Me responde la voz que ya conozco.
—¿Aprueba el material?
—Es muy bueno. ¿Alguno de ustedes es fotógrafo profesional?
—¿Va a publicarlo?
—Naturalmente.
—¿También nuestro mensaje?
—Por supuesto.
—Seguiremos en contacto con usted.
—Oiga…
—Dígame.
—¿No ha ofrecido las fotos a otros periódicos?
—No. Un trato es un trato. El único que las tiene es el suyo. Hasta pronto.
—Vuelva a llamar cuando tenga más información.
Acumulo, lentamente, los números que comunican con el teléfono de Viernes. Espero hallarlo como siempre a esta hora en su oficina. Me responde la voz de una mujer.
—El señor no está. Salió temprano.
—¿Dijo a qué hora volvería?
—La hora, no; pero estará aquí en la noche. Anda fuera de la ciudad. ¿Gusta dejarle recado?
Muy despacio, para que la persona con la que hablo no extravíe ni una letra, le paso un mensaje:
—Dígale, por favor, que es muy urgente el asunto que deseo tratar con él; que llamó el señor Domingo.
—¿Domínguez?
—No… Do-min-go… Dígale que esta noche volveré a llamar y que le suplico no separarse del teléfono.
La ausencia de Viernes altera, en cierta forma, mis planes. Había pensado reunir al grupo hoy por la noche. Retener más de lo necesario al prisionero puede resultar peligroso, sobre todo después de que la noticia sea hecha pública. Pero no estando Viernes, el grupo no puede ser convocado. Todos debemos compartir la responsabilidad del veredicto. ¿Debo anunciar a los otros que mañana nos juntaremos para constituir el tribunal? Cancelo la idea: podría ocurrir (riesgo no desdeñable) la intromisión de la policía, o una delación. Es a jueves, el de mayor confianza, al único que le aviso:
—Mañana, tal vez, volvamos a juntarnos.
—¿Por qué no hoy?
—No conviene que sea hoy. Ve la
Extra
de la noche.
—¿Lo mató ya, Domingo? ¿Lo mató usted solo? Acuérdese que…
—Deja ya de decir pendejadas… —Jueves me ha irritado con sus preguntas necias; estará tan sorprendido de mi palabrota como yo de casi haberla gritado.
—Bueno, no se enoje. Yo nada más decía…
—¿Has notado si te vigilan?
—No.
—¿Gente que ronde tu casa… tu trabajo… que te siga?
—Nadie.
—¿Seguro?
—¿Segurísimo? Oiga, Domingo, ¿a qué hora nos veremos mañana?
—No lo sé.
—Siempre tan misterioso.
—Hay cosas que arreglar todavía.
—Los otros, ¿ya lo saben?
—Cuando lean el periódico lo sabrán. O cuando vean la televisión esta noche. Mañana está cerca todo el día del teléfono. Te llamaré…
En seguida hablo con los otros socios. Les sorprende, emociona, interesa, asusta, saber que tengo en mis manos al hombre cuya sombra velamos tantísimos meses. Les parece un sueño, cosa de no creerlo. Les propongo una prueba irrefutable:
—Si el gobierno no mete la mano, en la Extra de hoy va a publicarse la noticia. Véala, y también la televisión. Espere instrucciones…
A ninguno se le ha ocurrido preguntarme cómo fue que pude atrapar al elusivo personaje, ni cuándo. Repito el interrogatorio que le planteé a Jueves y obtengo respuestas parecidas.
—En el curso del día de mañana le avisaré cómo, dónde, a qué horas me encontraré con usted. ¿De acuerdo?
La respuesta:
—Como usted ordene, Domingo —se escucha, en unos, entusiasta y ansiosa; opaca, de compromiso, en otros.
Y como no es cuestión de que me pase el día tomando café ni tampoco que regrese a casa a esperar que los voceadores desparramen la
Extra
al atardecer, inicio el re-descubrimiento de estas calles, de estas avenidas, de este Centro al que hace meses, quizá años, no venía; un Centro casi olvidado por mí; unas calles, unas avenidas, unas plazas y jardines que fueron en el 68 territorio de los estudiantes; campo de sus batallas; paisaje de triunfos y derrotas. Calles, avenidas, atmósferas que voy recuperando; que me ofrecen, siendo tan viejas y por mí tan sabidas, el encanto de su novedad. Recuperar lo que la memoria ha perdido tiene algo de milagro: es una forma de recrear lo que existe pero que, por haberlo olvidado, nos parece nuevo, original. Y precisamente voy, estoy yendo, al encuentro de lo que se borró en la arena de mi memoria; acudo al rescate de otros días y de otros años en que mis pasos midieron estas distancias y mis oídos recogieron ruidos como estos y mi ansiedad era otra;
y las calles
y las avenidas
y esta luz ya sucia del smog que la vuelve gris
y le resta
transparencia, son
las calles,
las avenidas,
la luz
del verano que se inició el 26 de julio (consigna la historia) y concluyó el 2 de octubre (grita el sentimiento); luz, calles y avenidas que Mina y cientos de miles de jóvenes creyeron suyas, hicieron suyas, sintieron suyas, hasta que El Gran Dador de la Vida, harto de sus desafíos, ordenó que se les pusiera en paz; el Gran-Dador-de-la-Vida que ejerció el derecho de ser también el Gran-Dador-de-la-Muerte y un muchacho,
uno que habría
de suicidarse
propone que a los tanques se les enfrente la inocencia de las flores, y los chicos de chata imaginación se burlan de él sin entender que palabras como ésas causan historia; quedan, se recuerdan, permanecen más, mucho más, que las injurias, que los denuestos, pero menos, algo menos,
que los ayes de los que agonizan,
como Mina,
en la oscuridad mojada de lluvia
de una plaza que este mediodía ha olvidado el dolor de su triste noche, de esa noche que ya no trato de explicar, que sólo pretendo vengar… Sólo el que sufre entiende la intensidad de su dolor.
Y supongo que él, en la soledad de su jaula, estará escuchando a esta hora:
…el Movimiento Estudiantil del 68 sólo fue la consecuencia irremediable de las grandes fallas de que adolece el sistema político, económico y social de México. Lo que se exigía en los mítines, en las manifestaciones, en los periódicos; lo que se pintaba en las bardas y en los autobuses y tranvías, es viejo, es conocido: apertura para los jóvenes, libertad para los presos políticos, democracia. Lo que hizo el Movimiento fue actualizar esas exigencias, recordarle al pueblo y al Gobierno que aunque se insista poco en ellas no se han olvidado…
Puente musical sube y baja a:
LUCHAMOS CONTRA UN RÉGIMEN DE INJUSTICIA
Y POBREZA
NO MÁS BAYONETAS
ANTE LA AGRESIÓN DE LA REACCIÓN LA RESISTENCIA
POPULAR
…
la represión que hoy sufren los estudiantes, obreros, maestros, empleados e intelectuales que apoyan al Movimiento, es una represión de clase: es la represión de la burguesía, cuyos intereses económicos la hacen volverse contra sus propias leyes… La burguesía mexicana ya no es capaz de asegurar que la vida política y social del país se rija por principios democráticos. La democracia burguesa mexicana entró en su crisis definitiva… El movimiento estudiantil ha surgido de las necesidades del desarrollo político-social del país… No se puede admitir que las urgentes reivindicaciones del pueblo mexicano sean pospuestas y menos aún rechazadas con lujo de violencia a pretexto de que afectan la celebración de unas competencias deportivas, por importantes que sean… Los intereses del país no han recibido nunca beneficio alguno cuando en base de hipotéticas treguas se abandonan las reivindicaciones populares. Debe liberarse a presos políticos nuevos y viejos, confinar a las tropas a los cuarteles y restablecer la Vigencia de los derechos constitucionales/
Efecto sonoro de redoble de tambores. Un trozo de
Yellow Submarine
y otro de la
Oda a la Alegría,
rompen la solemnidad del texto citado; preparan el ánimo para el siguiente, recogido en un diario
de
París:
…se trata de un conflicto muy distinto al de mayo en Francia. En México no hubo prácticamente reivindicaciones escolares o académicas, sólo peticiones políticas… ¿Puede hablarse de sólidas tradiciones democráticas cuando de hecho no hay más que un partido político? ¿cuándo en las Cámaras no se admiten candidatos de otro partido o sólo se aceptan algunos para dar la engañosa apariencia de una oposición? ¿y qué decir de la sólida tradición del «tapado», o sea el misterio que el Presidente en el poder y sus consejeros guardan hasta el último momento para anunciar a través del Partido Oficial, el PRI, quién debe ser candidato a la presidencia?
A máxima intensidad sube ahora el efecto de sonido; se abate a silencio absoluto. La voz reverbera como si la boca estuviese emitiéndola en el fondo de un pozo:
…y ya que tantas veces pedimos serenidad a los estudiantes, hay que pedirla ahora, insistentemente, a las autoridades. Un país entero fue herido en Tlatelolco…
LIBERTAD A LA VERDAD:
DIÁLOGO
DIÁLOGO
DIÁLOGO
…los doscientos cincuenta mil estudiantes y maestros en huelga confiamos en que ahora el diálogo público en el que desde el principio hemos insistido no sea de nuevo rehuido… A la mayor brevedad posible, el Gobierno de la República tiene la obligación de solucionar este problema y para ello debe fijar lugar, fecha y hora para iniciar las pláticas con la única condición de que sean públicas;
Fanfarrias Olímpicas y una especie de canto gregoriano:
TODO ES POSIBLE EN LA PAZ
POSIBLE EN LA PAZ
EN LA PAZ
LA PAAAAAAAZ
…
el Gobierno de la República está en la mejor disposición de recibir a los representantes de los maestros y estudiantes… para cambiar impresiones con ellos y conocer en forma directa las demandas que formulen y las sugerencias que hagan…
Murmullos. Aplausos. Voces ininteligibles. Más aplausos. El arpa produce una escala:
…El Gobierno no actúa sinceramente. El Gobierno se ha negado, desde un principio, a negociar… Al Gobierno es imposible presionarlo, plantearle condiciones… El Gobierno hace las cosas como quiere, cuando quiere y, lo más importante, en los términos que a él le convienen… ¿Quién dijo que hay que aguantar para llegar…? Si te portas bien, así hayas sido su enemigo y lo hayas bañado de mierda, el Gobierno te adopta, te hace uno de los suyos, premia tu rebeldía haciéndote uno de sus consejeros…
NADA CON LA FUERZA - TODO CON LA RAZÓN
…
los jóvenes —estudiantes o no estudiantes— todos los mexicanos, tienen el derecho de participar en la vida pública y social del país; de manifestar sus inquietudes, sus aspiraciones, su pensamiento y su ideología. Ésta es la esencia de la democracia, y es sin duda uno de los derechos que conquistó la Revolución y que los gobiernos emanados de ella preservan con celo ejemplar.
MÉXICO OFRECE AMISTAD A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
—Hemos sido tolerantes hasta extremos criticados, pero todo tiene un límite…
Diez segundos de silbidos y abucheos (tomados de la radio, un domingo en que la corrida de toros resultó pésima) ligan con cinco de carcajadas que obtuve de los programas cómicos que, seis veces por semana, ofrece por las noches la televisión; de la misma fuente, la voz de una maestra sensata:
…uno de los factores del actual Movimiento es el afán de los jóvenes por remediar injusticias. El problema debe atacarse no con represión sino con orientación y canalizando los ímpetus juveniles. El Movimiento no está dirigido contra el Gobierno, sino contra los actos de algunos funcionarios que se han excedido en sus funciones…
El autor de ficciones burila una frase frente al reportero:
…criticar al César no es criticar a Roma. Criticar a un gobierno no es criticar a un país…
Reflexiona un profesor:
… es innegable que algo anda mal en México en materia educativa, de otro modo no se explicaría por qué son tan torpes la mayoría de los funcionarios del Gobierno, que estudiaron en la Universidad, en el Politécnico, en planteles de enseñanza superior.
Padezco de pronto el irreprimible deseo de beber coñac, y la posibilidad de que cerca de donde estoy en este momento haya un bar aviva mis pasos, pone alerta a mis ojos, llena de saliva mi boca. Siento cómo en el estómago se vierten los jugos secretos. Desde que Mina se fue, beber se ha vuelto costumbre en mí. Hipócrita, sólo de noche me embriago, porque le tengo miedo a lo oscuro y al silencio. Necesito el valor que el licor me otorga para meterme en la soledad del sueño; sobrio, no podría. Sobrio vería imágenes, escucharía voces, estaría recordándola; estaría recordándola embellecida por la muerte, rota, desnuda; o la recordaría como la tarde última que la vi, con esa ropa que al vestirla la desnudaba, y resonaría, como resuena ahora, dominando el ruido de los claxons, de los pies de la multitud, de los jets que aturden por encima de las cabezas, su voz y su risa; su voz que era una risa:
—
Papá lindo, ¿en qué siglo te quedaste?
—y en ese momento recuerdo que cuando vi su cadáver, cuando me fue mostrado como un maniquí de plástico revuelto con otros maniquís idénticos, sentí una terrible cólera contra ella, y, de haber podido, la hubiera golpeado, la hubiera injuriado, la hubiera profanado a puntapiés; y no lo hice porque el asombro era mayor que la ira; la estupefacción más agobiante, entonces, que el dolor que vino después, pero menos que la soledad en que ese dolor se h convertido. Y hago un esfuerzo para no pensar en la sorpresa del cuarto negro, en esa revelación que fue para mí penetrar en el recinto secreto de Mina; en ese lugar, compartible y compartido, al que yo sin embargo, no podía acceder.
En el compartimiento para guantes del automóvil guardo una licorera de plata siempre llena de coñac. Un cierto pudor me impide atreverme a llevarla en el bolsillo. Si ahora la tuviese conmigo, no vacilaría en beber unos sorbos aquí, frente a esta gente de la que formo parte. Una especie de angustia acelera todavía más mis pasos y veo que voy casi corriendo por la avenida, tropezando con los que vienen en sentido opuesto, arrollando a los que estorban. Debo parecerles loco. Quizá me tomen por alguien que huye de algo, un ladrón tal vez. De todos modos, un fugitivo por el que, a lo mejor, ofrecen recompensa… Sin aliento, me detengo. Necesito ser prudente. Prudente. Prudente. Pru-dente. Se apacigua mi respiración. Recupero la compostura que un señor de mis años debe exhibir en público. Si un policía me detuviera, hallaría en mi poder… Una mujer indígena (que carga a una criatura en la bolsa que el rebozo forma en su espalda) me ofrece en venta algo que no veo. Sus ojos tristísimos me conmueven. Tampoco escucho lo que me dice. Es probable que ni siquiera hable español, el mismo idioma que el resto de nosotros. Le entrego un billete cuya denominación ignoro. Cuadras adelante aún no la olvido; no olvido su cara color de tierra, su boca que mastica la mentira del chicle con el que engaña al hambre.