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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu

Por qué fracasan los países (33 page)

Así como los grandes ingenieros de canales no tenían ninguna relación anterior con el transporte, tampoco la tenían los grandes ingenieros de caminos y ferrocarril. John McAdam, que inventó el asfalto alrededor de 1816, fue el segundo hijo de un aristócrata menor. El primer tren de vapor fue construido por Richard Trevithick en 1804. El padre de Trevithick estaba relacionado con las minas de Cornualles, y Richard entró en el mismo negocio a una edad temprana y quedó fascinado por las máquinas de vapor utilizadas para vaciar las minas. Más importantes fueron las innovaciones de George Stephenson, hijo de padres analfabetos e inventor del famoso tren
The Rocket
, que empezó a trabajar como maquinista en una mina de carbón.

También fueron hombres nuevos quienes impulsaron la fundamental industria textil de algodón. Algunos de los pioneros de esta nueva industria eran las personas que previamente habían participado de forma importante en la producción y el comercio de tejidos de lana. Por ejemplo, John Foster empleaba a setecientos tejedores manuales en la industria de la lana en el momento en el que pasó al algodón y abrió Black Dyke Mills en 1835. Sin embargo, hombres como Foster eran una minoría. Solamente alrededor de una quinta parte de los industriales principales en aquel momento habían participado con anterioridad en algo relacionado con la fabricación. No es de extrañar. La industria del algodón se desarrolló en ciudades nuevas del norte de Inglaterra. Las fábricas eran una forma completamente nueva de organizar la producción. La industria de la lana se había organizado de un modo muy distinto, llevando materiales a casa de las personas, que hilaban y tejían por su cuenta. Por lo tanto, la mayoría de los que estaban en la industria de la lana estaban mal equipados para cambiar al algodón, a diferencia de Foster. Se necesitaba a aquellos recién llegados para que desarrollaran y utilizaran nuevas tecnologías. La rápida expansión del algodón diezmó la industria de la lana. Era pura destrucción creativa.

La destrucción creativa redistribuye no solamente la renta y la riqueza, sino también el poder político, como William Lee averiguó cuando vio lo poco receptivas que eran las autoridades a su invento porque temían sus consecuencias políticas. A medida que la economía industrial se expandía en Mánchester y Birmingham, los nuevos propietarios de fábricas y grupos de clase media que aparecieron a su alrededor empezaron a quejarse porque no tenían derecho al voto y por las políticas gubernamentales que se oponían a sus intereses. Su primer objetivo fueron las leyes del maíz, que prohibían la importación de maíz (y de todo tipo de granos y cereales, pero sobre todo de trigo) si el precio bajaba demasiado, con lo que se garantizaba que los beneficios de los grandes terratenientes se mantuvieran altos. Esta política fue muy buena para los grandes terratenientes que producían trigo, pero mala para los fabricantes, porque tenían que pagar sueldos altos para compensar el precio elevado del pan.

Como los trabajadores estaban concentrados en fábricas y centros industriales nuevos, la organización y los disturbios se hicieron más fáciles. A partir de 1820, la exclusión política de los nuevos fabricantes y centros de fabricación era insostenible. El 16 de agosto de 1819, se planeó una reunión para protestar por el sistema político y las políticas del gobierno en St. Peter's Fields (Mánchester). El organizador fue Joseph Johnson, fabricante local de cepillos y uno de los fundadores del periódico radical
The Mánchester Observer.
Otros organizadores fueron John Knight, fabricante de algodón y reformista, y John Thacker Saxton, editor de
The Mánchester Observer.
Se reunieron sesenta mil manifestantes; muchos de ellos llevaban pancartas como «No a las leyes del maíz», «Sufragio universal» y «Voto mediante papeleta» (se referían a que el voto debía ser secreto, y no abierto, como se hacía en 1819). Las autoridades se pusieron muy nerviosas y reunieron una fuerza de seiscientos húsares de la caballería del decimoquinto regimiento. Cuando empezaron los discursos, un magistrado local decidió emitir una orden para detener a los oradores. Mientras la policía intentaba hacer cumplir la orden, topó con la oposición de la multitud y estalló una lucha. En ese momento, los húsares cargaron contra ella. En cuestión de unos pocos minutos caóticos, murieron once personas y probablemente unas seiscientas resultaron heridas.
The Mánchester Observer
lo llamó «la masacre de Peterloo».

Sin embargo, dados los cambios que ya se habían producido en las instituciones económicas y políticas, la represión a largo plazo no era una solución en Inglaterra. La masacre de Peterloo continuaría siendo un incidente aislado. Tras los disturbios, las instituciones políticas inglesas cedieron a la presión y a la amenaza desestabilizadora de un descontento social mucho más amplio, sobre todo después de la revolución de 1830 en Francia contra Carlos X, que había intentado restaurar el absolutismo destruido por la Revolución francesa de 1789. En 1832, el gobierno aprobó la Primera ley de Reforma, que daba derecho a voto en Birmingham, Leeds, Mánchester y Sheffield y ampliaba la base de votantes para que los fabricantes pudieran estar representados en el Parlamento. El cambio consiguiente en el poder político movió la política en la dirección favorecida por esos intereses representados nuevamente; en 1846, consiguieron que se rechazaran las odiadas leyes del maíz, demostrando de nuevo que la destrucción creativa significaba redistribución no sólo de renta, sino también de poder político. Y, naturalmente, los cambios en la distribución del poder político a tiempo conducirían a una redistribución adicional de la renta.

Fue la naturaleza inclusiva de las instituciones inglesas lo que permitió que se produjera ese proceso. Los que sufrían y temían la destrucción creativa ya no fueron capaces de detenerla.

 

 

¿Por qué en Inglaterra?

 

La revolución industrial empezó y tuvo su mayor avance en Inglaterra debido a sus instituciones económicas especialmente inclusivas. Éstas, a su vez, se apoyaban en la base fijada por las instituciones políticas inclusivas creadas por la Revolución gloriosa. Fue esta revolución la que reforzó y racionalizó los derechos de propiedad, mejoró los mercados financieros, socavó los monopolios aprobados por el Estado en comercio exterior y eliminó las barreras para la expansión de la industria. Fue la Revolución gloriosa la que hizo que el sistema político se abriera y respondiera a las aspiraciones y necesidades económicas de la sociedad. Estas instituciones económicas inclusivas dieron a hombres de talento y visión como James Watt la oportunidad y el incentivo para desarrollar sus habilidades e ideas e influir en el sistema de manera que beneficiara a él y a la nación. Naturalmente, estos hombres, una vez alcanzado el éxito, tenían los mismos deseos que cualquier otra persona. Querían bloquear la entrada de otros en sus negocios y evitar que compitieran contra ellos, y temían el proceso de destrucción creativa que podía dejarlos sin negocio, igual que otros habían ido a la bancarrota antes que ellos. Sin embargo, después de 1688, el bloqueo se hizo más difícil de lograr. En 1775, Richard Arkwright solicitó una patente general que esperaba que le diera un monopolio futuro en la industria del hilado de algodón que se expandía con tanta rapidez, pero no consiguió que los tribunales la impusieran.

¿Por qué este proceso único empezó en Inglaterra y por qué en el siglo
XVII
? ¿Por qué Inglaterra desarrolló instituciones políticas pluralistas y rompió con las instituciones extractivas? Como hemos visto, el desarrollo político que condujo a la Revolución gloriosa se debió a varios procesos interrelacionados. Fue decisivo el conflicto político entre el absolutismo y sus adversarios. El resultado de este conflicto no solamente puso fin a los intentos de crear un absolutismo renovado y más fuerte en Inglaterra, sino que también confirió poder a los que deseaban cambiar profundamente las instituciones de la sociedad. Los adversarios del absolutismo no se limitaron a intentar construir un tipo de absolutismo distinto. No era simplemente que la Casa de Lancaster derrotara a la Casa de York en la guerra de las Rosas, sino que la Revolución gloriosa implicó la aparición de un régimen nuevo basado en el pluralismo y el orden constitucional.

Este resultado fue consecuencia de la deriva de las instituciones inglesas y su forma de interactuar con coyunturas críticas. En el capítulo anterior, vimos que las instituciones feudales fueron creadas en Europa occidental tras la caída del Imperio romano de Occidente. El feudalismo se extendió por casi toda Europa, tanto occidental como oriental. Sin embargo, tal y como mostró el capítulo 4, Europa occidental y oriental empezaron a divergir radicalmente después de la peste negra. Las pequeñas diferencias en instituciones políticas y económicas significaron que, en Europa occidental, el equilibrio de poder condujera a la mejora institucional, mientras que en la oriental produjo deterioro institucional. Sin embargo, no era un camino que necesaria e inexorablemente condujera a instituciones inclusivas, sino que sería necesario que se produjeran muchos más cambios trascendentales. Así como la Carta Magna intentó establecer algunas bases institucionales básicas para el orden constitucional, muchas otras partes de Europa, incluso de la parte oriental, experimentaron luchas similares con documentos parecidos. No obstante, después de la peste negra, Europa occidental se había alejado significativamente de Europa oriental. Documentos como la Carta Magna empezaban a tener más efecto en la parte occidental. En la oriental, llegaron a ser prácticamente papel mojado. En Inglaterra, incluso antes de los conflictos del siglo
XVII
, se estableció la norma de que el rey no podía imponer nuevos impuestos sin la aprobación del Parlamento. Igual de importante fue la deriva de poder, lenta y progresiva, desde las élites hasta los ciudadanos en general, como ilustra la movilización política de las comunidades rurales, vista en Inglaterra en momentos como la revuelta campesina de 1381.

Esta deriva de las instituciones ahora interaccionaba con otra coyuntura crítica provocada por la expansión masiva del comercio en el Atlántico. Como vimos en el capítulo 4, este cambio influyó de una forma decisiva en la dinámica institucional futura que dependía de si la Corona podía o no monopolizar este comercio. En Inglaterra, el poder en cierto modo mayor del Parlamento significaba que los monarcas Tudor y Estuardo no podían hacerlo. Esto creó una nueva clase de comerciantes y hombres de negocios que se opusieron enérgicamente al plan para crear absolutismo en Inglaterra. Por ejemplo, en 1686, en Londres, había 702 comerciantes que exportaban al Caribe y 1.283 que importaban. Norteamérica tenía 691 comerciantes que exportaban y 626 que importaban. Contrataban a almaceneros, marineros, capitanes, estibadores, oficinistas, y todos ellos compartían sus intereses en general. Otros puertos vibrantes, como los de Bristol, Liverpool y Portsmouth, también estaban llenos de comerciantes de este tipo. Estos hombres nuevos deseaban y exigían instituciones económicas distintas y, a medida que sus negocios los hacían más ricos, se hacían más poderosos. Las mismas fuerzas operaban en Francia, España y Portugal. Sin embargo, en aquellos países, los reyes eran mucho más capaces de controlar el comercio y sus beneficios. El tipo de grupo nuevo que iba a transformar Inglaterra también apareció en aquellos países, pero era considerablemente menor y más débil.

Cuando el denominado «Parlamento largo» se reunió y estalló la guerra civil en 1642, aquellos comerciantes se pusieron sobre todo del lado de la causa parlamentaria. A partir de 1670, participaron activamente en la formación del partido
whig
, para oponerse al absolutismo de los Estuardo, y, en 1688, serían cruciales en la destitución de Jacobo II. Por lo tanto, las oportunidades de negocio creciente que presentaba América, la entrada masiva de comerciantes ingleses en este negocio y el desarrollo económico de las colonias y las fortunas que se amasaron durante el proceso inclinaron la balanza de poder en la lucha entre la monarquía y aquellos que se oponían al absolutismo.

Quizá lo más crítico fuera la aparición y potenciación de intereses diversos —desde la
gentry
, la clase de agricultores y comerciantes que había aparecido en el período Tudor, hasta distintos tipos de fabricantes y comerciantes atlánticos— lo que significó que la coalición contra el absolutismo Estuardo no solamente era fuerte, sino también amplia. Y se reforzó todavía más por la formación del partido
whig,
hacia 1670, que proporcionó una organización para fomentar sus intereses. Esta potenciación fue lo que fundamentó el pluralismo tras la Revolución gloriosa. Si todos lo que luchaban contra los Estuardo hubieran tenido los mismos intereses y el mismo origen, el derrocamiento de la monarquía Estuardo habría tenido más probabilidades de ser una repetición de la Casa de Lancaster contra la Casa de York, enfrentando a un grupo contra un conjunto reducido de intereses y, finalmente, recreando una forma igual o distinta de instituciones extractivas. Una coalición amplia significaba que habría mayores demandas para la creación de instituciones políticas pluralistas. Sin algún tipo de pluralismo, habría el peligro de que uno de los intereses diversos usurpara el poder a costa del resto. El hecho de que el Parlamento después de 1688 representara una coalición tan amplia fue un factor crucial para hacer que los parlamentarios escucharan las peticiones, incluso las que procedían de personas externas al Parlamento y las de quienes no tenían derecho a voto. Esto fue un factor determinante para impedir los intentos de un grupo de crear un monopolio a costa del resto, como intentaron hacer los intereses de la lana antes de la ley de Mánchester.

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