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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Relato

Al desnudo (22 page)

La segunda joven que espera impacientemente en la oficina de casting... tiene los ojos de un color púrpura luminoso como dos amatistas. De un púrpura casi sobrenatural.

En este flashback vemos cómo la joven fea, la mujer sin atractivos, se dedica a observar a la mujer encantadora. La joven monstruosa, con su espalda encorvada y con unas manos colgantes que son todo nudillos despellejados y uñas mordidas, se dedica a espiar a la joven de los ojos violeta. Y, lo que es más importante, la mujer fea también observa cómo todos los demás están mirando a la mujer encantadora. Los demás actores parecen aturdidos por esos ojos de color violeta. Cuando la guapa sonríe, todo el mundo que la está mirando también sonríe. Después de unos momentos de verla, los presentes se ven más altos y meten las barrigas casi hasta la espalda. Todas las reinas y damas y ángeles que hay en la sala dejan de mover nerviosamente las manos. Todas adoptan la misma postura de hombros bien rectos. Hasta su respiración se ralentiza para sincronizarse con la de la chica encantadora. Cuando la ven, todas las mujeres parecen convertirse en versiones menores de esa chica asombrosa de los ojos violeta.

En este flashback, la chica fea ya casi ha perdido toda esperanza. Aprendió su oficio con
Constance Collier
y
Guthrie McClintic
y
Margaret Webster
, pero no encuentra trabajo. La chica poco atractiva posee, sin embargo, una astucia innata; ninguno de sus gestos carece nunca de intencionalidad o de motivación. Su forma contenida de interpretar resulta invariablemente brillante. Y mientras observa ahora cómo los presentes imitan inconscientemente a la chica encantadora, la fea se pone a urdir un plan. Si ella no puede convertirse en actriz, tal vez la mejor estrategia sea unir las fuerzas de ambas: combinar su talento y su inteligencia con la belleza de la otra. Entre las dos, tal vez puedan convertirse en una estrella inmortal del cine.

La chica poco atractiva podría dar lecciones a la guapa, dirigirla para elegir los mejores papeles y protegerla de las zonas de navegación peligrosa y de enredarse con malos negocios y romances. La chica grotesca no puede hacer gala de pómulos prominentes ni de una boca parecida al arco de Cupido; sin embargo, su cara insulsa alberga una mente llena de habilidades.

En cambio, una belleza que evoca favores especiales y abre puertas, unos ojos así de asombrosos, pueden malograr el cerebro que hay detrás.

Yendo hacia atrás, antes de Webster estuvo Paco, y antes de este estuvo el senador. Antes del senador, el corista marica. Antes del corista, el magnate suicida de los negocios, pero tampoco este fue su primer marido. El primer «des-marido» fue su noviete del instituto: Allan...
algo
. Un don nadie. El segundo fue el fotógrafo guarro que le sacó una foto y se la mandó a un director de casting; hasta nunca, fotógrafo guarro. Su tercer marido fue un aspirante a actor que ahora trabaja vendiendo casas. Ninguno de los tres primeros constituyó una amenaza real.

Aunque mi cargo no ha sido nunca marido ni cónyuge ni compañero sentimental, siempre he sido algo mucho más importante.

El
señor don Oliver «Red» Drake
, en cambio, fue distinto. En calidad de fundador de un imperio de fundición de acero, era el único que poseía los recursos necesarios para casarse con mi señorita Kathie y darle una vida casera, una colección de hijos y reducirla al estatus de
hausfrau
estilo
Gene Tierney
... que quiere decir «pringada» en italiano. El acero la compraría y la apartaría del mundo igual que la
familia Grimaldi
compró a
Grace Kelly
, y yo me quedaría sin premio alguno a mis esfuerzos.

Cada marido que ella tuvo supuso un paso adelante en su carrera, pero Oliver Drake representó un paso adelante en su vida personal. Para cuando se conocieron, la señorita Kathie ya no podía hacer el papel de
ingénue
, que quiere decir «zorra» en italiano. El futuro comportaba mendigar papeles de actriz de carácter y apariciones como invitada en exteriores desconocidos. En lugar de la gloria de interpretar a la
mujer del pequeño lord Fauntleroy
o a la
mujer del Mago de Oz
, la señorita Kathie acabaría aceptando aparecer la tercera del cartel interpretando a la madre del
capitán Ahab
o a la tía soltera de
Juan Bautista
.

Colocada en esa difícil disyuntiva de su vida, lo que hizo mi señorita Kathie fue buscar la salida fácil.

Aquello fue de un egoísmo terrible. Había hecho falta el trabajo de muchas vidas de guionistas y directores, de artistas y agentes de prensa, para construir aquel pedestal que ahora ella estaba tentada a abandonar. Había cosas en juego más importantes que el amor y la tranquilidad. Aquella mujer independiente y pionera que había servido de modelo a tanta gente quería dejar los escenarios. Parecía que la leyenda se retiraba. Es por eso por lo que el suicidio aparente del magnate serviría para preservar a un icono cultural.

No costó mucho convencer a varios importantes ejecutivos de los estudios y directores para que testificaran que el señor Drake había estado deprimido. Algunos de los nombres más ilustres de Hollywood juraron que Drake hablaba a menudo de quitarse la vida con cianuro. De esa manera, la comunidad del cine pudo retener a una de sus inversiones más rutilantes.

En el flashback, vemos que la chica fea se acerca gradualmente a la guapa. Con una despreocupación perfectamente estudiada y ensayada, la chica fea roza casualmente a la belleza. Dándole un pequeño empujón, la torpe bestia dice:

—Caray, perdona...

Las rodea una multitud de caras bonitas y anónimas. La
Reina de las Balas de Heno
. La
Princesa de la Cebolla Dulce
. Caras hermosas y fáciles de olvidar, nacidas para flirtear, follar y morir.

Y en ese momento remoto en el tiempo, la chica hermosa esboza su asombrosa sonrisa y dice:

—Me llamo Kathie —dice—. Aunque mi nombre de verdad es Katherine. —Le ofrece su mano y dice—:
Katherine Kenton
.

Todas las estrellas de cine son esclavas de alguien.

Hasta los amos tienen amos a los que servir.

Y como si la estuviera saludando amigablemente, la bestia también le ofrece su mano y le dice:

—Encantada de conocerte. Yo soy
Hazie Coogan
.

Y las dos mujeres se dan la mano.

ACTO 3, ESCENA 5

Volvemos al presente con un lento fundido. El escenario es el interior día de la cocina del sótano de la casa de
Katherine Kenton
; desplegados por la pared del fondo del escenario hay una cocina eléctrica, una nevera y la puerta que da al callejón, con su ventanilla polvorienta en el centro. Una angosta escalera lleva a la segunda planta. En el cristal de la ventana vemos todavía grabado el corazón del día en que
Amoroso
llegó a casa siendo un cachorro, hace tantas y tantas escenas.

En primer plano estoy yo, sentada en una silla de cocina pintada de blanco, con los pies apoyados en una mesa similar pintada de blanco y las piernas cruzadas a la altura del tobillo. Me dedico a pasar las páginas de otro guión. En el regazo tengo abierto un guión sobre
Lillian Hellman
protagonizado por
Lillian Hellman
y escrito por
Lillian Hellman
.

Al fondo del escenario aparecen los pies de la señorita Kathie, bajando la escalera que viene del segundo piso. Vemos sus pantuflas de color rosa. El dobladillo de su camisón de color rosa. El camisón ondea, dejando al descubierto un vislumbre de sus suaves muslos. Aparecen sus manos y vemos que en una lleva un fajo de papeles y en la otra un puñado de tela negra. Antes incluso de que su cara aparezca en el umbral, su voz me llama:

—Hazie... —Y casi a gritos la voz me dice—: Me acaban de telefonear del hospital veterinario.

En la página que tengo delante, Lilly Hellman corre más deprisa que una bala. Tiene más fuerza que una locomotora y es capaz de saltar por encima de edificios altos.

Plantada en el umbral, la señorita Kathie sostiene la tela negra y el fajo de papeles. Y me dice:


Amoroso
no se murió por comerse los bombones...

Y arroja la tela negra sobre la mesa de la cocina. La tela se queda allí tirada, formando una cara de ojos vacíos y boca abierta. Se trata de un pasamontañas, idéntico al que aparece en
Esclavos del amor
, el que lleva puesto el asesino yakuza armado con el punzón de hielo.

La señorita Kathie dice:

—Un veterinario muy amable me ha explicado que
Amoroso
fue asesinado con cianuro...

Igual que otros muchos que yo me sé...

En la página del guión, Lilly Hellman abre las aguas del
mar Rojo
y a continuación resucita a
Lázaro
.

—Después —me dice— he telefoneado a
Groucho Marx
y me ha dicho que no lo invitaste al funeral... —Con los ojos de color violeta centelleando, me dice—:Tampoco invitaste a
Joan Fontaine
, a
Sterling Hayden
ni a
Frank Borzage
. —Levantando su dulce voz, la señorita Kathie dice—. La única persona a la que

invitaste fue
Webster Carlton Westward III
.

Blande el fajo de papeles que tiene enrollado en el puño y golpea con ellos el pasamontañas negro, haciendo temblar la mesa de la cocina. Y a continuación me grita:

—Y he encontrado este pasamontañas, escondido...
en tu habitación
.

Menuda acusación. Mi señorita Kathie dice que yo envenené al pequinés y que solo invité a Webster para que se reuniera con nosotras en la cripta con sus ojos luminosos y pudiera llevarle flores a ella en el momento en que estaba más necesitada emocionalmente. Y a continuación insiste en que a lo largo de los últimos meses, mientras yo fingía que la prevenía contra Webster, en realidad lo que he estado haciendo es ayudarlo y hacerle de cómplice. Afirma que yo le he estado diciendo cuándo tenía que llegar y cuál era la mejor manera de cortejarla. Y que después Webster y yo envenenamos a Terry por accidente. Y que Webster y yo estamos conjurados para asesinarla a ella.

Ladrido, gruñido, cloqueo
...
conspiración
.

Rezongo, rebuzno, trino...
traición
.

Mugido, maullido, relincho...
espantosa connivencia
.

En la página del guión, Lilly Hellman convierte el agua en vino. Cura a los leprosos. Hila la paja inmunda hasta convertirla en oro.

Cuando mi señorita Kathie hace una pausa para recobrar el aliento, yo le digo que no sea ridícula. Que es obvio que se está equivocando. Que yo no estoy compinchada con Webster para asesinarla.

—Y entonces, ¿cómo explicas esto? —me dice, ofreciéndome las páginas que tiene en la mano. Con un título impreso en el margen superior de cada una de ellas. Y el título escrito a máquina es:
Insuperable: una autobiografía
. Por
Katherine Kenton
. Narrada a
Hazie Coogan
. Y, negando con la cabeza, me dice—: Esto no lo he escrito
yo
. De hecho, lo he
encontrado
escondido bajo
tu
colchón.

La historia de su vida. Firmada con su nombre. Y escrita por otra persona.

Pasa la página del título, me observa con sus ojos violeta y a continuación su mirada nerviosa se pone a mirarnos alternativamente a mí y al manuscrito. El camisón de color rosa le tiembla. Desde la mesa de la cocina, el pasamontañas vacío mira al techo.

—«Capítulo uno —lee mi señorita Katherine—. Mi vida empezó en el sentido más verdadero y pleno el día glorioso en que conocí a mi mejor amiga,
Hazie Coogan

ACTO 3, ESCENA 6

A modo de transición sonora, mantenemos la voz de
Katherine Kenton
leyendo del manuscrito de
Insuperable
, «...el día glorioso en que conocí a mi mejor amiga,
Hazie Coogan
».

Volvemos a ver a las dos chicas de la oficina de casting. En un montaje rápido de imágenes desdibujadas, la chica fea le peina el largo pelo de color caoba a la guapa. Usando una lima, la fea le moldea las uñas a la guapa y se las pinta con esmalte rosa. Frunciendo los labios, la fea usa un secador de pelo para secarle las uñas pintadas y pone cara de estar a punto de darle un beso a la guapa en el dorso de la mano.

La voz de estrella de cine de la señorita Kathie continúa:

—«... viviendo y jugando juntas, retozando en medio de las legiones de nuestros adoradores...».

Lo que vemos, en cambio, es a la chica de los ojos apagados y la nariz ganchuda depilando con pinzas las cejas que coronan los ojos de color violeta. Vemos a la chica fea puesta de rodillas para quitarle la piel muerta de los talones a la guapa, usando una piedra pómez. Como si fuera una fregona, la chica fea se mece hacia delante y hacia atrás por el esfuerzo de lavarle la espalda desnuda a la guapa, usando sal de mar y frotando a conciencia.

La voz en off de mi señorita Kathie sigue leyendo:

—«... viviendo y jugando juntas, trabajando unas jornadas que no parecían tener fin, Hazie y yo siempre nos hemos apoyado y nos hemos animado la una a la otra en esta empresa festiva a la que nosotros alegremente llamamos vida... —lee—. Hacemos tanta vida de hermanas que incluso compartimos el ropero y llevamos los zapatos de la otra, y hasta la ropa interior nos la intercambiamos con plena libertad...».

El montaje continúa y muestra ahora cómo la chica fea suda junto a la tabla de planchar, planchando el encaje y los flecos de una blusa y dándosela a continuación a la chica guapa. La chica fea se inclina para aplicar espuma y afeitar una pierna que la guapa extiende desde el interior de una bañera llena hasta arriba de burbujas resplandecientes.

—«Yo le rascaba la espalda a ella —sigue leyendo la voz de la señorita Katherine—, y Hazie me la rascaba a mí.»

En la pantalla, la chica fea le lleva el desayuno con una bandeja a la guapa, que está esperando en la cama.

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