Authors: Jude Watson
—Más fuerte que tú —añadió Obi-Wan con fiereza y saltando tras él.
Qui-Gon le siguió, admirando la concentración de Obi-Wan. Ahora los dos peleaban como si fueran uno. Xánatos estaba más débil, y ellos aprovecharon para hacerle retroceder hacia el lago negro. Si conseguían ponerle de espaldas a él, podrían desarmarlo o vencerlo. Eso lo elegiría él.
Dos barredores aparecieron de repente tras el lago. Andra y Den les habían encontrado. Aterrizaron y corrieron a ayudarles con las pistolas láser en la mano.
—¡Pagarás por esto, Xánatos! —gritó Andra—. ¡Te llevaremos de vuelta a Thani para que seas juzgado!
Xánatos había llegado al borde del agua y no tenía posibilidad de escape. Estaba rodeado y no podía ir a ningún sitio. Su mirada pasó de Den a Andra, luego a Obi-Wan, y acabó en Qui-Gon. Las profundidades de su odio hicieron que su mirada fuera tan negra y atroz como la laguna humeante.
—Nunca te daré la satisfacción de matarme, Qui-Gon Jinn —dijo suavemente—. Y jamás me someteré a las leyes de nadie. Tu odio te ha guiado, aunque tú no lo admitas. Me destruiste porque no podías salvarme. Soy tu mayor fracaso. Aprende a vivir con ello. Y vive con esto.
—¡No! —gritó Qui-Gon saltando hacia delante.
Pero era demasiado tarde. Con una sonrisa cruel que estiró los labios sobre su dentadura como si fuera un animal, Xánatos dio dos rápidas zancadas hacia atrás y saltó a la hirviente laguna negra. Cuando el cuerpo se sumergió en el agua, Andra gritó.
—No sobrevivirá —susurró—. El ácido arrancará la carne de sus huesos.
Obi-Wan tembló. Había visto lo que hacía el agua. Xánatos era el mal encarnado, pero era un ser vivo y había sufrido un destino horrible. Qui-Gon parecía petrificado y miraba la laguna negra y fétida.
Poco a poco, algo se agitó en el agua, subiendo en espirales. Era una capa negra. Mientras la miraban, la tela se desintegró ante sus ojos.
Al fin, Xánatos había muerto.
Den estiró los brazos y sonrió.
—¿Quién iba a pensar que un ladrón y una dinko iban a ser los grandes héroes de Telos?
Andra le arrojó una almohada.
—Me alegro de que no se te haya subido a la cabeza tanta atención.
Obi-Wan y Qui-Gon sonrieron, acostumbrados ya a las riñas de Den y Andra. Sabían que entre ambos estaba surgiendo un fuerte afecto.
Su regreso a Telos había traído todo lo que Andra llevaba tanto tiempo deseando. UniFy había sido desenmascarada como tapadera de Offworld y sus traiciones habían salido a la luz. El Gobierno había pedido disculpas al pueblo y había convocado elecciones especiales. Los sobornos a varios líderes gubernamentales habían comenzado a investigarse, y el gobernador, que había hecho la vista gorda, había dimitido. El tesorero, Vox Chun, estaba en prisión.
Y la katharsis se había cancelado. Los ciudadanos de Telos seguían horrorizados ante la certeza de haber sido engañados utilizando su codicia. Hubo un delirio masivo. Enormes cantidades de ciudadanos se pusieron en contacto con Andra con la esperanza de unirse al partido POWER. Un nuevo patriotismo había nacido en Telos. Uno basado en el compromiso y la protección de la tierra que amaban y que habían estado a punto de perder para siempre.
—¿Crees que seré buen gobernador? —preguntó Den—. La gente me ama.
—Eso es porque no te conocen como yo —dijo Andra con una sonrisa—. No eres un político, Den.
—Oye, fuiste tú la que dijiste que era bueno mintiendo —protestó Den, fingiéndose ofendido.
—No habrá más mentiras en ningún Gobierno de Telos, jamás —dijo Andra muy seria.
—Apostaré por eso, pero no me gusta cómo están las probabilidades —añadió Den con cinismo.
Qui-Gon se levantó.
—Os deseo buena suerte a ambos. Y gracias por ayudar a librarnos de esos cargos.
—Sois libres de iros, pero ¿tenéis que hacerlo? —preguntó Andra—. Nos encantaría que os quedarais unos días más. Dejad que os muestre las bellezas de Telos. Nos llevará algún tiempo limpiar los Lagos Sagrados, pero hay otros lugares.
—Quizás en otra ocasión. Tenemos que regresar al Templo.
Obi-Wan se levantó y dio las gracias a Andra y a Den. Sentía tener que despedirse. Admiraba la capacidad de compromiso de Andra, y aunque al principio había sospechado de Den, también había llegado a apreciarle. Sabía que, cada uno a su manera, trabajarían para que Telos volviera a ser el pacífico y floreciente planeta que había sido en el pasado.
—Sé que dejamos Telos en buenas manos —les dijo Obi-Wan. Luego sonrió a Den—. Yo diría que las probabilidades están todas en tu favor.
Obi-Wan caminaba con Qui-Gon por el amplio bulevar hacia la nave de pasajeros que les llevaría de vuelta a Coruscant.
—¿Fue Xánatos tu mayor fracaso? —preguntó Obi-Wan cauteloso—. ¿Te atormentará su muerte tal como él quería?
—¿Te atormenta a ti la muerte de Bruck? —preguntó Qui-Gon suavemente.
—No —contestó Obi-Wan despacio—, pero la llevo aquí —dijo señalándose al corazón.
—Creo que a mí me pasará lo mismo —dijo Qui-Gon—. No me atormentará. No como a Xánatos le hubiera gustado. Xánatos escogió la muerte porque estaba en su naturaleza escoger el camino oscuro, pero a mí me llevará tiempo asumirlo. No puedo evitar sentir que si hubiera sido mejor Maestro, él no habría recurrido al Lado Oscuro. Yoda me diría que, como Maestro, no depende de mí que un padawan triunfe o fracase. Yo sólo puedo orientarle.
¿Y
yo
? Quiso preguntar Obi-Wan. ¿Cómo
me ves a mí, Qui-Gon? ¿Triunfaré o fracasaré?
Qui-Gon se mantuvo callado unos minutos. Parecía estar disfrutando de la belleza del día. Como si necesitara alejar su dolor.
—Tú estás comenzando, Obi-Wan —dijo al fin—. No te preocupes por el éxito o el fracaso. Si actúas sabiamente, esas palabras perderán su significado. Sólo quedará el bien que hagas.
—Es difícil no pensar en el fracaso, teniendo en cuenta que he sido puesto a prueba —dijo Obi-Wan.
—Eso no tiene nada que ver con el fracaso —dijo Qui-Gon suavemente—. No debes pensar así. El sendero Jedi es difícil de recorrer, y el Consejo lo sabe. Si alguien se pierde, sobre todo cuando es joven, lo entienden. Pero tienen que estar seguros de tu lealtad. Tendrás que reunirte con ellos y pasar algún tiempo en el Templo renovando tu dedicación. Creo que será bueno para los dos. Hay un momento para las misiones, y un momento para el estudio y la meditación.
—¿Tú también te quedarás en el Templo? —preguntó Obi-Wan.
Qui-Gon asintió.
—Yo también necesito tiempo para reflexionar. Y te ayudaré con el Consejo. Tienen que comprender por qué decidiste irte. Yo he llegado a entenderlo.
—¿De verdad?
—Me ha llevado tiempo, lo admito —dijo Qui-Gon—, pero así es —hubo un silencio—. Sé que estás a prueba y que no puedes ser mi aprendiz oficialmente, pero eres mi padawan, Obi-Wan. No necesito que el Consejo me lo diga.
Obi-Wan cogió aire.
—¿Entonces volverás a aceptarme?
—Nos aceptaremos mutuamente —dijo Qui-Gon.
Obi-Wan había deseado mucho aquel momento y había intentado controlar su impaciencia para que llegara. Y ahora que había llegado, se había quedado sin palabras. Estaba demasiado emocionado para decir algo.
—Yo rechacé nuestra conexión desde el principio —dijo Qui-Gon—, pero tú sabías algo que yo ignoraba. Hay cosas que están predestinadas. Ahora también yo lo sé. Tú serás un buen Caballero Jedi, y yo estaré orgulloso de continuar el viaje que comenzamos juntos.
Obi-Wan alzó la cabeza. Ahora él también apreció la belleza del día. El cielo estaba increíblemente claro. Por primera vez en lo que parecía mucho tiempo, el futuro también estaba claro.
—No digo que vaya a ser fácil —añadió Qui-Gon—. Tenemos temperamentos distintos y sin duda chocaremos. Y volverás a desafiarme.
—Intentaré no hacerlo —le dijo Obi-Wan con seriedad.
—No me has entendido, padawan —Qui-Gon le ofreció una de sus escasas sonrisas. Una sonrisa plena que encendió sus ojos azules e hizo que brillaran cálidamente—. Yo espero que lo hagas.
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POWER: Preserve Our Wild Endangered Resources.