C
AMPBELL
: La gente reclama la tierra creando lugares sagrados, mitologizando los animales y plantas: ocupan la tierra con poderes espirituales. Se vuelve como un templo, un lugar para la meditación. Por ejemplo, los navajo hicieron un trabajo maravilloso en la mitologización de animales. En las pinturas de arena navajo puedes ver pequeños animales, cada uno con su propio valor. Ahora bien, estos animales no son representados de forma natural. Están estilizados. Y la estilización se refiere a sus características espirituales, no a las meramente físicas. Hay una mosca grande, por ejemplo, que a veces vendrá volando a posarse sobre tu hombro cuando estés caminando por el desierto. En los mitos navajo es conocida como la Gran Mosca, también como Pequeño Viento. Les susurra a los jóvenes héroes las respuestas a todas las preguntas que les hacen los padres cuando los ponen a prueba. Gran Mosca es la voz del espíritu sagrado revelando la sabiduría oculta.
M
OYERS
: ¿Y cuál es la finalidad de todo esto?
C
AMPBELL
: Reclamar la tierra. Transformar la tierra en la que vivían en un lugar de importancia espiritual.
M
OYERS
: Entonces, cuando Moisés contemplaba la Tierra Prometida, no estaba haciendo más que lo que otros líderes espirituales han hecho por sus pueblos. Estaba reclamando esa tierra.
C
AMPBELL
: Sí. Recuerda la historia del sueño de Jacob. Cuando Jacob se despierta, el lugar se vuelve Bethel, la casa de Dios. Jacob ha reclamado ese lugar con una cierta significación espiritual. Es el lugar donde Dios sembró sus energías.
M
OYERS
: ¿Existen actualmente sitios sagrados en este continente?
C
AMPBELL
: Ciudad de México era un sitio sagrado, una de las grandes ciudades del mundo antes de que los españoles la destruyeran. Cuando los españoles vieron por primera vez Ciudad de México, o Tenochtitlán, era una ciudad más grande que cualquiera de las de Europa. Y era una ciudad sagrada, con grandes templos. Ahora la catedral católica ocupa el sitio donde se alzaba el templo del sol. Ahí tienes un ejemplo de reclamo de la tierra por parte de los cristianos. Transforman el mismo paisaje en su paisaje poniendo su templo donde estaba el otro templo.
Nuestros padres peregrinos, por ejemplo, le dieron nombre a los lugares a partir de nombres bíblicos. Y alguien en el norte del Estado de Nueva York tenía la
Odisea
y la
Ilíada
en la mente, de donde salieron Itaca, Utica y tantos otros nombres clásicos.
M
OYERS
: En cierto sentido, se está ungiendo la tierra donde se cree que hay energía que dará vigor a sus habitantes. Hay una relación orgánica entre la tierra y las estructuras que la gente construye sobre ella.
C
AMPBELL
: Sí, pero eso terminó con la aparición de las metrópolis.
M
OYERS
: En Nueva York, ahora, hay una competencia para ver quién construye más alto.
C
AMPBELL
: Es una especie de triunfo arquitectónico. Es la ciudad misma afirmando que somos un centro de poder financiero, y miren lo que podemos hacer. Es una especie de pirueta acrobática de virtuoso.
M
OYERS
: ¿Dónde están los lugares sagrados hoy?
C
AMPBELL
: No existen. Sólo quedan unos pocos centros históricos donde la gente puede ir a pensar en algo importante que pasó allí. Por ejemplo, pueden ir a visitar Tierra Santa, porque es la tierra de nuestros orígenes religiosos. Pero toda tierra debería ser santa. Uno debería encontrar el símbolo en el paisaje mismo de las energías de la vida allí presente. Es lo que hacen todas las antiguas tradiciones. Santifican su paisaje.
Es lo que hicieron los primitivos habitantes de Islandia, por ejemplo, en los siglos VIII y IX. Establecieron sus diferentes asentamientos en una relación de distancia de 432.000 pies romanos uno de otro (el 432.000 es un importante número mitológico conocido en muchas tradiciones). Toda la organización del paisaje islandés quedó establecida basándose en esas relaciones cósmicas, de modo que dondequiera que vayas en Islandia, estás, por así decirlo (y si conoces tu mitología), en sintonía con el universo. Es la misma mitología que hallas en Egipto, pero en Egipto la simbología tomó una forma diferente porque Egipto no es circular, Egipto es alargado. De modo que ahí tienes la diosa del cielo como una Vaca Sagrada, con dos pies en el sur y dos en el norte; una idea rectangular, por así decir. Pero la simbolización espiritual de nuestra propia civilización es algo que básicamente se ha perdido. Es por eso que resulta tan maravilloso ir a la pequeña y encantadora ciudad de Chartres, en Francia, donde la catedral sigue dominando al resto, y oír el tañido de las campanas cuando la noche da paso al día, y cuando la mañana llega al mediodía, y otra vez cuando el día se vuelve noche.
Considero a Chartres mi parroquia. He estado allí varias veces. Cuando era estudiante en París pasé un fin de semana entero en la catedral, estudiando incluso sus más pequeñas figuras. Estuve tanto tiempo allí dentro que una vez el portero se me acercó a mediodía y me dijo: «¿Le gustaría subir conmigo a tocar las campanas?». «Claro que me gustaría», le dije. Así que subimos por la torre hasta la gran campana de bronce. Había una pequeña plataforma como un sube y baja. El se puso en un extremo, y yo en el otro, y había una barra para agarrarnos. Le dio un impulso, y ya estábamos en movimiento. Empezamos a subir y bajar, y el viento nos agitaba el cabello, allá en lo alto de la catedral, y la campana empezó a sonar debajo de nosotros: «Tolón, tolón, tolón». Fue una de las aventuras más emocionantes de mi vida.
Cuando todo terminó, el hombre me hizo bajar y me dijo: «Quiero mostrarle dónde está mi cuarto». Bueno, en una catedral tienes la nave, después el crucero, y después el ábside, y alrededor del ábside está el coro. Me hizo pasar por una puertecita en medio del coro, y allí había una camita y una mesita con una lámpara. Cuando miré por la pantalla del coro, allí estaba la ventana de la Virgen Negra… y allí era donde vivía este hombre. Vivía en estado de constante meditación. Era algo muy hermoso y conmovedor. Desde entonces he vuelto una y otra vez a Chartres.
M
OYERS
: ¿Y qué encuentras allí?
C
AMPBELL
: Me devuelve a una época en que estos principios espirituales daban forma a la sociedad. Puedes decir qué es lo que está dando forma a una sociedad fijándote en cuál es el edificio más alto. Cuando te acercas a una ciudad medieval, la catedral es lo más alto que hay. Cuando te acercas a una ciudad del siglo XVIII, es el palacio político el más alto. Y cuando te acercas a una ciudad moderna, los edificios más altos son los de oficinas, los centros de la vida económica.
Si vas a Salt Lake City, verás todo esto ilustrado ante tus propios ojos. Primero se construyó el templo, en el centro mismo de la ciudad. Es el sitio apropiado porque el templo es el centro espiritual del que fluye todo en todas direcciones. Después el edificio político, el Capitolio, fue construido a un lado, y es más alto que el templo. Y ahora lo más alto de la ciudad es un edificio de oficinas que se ocupa de las finanzas, tanto del templo como del edificio político. Es la historia de la civilización occidental. Del gótico, pasando por los periodos magníficos de los siglos XVI, XVII y XVIII, a este mundo económico en el que vivimos hoy.
M
OYERS
: Entonces, cuando vas a Chartres…
C
AMPBELL
: …regreso a la Edad Media. Vuelvo al mundo en el que me crié de niño, el mundo de imágenes espirituales de la Iglesia católica, y es espléndido.
M
OYERS
: ¿No es pura nostalgia? ¿No es sólo el pasado lo que te conmueve cuando estás ahí?
C
AMPBELL
: No, es el presente. Esa catedral me habla del alma, del espíritu del mundo. Es un lugar para la meditación, y basta caminar un poco por él, sentarse, mirar tantas cosas hermosas como existen en su interior.
M
OYERS
: La catedral de Chartres, que tanto amas, expresa una relación del hombre con el cosmos, ¿no es así?
C
AMPBELL
: Sí. La catedral tiene la forma de una cruz, con el altar en el centro. Es una estructura simbólica. Ahora se construyen iglesias como si fueran teatros. La visibilidad es importante. En la catedral, no existe el menor interés por la visibilidad. La mayor parte de lo que sucede tiene lugar fuera de tu campo de visión. Pero lo importante allí es el símbolo, no el espectáculo. El espectáculo se lo saben todos de memoria. Lo conocen desde los seis años.
M
OYERS
: ¿Por qué siguen yendo a la catedral entonces?
C
AMPBELL
: Ahí reside toda la cuestión del mito. ¿Por qué queremos volver a hablar de estas cosas? Porque nos ponen en contacto con la arquetipología esencial de nuestra vida espiritual. Asistir a un ritual día tras días te mantiene en contacto.
M
OYERS
: Pero ahora no lo hacemos.
C
AMPBELL
: Hemos perdido contacto con esa clase de preocupaciones. El objetivo de la vida primitiva era vivir en una constante conciencia del principio espiritual. En los palacios asirios, puedes ver una bestia compuesta con cabeza de hombre, cuerpo de león, alas de águila y patas de toro: cuatro signos del zodíaco que han sido reunidos para hacer de ellos guardianes de las puertas.
Estas mismas cuatro bestias, que están asociadas con la visión de Ezequiel, son los cuatro evangelistas en la tradición cristiana. Recuerda la oración: «Mateo, Marcos, Lucas y Juan, bendecid la cama en la que yo duermo». En esta plegaria tú ocupas el centro, el lugar de Cristo, y los cuatro puntos cardinales que te rodean son los cuatro brazos de la cama.
Ahora bien, este mandala representa al Cristo apareciendo desde más allá del Espacio-Tiempo. Estas cuatro bestias representan el velo del Espacio-Tiempo, velando la eternidad, y el Cristo en el centro constituye la ruptura, el segundo nacimiento, la venida del Señor del Mundo del vientre de la diosa universal, el Espacio-Tiempo.
M
OYERS
: Dices que una catedral como la de Chartres simboliza el conocimiento de un campo de sentido que trasciende la ley y está presente arquitectónicamente no sólo en las formas de la piedra majestuosa sino también en el gran silencio que rodea y habita estas formas.
C
AMPBELL
: Toda referencia espiritual última lo es al silencio más allá del sonido. El mundo hecho carne es el primer sonido. Más allá de ese sonido está lo desconocido trascendente, lo incognoscible. Puede ser llamado el gran silencio, o el vacío, o la trascendencia absoluta.
M
OYERS
: Cuando te oigo hablar sobre la manera en que los mitos nos acercan a nuestros lugares sagrados, y de cómo los paisajes conectaron a los primeros seres humanos con el universo, empiezo a pensar que lo sobrenatural, al menos como tú lo entiendes, en realidad es sólo lo natural.
C
AMPBELL
: La idea de lo sobrenatural como algo que está por encima de lo natural es una idea asesina. En la Edad Media fue ésta la idea que transformó el mundo en algo muy próximo a una tierra baldía, una tierra en que la gente vivía vidas no auténticas, sin hacer nunca algo que realmente quisieran, porque las leyes de lo sobrenatural les exigían que vivieran dominados por el clero. En una tierra baldía, la gente desarrolla propósitos que no son propiamente los de ellos sino que les han sido impuestos como leyes inexcusables. Esto es asesino. La poesía trovadoresca de amor cortesano en el siglo XII constituyó una protesta contra esta violación de la alegría de la vida con coartada sobrenatural. Lo mismo puede decirse de la leyenda de Tristán y de al menos una de las grandes versiones de la leyenda del Grial, la de Wolfram von Eschenbach. El espíritu es en realidad el aroma de la vida. No es algo que flota sobre la vida, sino que surge de la vida. Esta es una de las cosas más gloriosas en las religiones de la diosa madre, en las que el mundo es el cuerpo mismo de la Diosa, divino en sí, y la divinidad no es algo que dé órdenes desde arriba a una naturaleza caída. Hubo algo de este espíritu en el culto medieval de la Virgen, del que surgieron las hermosas catedrales francesas del siglo XIII.
No obstante, nuestra historia de la expulsión del Paraíso considera corrupta a la naturaleza; y ese mito corrompe para nosotros todo el mundo. Por ser considerada corrupta la naturaleza, todo acto espontáneo es pecado y no debemos ceder a él. Tienes una civilización totalmente diferente y un modo de vivir totalmente distinto si tu mito presenta la naturaleza como caída o si la naturaleza es en sí una manifestación de la divinidad, y el espíritu es la revelación de la divinidad como algo inherente a la naturaleza.
M
OYERS
: ¿Quién interpreta, para nosotros, hoy, la divinidad inherente a la naturaleza? ¿Quiénes son nuestros chamanes? ¿Quién interpreta para nosotros las cosas no visibles?
C
AMPBELL
: Es función del artista. El artista es en la actualidad el transmisor del mito. Pero tiene que ser un artista que comprenda la mitología y la humanidad y no simplemente un sociólogo con un programa para ti.
M
OYERS
: ¿Y qué hay de la gente corriente, de los que no son poetas ni artistas, o que no han gozado de un éxtasis trascendente? ¿Cómo sabemos de estas cosas?
C
AMPBELL
: Te diré un modo, un modo muy bueno. Siéntate en un cuarto y lee… lee y lee. Y lee libros buenos, escritos por buenos escritores. Tu mente ascenderá a ese nivel, y tendrás un hermoso, suave y prolongado éxtasis. Esta comprensión de la vida puede ser una comprensión constante en tu vida. Cuando encuentres a un autor que realmente te atrape, lee todo lo que haya escrito. No digas «Oh, ahora quiero ver qué hizo fulano», y no te molestes en absoluto con la lista de
bestsellers
. Lee todo lo que este autor tenga para darte. Y después lee lo que él haya leído. Comprobarás que el mundo se abre de un modo consecuente con un cierto punto de vista. En cambio, cuando vayas de un autor a otro, podrás decir la fecha en la que escribió tal poema suyo, pero él no te habrá dicho nada a ti.