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Authors: Gregory Benford

Tags: #Ciencia ficción, #spanish

A través del mar de soles (10 page)

planetario para las formas de vida

mayores, por lo que hemos de mirar a

quién beneficia...

Quieres decir que su función es transportar energía química, ¿eso es

todo?

Claro, han absorbido fotones en el

Ojo y elaborado los compuestos de

carbono y oxígeno indicados ...

el cual es vertido en los valles montañosos donde están esos EM...

Correcto.

Un tipo inusitado de vector

energético, extrayendo la energía bioquímica del Ojo. Es difícil entender

cómo toda una biosfera como ésa pudo evolucionar.

Esto no es Nueva Jersey, mi amor.

Me he dado cuenta.

No obstante es un proceso con una inclinación condenadamente baja, con ese

presupuesto energético tan escaso la cubierta está apilada contra toda esa

biosfera.

Dios es ingenioso.

 

Bueno, tuvo más tiempo para trabajar en éste. Una biosfera de cinco billones de años de antigüedad te hace preguntarte

qué pudo ocurrir.

Vosotros dos podríais hablar con Bob acerca de la exploración, si tenéis

tiempo...

Claro, vamos, mi alma gemela.

¡Maldita sea! Ese esnifo es una porquería, ¿verdad? ¿Qué os dije?

Déjame hablar a mí.

Nigel, Nigel, deja que te cuente, supongo que puedes hacer algo. Amigo, estaba tan desquiciado, me sentía como corriendo por encima de un sapo con una cortadora de césped...

Más bien es a Ted a quien has de quejarte, muy poco es lo que yo puedo hacer.

Claro, pero con las palabras apropiadas, ya sabes.

No puedo prometerte nada pero si lo que buscas es alguien que te escuche...

Vamos, podrías tener ese trabajo cuando quisieras, todos votaremos por ti.

Es absurdo, por aquí el ruido es espantoso, bien, ¿de que...?

—Él valora la avalancha de impresiones más que a ninguna otra cosa. Vaga por los corredores tallados en la roca, entra y sale de las estancias, sin demorarse nunca, lo...

—...sí, le conozco, es del GHQ, trabaja con Ted. Más o menos agradable pero igualmente un mamarracho...

—...ja, ja, semejante fealdad es el anticonceptivo de la naturaleza, imagino. Olvídalo. No obstante tendrás a algún otro en la cabeza, la noche es joven incluso si yo...

—Ella vino hacia mí y me lo susurró de un tirón, lo cual parece una especie de tributo cuando te paras a pensarlo, viniendo de una mujer que obviamente no ha encontrado mucho en el mundo que requiera ser dicho en un susurro...

—La evolución sigue todo tipo de caminos, por tal motivo no creo que vayamos a desentrañar las fuentes de radio escudriñando la bioquímica básica. No, dado que la resolución que obtenemos con todo ese polvo es deplorable. Me refiero a que los seres de toda especie están seleccionados, ¿no es cierto? Tú y yo somos miopes porque los machos cortos de vista no podían cazar igual de bien, por lo que se quedaban en casa mientras que los aguerridos salían tras la carne. Puramente holgazaneando por las cavernas y pintando las paredes a cubierto de los rigores de la jornada. No eches cuenta de toda esa mayestática patraña sobre el vínculo de la pareja que siempre te cuentan. Lo cierto es que nunca sabes quién es el padre y es por eso que tiene éxito la estrategia del macho de esparcirlo tanto como sea posible. Así resulta seleccionado. Demonios, suena bien. Ésa es la evidencia fidedigna; la evolución no lee nuestras normas, tiene su propio...

— ¿... crees que has tenido bastante? Ese ron no es ron, es espuma de mar y tú estás empezando a parecerte a una langosta...

—...necesitamos hacer un mayor reconocimiento de lo de ahí abajo para soslayar esos disparates bioquímicos...

—...sí, de acuerdo, a mi modo de ver contamos con un excedente de genios, y faltan redaños por aquí...

—...un ciclo de reducción y oxidación, eso es lo que es. En ese polvo de abajo están jugando al mismo viejo juego que nosotros, sólo que no es tan provechoso. Remontándonos en la cadena de esos ceñidores del polvo ha de haber una producción de fécula que utiliza esa pésima luz solar de reducidas calorías. Deja oxígeno residual, y eso es lo que deben respirar los EM, pero ¡que me cuelguen si sé cómo puede vivir nada de ese...!

... no entiendo por qué tiene ella que

echarme una bronca sólo por haber

derramado un contenedor de muestras...

Nos has contaminado con esporas de Isis.

Te voy a poner al vacío tan

deprisa...

... bueno, no lo hice, ¿por qué habría

de hacerlo? Mira, no creo que puedas

decir eso porque sí...

Podría estar equivocado pero alguien

quitó los cierres.

 

—...entonces no me mires cuando...

—...llamas a esto un multifase, bueno, esto puede que mejore tu imagen en una votación, pero nadie está hablando de lo que yo quiero.

—...en parte se trata de descubrir qué condenado tejido es, si me escucharas por una sola...

—...estaba diciendo que cuando los animales más pequeños respiran disponen de este saquito, una especie de trampilla de aire, y éste filtra el polvo del aire, antes de que inspiren para absorber una bocanada...

—...realmente lento, unas dos respiraciones por minuto, lo he visto.

—...no mayores que tu dedo, minúsculos seres complejos con un diseño magnífico para zamparse a los que se adhieren al polvo. Seguidamente los que son gruesos, como tu mano, se atiborran de los del tamaño de un dedo.

—...Vamos, Elinor, ninguna mujer civilizada se lamenta nunca de un placer, y esto va a ser...

—... ¿Él? Algo pasajero, aquello del “mete—y—saca”, eso es todo...

—...así que mientras vosotros os lo estáis montando con el reconocimiento a lo grande, alguien está recogiendo la basura, haciendo la comida; agrónomos y comparsas, todo chapuzas. Así que al menos nos gustaría tomar parte en lo que está ocurriendo en vez de verlo de pasada en los semanarios que enviáis a la Tierra.

—...continúo diciendo que estropeas tu historial de navegación, puedes almohadillarte el rabo como hizo él, sólo tienes que dar el toque usual a Dexter, del montaje médico, te incluirán, no será más que una cicatriz del grosor de un pelo, en la que nadie se fijará a oscuras.

Se sumó al grupo que había en torno a Ted Landon y aguardó hasta que hubo una pausa. Aún le llegaba todo en forma de voces yuxtapuestas, de modo que incluso la suya propia sonaba como involuntaria, parte de una corriente.

—Ted, tenemos que descender y echar un vistazo.

—No te precipites, ¡diantres!, éste no es el mejor sitio para analizar los detalles técnicos, Nigel; si vinieras a las reuniones informativas estarías más al tanto para correr...

—Son demasiado largas, nunca he entendido por qué los llamáis
«breviarios»
pero hojeo las cintas.

—Me alegra oír eso, y por supuesto estamos haciendo un estudio de todas las ramificaciones, buscando un medio seguro de hacerlo.

—Me parece algo obvio, realmente.

—Bueno, algunos están abogando por una fase de reconocimiento activo, ya sabes, el uso de sensores remotos de radar para indagar la bioquímica interna de los EM por...

—Eso me suena horriblemente mal.

— ¡Ah! Hay otra alternativa, una pasiva que, incidentalmente, yo apoyo. Consiste en estacionar ojos servoasistidos en lugares bien protegidos, y observar a los EM si pasan cerca. Hemos tenido una buena acogida del personal a esa propuesta.

— ¿Sólo ojos? Utilizad andadores. Necesitaremos movilidad.

—A largo plazo, seguramente. Contamos con andadores en el equipo disponible. ¡Señor!, estamos preparados para todo lo que la Tierra pudo anticipar. Hay almacenados incluso sumergibles, para el caso de que Isis fuera un planeta lleno de océanos.

Bob apareció junto a Ted y asintió vigorosamente.

— ¿Andadores? Eso me parece mejor que quedarnos quietos.

—Ted, me da la impresión de que es técnicamente factible hacer un manto reflector de radio. Uno que pudiéramos desplegar sobre un andador estándar.

— ¿Qué te parece, Bob?

—Claro. ¿Estás pensando en calibrarlos hasta que reflejen de vuelta las señales de los EM?

—Exacto. Pero esparciendo sus impulsos a un lado, tal como lo hacen las rocas normales.

—Es mejor que quedarse al acecho, esperando a que los EM pasen cerca.

—Tal vez podríamos programar el manto de alguna manera, de modo que su reflectividad cambie con el tiempo. Así los EM no registrarán un objeto de forma similar que les sigue a todas partes.

—Quizá sea posible. He de echar un vistazo a los rendimientos.

—Magnífico. Pondré en ello toda mi pericia.

— ¿Quiénes están allí, Nigel? Ésa es la sección de Bob. No puedo...

—Estupendo pues. Bob, estoy listo para la primera salida.

—Espera un momento...

—Ha sido idea mía, chicos. Debería corresponderme alguna parte de la acción, según dice el argot.

—Yo no sé nada sobre equipos de tierra. Es decir, suponiendo que la aproximación funcione. No sé si cumples los rendimientos físicos, Nigel.

—Sin lugar a dudas. Pero la mayoría de esos andadores están servoasistidos, ¿no es cierto?

—Claro. Así ha de ser. No podemos permitirnos llevar un equipo grande a tierra. El estudio de operaciones de Ted demostró...

—Ya vale, Bob, no necesitas molestar a Nigel con los detalles.

—Tenemos que mantener una vigilancia máxima, Ted. Quedó demostrado en tu propio estudio.

— ¿Cómo es que has leído esa parte? Su divulgación no estaba prevista hasta...

—Sólo rumores, te lo aseguro.

— ¡Ja! Se me antoja que tenemos una buena filtración en algún sitio, Bob. Bien, puesto que has revelado lo confidencial... Llevaremos a tierra a bastante gente para que se ocupe del equipo. Después colocaremos grupos que, desde aquí, darán servoasistencia al hard—ware. Salvo problemas logísticos. Se harán turnos de cinco horas.

—Vale. Pero allí habrá inevitablemente muchas horas muertas. Nadie puede estar mucho tiempo acoplado a las máquinas, no en ese circuito tan extenso, de nave a superficie. Arreglad un turno corto para gente como yo. Podemos reforzar la guardia, vigilar cualquier cosa rara. Patrullar.

—Bueno, no sé si me parece...

—No le falta razón, Ted. Mientras esté únicamente reforzando la guardia, nada especial...

—Muchas gracias, Bob. Te lo agradezco.

— ¡Eh! Oye, no he afirmado rotundamente que pudieras.

—Terriblemente amable por tu parte.

—Nigel, estamos ya curdas por el ron y...

—No es ron, amor, es espuma de mar.

— ¡Eh! Vamos...

—Bueno, de cualquier modo estamos curdas y si pudieras...

—Ciertamente. Una brillante interrupción. Tu aspecto es el de quien tiene la copa deplorablemente vacía, Bob, voy a escurrirme y te traeré...

—Pero, escucha...

—Realmente no es ninguna molestia. Ted, deberías venir para tomar un poco de...

— ¡Eh!...

2

Nigel se agita con desasosiego, siente picores debidos a las sondas que le oprimen y a los receptores que están acoplados a él. Está sujeto a esta red electroneural y sólo percibe difusamente la atestada cápsula.

Aguarda a que Isis se despliegue en su interior. Allí... empieza. Por todas partes se hallará atrapado en la asfixiante presa de una máquina, mas está deseoso de soportar las sensaciones desagradables que esto comporta a cambio de la experiencia que le brinda. Allí...

Sale del cobertizo de almacenamiento y mantenimiento, el traje produce sonidos metálicos. Sisean los hidráulicos y camina sobre la escabrosa faz de Isis.

Difuminada en tonos marrones y rosas, el polvo azota a su paso con una persistente ferocidad tumultuosa, aunque refluye lentamente, perdida ya su fuerza de torbellino ciclónico procedente del Ojo, después de estos tres días de procelosa tormenta. Hay una capa rosácea por doquier. Alcanza quizás a ver a unos diez metros en la óptica, treinta en el IR, nada más allá de sus guantes en los UV.

¿Dónde están los EM? Lejos, en esa dirección, indica la pantalla de su placa facial. Pasados los zumbantes tabuladores de referencia que han dejado los primeros equipos como faros en la tiniebla, corrige el rumbo. El traje se desvía, escorándose como de costumbre. Garras enormes se elevan en los silicatos horneados, mientras en el silencio opresivo chirrían las deslizantes láminas de brazos y piernas.

Nigel recibe señales escindidas de sus dos mundos. Encajonado en el módulo silencioso a bordo del
Lancer
, percibe la sutil flexibilidad dirigida de los servos respondiendo y amplificando cada movimiento. Al mismo tiempo, a través de kiloclics de espacio, los exosensores y sensoceptores retroalimentados le transfieren el tacto y el resonar metálico de los robots de hidracero que se desplazan sobre montículos y piedras, dos locomotoras dirigidas hacia delante mientras dos estabilizadores recogen la turba desmenuzada. Todo va grabándose en las cintas a medida que él recopila datos en busca de marcas en el terreno, puntos familiares ya para el Mando, pero que a él le resultan nuevos y vividos, recién llegado a este lugar nacido de la tormenta.

Un mundo herrumbroso. Pasan volando granos de hierro, rozando sus lentes, y los dióxidos de sulfuro dibujan blancas trayectorias en la atmósfera rojiza, tanto oxígeno aprisionado para siempre en la tierra, agitado por los vientos. Un estallido de IR crepita por encima de la vertiente que está ascendiendo y Nigel pulsa el amplificador, amalgama los fotones en los conductos lumínicos y los procesa, filtra la turbulencia del aire y las rachas de polvo, reduce el cono de recepción y la escala. Porque a él le consta que este claro en las nubes pasará, así que sólo dispone de unos momentos para captar una panorámica, ve el valle que ha memorizado, lo coteja con la sobreimpresión que destella en su placa facial y se desplaza para seguir el giro de su cabeza. La distante escarpadura forma una silueta como un cuchillo de filo mellado, y se abre en abanico, debajo suyo, el flujo de negro basalto. Matorrales escuálidos tachonan las quebradas donde la hierba parduzca, semejante a una estera, se arracima, agarrándose al suelo arcilloso que los vientos no logran arrancar. Tuerce ladera abajo, con el clank clank de las botas sobre piedras ricas en metal. El brillo perseverante de Ra colma momentáneamente el firmamento, como réplica al tono rosado del terreno. A la izquierda, el humo se eleva en volutas desde el pie de la montaña. Vislumbra el soporífero calor en el descomunal cúmulo de rocas al oeste, el horno que puede retumbar con caprichosos flujos de lava y amoníaco hirviente y de cuya caldera se lleva el vapor, fresca humedad libre al fin para empapar los vientos y detener la marea de polvo procedente del Ojo. Se inclina hacia adelante e, inopinadamente, se produce un cambio en el sonsonete que escucha a medias, alterando el balbuceo de la radio. Es una onda cromática, eso al menos han averiguado, no los tonos diatónicos de la música oriental, por lo que Nigel no puede fingir que asimila los chasquidos desperdigados y cambios como música, aun cuando acertara a ensamblarlos en su mente tras eliminar las largas pausas entre cada fugaz pitido. Y, sin embargo, algo que ahora está cambiando en ellos atrae su atención. El zumbido del espectro de radio hace destellar un exhibidor de tiempo aditivo y lo observa evolucionar, está ganando rapidez, se añaden nuevas pulsaciones de amplitud modulada a la pauta constante.

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