Más Allá de las Sombras (33 page)

No había nada que hacer. El marqués Kylar de Drake se sentó en la primera fila, con las miradas puestas en él en todo momento. Quizá el Ángel de la Noche podría dejarse caer invisible desde las vigas y hacerse con la corona mortífera, pero el marqués de Drake solo podía observar cómo se sucedían las consecuencias de sus decisiones. Aguardó de pie mientras anunciaban a Terah de Graesin y la futura reina caminaba con regia decisión hasta su puesto ante los congregados; el patr y el sacerdote elevaron oraciones y bendijeron la coronación. Al final, los eclesiásticos y el duque de Wesseros levantaron juntos la corona de su cojín púrpura.

Todavía no. Dios bendito, todavía no. Kylar ni siquiera había pensado en lo que pasaría a quienes coronaban a Terah si esta ya estaba sudando. Los tres hombres, símbolos de todos los dioses y de la propia tierra, situaron la corona en la frente de la reina Graesin.

No pasó nada. Terah aceptó un cetro del duque de Wesseros y una espada del general supremo Graesin, sostuvo ambos objetos durante un largo momento y después los devolvió. Los hombres hicieron una profunda reverencia y acto seguido la reina les indicó que se enderezaran mientras ella tomaba asiento. Los dos nobles se retiraron y el corazón de Kylar empezó a bajársele de la garganta. Sonaron unas trompetas que lo hicieron saltar del susto. Todo el mundo se puso en pie y una ovación atronadora resonó en el gran salón.

La reina sonrió mientras todos vitoreaban. Se levantó y trazó unos gestos de anfitriona espléndida con las manos. Se abrieron de par en par las puertas de cada lado y entró un torrente de criados cargados de mesas y comida. Los músicos y los juglares se entremezclaron con el público mientras los sirvientes reordenaban la sala para un banquete. Kylar apenas lo vio. Tenía la mirada fija en Terah de Graesin.

Logan le dio una palmada en el hombro.

—Bueno, pues ya está, ¿no? —Kylar no se volvió—. Venga, marqués de Drake, esta noche os sentáis en la mesa principal.

Capítulo 45

Kylar permitió que Logan lo colocase en un asiento entre una parlanchina prima tercera cuarentona de los Gunder, que albergaba la esperanza de hacer valer sus derechos sucesorios sobre el ducado de su familia, y Mama K, que estaba sentada a la derecha de Logan y sonrió ante el asombro manifiesto de Kylar.

—No me digas que a ti también te ha conseguido un título —dijo este.

—Olvidas, Kylar, que he estado en más actos de la corte que tú, aunque reconozco que no han sido muchos en la última década. Para furia eterna de todas las mujeres casaderas de la sala, el duque de Gyre ha decidido que le acompañe yo esta velada.

—¿De verdad? —preguntó Kylar, incrédulo.

Con retraso, recordó que Gwinvere Kirena había sido una cortesana que había marcado una época, aunque se había retirado para cuando Kylar la conoció. Sin duda había acompañado a muchos de los señores en esa misma sala y en actos parecidos. Sabía que a principios de su carrera se había divulgado la cómoda ficción de que Gwinvere era una condesa alitaerana de visita, pero al cabo de un tiempo, hasta eso había resultado innecesario. Una mujer tan bella y encantadora, tan grácil como bailarina, tan dotada como cantante, tan buena conversadora y tan discreta como Gwinvere Kirena era la excepción a muchas reglas.

Mama K alzó una ceja.

—Uy, lo siento, no quería...

Logan acudió a su rescate.

—Se lo pedí antes de que se me adelantara nadie. Me parece que hay muy pocas mujeres hermosas en este reino lo bastante inteligentes para formar oraciones completas.

—Jí —dijo Mama K, con perfecto acentazo de la costa ceurí—. ¿Ande está la ejcupidera?

Kylar se rió sin contenerse. La verdad era, más probablemente, que ir de luto y presentarse con una mujer mayor eran los mejores modos que Logan tenía de rechazar unas proposiciones que no deseaba. Si hubiera aparecido con una mujer joven de acompañante, o ninguna, los casamenteros se le hubiesen echado encima, con luto o sin luto. Kylar todavía se estaba riendo cuando vio a Terah de Graesin, unos sitios más allá de Logan, y su carcajada murió.

—¿Kylar? —preguntó Mama K—. ¿Pasa algo?

Kylar salió de su trance.

—Sigo esperando que le explote la cabeza.

A su derecha, la oportunista parlanchina se escandalizó. Kylar no le hizo caso. No podía apartar la vista de la reina. Esta bebió, se inclinó hacia Lantano Garuwashi, a su derecha, para compartir unas observaciones privadas, bromeó con un noble de las mesas de abajo que había derramado vino sobre su mujer y parloteó con su hermano, sentado a su izquierda. Su muerte seguía aguardando.

Kylar había calculado que explotaría al poco de tener la corona en la cabeza, mientras todavía estaba de pie entre los nobles. Ahora, si había puesto demasiado filodunamo bajo la corona, también podría matar a otros. Luc de Graesin, aunque relativamente inocente, no sería una gran pérdida, pero ¿Lantano Garuwashi? Matar a aquel ceurí legendario resultaría desastroso.

—Lo que no entiendo —estaba diciendo Logan a Mama K— es por qué tú, de entre todo el mundo, estás defendiendo las propuestas de Jarl.

El nombre hizo que Kylar prestara atención.

—Si te dijera que es porque Jarl me dio esperanza, ¿me creerías? —preguntó Mama K.

Una expresión angustiada asomó a las facciones de Logan, y Kylar vio que el antiguo e inocente Logan batallaba por unos instantes con el que había pasado meses en el Agujero.

—Creería que es parte del motivo —dijo.

Mama K sonrió.

—La verdad es que los planes de Jarl no son buenos solo para los conejos; son buenos para todo el mundo. ¿Sabes cuánto gasta el conejo medio cuando visita una casa de putas? —Se rió al ver la expresión de Logan—. Era una pregunta retórica, excelencia. Tres monedas de plata. Una en bebida, dos por la chica. Saco una plata de beneficio. El mercader medio compra vino, una comida, a veces tabaco, a veces hierba jarana, y luego una chica. Me quedo más de una corona de beneficios. ¿Y cuando vienen los nobles? Postres, bailarinas, bardos, malabaristas, aperitivos, vinos buenos, más otros servicios que probablemente preferirás que no mencione. Me embolso siete coronas en beneficios. Así, si fueras una reina mercante sin escrúpulos, ¿a quién preferirías?

Logan tenía las mejillas rosas, pero asintió.

—Comprendido. —Kylar apenas daba crédito a lo que veía. ¿Logan, hablando como si tal cosa de la economía de la prostitución?

—El problema de la percepción que se tiene de los conejos es que la gente los considera marranos, incultos y peligrosos. Yo los veo como potenciales clientes.

—Pero no andas necesitada de dinero. Tienes ¿qué, la mitad de las casas de, hum, placer de esta ciudad? —dijo Logan. Mama K le dedicó una sonrisilla felina y, al ver esa expresión, Kylar comprendió que no poseía la mitad de los burdeles de la ciudad. Los poseía todos—. Y he oído que no pagas impuestos, nunca. Aunque pudiéramos averiguar con certeza qué inspectores de esta ciudad aceptan sobornos y cuáles no... —Mientras Logan lo decía, Kylar cayó en la cuenta de que estaba hablando con la única mujer de la ciudad que podría decírselo—, si los despidiéramos, de repente te encontrarías con una avalancha de gastos que nunca habrías tenido. No me imagino cómo podrías salir adelante. Si fueras la mercader más astuta de la ciudad, ¿preferirías pagar impuestos o no pagarlos?

—En los últimos veinte años varios nobles han requisado burdeles enteros no menos de quince veces. Se han incautado de diez bancos en los que tenía intereses. He perdido a sesenta porteros a manos de nobles indignados porque los habían echado. En un año especialmente malo, cierto grande del reino le cogió el gusto a matar putas, y perdí cuarenta y tres chicas. Cuando alguien por fin lo mató, su padre se vengó quemando seis de mis burdeles, uno de ellos con todos mis empleados encerrados dentro. —La frialdad del tono de voz de Mama K daba miedo—. Por tanto, si bien podemos debatir cuántos meses sin impuestos compensan un burdel requisado, los libros de contabilidad no pueden explicar lo que es descubrir que tu joven protegida ha sido secuestrada. No pueden decirte lo que es vivir preguntándote cuánto tiempo pasará antes de que el sádico se canse de ella y si entonces la matará o la dejará en libertad. Excelencia, he aprendido a usar la corrupción de esta ciudad, pero no lloraré si la veo destruida.

Mama K tenía la cara vuelta hacia Logan, de modo que Kylar no podía interpretarla, pero su voz sonaba sincera, y él oía en las historias un trasfondo que Logan no podía conocer. Mama K había sido shinga durante todas aquellas atrocidades. Con todos los recursos del Sa’kagé, podría haberse tomado la justicia por su mano en todos los casos a través de hombres como Durzo Blint. Sin embargo, cada vez que alguien mataba o maltrataba a una prostituta, ella tenía que decidir si la justicia merecía la posible revancha. Después de que aquel noble quemara sus burdeles, Mama K podría haber enviado a por él un ejecutor, pero se habría arriesgado a dividir la ciudad en una guerra civil. No era de extrañar que se hubiese convertido en una mujer tan dura.

—No tenía ni idea de que hubieran sucedido tales desgracias —dijo Logan.

Detrás de él, la reina Graesin se llevó una mano a la corona y la ajustó sobre su frente. Un relámpago recorrió a Kylar de arriba abajo, pero no pasó nada. Obligó a sus músculos a relajarse y apuñaló el filete que seguía intacto en su plato.

—La cuestión es si es posible —estaba diciendo Logan—. Quiero decir que construir un par de puentes sobre el Plith no va a cambiar las cosas. Nos enfrentaríamos a unos intereses creados.

—Acabamos con la esclavitud, y lo hicimos sin una guerra. La ocasión es propicia. La gente ha visto tanto tumulto en el último año que un trastorno más, si les da esperanzas, podría cambiarlo todo. La Nocta Hemata enseñó a la ciudad que los conejos pueden ser valientes. La arboleda de Pavvil demostró que están dispuestos a sangrar por este país. Podemos hacer cosas nuevas.

Sí, en cuanto explote la cabeza de la reina.

Algo había llamado la atención de Kylar en el modo en que había dicho
acabamos con la esclavitud
. Ese
acabamos
no se refería a
nosotros
como Cenaria. Si había alcanzado el puesto de shinga más o menos cuando el conde Drake dejó el Sa’kagé, eso significaba que o bien había formado parte del movimiento de abolición o bien había decidido no oponerse a él a pesar de los enormes beneficios que la trata de personas aportaba a la organización. Ella debía formar parte del motivo de que los enemigos del conde Drake no lo hubiesen matado. A Kylar no dejaba de maravillarle aquella mujer que le había enseñado a leer, que lo había defendido ante Durzo, que había ayudado a abolir la esclavitud y había proporcionado a los ratas de hermandad un lugar seguro para dormir en invierno. Al mismo tiempo, había ordenado docenas o incluso centenares de muertes. Había sobornado a magistrados, fundado garitos de juego, prostitución y hierba jarana, extorsionado a tenderos honestos, sacado a sinvergüenzas del calabozo, aplastado a sus competidores por todos los medios imaginables y además enriqueciéndose en todo momento. Era una mujer en verdad temible. Kylar se alegraba de haberle caído siempre bien.

Sin embargo, ninguna de sus ideas llegaría a nada mientras reinara Terah de Graesin. El día anterior había sellado las Madrigueras; ¿al siguiente iba a construir nuevos puentes?

Logan y Mama K continuaron con su conversación, pero Kylar dejó de seguirla palabra por palabra y se limitó a observar. Logan hacía preguntas penetrantes sobre los oficios y la economía de la ciudad: quién comerciaba con qué, dónde compraban los comerciantes tales artículos, qué aranceles se gravaban a los distintos países y cómo sorteaban los mercaderes los impuestos más sangrantes. Eso llevó a la historia y, sin solución de continuidad, a lo que pensaban del estado actual del país, desde quién se había visto más afectado por las guerras hasta quién había colaborado con Khalidor y en qué medida se les haría pagar por esa colaboración, pasando por qué tierras ya no tenían señor y quién las estaba reclamando. Al observarlos, Kylar cayó en la cuenta de que algo así debía de ser para un soldado novato verlo luchar a él. Logan y Mama K entretejían en su discurso nombres, historias, relaciones lícitas e ilícitas entre nobles, tratos comerciales y rumores como maestros del telar. Aunque saltaba a la vista que Logan tenía menos experiencia y acceso solo a la mitad lícita de la información de la ciudad, seguía sorprendiendo a Mama K de vez en cuando con sus análisis. Además, aunque estaban claramente absortos en su conversación, Logan encontró tiempo para intercambiar cumplidos a su izquierda con Lantano Garuwashi, que en cualquier caso parecía volcado en la reina, establecer contacto ocular con los nobles de las mesas de abajo que buscaban su mirada, dar las gracias a los sirvientes y hasta aplaudir al radiante bardo nuevo de la corte, que tenía un talento impresionante aunque pareciera una rana.

Más allá de Logan, Terah de Graesin estaba concentrada en su triunfo, en disfrutarlo, aceptando felicitaciones, bebiendo —maldición, el veneno habría funcionado— y coqueteando sin tapujos con Lantano Garuwashi y con su hermano. Allí Kylar veía el microcosmos de dos reinos. Logan empeñado en mejorar el país, Terah centrada en sí misma.

A medida que avanzaba la velada, comprendió que alguien había limpiado la corona antes de que la reina se la pusiera. Volvía a cargarle a la espalda una decisión que ya creía haber tomado.

Se alegraba de estar con sus amigos. Allí, en la mesa presidencial, Kylar de repente era legítimo, y ya no estaba solo. Podía quedarse allí con las personas que admiraba y amaba. Mama K, el conde Drake y Logan le harían compañía durante el resto de su vida. Podría encontrar a Elene, traerla de vuelta y regalarle esa vida. Una vida más allá de las sombras. Quizá no tenía que ser el lobo y pasar frío.

¡Dioses! ¡Era inmortal! ¿Tan malo sería concederse algo de felicidad durante el tiempo de una vida? Drake y Mama K habían puesto fin a la esclavitud mientras reinaba un monarca corrupto. Sin duda entre Logan, el conde Drake, Kylar y Mama K podrían mitigar el daño que causara una reina necia.

Desde el centro de la mesa, la reina Graesin pilló a Kylar mirándola. Le guiñó un ojo.

Cuando terminó el banquete, la reina se levantó y se dirigió a una de las salas contiguas del brazo de Lantano Garuwashi. El ceurí destilaba elegancia y peligro con sus pantalones amplios y sueltos que ondeaban como una falda y una camisa de seda con insignias almidonadas sobre los anchos hombros que dejaba a la vista sus musculosos brazos. Los demás ocupantes de la mesa principal se levantaron a continuación, y Kylar se dispuso a seguirla. Logan le puso una mano en el brazo y se quitó de un dedo un grueso anillo con unos caballos grabados.

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