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Authors: Marion Zimmer Bradley

Tags: #Ciencia ficción, Fantasía

La Torre Prohibida (51 page)

—Lo juro —dijo Damon con firmeza.

—¿Estás dispuesto a asumir la custodia del Dominio en caso de que la cabeza legal de ese Dominio esté incapacitada para hacerlo por enfermedad, vejez o indisposición; y a jurar además que defenderás y protegerás a los herederos de Alton con tu propia vida, si así lo ordenan los Dioses?

—Lo juro.

Ellemir, observando desde su asiento, pudo ver el sudor que perlaba la frente de Damon, y supo que su esposo no deseaba nada de esto. Lo haría en nombre de los niños, de Valdir y de su hijo, pero no lo deseaba. Y ferozmente, para sí... ¡deseó que su padre supiera lo que le estaba haciendo a Damon!

—¿Declaras solemnemente que, según tu mejor entender, eres apto para asumir esta responsabilidad? —Preguntó Lorill Hastur—. ¿Hay algún hombre que cuestione tu derecho a esta solemne custodia de la gente de tu Dominio, de la gente de todos los Dominios, del pueblo de Darkover?

Arrodillándose, Damon pensó:
¿Quién podría ser verdaderamente apto para asumir esa responsabilidad? ¡Yo no, Aldones, Señor de la Luz, no yo! Sin embargo, haré todo lo que pueda, lo juro ante todos los Dioses. Por Valdir, por Ellemir y su hijo.

—Responderé a cualquier cuestionamiento o desafío —dijo Damon en voz alta.

Danvan Hastur, comandante de la Guardia de Honor del Concejo, se adelantó hasta el centro de la habitación, donde Damon seguía arrodillado mientras la luz del arco iris jugaba sobre su rostro. Espada en mano, dijo en voz alta:

—Hay alguna oposición a la custodia de Damon Ridenow-Alton, Regente de Alton?

En el silencio una voz joven dijo:

—Yo me opongo.

Damon, sobresaltado, percibiendo la consternación de Andrew, que estaba sentado en la última fila de los asientos de Alton, alzó la cabeza para ver que Dezi se adelantaba y tomaba la espada de la mano de Lorill.

—¿Sobre qué base? —inquirió Lorill—. ¿Y con qué derecho? No te conozco, joven.

Dom
Esteban miró consternado a Dezi.

—¿No confías en mí, Dezi, hijo mío? —preguntó con voz temblorosa.

Dezi ignoró esas palabras y la ternura que había en ellas.

—Soy Desiderio Leynier, hijo
nedestro
de Gwennis Leynier y de Esteban Lanart-Alton, y como único hijo adulto vivo del señor del Dominio reclamo el derecho de actuar como custodio de mi hermano y del hijo todavía no nacido de mi hermana.

—No tenemos registro de ningún hijo
nedestro
de Esteban Lanart-Alton, con excepción de los dos hijos de Larissa d'Asturien, que no tienen
laran
y que por ley han sido excluidos, en consecuencia, de este Concejo —dijo Lorill con severidad—. ¿Puedo preguntarte por qué nunca fuiste reconocido?

—En cuanto a eso —dijo Dezi, con una sonrisa casi insolente—, será mejor que le preguntes a mi padre. Pero convoco a la Dama de Arilinn para que dé fe de que soy un Alton, y que poseo en plena medida el don de ese Dominio. Ante la pregunta de Lorill, Leonie se puso de pie, con el ceño fruncido para demostrar su disgusto ante todo el procedimiento.

—No es asunto mío designar herederos para el Comyn, pero como me han llamado a dar testimonio, debo afirmar que Desiderio dice la verdad: es hijo de Esteban Lanart y tiene el don de Alton.

—Estoy preparado y dispuesto a reconocer a Dezi como hijo mío si este Concejo así lo quiere —dijo Esteban con voz gruesa—, para eso lo traje. Pero no creo que sea el Guardián más apropiado para mi hijo menor ni para mi futuro nieto. Damon es un hombre maduro, y Dezi un jovencito. Pido a Dezi que retire el desafío.

—Con todo respeto, padre —dijo Dezi, con deferencia—, no puedo hacerlo.

Damon, arrodillado, se preguntó qué ocurriría ahora. Tradicionalmente, el cuestionamiento se zanjaba por medio de un combate, un duelo formal, o uno de los desafiantes podía retirarse, o ambos podían presentar evidencias para que el Concejo las examinara, pruebas destinadas a demostrar que el otro era inepto. Lorill estaba explicando esto.

—¿Tienes motivos para creer que Damon es inepto, Desiderio Leynier,
nedestro
de Alton?

—Los tengo. —La voz de Dezi fue estridente—. Afirmo que Damon intentó asesinarme para que su reclamación fuera segura. Sabía que yo era hijo de Esteban, en tanto él era tan sólo hijo político de Alton, y por lo tanto me despojó de mi matriz. Fue solamente mi pericia con el
laran
lo que le salvó de cometer el asesinato de un hermano político.

Oh, Dios mío
, pensó Andrew, sintiendo que se atragantaba.
Ese bastardo, ese condenado y apestoso joven bastardo. ¿Quién sino Dezi podía tramar algo como esto?

—Esa es una acusación extremadamente seria, Damon —dijo Lorill Hastur—. Has servido honrosamente al Comyn durante muchos años. No tenemos necesidad de escuchar todo esto, si ofreces alguna explicación.

Damon tragó saliva y levantó la vista, consciente de que todos los ojos estaban fijos en él. Dijo con firmeza:

—Por mi juramento a Arilinn hice votos de impedir el mal uso de cualquier matriz. Retiré la de Dezi por ese juramento, pues él había hecho mal uso de su
laran
imponiendo su voluntad al esposo de mi hermana, Ann'dra.

—Es cierto —dijo Dezi, sin esperar el desafío—. Mi hermana Calista está seducida por ese don nadie venido de ninguna parte, un terrano. Sólo quería deshacerme de ese advenedizo que la había hechizado malignamente, para que ella pudiera realizar un matrimonio digno de una dama del Comyn, en vez de deshonrarse en el lecho de un espía terrano.

Griterío general. Damon se puso en pie de un salto, furioso, pero Dezi permaneció allí, haciéndole frente, desafiante, un poco burlón. Parecía que todos los presentes en la Cámara de Cristal hablaban, gritaban, preguntaban al mismo tiempo. Una y otra vez Lorill Hastur ordenó silencio, en vano.

Cuando se restauró algo parecido al orden, dijo, con aspecto grave:

—Debemos investigar en privado este asunto. Se han hecho acusaciones y contraacusaciones muy serias. Por ahora, os pido que levantemos la sesión y que no discutamos el asunto entre nosotros. Los chismes no mejorarán nada la situación. No hagamos fuego descuidadamente en el bosque; no sostengamos una charla descuidada entre nobles. Pero, ciertamente, examinaremos los buenos y malos aspectos de este asunto, y los presentaremos aquí para que sean juzgados dentro de tres días.

La habitación se vació lentamente. Esteban, mortalmente pálido, miró entristecido a Damon y a Dezi.

—Cuando los hermanos discuten —dijo—, los extraños aprovechan para profundizar el abismo. Dezi, ¿cómo has podido hacer esto?

En el rostro de Dezi apareció una expresión de obstinación.

—Padre —dijo—, sólo vivo para servirte. ¿Dudas de mí? —Miró a Ellemir, aferrada al brazo de Damon, y después se dirigió a Calista—: Algún día me lo agradecerás, hermana mía.

—¡Hermana! —Calista miró a Dezi directamente a los ojos, y después, deliberadamente, le escupió en la cara y se alejó. Posó los dedos sobre el brazo de Andrew y dijo con toda claridad—: Sácame de aquí, esposo mío. Este lugar apesta a traición.

—Hija... —rogó
Dom
Esteban, pero Calista le volvió la espalda y Andrew no pudo hacer más que seguirla. Pero su corazón latía con violencia, y sus pensamientos parecían repetir el alterado ritmo de sus latidos:
Y ahora ¿qué?

19

Cuando llegaron a sus habitaciones, Calista se dirigió a Andrew, diciéndole con vehemencia:

—¡Él mató a Domenic! ¡No sé cómo lo logró, pero estoy segura de eso!

—Sólo lo puede haber hecho de una manera —dijo Damon—, ¡y me temo que creo que es lo suficientemente fuerte!

—¿Puede haber forzado la mente de Cathal, obligándole a golpear a Domenic en un sitio vulnerable? —Preguntó Ellemir—. Tiene el don de Alton y puede forzar el contacto telepático... —Pero su voz era vacilante, y Calista sacudió la cabeza.

—No sin matar a Cathal, o infligiéndole tanto daño cerebral que el estado mismo de Cathal delataría todo.

El rostro de Damon estaba sombrío e inexpresivo.

—Dezi tiene talento para el trabajo de una Celadora —dijo—, todos lo vimos cuando le quité la matriz. Puede modificar o manejar la piedra de otro, adaptarla a sus propias resonancias. Creo que, al quedar solo con Domenic, que estaba herido pero con vida, no pudo resistir la tentación de volver a tener una matriz. Y cuando le quitó la suya a Domenic... —hizo un gesto de dolor, y Andrew vio que le temblaban las manos— el corazón de Domenic se detuvo como consecuencia del shock. Un crimen perfecto, indetectable, ya que no había ala ninguna Celadora conocida, y la mayoría de la gente ni siquiera estaba enterada de que Domenic tenía una matriz. Y eso explicaría por qué Dezi se amuralla contra mí.

La voz de Calista se estremeció.

—¡Entre telépatas, tendrá que vivir amurallado hasta el día de su muerte! ¡Sin duda, un destino horrible!

—¡No tan horrible como la muerte que infligió a Domenic! —dijo salvajemente Ellemir.

—Es peor todavía —dijo Damon, en voz baja—. ¿Crees que Valdir estará a salvo ahora que conoce cuál es su poder? ¿Por cuánto tiempo respetará a Valdir, ahora que es el único que se interpone entre él y la herencia de Alton? Y cuando tenga la perfecta confianza de
Dom
Esteban, ¿quién más se interpone entre él y el señorío del Dominio?

Ellemir se puso pálida, y sus manos se apoyaron contra su vientre, como si quisiera proteger al niño que llevaba allí.

—Te dije que debiste haberle matado —dijo, rompiendo a llorar. Calista la miró, consternada.

—Sería muy simple romper unos cuantos vasos sanguíneos, muy frágiles, y el niño no nacido se desangraría hasta morir, cortado su vínculo con la vida.

—¡No! —gritó Ellemir.

—¿Por qué crees que somos tan cuidadosos al entrenar a los monitores así? —Preguntó Calista—. Las mujeres de las Torres son cuidadosas y tratan de no quedar embarazadas durante sus períodos de trabajo, pero a veces ocurre, por supuesto. Y Dezi aprendió a monitorear allí... ¡Por piedad de Avarra, yo se lo enseñé! Y aprender cuáles son los sitios vulnerables, aprender cómo
no
hacer daño a la madre ni al niño, hace muy fácil saber cómo se pueden dañar.

—Yo no esperaría —dijo Andrew, hablando por primera vez—, pero tampoco colgaría a un perro sin más pruebas que las que tenemos aquí. ¿Habrá alguna manera de probar todo esto? —Aunque Dezi hubiera matado a Domenic quitándole la matriz de su cuerpo inconsciente, sólo había tenido que deshacerse de un pedacito de cristal muerto.

El rostro de Damon mostraba una expresión resuelta.

—Creo que las propias debilidades de Dezi le dejarán expuesto. Es cierto que puede haberse deshecho de la prueba, pero no creo que se haya desprendido de ese poder. ¿Podría resistirse a tener otra vez una matriz en sus manos? No, conozco a Dezi. Y pudo haber modificado la piedra para usarla él, lo que implica que todavía hay pruebas en su contra. Pruebas silenciosas, pero pruebas al fin.

—Maravilloso —dijo Andrew con sarcasmo—. Sólo tenemos que buscarle y decirle que entregue la matriz, como un buen chico. La misma por la que mató a Domenic.

La mano de Damon se cerró sobre su propia piedra como buscando confirmación.

—Si tiene una matriz modificada, las pantallas de Arilinn y de las otras Torres lo demostrarán.

—Maravilloso —volvió a decir Andrew—. ¿A qué distancia está Arilinn de aquí? ¿A diez días de viaje o más?

—Es mucho más simple —dijo Calista—. Hay pantallas emisoras aquí en la antigua Torre del castillo Comyn. Dicen que en el pasado, los técnicos podían teletransportarse entre las Torres por medio de las grandes pantallas. Ya no se hace mucho. Pero también hay pantallas de monitores, sintonizadas con las de las otras Torres. Cualquier mecánico puede contactarse y rastrear cualquier matriz con licencia de todo Darkover. —Vaciló—. No puedo... he retirado mi juramento.

Damon se impacientó con esa cuestión técnica. Una pérdida tan grande para las Torres, una pérdida tan grande para Calista, pero la Celadora o el mecánico que estuviera ahora a cargo de la antigua Torre, observaría la prohibición, y no había nada que hacer.

—¿Quién atiende la antigua Torre, Calista? No puedo creer que la Madre Ashara nos reciba por algo así.

—Por lo que se recuerda, nadie ha visto a Ashara fuera de la Torre —dijo Calista—. Creo que ya no podría salir aunque lo deseara, es muy vieja. Yo misma jamás la he visto, salvo en las pantallas, y creo que Leonie tampoco. Pero lo último que supe fue que Margwenn Elhalyn era su Sub celadora; ella te dirá lo que deseas saber.

—Margwenn era monitora psi cuando yo era Tercero en la Torre —dijo Damon—. Fue de Arilinn a Hali; no sabía que había venido aquí. —Los técnicos, mecánicos y monitores eran trasladados de una Torre a otra según la necesidad. Si bien Margwenn Elhalyn no era precisamente una vieja amiga, al menos le conocía, y eso le ahorraría larguísimas explicaciones con respecto a lo que deseaba saber.

Nunca había estado en el interior de la antigua Torre del castillo Comyn. Margwenn le hizo pasar a la cámara de matrices, el lugar de las antiguas pantallas y redes, maquinarias cuya existencia misma había sido olvidada desde las Épocas de Caos. Damon, que había olvidado por un momento su cometido, miró todo con ávida curiosidad. ¿Por qué habían permitido que toda esta tecnología, las antiguas ciencias de Darkover, se hundiera en la oscuridad? Ni siquiera en Arilinn había aprendido a usar estas cosas. Era cierto que había tan pocos técnicos y mecánicos que no alcanzaban siquiera para ocuparse de los transmisores que abastecían las comunicaciones y generaban la energía esencial para ciertas tecnologías, pero aunque los operarios de matrices ya no estuvieran dispuestos, en esta época autocomplaciente, a abandonar sus vidas, regaladas y resguardadas, detrás de las murallas... ¡sin duda
algunas
de estas cosas podrían hacerse fuera de las Torres!

Eran ideas extrañamente heréticas para pensarlas en el centro mismo de la antigua ciencia. ¡Cuando sus antepasados prohibieron esas cosas, tendrían muy buenas razones!

Margwenn Elhalyn era una mujer delgada y rubia, de edad incalculable, aunque Damon sabía que era un poco mayor que él. Tenía ese aislamiento frío, ese decoro casi hierático de todas las Celadoras.

—La Madre Ashara no puede recibirte, su mente pasa mucho tiempo en otra parte en estos días. ¿En qué puedo servirte, Damon?

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