Ethelred. Por supuesto, no fue la primera copia (aunque, al parecer, todas las copias anteriores se han perdido para siempre). La copia escrita original puede haber aparecido dos siglos antes en Mercia y debe de haber existido en la tradición oral algunos siglos antes aún.
El relato está ubicado en la Dinamarca del siglo V. La corte danesa está acosada por un monstruo, Grendel, que se lleva y se come a hombres de la corte todas las noche, hasta que Beowulf, joven héroe del sur de Suecia, se enfrenta con el monstruo y lo mata. Luego debe combatir con la madre del monstruo, aún más temible. Más tarde Beowulf sube al trono danés, gobierna durante cincuenta años y, ya en la vejez, lucha con un dragón que está asolando el Reino, lo mata, pero luego muere de sus propias heridas.
La muerte de Ethelred fue una mala noticia para Canuto porque el incapaz viejo tenía un combativo hijo de su primera esposa (no Ema de Normandía). Este hijo era Edmundo II, aunque habitualmente es llamado Edmundo el Valiente, por su inflexible lucha contra Canuto.
En los últimos años del reinado de su padre, Edmundo dominaba el norte de Inglaterra y trató con incansable energía de rechazar a los daneses invasores. Sus generales lo abandonaron o se negaron a combatir a menos que se garantizase la presencia del propio rey Ethelred.
Muerto Ethelred, Edmundo pudo actuar mejor. Combatió valerosamente a Canuto y obtuvo algunas victorias. Dos veces acudió en defensa de Londres, que resistió vigorosamente contra el danés. Finalmente, desafió a Canuto a combate singular, señalando que era mejor que muriese un solo hombre de cada parte y no miles.
Un vikingo de antaño habría recibido gozosamente el reto, sin duda, pero Canuto no era un vikingo de antaño En verdad, era un hombre muy inteligente y realista, y observó que él era de contextura pequeña, mientras que Edmundo era un hombre muy grande y fornido. Por ello, dijo Canuto, seguramente él perdería y no estaba dispuesto a arriesgar la causa danesa de tal manera. Propuso, en cambio, dividir el Reino como se lo habla dividido en tiempo de Alfredo.
Se selló el trato, y Canuto ocupó el norte y Edmundo el sur. Tal arreglo no podía ser estable, pero al menos ofrecía un respiro durante el cual cada parte tendría la oportunidad de prepararse para combatir mejor. Pero si Canuto habla tenido la mala fortuna de ver morir a Ethelred, ahora tuvo mucha mejor suerte.
Desgraciadamente para la causa sajona, el 30 de noviembre de 1016, antes de que transcurrieran dos meses desde el acuerdo, Edmundo el Valiente murió, probablemente por causas naturales, aunque posteriormente se habló de asesinato.
No quedó nadie que pudiera oponerse a Canuto. Ethelred había tenido dos hijos de Ema, el mayor de los cuales era un muchacho de catorce años que no podía ponerse al frente de un ejército. A comienzos de 1017, los desalentados sajones aceptaron a Canuto como rey. AL año siguiente, el hermano de Canuto, Haroldo, murió, y Canuto se convirtió en rey único de Inglaterra y Dinamarca.
Para sorpresa de los ingleses, Canuto resultó ser un buen rey, muchísimo mejor de lo que habla sido el incompetente viejo Ethelred. En verdad, Canuto hizo lo que pudo para apaciguar el orgullo nacional de los ingleses y reconciliarlos con su reinado. Convocó al Witenagemot e hizo que lo eligiese rey, para que no se dijere que gobernaba sólo por derecho de conquista.
También se casó con Ema, la viuda de Ethelred, en 1017, para dar un aire de continuidad al gobierno. (Y quizá para su propia complacencia, pues ella debe de haber sido aún atractiva, y si bien era mayor que Canuto -quien sólo tenía veintitrés años a la sazón-, todavía era suficientemente joven como para tener hijos.)
Más aún, Canuto no hizo ningún esfuerzo para convertir a Inglaterra en otra Dinamarca o imponerle leyes danesas. Por el contrario, mantuvo a Inglaterra bajo sus leyes sajonas y residió en ella como un rey sajón. Más bien fue Dinamarca la que fue sometida a la influencia extranjera. Sacerdotes ingleses afluyeron a ella, de modo que pronto fueron borrados los últimos rastros de paganismo. Y en sus obispados fueron nombrados ingleses.
Canuto fue un piadoso cristiano y complació a sus súbditos haciendo una bien publicitada peregrinación a Roma en 1027. Esto disipó eficazmente toda idea que pudiesen tener los sajones de que Canuto era un «danés pagano».
AL principio, Canuto tenía una guardia de corps danesa, pero poco a poco se persuadió de que los sajones habían llegado a confiar en él, envió a sus daneses de vuelta a Dinamarca y los reemplazó por ingleses. Hasta nombró en calidad de su principal consejero a un sajón, Godwin. En 1020 hizo a Godwin Earl de Wessex y Kent, y el Earl sajón fue el hombre más grande del Reino, después de Canuto.
Canuto conservó el espíritu razonable con el que se negó al combate personal con Edmundo, si hemos de creer el más famoso relato al respecto.
Reza así. Cada vez más fastidiados por los rebuscados halagos de sus cortesanos, Canuto decidió darles una lección. Hizo instalar su trono en la costa del mar y se asentó en él mientras la marea subía. En términos grandilocuentes ordenó a la marea que retrocediese y no osase mojar sus ropas reales. Permaneció sentado así mientras la marea, ajena a las órdenes del monarca, mojó su rico manto. Se volvió hacia los cortesanos y les preguntó dónde estaban los poderes divinos que ellos le atribuían sonoramente.
(Es paradójico que muchos de los que relatan esta historia piensen erróneamente que Canuto era un jactancioso y realmente creía que la marea se detendría a su pedido.)
Por suave que fuese Canuto dentro de Inglaterra, en el exterior actuó como un conquistador. Condujo una expedición a Escocia en 1017 y obligó a los escoceses a someterse sin combate. En 1028 se apoderó de Noruega, muy turbulenta por entonces. Durante unos pocos años, hubo un Imperio Danés que incluía a Dinamarca, Noruega, Inglaterra, Escocia y hasta Islandia y Groenlandia, unión política nunca vista antes y nunca vista después.
Paradójicamente, por la misma época en que los daneses estaban llegando al pináculo de su éxito, los vikingos estaban perdiendo su dominio de más de dos siglos en Irlanda.
El héroe irlandés de esa lucha fue Brian, nacido alrededor de 941 cerca de un vado del río Shannon, a unos dieciséis kilómetros al norte del centro vikingo de Limerick. El nombre del vado era Beal Boruma, por lo que el irlandés era conocido como Brian Boru.
Brian empezó como gobernante de un pequeño territorio, pero poco a poco, mediante constantes luchas, amplió sus dominios, liberó Limerick y unió todo el Munster (el cuarto sudoccidental de Irlanda) bajo su dominio. En 1002, el año de la matanza de los daneses por Ethelred, derrotó a los vikingos de Dublín en batalla y fue reconocido como «alto rey», es decir, como soberano de todos los irlandeses.
Pero los vikingos seguían en Dublín, pese a Brian Boru, y los hombres de Leinster (el cuarto sudoriental de Irlanda) eran suficientemente contrarios a Brian como para desear aliarse con los vikingos.
La batalla final se produjo en 1004 (la época en que Sven Barba Bifurcada estaba muriéndose). Brian Boru era ya un viejo, de más de setenta años, pero estuvo en el escenario de la batalla, en Clontarf, en las afueras de Dublín, para inspirar a sus hombres, mientras su hijo conducía al combate al ejército irlandés.
En una batalla de doce horas, irlandeses y vikingos sufrieron grandes pérdidas, pero finalmente fueron los últimos quienes rompieron filas y huyeron. Unos fueron muertos y otros huyeron a los barcos del puerto. Una de las partidas en fuga dio con la tienda de campaña donde estaba sentado el anciano Brian. Fue reconocido y muerto