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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Descubrimiento (5 page)

Las habitaciones eran individuales, al igual que los baños, y a veces Sasha tenía la sensación de encontrarse en un enorme hotel de lujo. Un conserje se encargaba de cerrar las puertas a las once de la noche y de abrirlas a las cinco de la mañana, así como de mantener el orden, tarea en la que era ayudado por los prefectos. El alcohol y cualquier tipo de droga estaban prohibidos, pero estaba permitido reunirse en grupos siempre que no fuesen demasiado bulliciosos.

La habitación de Tommy estaba en el segundo piso, con vista a la glorieta, y era más grande que la de Sasha, en el sexto piso. Apenas entraron, lo que más llamó la atención del ruso fue un póster de tamaño natural de Freddie Mercury con pantalones ajustados y una camiseta negra sin mangas, que sonreía orgulloso desde el cabecero de la cama.

A Sasha le había sorprendido la libertad con la que muchos artistas pregonaban su preferencia sexual. Culture Club, con Boy George, era en esos momentos el ejemplo más palpable, aunque sus preferencias se inclinaban a la imagen andrógina de David Bowie y a los Duran Duran.


Dios mío
—susurró en ruso. Tommy lo miró, sonriente.

—Él es Freddie, el cantante de Queen —informó, para luego agacharse y empezar a rebuscar en una caja repleta de discos de vinilo. Una aparatosa cadena de música se encontraba en el escritorio, dejando apenas sitio para poder escribir. Sasha se preguntó dónde haría los deberes—. Ajá, aquí está. Este es su último disco, es del año pasado, espero que saquen otro pronto. —Se inclinó para colocar el disco—. Adoro esta canción, la canta con David Bowie. Es una de mis favoritas —Y entonces comenzó a sonar en los altavoces
Under Pressure
.

Sasha no había escuchado esa canción antes y se le antojó de lo más sensual. Las voces combinadas de Mercury y Bowie se le hicieron irresistibles y por un momento pensó en el hecho de que el cantante de Queen era moreno como Tommy, y Bowie era tan rubio como él.

Tommy tarareaba la canción, mirándolo con el rabillo del ojo. Sasha lo estudió nuevamente. Era tan sólo un muchachito de trece años. No era guapo, pero su rostro tenía un innegable atractivo y picardía. Su cabello negrísimo y el tono bronceado se su piel, unidos a su nariz aguileña, hacía que tuviera un seductor aire gitano, como se imaginaba a los bandidos de los Balcanes de los cuentos de su madre. Su sonrisa era sincera y deliciosa y sus labios eran sensuales… No podía dejar de mirarlos.

Los labios de Sasha se movieron también, tarareando la pegadiza música. Acababa de darse cuenta de que se sentía atraído sexualmente por Tommy y ese pensamiento lo puso nervioso.

Se había relacionado con algunas chicas en su país, pero no en Inglaterra, porque siempre tenía demasiado trabajo y las inglesas le parecían demasiado frías. Pero hacía algún tiempo, se había dado cuenta de que los hombres lo atraían. Estaba consciente de que esa era su realidad. No la negaba, pero no había ido más lejos… Hasta que ese muchachito se cruzó en su camino.

—Esa canción es muy buena. Hacen un buen dúo, se complementan muy bien —aventuró.

—Sí. Sus voces encajan perfectamente. —Tommy se tumbó en la cama, con los brazos bajo la cabeza—. Me encanta cómo se hacen coros el uno al otro, como dos amantes. —En el mismo instante en que lo dijo quiso golpearse la cabeza. Incluso avisado por Alex ya había metido la pata. Aprovechando que Sasha no veía sus ojos a causa de las gafas, se dedicó a observarlo atentamente y ver cuál era su reacción.

Sasha se sorprendió muchísimo al oírlo, aunque no lo dejó entrever. Le había quitado las palabras de la boca: él había estado pensando lo mismo. Su mirada se dirigió al póster de Mercury, evaluándolo apreciativamente. Le gustaba su cuerpo cuidado. No era excesivamente musculoso pero tenía todo en su lugar. Suspiró imperceptiblemente.

—¿Los has visto en vivo? —preguntó. Eso era para él un lujo aún inalcanzable.

—No, ojalá. —Tommy suspiró y se dio la vuelta en la cama para mirar de frente el póster apoyándose en los codos, dando una perfecta visión de su trasero—. Me gustaría ir a algún concierto, pero mis padres no me dejan y solo no podría ir porque soy menor. Pero algún día iré. —Le sonrió por encima del hombro—. Iré a un concierto y lo conoceré... Sé que lo haré —afirmó con decisión.

Sasha se mantuvo en silencio por unos momentos. Cuando Tommy le dio la espalda, sus ojos se dirigieron automáticamente a su trasero. Hacía algún tiempo que había comenzado a mirar esa parte de la anatomía masculina y lo que veía ahora le gustó mucho, a pesar de que el uniforme del colegio no le permitía apreciarlo mejor. Tommy contemplaba a su ídolo, balanceando los pies al ritmo de la música y el trasero se le tensaba de un modo delicioso. Sasha se sentó a un lado de la cama, sintiendo el impulso de palmear ese traserito respingón.

—Yo también quisiera verlos pero tendría que ahorrar muchísimo y aquí sólo tengo para los gastos básicos —confesó, un poco avergonzado.

Tommy no había dejado de notar con el rabillo del ojo que Sasha observaba con mucho interés su trasero, pero cuando dijo también le gustaría ir a ver a Queen no pudo evitar girarse de un salto, sobresaltándolo.

—¿Cuántos años tienes? Si tienes dieciocho yo podría darte el dinero para que compraras las entradas y al ir contigo yo también podría entrar —dijo con toda la ilusión del mundo, la cual se chafó un poco cuando Sasha le comentó que sólo tenía diecisiete años—. Bueno... —Suspiró—. Es un buen plan, pero tendremos que esperar un poco.

—Parece que sí —aceptó Sasha, pero no dijo que no aceptaría una invitación como esa, en parte para no ofender a su nuevo amigo, y en parte también porque realmente deseaba tener un poco de diversión.

Tommy volvió a buscar en su armario y sacó un montón de revistas que arrojó sobre la cama.

—A ver… —dijo rebuscando entre ellas—. Aquí está. —Sonrió ampliamente mientras pasaba rápidamente las páginas de la revista que había estado buscando—. Mira, éste es Rock Vulcano. —Señaló a un hombre altísimo y con aspecto de vaquero de anuncio de Malboro. Era moreno, guapísimo y muy viril, cosa que contradecía bastante el titular de la foto donde lo catalogaban de gay.

Sasha observó al artista de negros cabellos que vestía una camisa roja y miraba al horizonte. Tommy tenía razón, era guapísimo y destilaba sensualidad. Siguió mirando las fotografías que mostraban a Rock en vivo, con unos pantalones ceñidos y el torso desnudo, y se le antojó un dios. Leyó atentamente el artículo en el que se hablaba de los inicios del cantante, sus primeros
singles
y su éxito, atribuido por muchos a su amistad con Freddie Mercury.

—Es guapo. ¿Tienes algún disco suyo?

—No. —Tommy hizo un gesto con los labios—. No tiene discos publicados en Gran Bretaña. La única manera de conseguirlos es en tiendas especializadas. Y no he podido ir a ninguna. —Hizo un puchero—. Aunque he oído algún
single
en la radio. Hace una especie de rock
country
bastante raro pero interesante y tiene una voz preciosa. No tan bonita como la de Freddie, pero es que nadie tiene la voz de Freddie —añadió con una beatífica sonrisa.

—Vaya —dijo Sasha un tanto decepcionado. Miró una vez más al guapo cantante y pensó que sería genial poder oírlo o verlo en vivo. También pensó que sería genial poder ser famoso y no tener que preocuparse de lo que pensara la gente si te gustaban los muchachos. Y antes de cerrar la revista, pensó que le gustaban los morenos. Como Tommy. Este último pensamiento lo puso un poco nervioso y comenzó a mirar a su alrededor, buscando alguna cosa inteligente que decir. Sus inquietos ojos encontraron una fotografía en la mesa de noche. Un joven aparecía abrazando a su amigo. Era un chico muy guapo, de cabello liso y castaño, con un mechón que le caía sobre la frente, dándole un aire informal. Sus ojos eran soñadores. Tendría unos veinte años y no se parecía a Tommy—. ¿Es familiar tuyo?

El muchacho se giró sin entender y vio a Sasha mirando la fotografía.

—Ah, no… Es Alex… Alexander Andrew, mi mejor amigo. —Y con un susurro melancólico añadió—: Mi único amigo.

Sasha observó la foto atentamente. Se veía que ambos estaban muy unidos y pensó en lo que acababa de decir Tommy. Era extraño. Un chico como él debería tener muchísimos amigos.

—¿El único? ¿Por qué es el único? —Ni por un momento se le pasó por la mente estar quebrantando la cortesía británica. Simplemente actuó con espontaneidad, preguntando algo que le causaba intriga y no creyó que su nuevo amigo lo tomase a mal.

—Yo... —Tommy se sonrojó profundamente—. Mis padres no me han dejado nunca tener amigos. Bueno no es eso, realmente es que no tenía tiempo de jugar. Tenía clases de protocolo, de música, de montar, bailes de salón, de esgrima, etcétera, etcétera. Y luego, cuando empecé a ir al colegio, también las seguía teniendo después de las clases normales… —Un halo de tristeza cubrió su rostro, y aunque Sasha no podía verle los ojos, se los imaginó igual de tristes—. Además, con mis primos no me llevo bien. Se pasan la vida burlándose de mí y no puedo defenderme o me castigarían. Cuando conocí a Alex, cambió mi vida, se enfrentó a mi padre y como proviene de una familia de la alta sociedad, me permitieron ser su amigo. Nunca había tenido un amigo, y Alex siempre ha cuidado de mí y me ha tratado bien…

Conforme lo iba escuchando, Sasha sentía más y más nostalgia de su hogar. Él no había tenido las comodidades que Tommy. Había pasado su infancia en guarderías, pero tenía muchos amigos: un bullicioso grupo que vivía en el mismo edificio y que solía ir con él a los campamentos de verano. Por un momento, se sintió muy afortunado.

Tommy seguía hablando y sus palabras destilaban cariño hacia Alex. Un enorme cariño que dulcificó su rostro, haciéndolo ruborizar luego. Sasha se percató muy bien de ello, porque estaba muy atento a sus expresiones y porque era el primer chico que se sonrojaba de ese modo en su presencia.

Al darse cuenta de que había hablado demasiado, Tommy se sonrojó más, haciendo sentir al ruso una punzadita involuntaria de celos.

—Parece un buen amigo. —Fue el comentario, hecho con voz neutra—. ¿De verdad te enseñaron protocolo y todas esas cosas? ¿Sabes esgrima?

—Sí —afirmó Tommy, que seguía tumbado, pero ahora de costado con la cabeza apoyada en la mano y el codo—. Aunque no soy muy bueno. Al ser pequeño pierdo ventaja en las estocadas.

—Yo juego ajedrez —informó Sasha—. Aprendí solo, con un viejo libro que encontré en el apartamento, en Moscú. Gané algunos torneos en mi país y otros aquí. Quisiera ser ajedrecista, ellos ganan mucho dinero.

—Me gusta el ajedrez, pero nunca he aprendido la teoría. Desconozco técnicas, jugadas y demás zarandajas. —Tommy sonrió con picardía—. Juego a la aventura. —Una lengua traviesa asomó entre sus labios y su cara se transformó totalmente: un pequeño diablillo miraba sonriente al ruso.

—Eso no sirve en el ajedrez —replicó Sasha, sonriendo con igual picardía—. Se necesita como base la técnica, pero también se usa la intuición. —Dejó vagar los dedos, acariciando el cubrecama rojo de Tommy y de pronto lo miró a los ojos—. ¿Por qué me ayudaste esta tarde? Es claro que no soy de tu clase.

—¿Mi clase? —Tommy frunció el entrecejo—. Eras una persona a la que estaban molestando tres matones, no tiene que ver nada con las clases —dijo la palabra con cierto desprecio—. ¿A ti te importan las clases? ¿Hubieras preferido que no te ayudara alguien de
mi
clase?

—Claro que no me importan —dijo el ruso con vehemencia—. Pero vosotros, los británicos… vuestras costumbres… —Luchó unos momentos por ordenar sus pensamientos en inglés y transformarlos en algo que su interlocutor pudiera entender —. Yo no creo en las clases, creo en la igualdad. Pero en este país siempre me han demostrado que la igualdad no existe si no hay dinero. Yo quiero salir adelante y tener un lugar…

Tommy comenzó a removerse, incómodo. El tema de la clase social era algo que lo había rodeado toda la vida y le asqueaba.

—A mí me tienen sin cuidado las clases sociales. Una persona no es mejor por tener dinero, ni merece que la quieran más —dijo, frunciendo el entrecejo—. A uno deben quererlo por como es, por lo que vale, uno debe ganarse el respeto y el amor por uno mismo, no pagando…

Sasha sonrió. En el fondo esperaba escuchar eso de su nuevo amigo.

—Es la primera vez que oigo a alguien de este colegio hablar así —observó—. Y me gusta. Me alegro de haberte conocido.

—A mí también me alegra mucho haberte conocido —contestó Tommy—. Pensaba que no iba a encontrar ningún amigo en este colegio entre esa banda de estirados pedantes. Sólo saben hablar del dinero que tienen sus padres y de en qué lo gastan. Son muy aburridos…

Sasha se echó a reír, disipadas las tensiones y dudas.

—¿Sabes? Conozco un poco de Escocia. Cuando vine de la URSS, desembarqué en Aberdeen. En algunos aspectos se parece a mi país… pero sólo pasé por allí muy rápidamente, tuve que venir enseguida a Londres. De todo lo que he visto del Reino Unido, lo que más me gusta es Escocia.

—Es un poco salvaje… —Tommy susurró algo que sonaba a «como yo» pero Sasha no estaba seguro si lo había oído bien—. Los escoceses tenemos fama de ser bastante salvajes. Para los ingleses siempre hemos sido unos bárbaros. Pero nuestra tierra es preciosa, las tierras altas son maravillosas, los castillos, los lagos. Hay lugares donde puedes perderte y creer que estás solo en el mundo. —La sonrisa volvió a bailar en sus labios—. Aunque mi familia es en su mayoría irlandesa, yo me siento bastante escocés.

El ruso alzó una ceja, evaluando si había entendido bien eso de ser salvaje. Todavía no sabía si era una frase hecha o debía tomarla literalmente, pero le agradó.

—Mi país es hermoso también aunque no lo he visitado todo. Es el país más grande del mundo —dijo, con orgullo—. Los bosques rusos no tienen comparación, entrar en ellos es como penetrar a un mundo fantástico. Los cuentos que me contaba mi madre están llenos de referencias a ellos y pude conocerlos en los campamentos de verano. Los lagos son inmensos, como mares… Es una tierra muy rica, que debe explotarse para darnos mayor progreso. —Reflexionó unos instantes, se decían tantas cosas de su país que tuvo miedo de que Tommy tuviera una opinión equivocada—. Supongo que sabrás algo sobre el régimen soviético.

—Bueno, nunca he estado en la URSS. —Tommy se sonrojó otra vez—. Lo único que conozco es por la literatura. Me hicieron leer los clásicos: Gogol, Dostoievski, Chejov, Tolstoi… Y he visto cuadros y fotografías… También he leído algo sobre el comunismo. —Se sintió un poco incómodo, no quería que su nuevo amigo pensara que era un inculto o que no le interesaba su nación.

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