Ethelred carecía del buen consejo de Dunstan, quien tanto había elevado a los anteriores reinados. Tampoco tenía otros consejeros que pudiesen ocupar el lugar de Dunstan; o si recibía algún buen consejo, tenía la habilidad de no prestarle ninguna atención. La palabra sajona que significa «consejo» es «raed». Puesto que Ethelred carecía de consejo, era «unraedig», que significa «no aconsejado» y hasta «mal aconsejado».
Este se convirtió en su nombre común, que le fue aplicado por primera vez, según se dice, por Dunstan: Ethelred the Unraedig, o Ethelred el Mal Aconsejado.
Desgraciadamente, la palabra sajona se ha convertido en una palabra de sonido similar en el inglés moderno, pero una palabra que, pese a la semejanza de sonido, no tiene el mismo significado. Este rey es llamado «Ethelred the Unready» («Ethelred el No Preparado») en todos los libros de historia. Pero quizá el error no sea tan grande, pues Ethelred, en efecto, no estaba preparado para hacer frente a las crisis que abundaron en su reinado.
La principal de ellas se relacionaba con los cambios que se estaban produciendo en Escandinavia. Los viejos tiempos vikingos paganos estaban llegando a su fin. En Dinamarca, un jefe llamado Gorm el Viejo empezó a unificar el país, y su hijo Haroldo Diente Azul se volvió hacia el cristianismo y fue convertido alrededor de 960.
Haroldo tenía un hijo, Sven. En su edad adulta llevaba una larga barba que terminaba en dos puntas, por lo que es conocido comúnmente como Sven Barba Bifurcada. Cuando aún era joven, se peleó con su padre y le hizo la guerra, hasta que, con el tiempo, su padre murió. En ese año, 985, Sven Barba Bifurcada se convirtió en rey de Dinamarca.
Mientras tanto, Noruega, el corazón y el centro del país vikingo, también se estaba convirtiendo al cristianismo. Este había tenido allí un mal comienzo con Haakon, el joven príncipe noruego que había sido educado en la corte de Athelstan. Naturalmente se hizo cristiano, y muy ferviente. Cuando volvió a Noruega y derrocó a Eric Hacha Sangrienta, trató de convertir el país al cristianismo, pero lo hizo de modo demasiado obcecado y apresurado.
Hubo una vigorosa reacción pagana que fue aprovechada por los hijos de Eric Hacha Sangrienta. En la guerra civil que sobrevino, Haakon (llamado «Haakon el Bueno» por los monjes cronistas) fue muerto en 961 y, durante una generación, Noruega volvió al paganismo, justamente cuando Dinamarca estaba empezando a convertirse al cristianismo.
Uno de los jefes vikingos que murieron a manos de los hijos de Eric Hacha Sangrienta tenia a su esposa embarazada, y poco después dio a luz un hijo. Era Olaf Trygvesson, que fue uno de los grandes vikingos de la época. Fue educado en la corte de Vladimiro el Grande, en Rusia (donde también había penetrado la influencia vikinga). Vladimiro fue el primer gobernante ruso que se convirtió al cristianismo. y quizá Olaf obtuvo allí una idea de éste. O quizá se convirtió en sus incursiones posteriores contra las Islas Británicas. Una leyenda, que ya no se cree, dice que se convirtió mientras visitaba las islas Scilly (las islas del Estaño de los antiguos fenicios).
Sea como fuere, navegó hasta Noruega en 995, y allí provocó una rebelión contra el impopular rey pagano de la época. Se hizo proclamar rey con el nombre de Olaf I y bajo él Noruega se cristianizó definitivamente. No mucho después, la influencia cristiana se hizo dominante también en Islandia. (En Islandia, la esposa de Eric el Rojo se hizo cristiana, por ejemplo, y, cuando su marido no hizo lo mismo, ella lo abandonó.)
Pero el cristianismo sólo era todavía un delgado barniz en los vikingos. Tanto Sven Barba Bifurcada como Olaf Trygvesson, realizaron incursiones contra la costa inglesa. Estas incursiones no eran tan horrendas como las de tiempos anteriores, y las iglesias y monasterios eran ahora refugios efectivos, pero eran bastante duras.
Puede parecer extraño que Inglaterra repentinamente pareciera otra vez inerme ante barcos daneses, cuando durante un siglo había prosperado constantemente a expensas de los daneses. En parte, la respuesta es que Sven y Olaf eran jefes vikingos excepcionalmente vigorosos. Una respuesta aún más importante es que Inglaterra estaba cosechando los frutos de la reacción antidanesa. La nobleza danesa de las costas nororientales, acuciada por el poder creciente de los nacionalistas sajones, hizo cada vez más causa común con los vikingos. (Esto, desde luego, alimentó el sentimiento antidanés entre los sajones, con lo que la política de conciliación de Dunstan quedó totalmente anulada.)
En 991, el indefenso Ethelred apeló al único recurso que parecía quedarle. Sobornó a los vikingos para que se marcharan. Por supuesto, esto sólo proporcionó un respiro temporal, y cada vez que era menester pagar un nuevo soborno, el precio aumentaba.
En 994, Sven y Olaf, actuando juntos armoniosamente, remontaron el río Támesis para poner sitio a Londres. Esta logró resistir, como París, en condiciones similares, un siglo antes. Los asociados piratas se marcharon y saquearon las provincias meridionales. Hubo que pagarles dieciséis mil libras de plata para que se retirasen; en 1001, el precio aumentó a veinticuatro mil libras.
Para recaudar el dinero, fue menester poner un impuesto especial sobre la tierra, que cayó sobre los hombros de la población. Fue llamado el «Danegeld». Fue recaudado en seis ocasiones durante el reinado de Ethelred y su producto entregado a los chantajistas vikingos. El total ascendió a 160.000 toneladas de plata.
(Como en el caso de prácticamente todo impuesto, el Danegeld fue mucho más fácil de establecer que de suprimir. Era una buena fuente de ingresos, y cuando llegó la época en que ya no era necesario pagar a los daneses, se consideró una vergüenza devolverlo al pueblo. Se lo mantuvo, pues, mucho después de que cesase el tributo danés, y la última recaudación registrada fue en 1163, un siglo y tres cuartos después de haber sido establecido por vez primera.)
La recaudación del Danegeld fue puesta en manos de los nobles locales. Su efecto fue fortalecer la posición de esos nobles a expensas del pueblo y del rey por igual, ya que el poder de recaudar impuestos suponía el poder de controlar. El gobierno fue descentralizado, como había sucedido en el continente y por razones similares. Tal gobierno descentralizado, con los nobles terratenientes como pequeños reyes de sus propias tierras, es llamado «feudalismo». Como resultado de las correrías vikingas, pues, Inglaterra empezó a feudalizarse en el reinado de Ethelred II. Los labradores se empobrecieron, por las incursiones y el Danegeld, y se vieron obligados a entregarse a los nobles locales para sobrevivir. Se convirtieron en siervos.
Más aún, la decadencia cultural inglesa, detenida durante un tiempo gracias a los esfuerzos de Alfredo, ahora continuó, y en el reinado de Ethelred Inglaterra fue un país intelectualmente atrasado. Y en comparación con Francia e Italia, iba a seguir siéndolo durante más de cinco siglos.
Sin embargo, ese reinado marcó un giro decisivo en la historia de Londres. Había sido una ciudad notable en tiempos romanos, el mayor puerto de Inglaterra, pero sólo era una de varias ciudades notables.
En la temprana Inglaterra sajona, tuvo la desgracia de ser una ciudad fronteriza que no podía ser utilizada como capital por los diversos reinos. Su ubicación estaba casi exactamente en el punto donde, en 700, se encontraban los reinos de Essex, Wessex y Kent. Por ello, eran ciudades como Canterbury y Winchester las que tenían el; prestigio de ser capitales.
Aun en tiempos de Alfredo, Londres era la ciudad fronteriza entre la Inglaterra sajona y la Inglaterra danesa.
Pero durante el siglo X, cuando los reyes sajones dominaron los distritos daneses, Londres aumentó su tamaño y en el 1000 probablemente era la mayor ciudad de la isla. Su triunfante defensa contra los daneses, en 994, fue un punto brillante en un escenario que se estaba oscureciendo rápidamente y le dio el prestigio que necesitaba para convertirse en lo que ha sido desde entonces: la gran ciudad de Inglaterra; la única que dejaba a todas, las otras, por grandes que fuesen, en la sombra.
La segunda conquista danesa
Ethelred el No Preparado, incapaz de dirigir a su nación con eficiencia, o de controlar a sus nobles, o de oponerse a los daneses por cualquier medio que no fuesen los repetidos y exorbitantes sobornos, logró hallar tiempo para embrollarse también con el duque de Normandía.
Hacía menos de un siglo desde que los salvajes vikingos conducidos por Hrolf el Caminante se habían establecido en Normandía, pero ya se había producido un gran cambio en esa tierra. Los nietos de los vikingos hablaban un dialecto francés y eran difíciles de distinguir de otros franceses. La helada costa de Noruega fue olvidada y todo lo que conservaban de la vieja y salvaje herencia vikinga era la capacidad de combatir como demonios. Agréguese a ella una sorprendente habilidad para establecer un gobierno eficiente.
Los normandos estaban profundamente envueltos en la política francesa y, por lo general, luchaban contra los últimos reyes del linaje de Carlomagno. El duque Ricardo I de Normandía (un nieto de Hrolf, habitualmente llamado "Ricardo Sin Miedo› en las crónicas) fue un firme partidario del noble francés Hugo Capelo, quien en 987 reemplazó al último rey del linaje de Carlomagno y fue el primero de un nuevo linaje de reyes franceses.
Ricardo I fue sucedido por Ricardo II (el Bueno), en 996, y fue con él con quien Ethelred se querelló por un oscuro motivo. Ethelred hasta reunió barcos para invadir Normandía (como si no pudiesen ser usados mucho mejor contra los daneses), pero su torpe intento fue rechazado por el competente duque normando.
Entonces, Ethelred tal vez lo pensó mejor, pues aceptó la mediación papal y puso fin a la querella. En verdad, hasta quizá se le ocurriese que un enemigo capaz podía convertirse en un amigo capaz manejando las cosas apropiadamente por lo que se concertó una alianza matrimonial. Ethelred era viudo, y Ricardo tenía una hermana, Ema, que no estaba casada. Se concertó el matrimonio entre el rey sajón y la princesa normanda, y en 1002 Ema llegó a Inglaterra. Debe de haber sido muy joven por entonces, pues aunque no se conoce su fecha de nacimiento, vivió cincuenta años más desde la fecha del matrimonio y es razonable suponer que a la sazón era una adolescente. Fue llamada «la Flor de Normandía» y quizás haya sido muy atractiva.
Pero toda acción de un monarca incapaz puede resultar infortunada, y ese matrimonio, aunque pareció una buena medida en aquel tiempo, iba a tener tristes consecuencias para los sajones. Ema llevó consigo súbditos normandos, hombres capaces a quienes Ethelred brindó muy complacido cargos en Inglaterra, ya que había pocos de sus propios súbditos en quienes podía confiar. Así comenzó el aumento de la influencia normanda en Inglaterra que inspiró a los duques normandos un creciente interés por la isla y una creciente tentación de intervenir en su gobierno. Los resultados serían penosamente visibles medio siglo más tarde.
Pero, por el momento, Ethelred recurrió a una treta increíblemente malvada y que tuvo desastrosos resultados inmediatos.
Había obtenido el poder gracias a las facciones antidanesas y éstas eran cada vez más fuertes. La humillación inglesa a manos de los vikingos, los daneses de allende los mares, tenía que ser lavada, y era fácil acusar de ella a la puñalada por la espalda de los daneses de Inglaterra. Sin duda, había habido nobles daneses que se habían puesto de parte de los vikingos, en parte por resentimiento contra la política antidanesa de Ethelred y en parte por la necesidad de llegar a un acuerdo con los vikingos puesto que el gobierno central no podía protegerlos. Pero muchos daneses habían permanecido leales y, en cambio, muchos sajones también se habían arreglado con los vikingos.
Pero la mera lógica no es una respuesta contra los prejuicios, ni entonces ni ahora. Ethelred decidió arrojarse en brazos de los más extremistas antidaneses de sus súbditos y vengar los hechos de los vikingos actuando contra una parte desarmada e insospechable de la población inglesa.
El 13 de noviembre de 1002, sólo medio año después de la celebración de las fiestas matrimoniales con Ema, individuos de la población sajona de Inglaterra se levantaron a una señal dada y mataron a tantos ingleses de ascendencia danesa como pudieron hallar. Entre los asesinados estaba una hermana de Sven Barba Bifurcada de Dinamarca que estaba viviendo en Inglaterra como esposa de un noble inglés de ascendencia danesa.
Ethelred debe de haber pensado que mediante ese acto atroz demostraría inmediatamente que era un rey fuerte, eliminaría un nido de traidores de la nación y pondría a toda Inglaterra de su parte en un gran movimiento de orgullo nacional.
Tal vez hubiese sido así si Inglaterra hubiese vivido en el vacío. Pero no era así. Más allá del estrecho mar, inalcanzable para muchedumbres sajonas, estaba el viejo feroz luchador Sven Barba Bifurcada.
Las noticias de la matanza (y de la muerte de su hermana) llenaron de furia a Sven, furia que era tanto más peligrosa cuanto que en ese momento se hallaba en el apogeo de su poder. Se había aliado con Olaf Skutkonung de Suecia (el primer gobernante cristiano de este país) y juntos hablan derrotado a Olaf Trygvesson de Noruega En una homérica batalla naval librada en el mar Báltico, Sven había vencido a su viejo compañero de piratería y destruido temporalmente el poder noruego.
Toda Escandinavia estaba ahora dominada por daneses o era aliada de los daneses, y Sven era la mayor potencia del Norte.
Con todos los recursos de Escandinavia tras de sí, Sven, jurando venganza, rápidamente reunió la mayor flota que habla llevado contra Inglaterra, y en 1003 desembarco en Exeter, en el lejano sudoeste de Inglaterra para lograr una completa sorpresa. El jefe de ese lugar era uno de los normandos de la reina Ana, y demostró ser tan capaz de convertirse en traidor como cualquier danés o sajón del Reino.
En los años siguientes, la humillación inglesa llegó al colmo. La matanza de los daneses no había eliminado en modo alguno a los traidores ni dado a Ethelred una pizca más de capacidad de la que tenía antes. Tampoco Ricardo, de Normandía estaba dispuesto a acudir en ayuda de su cuñado. Por el contrario, la traición de varios normandos en Inglaterra fue motivo de nuevas querellas entre Inglaterra y Normandía.
Ethelred no pudo hacer más que seguir pagando a los daneses lo que podía reunir, con la esperanza de que pasase la tormenta que había desencadenado sobre sí mismo.