M
OYERS
: La bienaventuranza es ahora.
C
AMPBELL
: En el cielo lo pasarás tan maravillosamente bien mirando a Dios que no tendrás en absoluto una experiencia propia. No es el lugar donde vivir la experiencia… Ese lugar está aquí.
M
OYERS
: ¿Alguna vez, cuando sigues el camino de tu corazón, tienes la sensación, como la tengo yo por momentos, de que te ayudan manos invisibles?
C
AMPBELL
: Siempre. Es milagroso. Yo tengo incluso una superstición que ha crecido en mí como resultado de la acción constante de las manos invisibles: que si sigues el camino de tu corazón te colocas en una especie de sendero que ha estado allí todo el tiempo, esperándote, y la vida que deberías estar viviendo es la que estás viviendo. Cuando puedes ver eso, empiezas a encontrar gente que está en el camino de tu corazón, y que te abre las puertas. Yo digo: «Persigue tu felicidad y no tengas miedo, y las puertas se abrirán donde menos lo sospeches».
M
OYERS
: ¿Has sentido simpatía por el hombre que no tiene medios invisibles de ayuda?
C
AMPBELL
: ¿El que no tiene medios invisibles? Sí, pobre, es el que mueve a compasión. Verlo tropezar sin rumbo cuando todas las aguas del mundo están a su alcance realmente produce compasión.
M
OYERS
: ¿Las aguas de la vida eterna están ahí? ¿Dónde?
C
AMPBELL
: Dondequiera que tú estés… Si estás obedeciendo a tu corazón, estás disfrutando de su frescura, de esa vida que hay dentro de ti, continuamente.
Por lo demás, ni siquiera tenemos que aventurarnos solos, pues los héroes de todos los tiempos lo han hecho antes que nosotros. El laberinto es exhaustivamente conocido. Sólo debemos seguir la huella del paso del héroe, y donde habíamos pensado hallar una abominación, encontraremos un dios. Y donde habíamos pensado matar a otro, nos mataremos a nosotros mismos. Donde habíamos pensado viajar hacia el exterior, llegaremos al centro de nuestra propia existencia. Y donde habíamos creído estar solos, estaremos con todo el mundo
.
JOSEPH CAMPBELL
M
OYERS
: ¿Por qué hay tantas historias de héroe en la mitología?
C
AMPBELL
: Porque es lo que vale la pena escribir. Hasta en las novelas populares, el personaje principal es un héroe o heroína que ha hallado o hecho algo más allá de los logros y experiencias normales. Un héroe es alguien que ha dado su vida por algo más grande que él mismo.
M
OYERS
: Entonces, en todas estas culturas, sea cual sea la indumentaria local que lleve el héroe, ¿cuál es la hazaña?
C
AMPBELL
: Bueno, hay dos tipos de hazaña. Una es la hazaña puramente física, en la que el héroe realiza un acto de valor en la batalla o salva una vida. El otro tipo de hazaña es espiritual, en la que el héroe aprende a experimentar el espectro supranormal de la vida espiritual humana y después vuelve con un mensaje.
La aventura usual del héroe empieza con alguien a quien le han quitado algo, o que siente que falta algo a la experiencia normal disponible y permitida a los miembros de su sociedad. Esta persona entonces emprende una serie de aventuras más allá de lo ordinario, ya sea para recuperar algo de lo perdido o para descubrir algún elixir que da vida. Usualmente es un ciclo, una ida y una vuelta.
Pero la estructura y un cierto sentido espiritual de esta aventura puede verse anticipadamente en los ritos de pubertad o iniciación de las primitivas sociedades tribales, a través de los cuales un joven es obligado a renunciar a su infancia y hacerse adulto; a morir, podría decirse, en su personalidad y mentalidad infantiles, y volver como un adulto responsable. Se trata de una transformación psicológica fundamental que todos deben superar. En la infancia nos hallamos en una condición de dependencia bajo la protección y supervisión de alguien, hasta los catorce o veintiún años… y si piensas hacer un doctorado, eso puede prolongarse hasta los treinta y cinco. De ningún modo eres un agente libre y responsable, sino alguien dependiente que obedece, y espera y recibe castigos y recompensas. Evolucionar de esta posición de inmadurez psicológica hasta el valor de la responsabilidad y la seguridad en sí mismo exige una muerte y una resurrección. Es el tema básico y universal del periplo del héroe: salir de una condición y encontrar la fuente de la vida para regresar maduro y enriquecido.
M
OYERS
: ¡De modo que aun cuando no seamos héroes en el sentido más amplio de los redentores de una sociedad, debemos hacer esa travesía dentro de nosotros, espiritual y psicológicamente.
C
AMPBELL
: Así es. Otto Rank, en su importante librito
El mito del nacimiento del héroe
afirma que todo hombre es un héroe al nacer, cuando sufre una tremenda transformación tanto psicológica como física, desde la condición de una pequeña criatura acuática viviendo en fluido amniótico, hasta ser un mamífero que respira aire y terminará de pie. Es una transformación enorme, y si se la emprendiera conscientemente sería de veras un acto heroico.
Y ha habido heroísmo por parte de la madre también, que ha producido todo esto.
M
OYERS
: Entonces, ¿los héroes no son todos hombres?
C
AMPBELL
: Oh, no. El hombre, por lo general, tiene el papel más visible, sólo por las condiciones sociales de la vida. Él sale al mundo, y la mujer se queda en casa. Pero entre los aztecas, por ejemplo, que tenían varios cielos a los que iban las almas de la gente según las condiciones de su muerte, el cielo para los guerreros muertos en combate era el mismo que para las madres que morían en el parto. El parto es, sin duda alguna, una hazaña heroica, por cuanto constituye un dar parte de sí mismo para la vida de otro.
M
OYERS
: ¿No crees que hemos perdido esa verdad en nuestra sociedad, en la que parece más heroico salir al mundo y ganar mucho dinero que criar a los hijos?
C
AMPBELL
: Ganar dinero se prestigia más. Ya conoces el viejo dicho: si un perro muerde a un hombre, no es noticia, pero si un hombre muerde a un perro, sí lo es. Por eso, lo que se repite una y otra vez, por más heroico que sea, no es noticia. La maternidad ha perdido su novedad, podría decirse.
M
OYERS
: Pero es una imagen maravillosa… la madre como héroe.
C
AMPBELL
: A mí siempre me ha parecido así. Es algo que aprendí leyendo estos mitos.
M
OYERS
: Es una travesía… Es preciso salir de la seguridad conocida y convencional de tu vida para embarcarte en ella.
C
AMPBELL
: Debes transformarte, de doncella a madre. Es un gran cambio, que implica muchos peligros.
M
OYERS
: Y cuando vuelves de tu travesía, con el niño, le has aportado algo al mundo.
C
AMPBELL
: No sólo eso, sino que ante ti tienes el trabajo de una vidaJ Otto Rank señala que hay muchísima gente que piensa que su acto heroico de nacer los habilita para recibir el respeto y el apoyo de toda la comunidad.
M
OYERS
: Pero todavía queda una travesía que emprender después de eso.
C
AMPBELL
: Hay una larga travesía que emprender, llena de pruebas.
M
OYERS
: ¿Qué significan las pruebas, exámenes y ordalías que debe sufrir el héroe?
C
AMPBELL
: Si consideramos las intenciones, las pruebas están destinadas a comprobar si el supuesto héroe lo es de verdad. ¿Está a la altura de su tarea? ¿Puede superar los peligros? ¿Tiene el valor, el conocimiento, la capacidad, que le permitan servir a los demás?
M
OYERS
: En esta cultura de religión fácil y sin exigencias, me parece que hemos olvidado que las tres grandes religiones enseñan que las pruebas de la travesía del héroe son una parte importante de la vida, que no hay recompensa sin renuncia, sin pagar el precio. El Corán dice: «¿Crees que entrarás en el Jardín de la Gloria sin pruebas como las que pasaron otros antes que tú?». Y Jesús dice en el Evangelio de san Mateo: «Grande es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son quienes lo encuentran». Y los héroes de la tradición judía superan grandes pruebas antes de llegar a su redención.
C
AMPBELL
: Si comprendes cuál es el verdadero problema (perderte a ti mismo, entregarte a algún fin superior), comprendes que eso es en sí mismo la prueba definitiva. Cuando dejamos de pensar en primer lugar en nosotros y en nuestra supervivencia, sufrimos una transformación realmente heroica de la conciencia.
Y de eso tratan todos los mitos, de la transformación de una especie de conciencia en otra. Has estado pensando de un modo, ahora tienes que pensar de otro.
M
OYERS
: ¿Cómo se transforma la conciencia?
C
AMPBELL
: Ya sea por las pruebas mismas o por revelaciones iluminadoras. Las pruebas y las revelaciones lo son todo.
M
OYERS
: ¿Ño hay un momento de redención en todas estas historias? La mujer es salvada del dragón, la ciudad es salvada de la desaparición, el héroe se salva del peligro en el último momento.
C
AMPBELL
: Bueno, sí. No habría hazañas heroicas si no hubiera un triunfo. Puede existir el héroe que fracasa, pero por lo general se lo representa como una especie de payaso, alguien que pretende ser más de lo que puede ser.
M
OYERS
: ¿Qué diferencias existen entre un héroe y un líder?
C
AMPBELL
: Ése es un problema que Tolstoi trató en
Guerra y paz
. Ahí tienes a Napoleón asolando Europa y a punto de invadir Rusia, y Tolstoi hace esta pregunta: ¿el líder realmente es el que conduce, o es simplemente el que se pone delante de la ola? En términos psicológicos, el líder podría ser analizado como alguien que percibió lo que podría hacerse y lo hizo.
M
OYERS
: Se ha dicho que el líder es el que vio lo inevitable y se puso al frente. Napoleón era un líder, pero no fue un héroe en el sentido de que sus logros no le sirvieron a la Humanidad. Fue todo para Francia, para la gloria de Francia.
C
AMPBELL
: Entonces es un héroe francés, ¿no es así? Este es el problema para nuestro tiempo. ¿Lo que necesitamos hoy es el héroe de un Estado o pueblo determinado, hoy que deberíamos poner la vista en el planeta entero? Napoleón es el equivalente decimonónico de Hitler en nuestro siglo. La desolación que sembró Napoleón en Europa fue horrenda.
M
OYERS
: ¿De modo que podrías ser un dios local y no pasar la prueba en un nivel cósmico más amplio?
C
AMPBELL
: Sí. O podrías ser un dios local, pero para la gente a quien conquistó ese dios local, podrías ser el enemigo. Que a alguien lo llames héroe o monstruo depende de cómo enfoques tu conciencia.
M
OYERS
: De modo que debemos tener cuidado de no llamar heroico a un acto cuando en un sentido más amplio, mitológico, no ha sido tal.
C
AMPBELL
: Bueno, no sé. La hazaña podría ser definitivamente heroica, por ejemplo la de una persona dando su vida por su pueblo.
M
OYERS
: Ah, sí. El soldado alemán que muere…
C
AMPBELL
: …es tan heroico como el norteamericano que fue enviado allí para matarlo.
M
OYERS
: Entonces, ¿el heroísmo tiene un objetivo moral?
C
AMPBELL
: El objetivo moral es el de salvar a un pueblo, o salvar a una persona, o apoyar una idea. El héroe se sacrifica por algo… ahí está la moralidad del asunto.
Ahora bien, desde otra posición, por supuesto, podría decirse que la idea por la que se sacrificó era algo que no había que respetar. Ese es un juicio del otro lado, pero no destruye el heroísmo intrínseco de la hazaña realizada^)
M
OYERS
: Es una visión diferente de los héroes de la que tuve yo siendo niño, cuando leí la historia de Prometeo, que fue a robar el fuego y volvió con él, beneficiando a la Humanidad y sufriendo por ella.
C
AMPBELL
: Sí, Prometeo le trae el fuego a la Humanidad, y junto con él trae la civilización. El tema del ladrón del fuego, por otro lado, es universal. Con frecuencia se trata de un animal o ave que roba el fuego y se lo pasa a animales auxiliares que huyen con él. A veces los animales son quemados por las llamas cuando transmiten el fuego, y eso explicaría los diferentes coloridos. La historia del ladrón de fuego es muy popular en todo el mundo.
M
OYERS
: ¿La gente de diferentes culturas ha tratado de explicarse con este mito de dónde procedía el fuego?
C
AMPBELL
: La historia en realidad no trata de explicarlo, más bien se refiere al valor del fuego. El robo del fuego aparta al hombre de los animales. Cuando estás en el bosque por la noche, enciendes un fuego con el que mantienes alejados a los animales. Puedes ver brillar sus ojos, pero están fuera del alcance del fuego.
M
OYERS
: Entonces no cuentan la historia sólo para inspirar a otros o para poner en claro un punto moral.
C
AMPBELL
: No, es más bien para evaluar el fuego, la importancia que tiene para nosotros, y para decir algo sobre lo que diferencia a los hombres de las bestias.