Read Los Cantos de Hyperion 5 - Huérfanos de la Hélice Online

Authors: Dan Simmons

Tags: #ciencia ficción

Los Cantos de Hyperion 5 - Huérfanos de la Hélice (5 page)

—Eso significará una cabalgada muy rápida para una gran masa de éxters, señora. Sus sistemas personales de energía puede que no sigan conteniendo sus sistemas de soporte vital bajo un shock tan grande, y seguro que no decelerarán durante media UA o más.

Dem Lia asintió.

—Ése es su problema. No creo que lleguemos a eso. Gracias a todos por hablar conmigo.

Las seis figuras humanas desaparecieron con un parpadeo.

La cita fue pacífica y eficiente.

La primera cuestión que los éxters habían radiado a la
Hélice
veinte horas antes había sido:

—¿Son ustedes Pax?

Esto había sobresaltado al principio a Dem Lia y a los demás. Su suposición era que aquella gente había permanecido fuera de contacto con el espacio humano desde mucho antes del ascenso de Pax. Luego el ébano, Jon Mikail Dem Alem, dijo:

—El Momento Compartido. Tiene que haber sido el Momento Compartido.

Los nueve se miraron en silencio ante aquello. Todos comprendían que el "Momento Compartido" de Aenea durante su tortura y asesinato por Pax y el TecnoNúcleo había sido compartido por todos los seres humanos en el espacio humano, una resonancia gestalt a lo largo del Vacío que Vincula que había transmitido los pensamientos y memorias y conocimientos de la agonizante mujer a lo largo de esos hilos del entramado cuántico del universo que existían para resonar empáticamente, uniendo por un breve momento a todo el mundo originario del linaje humano de Vieja Tierra. Pero, ¿ahí fuera? ¿A tantos miles de años luz de distancia?

Dem Lia se dio cuenta de pronto de lo estúpido que era aquel pensamiento. El Momento Compartido de Aenea de hacía casi cinco siglos debió de haberse propagado por todas partes en el universo a lo largo del entramado cuántico del Vacío que Vincula, alcanzando razas alienígenas y culturas tan distantes que eran inalcanzables para cualquier tecnología o viaje o comunicación humanos al tiempo que añadía la primera voz humana autoconsciente a la conversación empática que se había estado produciendo entre especies sintientes y sensitivas durante casi doce mil millones de años. La mayoría de esas especies se habían extinguido hacía mucho tiempo o habían evolucionado más allá de su forma original, le habían dicho los aeneanos a Dem Lia, pero sus memorias empáticas todavía resonaban en el Vacío que Vincula.

Por supuesto, los éxters habían experimentado el Momento Compartido hacía quinientos años.

—No, no somos Pax —había radiado de vuelta la
Hélice
a los trescientos mil y pico éxters que se acercaban—. Pax resultó esencialmente destruida hace cuatrocientos años estándar.

—¿Tienen seguidores de Aenea a bordo? —llegó el siguiente mensaje éxter.

Dem Lia y los demás suspiraron. Tal vez esos éxters hubieran permanecido aguardando desesperadamente un mensajero aeneano, un profeta, alguien que les trajera el sacramento del ADN de Aenea a fin de que ellos también pudieran convertirse en aeneanos.

—No —había radiado de vuelta la
Hélice
—. No hay seguidores de Aenea. —Había intentado explicar la
Hélice
del Espectro de Amoiete y cómo los aeneanos les habían ayudado a construir y adaptar esta nave para su largo viaje.

Tras un momento de silencio, los éxter habían radiado:

—¿Hay alguien a bordo que haya conocido a Aenea o a su amor, Raul Endymion?

Otra vez los nueve se habían mirado inexpresivamente. Saigyõ, que había permanecido sentado con las piernas cruzadas en el suelo a una cierta distancia de la mesa de conferencias, dijo:

—Nadie a bordo conoció a Aenea. —Lo dijo suavemente—. De la familia Espectro que ocultó y ayudó a Raul Endymion cuando estaba enfermo en Vitus-Gray-Balianus B, dos de los miembros del matrimonio resultaron muertos en la guerra con Pax aquí: una de las madres, Dem Ria, y el padre biológico, Alem Mikail Dem Alem. Su hijo de esta tríada, un muchacho llamado Bin Ria Dem Loa Alem, fue muerto también en el bombardeo Pax. La hija de Alem Mikail de un anterior matrimonio tríada desapareció y se la considera presuntamente muerta. La mujer superviviente de la tríada, Dem Loa, tomó el sacramento y se convirtió en aeneana no muchas semanas después del Momento Compartido. Se teleyectó lejos de Vitus-Gray-Balianus B y nunca regresó.

Dem Lia y los demás aguardaron, sabiendo que la IA no se habría extendido tanto si no hubiera algo más en la historia.

Saigyõ asintió.

—Resulta que la hija adolescente, Ces Ambre, presuntamente muerta en la masacre de civiles de la
Hélice
del Espectro en la base Pax Bombasino, había sido embarcada en realidad fuera del planeta con más de un millar de otros niños y adultos jóvenes. Iban a ser educados en el mundo fortaleza final Pax de Santa Teresa como cristianos Pax nacidos de nuevo. Ces Ambre recibió el cruciforme y fue adoctrinada allí por un cuadro de guardias religiosos durante nueve años antes de que el mundo fuera liberado por los aeneanos y Dem Loa supiera que su hija todavía estaba con vida.

—¿Se reunieron? —preguntó la joven Den Soa, la atractiva diplomática. Había lágrimas en sus ojos—. ¿Se liberó Ces Ambre del cruciforme?

—Hubo una reunión —dijo Saigyõ—. Dem Loa partió hacia allí tan pronto como supo que su hija estaba viva. Ces Ambre eligió hacer que los aeneanos extirparan el cruciforme, pero informó que no aceptaba el sacramento del ADN de Aenea de su madrastra tríada para convertirse ella también en aeneana. Su dossier dice que quiso regresar a Vitus-Gray-Balianus B para ver los restos de la cultura de la cual había sido secuestrada. Siguió viviendo y trabajando allí como maestra durante casi sesenta años estándar. Adoptó la banda azul de su anterior familia.

—Sufrió el cruciforme pero decidió no convertirse en aeneana —murmuró Kem Loi, la astrónoma, como si fuera algo imposible de creer.

—Está a bordo en sueño profundo —dijo Dem Lia.

—Sí —admitió Saigyõ.

—¿Qué edad tenía cuando embarcó? —preguntó Patek Georg.

—Noventa y cinco años estándar —dijo la IA. Sonrió—. Pero como todos nosotros, tuvo el beneficio de la medicina aeneana en los años antes de la partida. Su aspecto físico y sus capacidades mentales son los de una mujer recién cumplidos los sesenta.

Dem Lia se frotó la mejilla.

—Saigyõ, por favor, despierta a la ciudadana Ces Ambre. Den Soa, ¿puedes estar allí cuando despierte y explicarle la situación antes de que los éxters se reúnan con nosotros? Parecen más interesados en alguien que conoció al esposo de Aenea que en averiguar algo sobre la Hélice del Espectro.

—Futuro esposo en ese punto del tiempo —corrigió el ébano, Jon Mikail, que era un tanto pedante—. Raul Endymion todavía no se había casado con Aenea en el momento de su corta estancia en Vitus-Gray-Balianus B.

—Me sentiré privilegiada de estar con Ces Ambre hasta que nos reunamos con los éxters —dijo Den Soa con una brillante sonrisa.

Mientras la gran masa de éxters mantenía su distancia —quinientos kilómetros—, los tres embajadores fueron traídos a bordo. Se había acordado por radio que los tres podrían soportar un décimo de la gravedad normal sin incomodidad, de modo que la encantadora burbuja del solárium justo a popa y encima de la cubierta de mando ajustó su campo de contención a ese nivel, y se adaptaron las sillas y la iluminación adecuadas. Toda la gente de la Hélice pensó que sería más sencillo conversar con al menos un cierto sentido del arriba y el abajo. Den Soa añadió que los éxters podrían sentirse como en casa entre todo el verdor de allí. La nave adaptó sin problemas una esclusa de aire en la parte superior de la gran burbuja solárium, y los que aguardaban contemplaron la lenta aproximación de dos éxters alados y una forma más pequeña que era arrastrada en un traje espacial transparente. Los éxters que respiraban aire en el anillo respiraban un 100 por cien de oxígeno, de modo que la nave había tomado buen cuidado a la hora de acomodarlos en el solárium. Dem Lia se dio cuenta de que se sentía ligeramente eufórica mientras los invitados éxters entraban y les eran mostradas sus sillas especialmente adaptadas para ellos, y se preguntó si era el O
2
puro o sólo la novedad de las circunstancias.

Una vez instalados en sus sillas, los éxters parecieron estudiar a sus cinco contrapartidas de la Hélice del Espectro: Dem Lia, Den Soa, Patek Georg, el psicólogo Peter Delen Dem Tae y Ces Ambre, una atractiva mujer de pelo corto y blanco, que mantenía las manos cuidadosamente cruzadas sobre su regazo. La antigua maestra había insistido en vestir su túnica completa y su cogulla azul, pero unas cuantas tiras de estictita cosidas en lugares estratégicos impedían que el atuendo ondulara a cada movimiento o se hinchara sobre el suelo.

La delegación éxter era un interesante surtido de tipos. A la izquierda, en la más elaboradamente construida silla de baja g, había un éxter auténticamente adaptado al espacio. Presentado como Jinete Lejano, tenía casi cuatro metros de altura —haciendo que Dem Lia pareciera más baja todavía de lo que era; la gente de la Hélice del Espectro siempre había sido en general baja y robusta, no a causa de siglos en planetas de alta gravedad, sino debido a la genética de sus fundadores—, y el éxter adaptado al espacio distaba mucho de parecer humano en muchos otros sentidos. Brazos y piernas eran simplemente añadidos largos y aracnoides a un delgado torso. Los dedos del hombre podían tener muy bien veinte centímetros de largo. Cada centímetro cuadrado de su cuerpo —al parecer casi desnudo bajo la capa de compresión refrigeradora del sudor pegada a la piel— estaba cubierto por un campo de fuerza autogenerado, en realidad una intensificación de la habitual aura corporal humana, que lo mantenía vivo en el más absoluto vacío. Las crestas encima y debajo de sus hombros eran dispositivos permanentes para extender sus alas de campo de fuerza para atrapar el viento solar y los campos magnéticos. El rostro de Jinete Lejano había sido genéticamente alterado hasta muy lejos a partir de su base humana: los ojos eran negras rendijas detrás de bulbosas membranas nictitantes; no tenía orejas sino una especie de rejillas a los lados de su cabeza que sugerían un receptor de radio; su boca era la más fina de las rendijas, carente de labios..., se comunicaba a través de glándulas radiotransmisoras en su cuello.

La delegación de la Hélice del Espectro había sido consciente de la adaptación de este éxter, y todos llevaban un sutil audífono que, además de captar las radiotransmisiones de Jinete Lejano, les permitía comunicarse con sus IA en una banda de seguridad.

El segundo éxter estaba sólo parcialmente adaptado al espacio, pero era claramente más humano. De tres metros de altura, era delgado y aracnoide, pero carecía de campo de fuerza ectoplásmico en su piel, sus ojos y rostro eran delgados y reciamente estructurados, no tenía pelo..., y hablaba el inglés primitivo de la Red con muy poco acento. Fue presentado como el Jefe Delegado e historiador Keel Redt, y era evidente que era el portavoz elegido del grupo, si no su líder real.

A la izquierda del Jefe Delegado había una templaria, una mujer joven con el cráneo sin pelo, fina estructura ósea, rasgos vagamente asiáticos, y los grandes ojos comunes a los templarios en todas partes, llevando la tradicional túnica y capucha pardas. Se presentó como la Auténtica Voz del Árbol Reta Kasteen, y su voz era suave y extrañamente musical.

Cuando el contingente de la
Hélice
del Espectro se hubo presentado, Dem Lia observó que los dos éxter y la templaria miraban fijamente a Ces Ambre, y sonrió agradablemente.

—¿Cómo es que habéis llegado hasta tan lejos en una nave así? —preguntó el Jefe Delegado Keel Redt.

Dem Lia explicó su decisión de iniciar una nueva colonia de la
Hélice
del Espectro de Amoiete lejos del espacio aeneano y humano. Hubo la inevitable pregunta acerca de los orígenes de la cultura de la
Hélice
del Espectro de Amoiete, y Dem Lia les contó la historia de una forma tan sucinta como le fue posible.

—Así que, si he comprendido correctamente —dijo Auténtica Voz del Árbol Reta Kasteen, la templaria—, toda vuestra estructura social se basa en una ópera, una obra de entretenimiento, que se representó una sola vez, hace más de seis mil años estándar.

—No
toda
la estructura social —respondió Den Soa a su contrapartida templaria—. Las culturas crecen y se adaptan a condiciones cambiantes e imperativos, por supuesto. Pero el fundamento básico filosófico y la estructura de nuestra cultura estaba contenida en esa única representación a través del artista filósofo-compositor-poeta-holístico Halpul Amoiete.

—¿Y qué pensó este... poeta... de que se erigiera una sociedad alrededor de su única ópera multimedia? —preguntó el jefe Delegado.

Era una pregunta delicada, pero Dem Lia se limitó a sonreír y dijo:

—Nunca lo sabremos. El ciudadano Amoiete murió en un accidente de escalada justo un mes después de que fuera representada la obra. Las primeras comunidades de la
Hélice
del Espectro no aparecieron hasta después de otros veinte años estándar.

—¿Adoráis a ese hombre? —preguntó el jefe Delegado Keel Redt. Fue Ces Ambre quien respondió.

—No. Nadie de la gente de la
Hélice
del Espectro ha deificado nunca a Halpul Amoiete, aunque hayamos tomado su nombre como parte de nuestra sociedad. Sin embargo, respetamos e intentamos vivir de acuerdo con los valores y metas hacia el potencial humano que comunicó en su arte a través de esa única y extraordinaria representación de la
Hélice
del Espectro.

El jefe Delegado asintió como si se sintiera satisfecho.

La suave voz de Saigyõ susurró al oído de Dem Lia:

—Están radiando tanto en visual como en audio en una banda coherente muy compacta que está siendo recogida por los éxter de fuera y retransmitida al anillo bosque.

Dem Lia contempló a los tres personajes sentados frente a ella, y finalmente descansó su mirada en Jinete Lejano, el éxter completamente adaptado al espacio. Sus ojos humanos eran esencialmente invisibles detrás de las membranas nictitantes polarizadas parecidas a unas gafas protectoras que le daban un aspecto casi insectoide. Saigyõ había seguido la mirada de Dem Lia, y su voz susurró de nuevo en su oído:

—Sí. Él es el que transmite.

Dem Lia unió sus dedos en pirámide y se tocó los labios, para ocultar mejor su subvocalización.

—¿Grabas su transmisión?

Other books

AnchorandStorm by Kate Poole
Roadmarks by Roger Zelazny
Too Many Secrets by Patricia H. Rushford
Lady Thief by Rizzo Rosko
A Goal for Joaquin by Jerry McGinley
The Pretender by Kathleen Creighton
Shattered by Sophia Sharp
if hes wicked by Hannah Howell


readsbookonline.com Copyright 2016 - 2024