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Authors: Mario Benedetti

Tags: #Poesia

Inventario Uno 1950-1985 (31 page)

BOOK: Inventario Uno 1950-1985
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si eso que llamo Dios es otro espanto.

MEJOR TE INVENTO

Estás alicaído, estás dudando,

no te alcanzan las pruebas ni las preces,

cada Dónde te ofusca, y cada Cuándo.

Recorres el confort, las estrecheces

que quedaron atrás y es razonable

que reclames la vida que mereces,

las ventanas en paz, el techo estable.

Pero yo, te confieso, prefería

(¿cómo querés, hermano, que te hable?)

cuando tu vieja angustia estaba al día

con la angustia del mundo, cuando todos

éramos parte en tu melancolía.

Sé qué polvos trajeron estos lodos

pero saberlo no es la mejor suerte.

Inventaré quién sos. De todos modos,

inventarte es mi forma de creerte.

SEÑAS DEL CHE

Todo campo

es el nuestro

por ejemplo está éste

verde dispuesto verde

los surcos y los surcos

las nubes con sus gordas

pantorrillas de lluvia

está también el otro

campo de pronto abismo

recién nacidos muertos

sin haberse atrevido

a estrenar sus pavores

está el amor de siempre

el corazón del tacto

la noche de la piel

los poros y los poros

y la gloria y el beso

está la llamarada

la hoguera de la piel

el cuerpo brasa infame

el hombre que no sabe

por qué lo incendia el hombre

verde dispuesto verde

campo de pronto abismo

los surcos y los surcos

las nubes con sus gordas

pantorrillas de lluvia

recién nacidos muertos

sin haberse atrevido

a estrenar sus pavores

está el amor de siempre

está la llamarada

el corazón del tacto

la hoguera de la piel

la noche de la piel

el cuerpo brasa infame

los poros y los poros

y el hombre que no sabe

y la gloria y el beso

por qué lo incendia el hombre

desde un sitio cualquiera

montaña

o selva

o sótano

hay alguien que hace señas

agitando su vida

todo campo

es el nuestro.

La Habana, abril 1967.

CONSTERNADOS, RABIOSOS

Vámonos,

derrotando afrentas

ERNESTO "CHE" GUEVARA

Así estamos

consternados

rabiosos

aunque esta muerte sea

uno de los absurdos previsibles

da vergüenza mirar

los cuadros

los sillones

las alfombras

sacar una botella del refrigerador

teclear las tres letras mundiales de tu nombre

en la rígida máquina

que nunca

nunca estuvo

con la cinta tan pálida

vergüenza tener frío

y arrimarse a la estufa como siempre

tener hambre y comer

esa cosa tan simple

abrir el tocadiscos y escuchar en silencio

sobre todo si es un cuarteto de Mozart

da vergüenza el confort

y el asma da vergüenza

cuando tú comandante estás cayendo

ametrallado

fabuloso

nítido

eres nuestra conciencia acribillada

dicen que te quemaron

con qué fuego

van a quemar las buenas

buenas nuevas

la irascible ternura

que trajiste y llevaste

con tu tos

con tu barro

dicen que incineraron

toda tu vocación

menos un dedo

basta para mostrarnos el camino

para acusar al monstruo y sus tizones

para apretar de nuevo los gatillos

así estamos

consternados

rabiosos

claro que con el tiempo la plomiza

consternación

se nos irá pasando

la rabia quedará

se hará más limpia

estás muerto

estás vivo

estás cayendo

estás nube

estás lluvia

estás estrella

donde estés

si es que estás

si estás llegando

aprovecha por fin

a respirar tranquilo

a llenarte de cielo los pulmones

donde estés

si es que estás

si estás llegando

será una pena que no exista Dios

pero habrá otros

claro que habrá otros

dignos de recibirte

comandante.

Montevideo, octubre 1967.

ÁNGEL DE LA GUARDA

Al principio eras niño

como yo

pero mucho más ágil

no sólo me advertías

de la baldosa floja

o de la abuela que se aproximaba

con sus dos bofetadas potenciales

también en mis mañanas

de golero baldío

cuando el pecoso arremetía

echabas

a corner la pelota

inalcanzable

cierto día empezaste

a flaquear sin aviso

jugando al rango se agachó un cretino

yo me partí los labios

tú las alas

cicatrizamos pronto sin embargo

todavía serviste

para evitar los riesgos de rutina

tales como los nudos y estornudos

la maceta que cae de un quinto piso

la venérea que sube del segundo

nuestro primer conflicto fue con cielo

yo me puse a creer

y tú a esperarme

cuando se nubló todo

dónde estabas

no me salvaste ni me salvarías

ya nunca más

la noche mansa comenzó a llover

y me empapó de dudas

dónde estabas

para decir que no

gritar que sí

o mejor para

abrir nuestro paraguas

y callarnos

llegaron pestes aurorales

muertes

injustas no buscadas

odios entre el escombro

vacíos con espuma y sin espuma

cíclopes merodeantes

dónde estabas

para cavar dolor como trincheras

para armarme las manos

para decirme algo

cualquier cosa

y sobre todo

para desarmarme

la buena fe

ese arcabuz inútil

se crearon mágicos latidos

entretenidas desesperaciones

que claro

si no son bien atendidas

se pueden convertir

en incurables

dónde estabas

para inventar augurios

sobre el tierno futuro en carne viva

acudes cuando nadie te reclama

por ejemplo

a quitarme el cuarto vaso

o el primer sueño

que es quitarlo todo

debes reconocerlo

no preciso

que me cuides

sino que me descuides

ya se verá

cómo me las arreglo

mejor te vas

recoge tus alones

y no vuelvas.

ABUELO RUBÉN

Seguramente nunca habrías escrito:

"Un siglo es un instante".

Menos aún: "Cien años, qué locura".

Eso sí, habrías aporreado el clavecín rimero

hasta arrancarle la nota que buscabas,

o lustrado los débiles barrotes de la frase

como quien apronta una imposible jaula

para el decididamente posible ruiseñor,

o tal vez recurrido a Atlántidas, a faunos,

a pajes, a Mesías, hasta a reinas de Angola,

para decir algo tan sencillo como tu repentina edad

o el quemante bochorno de tus viejas auroras.

Trato de imaginarme cómo habrías conseguido

en este grave amenazado enero

de tus cien años y nuestros tres minutos

pasar tu contrabando de pedagógicas ambrosías,

y entonces creo advertir otros salubres responsos,

algo así como tímidos ajustes de cuentas.

Después de todo, ya sabemos

por qué las princesas están tristes.

Y no sólo las princesas. Los sabuesos, los gerentes,

los fabricantes de burbujas y los secretarios de estado,

están a cuál más pálido en sus sillas de oro.

Después de todo, ya sabemos

por qué bufa el eunuco.

Y no sólo el eunuco. Los herrumbrados puritanos,

los ortopédicos censores, los minuciosos

restauradores de la miseria, los chacales en fin,

luchan por el legado de tu pobre bufón escarlata.

Diríase que el tiempo es otro, que en este mundo en llaga

no caben tus marquesas ni tus cisnes unánimes,

que al cándido hombre de hambre no le importa

la dieta frutal de miel y rosas

que aconsejaste para los dromedarios.

Mas son pobres decires.

Lo cierto, lo vital, lo milagroso,

es que echaste a volar un decisivo

cuento de hadas verbales y no obstante tangibles.

Seamos por una vez modestamente sabios

y sobre todo ecuánimes.

Junto con la justicia y el pan nuestro

defendamos tu derecho a soñar la palabra,

a expropiar diccionarios y mitos,

a invadir toda la belleza disponible

como quien toma por asalto el polvorín del enemigo

para volcarlo en la victoria propia.

Tú no lo habrías escrito.

Pero nosotros, gracias a ti,

no tenemos vergüenza de decir en tu nombre:

"Un siglo es un instante",

y menos aún de pensar, en el nuestro:

"Cien años, qué locura".

Varadero, enero 1967.

CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

1965-1966

Pero ¿cómo sería tu amor

sin tus rencores?

PABLO ARMANDO FERNÁNDEZ

hurrah! por fin ninguno

es inocente

JUAN GELMAN

CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

1

Nos han contado a todos

cómo eran los crepúsculos

de hace noventa o novecientos años

cómo al primer disparo los arrepentimientos

echaban a volar como palomas

cómo hubo siempre trenzas que colgaban

un poco sucias pero siempre hermosas

cómo los odios eran antiguos y elegantes

y en su barbaridad venturosa latían

cómo nadie moría de cáncer o de asco

sino de tisis breves o de espinas de rosa

otro tiempo otra vida otra muerte otra tierra

donde los pobres héroes iban siempre a caballo

y no se apeaban ni en la estatua propia

otro acaso otro nunca otro siempre otro modo

de quitarle a la hembra su alcachofa de ropas

otro fuego otro asombro otro esclavo otro dueño

que tenía el derecho y además del derecho

la propensión a usar sus látigos sagrados

abajo estaba el mundo

abajo los de abajo

los borrachos de hambre

los locos de miseria

los ciegos de rencores

los lisiados de espanto

comprenderán ustedes que en esas condiciones

eran imprescindibles los puentes levadizos.

2

No sé si es el momento

de decirlo

en este punto muerto

en este año desgracia

por ejemplo

decírselo a esos mansos

que no pueden

resignarse a la muerte

y se inscriben a ciegas

caracoles de miedo

en la resurrección

qué garantía

por ejemplo

a esos ásperos

no exactamente ebrios

que alguna vez gritaron

y ahora no aceptan

la otra

la imprevista

reconvención del eco

o a los espectadores

casi profesionales

esos viciosos

de la lucidez

esos inconmovibles

que se instalan

en la primera fila

así no pierden

ni un solo efecto

ni el menor indicio

ni un solo espasmo

ni el menor cadáver

o a los sonrientes lúgubres

los exiliados de lo real

los duros

metidos para siempre en su campana

de pura sílice

egoísmo insecto

ésos los sin hermanos

sin latido

los con mirada acero de desprecio

los con fulgor y labios de cuchillo

en este punto muerto

en este año desgracia

no sé si es el momento

de decirlo

con los puentes a medio descender

o a medio levantar

que no es lo mismo.

3

Puedo permanecer en mi baluarte

en ésta o en aquella soledad sin derecho

disfrutando mis últimos

racimos de silencio

puedo asomarme al tiempo

a las nubes al río

perderme en el follaje que está lejos

pero me consta y sé

nunca lo olvido

que mi destino fértil voluntario

es convertirme en ojos boca manos

para otras manos bocas y miradas

que baje el puente y que se quede bajo

que entren amor y odio y voz y gritos

que venga la tristeza con sus brazos abiertos

y la ilusión con sus zapatos nuevos

que venga el frío germinal y honesto

y el verano de angustias calcinadas

que vengan los rencores con su niebla

y los adioses con su pan de lágrimas

que venga el muerto y sobre todo el vivo

y el viejo olor de la melancolía

que baje el puente y que se quede bajo

que entren la rabia y su ademán oscuro

que entren el mal y el bien

y lo que media

entre uno y otro

o sea

la verdad ese péndulo

que entre el incendio con o sin la lluvia

y las mujeres con o sin historia

que entre el trabajo y sobre todo el ocio

ese derecho al sueño

ese arco iris

que baje el puente y que se quede bajo

que entren los perros

los hijos de perra

las comadronas los sepultureros

los ángeles si hubiera

y si no hay

que entre la luna con su niño frío

que baje el puente y que se quede bajo

que entre el que sabe lo que no sabemos

y amasa pan

o hace revoluciones

y el que no puede hacerlas

y el que cierra los ojos

en fin

para que nadie se llame a confusiones

que entre mi prójimo ese insoportable

BOOK: Inventario Uno 1950-1985
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