Finalmente llegaron a una oscuridad extraña, delgada, y Leonie, cercana ahora en estos espacios de ninguna parte, dijo sin palabras:
Éste es el nivel en el que podemos liberarnos del tiempo lineal, 'Trata de pensar que te desplazas por un río en contra de la comente. Será más fácil si encontramos un lugar fijo y nos movemos desde allí hacia atrás. Ayúdame a encontrar Arilinn.
Damon pensó:
¿También aquí está Arilinn?
, y supo que su pregunta era absurda. Cada uno de los lugares que tenían existencia física debían existir en rodos los niveles del Universo. Intangiblemente, una mano asió la de él, y Damon sintió que su propia mano se materializaba en el lugar en el que debería haber estado si, en este lugar, tuviera manos. Concentró su mente en Arilinn, vio una vaga sombra y se encontró allí, dentro de la habitación de Leonie.
Una vez, durante su último año allí, Leonie se había desmayado dentro de los transmisores. Damon la había llevado a su habitación y la había acostado en su cama. En ese momento, no había registrado conscientemente ni un solo detalle de ese cuarto, y sin embargo ahora lo vio, vagamente perfilado en su memoria...
¡No, Damon! ¡Por piedad de Avarra, no!
El no tenía intención de evocar aquel día olvidado, ni tampoco ningún deseo de recordar... ¡No, por los infiernos de Zandru! El recuerdo había sido de Leonie, y él lo sabía, pero aceptó la culpa y buscó un recuerdo más neutro. En la cámara de matrices de Arilinn contempló a Calista, a los trece años, todavía con el pelo suelto. Guió sus dedos suavemente, tocando los nódulos donde los nervios se traslucían a través de la piel. Podía ver las mariposas bordadas de los puños del vestido de la joven; entonces, no las había advertido. Vagamente, pero con una realidad que le preocupó — ¿serían ideas revividas del pasado o se trataban de recuerdos de la Calista actual?— vio que ella era dócil pero estaba asustada de este hombre que había sido el amigo juramentado de su hermano muerto, aunque ahora se le veía impasible, viejo, ajeno, distante. Un extraño, no el conocido pariente.
¿Fui tan rudo con ella, tan distante? ¿Tenías miedo de mí, Cal? Por los infiernos de Zandru, ¿por qué somos tan duros con esos niños?
Las manos de Leonie le rozaron a través de las de Calista. ¡Qué austera había sido, incluso entonces, qué severa y arrugada se había vuelto su cara en unos pocos años! Pero el tiempo fluyó hacia atrás y Calista desapareció, sin haber estado nunca allí. Damon estaba por primera vez ante Leonie, un joven monitor psi que veía por primera vez el rostro de la Celadora de Arilinn.
¡Evanda! ¡Qué bella había sido! Todas las mujeres Hastur eran bellas, pero ella poseía la legendaria belleza de Cassilda.
Sintió una vez más la agonía del primer amor, la desesperación de saber que no tenía esperanzas, pero el tiempo seguía fluyendo hacia atrás con piadosa rapidez. Damon perdió conciencia de su cuerpo, que nunca había existido; él mismo era tan sólo un vago sueño en una oscura penumbra, y veía rostros de Celadoras que nunca había conocido. (Seguramente esa mujer rubia era una Ridenow de su propio clan.) Vio un monumento construido en el patio para honrar la memoria de Marelie Hastur, y supo, con un espasmo de terror, que estaba viendo algo que se había producido tres siglos antes de su propio nacimiento. Siguió adelante, desplazándose en contra de la corriente, sintió que Leonie se separaba de él, trató de abrirse camino tras ella...
No puedo ir más allá, Damon. Que los Dioses te protejan, pariente.
Con pánico, él intentó aferraría, pero ella había desaparecido, no nacería hasta cientos de años después. Estaba solo, atontado, cansado, en una vasta oscuridad brumosa, y sólo la sombra de Arilinn se alzaba detrás de él.
¿A dónde puedo ir? Podría vagar eternamente por las Épocas de Caos y no enterarme de nada.
Neskaya. Sabía que Neskaya era el centro del secreto. Hizo que Arilinn se disolviera, sintió que su pensamiento y él mismo se desplazaban hasta la Torre de Neskaya, que se perfilaba contra las Kilghard Hills. Era como vadear un frío río de montaña en contra de la corriente que le empujaba hacia abajo, hacia su propio tiempo. En esa lucha, casi había perdido conciencia de su objetivo. Ahora, desesperadamente, volvió a formularlo: encontrar una Celadora de Neskaya antes de que esa Torre fuera destruida en las Épocas del Caos, para ser reconstruida más tarde. Luchó por avanzar hacia atrás, hacia atrás, y vio la Torre de Neskaya en ruinas, destruida durante la última de las grandes guerras de esa época, quemada hasta los cimientos, y la Celadora y todo el círculo asesinados.
Allí estaba otra vez, y ya no era la sólida estructura de guijarros que había visto detrás de las murallas de la ciudad de Neskaya, sino una Torre alta, luminosa, de pálida piedra azul. ¡Neskaya! Neskaya en sus épocas de gloria, antes de que el Comyn se convirtiera en el pobre remedo que era hoy. Sintió súbitamente que se estremecía al saber que veía algo que ningún hombre ni mujer viviente de su época había visto jamás: la Torre de Neskaya en la época dorada del Comyn.
En el patio empezó a titilar una luz, y en ese resplandor, Damon vio a un joven y recordó, asombrado y agradecido, que ya había visto esto antes. Prefirió interpretarlo como un signo. El joven estaba vestido de verde y oro, y tenía en un dedo un enorme anillo centelleante. ¿Anillo o matriz? ¿Quizá ese rostro delicado, las ropas verde y oro de corte antiguo, señalaban que el joven era un Ridenow? Sí, Damon lo había visto antes, aunque brevemente. Sintió que su cuerpo se materializaba, con una curiosa sensación de alivio emocional. Sabía que el cuerpo que tenía en este complejo nivel astral era solamente una imagen, la sombra de una sombra. Por un momento, fue consciente de su propio cuerpo, frío, comatoso, acalambrado, un atormentado trozo de carne que se hallaba, inconcebiblemente,
en otra parte
. El cuerpo que tenía aquí, en el nivel más alto, era impoluto, calmo, cómodo. Después de esas agotadoras eternidades de informidad, hasta la sombra de una forma era un alivio de la tensión, casi una explosión de placer. Un peso sólido, la sangre que podía sentir pulsando en sus venas, ojos que podían ver... El joven se hizo borroso, y luego más firme. Sí, era un Ridenow, muy parecido a Kieran, el hermano de Damon, el único a quien Damon amaba en vez de tolerarlo por respeto a su misma sangre.
Damon sintió un arrebato de amor por ese desconocido que debía ser uno de sus más remotos ancestros. Llevaba una larga túnica dorada, con cinturón verde, y observaba a Damon con una mirada tranquila y amable.
—Por tu rostro y por tus ropas —le dijo— seguramente debes ser alguien de mi clan. ¿Estás vagando en sueños, pariente, o estás buscándome desde alguna otra Torre?
—Soy Damon Ridenow. —Empezó a decir que no trabajaba ya en ninguna Torre, pero se le ocurrió que en este nivel el tiempo no tenía sentido. Si todo el tiempo coexistía, y así debía ser, entonces el tiempo en el que había sido técnico psi era tan real y presente como el tiempo en el que estuvo en Armida, investigando—. Damon Ridenow, Tercero de la Torre de Arilinn, con grado de técnico, bajo la custodia de Leonie de Arilinn, Lady Hastur.
—Sin duda sueñas —dijo el joven amablemente—, o estás loco o te has perdido en el tiempo, pariente. Conozco a todas las Celadoras desde Nevarsin a Hali, y no hay entre ellas ninguna Leonie, ni tampoco ninguna mujer Hastur. —Sonrió con amabilidad—. ¿Te envío a tu lugar, primo, y a tu propia época? Estos niveles son peligrosos, y ningún técnico puede recorrerlos con seguridad. Debes regresar cuando hayas adquirido fuerza de Celador, primo, y el hecho de que hayas llegado hasta aquí me demuestra que ya tienes esa fuerza. Pero puedo enviarte hasta un nivel que sea seguro para ti, y desearte tanta cautela como valentía posees.
—No estoy loco ni soñando —dijo Damon—, ni tampoco extraviado en el tiempo, aunque verdaderamente estoy muy lejos de mi propia época. MÍ Celadora me envió aquí, y tal vez tú seas el que busco. ¿Quién eres?
—Soy Varzil —dijo el joven—, Varzil de Neskaya, Celador de la Torre.
Celador.
A Damon le habían contado que en otras épocas los hombres eran Celadores. El joven había usado la palabra de una forma que él nunca había oído, sin embargo:
tenerézu
. Cuando Leonie le había contado lo de los Celadores varones, había usado la forma común de la palabra, que era invariablemente femenina. Pronunciada por Varzil, la palabra fue como un golpe.
¡Varzil!
El legendario Varzil, llamado el Bueno, que había redimido Hali después de que el Cataclismo destruyera el lago que había allí.
—En mi época tú eres una leyenda, Varzil de Neskaya, más recordado como Señor de Hali.
Varzil sonrió. Tenía un rostro tranquilo, inteligente, pero vivo por la curiosidad, sin esa cualidad remota, aislada, que tenían todas las Celadoras que Damon había conocido.
—¿Una leyenda, primo? Bien, supongo que las leyendas existen tanto en tu época como en la mía, y tal vez sea mejor que yo no sepa nada del futuro, para no volverme temeroso ni arrogante. No me digas nada, Damon. Sin embargo, algo me has dicho ya. Porque si una mujer es Celadora en tu época, eso significa que mi trabajo tuvo éxito y que los que creían que una mujer no tenía fuerza suficiente para ser Celadora han sido acallados. De modo que sé que mi trabajo no es inútil y que tendrá éxito, Y como me has hecho ese regalo, Damon, un presente de confianza, ¿qué puedo darte a cambio? Pues no emprenderías un viaje tan largo si no estuvieras en terrible necesidad.
—La necesidad no es mía sino de mi parienta —dijo Damon—. Fue entrenada para ser Celadora de Arilinn, pero ha sido liberada de sus votos, para casarse.
—¿Necesita ser liberada para eso? —Preguntó Varzil—. Pero ¿qué es lo que necesitas, pariente? Ni siquiera en mi época los Celadores son mutilados quirúrgicamente., ¿o crees que soy un eunuco? —Se rió con tanta alegría que por algún motivo le hizo recordar a Ellemir.
—No, pero está a mitad de camino entre una Celadora y una mujer normal —dijo Damon—. Sus canales fueron fijados para el esquema de Celadora cuando era demasiado joven, antes de madurar, y no puede readaptar los canales para hacerlos selectivos para el uso normal.
Varzil pareció pensativo.
—Sí, eso puede ocurrir —dijo—. Dime, ¿qué edad tenía cuando fue entrenada?
—Entre trece y catorce años, creo.
Varzil asintió.
—Eso me pareció. La mente se inscribe intensamente en el cuerpo, y los canales ya no pueden readaptarse si tienen en la mente la marca de muchos años como Celadora. Debes hacer regresar su mente a los días en que su cuerpo era libre, antes de que los canales fueran alterados y fijados, antes de que muchos años de Celadora hubieran congelado esa marca en los canales nerviosos. Una vez que su mente esté libre, el cuerpo se liberará solo. Cuando la conduzcas hasta el próximo sacramento... pero, espera, ¿estás seguro de que los canales no han sido alterados quirúrgicamente, ni los nervios cortados?
—No, aparentemente todo fue hecho durante el entrenamiento, con una matriz.
Varzil se encogió de hombros.
—Innecesario, aunque no serio —dijo—. Siempre hay algunas mujeres que fijan sus canales de ese modo, pero en el festival de Fin de Año llega la liberación. Algunos de nuestros primeros Celadores eran
chieri
, ni hombre ni mujer sino
emmasca
, y también ellos se encontraban a veces con los canales congelados en un esquema. Por supuesto, por eso instituimos el antiguo rito sacramental de Fin de Año. ¡Cómo debes amarla, primo, para venir tan lejos! Ojalá te dé niños que sean un crédito para tu clan tanto como para su valiente padre.
—No es mi esposa —dijo Damon—, sino que está casada con mi hermano de juramento... —Tan pronto como lo dijo, se sintió confundido, pues las palabras no parecieron tener sentido para Varzil, quien sacudió la cabeza como pasándolas por alto.
—Tú eres su Celador; a ti te corresponde la responsabilidad.
—No, es ella la Celadora —protestó Damon, sintiendo una repentina irritabilidad de temor, y Varzil le miró de manera incisiva. El supramundo se estremeció, tembló, y por un momento Damon perdió de vista a Varzil, e incluso el centelleo de su anillo se convirtió en un remoto y leve punto azul.
¿Era una matriz?
Sentía que se ahogaba, que se asfixiaba en la oscuridad. Escuchó que Varzil le llamaba por su nombre desde muy lejos, después con alivio sintió que la mano de Varzil se cerraba levemente sobre la imagen de su propia mano. Su cuerpo volvió a entrar en foco, pero se sentía débil y enfermo. Sólo veía vagamente a Varzil. y más allá de él un círculo de rostros, un centelleante anillo de piedras, rostros del Comyn que debían ser sus olvidados ancestros. Varzil pareció profundamente preocupado.
—No puedes quedarte más aquí, primo, este nivel es mortal para los que no tienen entrenamiento. Vuelve, si debes hacerlo, cuando hayas ganado toda su fuerza de
tenerézu
. No temas por tu familiar, Damon. A ti te corresponde, como su Celador, conducirla al antiguo sacramento de Fin de Año, como si fuera medio
chieri
y
emmasca
. Me temo que deberás esperar hasta el festival, si ella debe trabajar como Celadora en el intervalo, pero después todo irá bien. Y ni en trescientos ni en mil años los hijos de las Torres podrán olvidar el festival.
Damon se tambaleó, mareado, y Varzil volvió a sostenerle, diciéndole con cálida preocupación:
—Mira mi anillo. Te enviaré a algún nivel que sea seguro para ti. No temas, este anillo no tiene ninguno de los peligros de una matriz común. Adiós, pariente, lleva mi amor y mis saludos a la que amas.
Sintiendo que su conciencia se atenuaba, Damon dijo, vacilando:
—No... no entiendo. —Ya nada era claro salvo el anillo de Varzil, que centelleaba y chasqueaba, disipando la oscuridad.
Vi esto antes, como un faro.
El habla había desaparecido. Ya no podía formular palabras. Pero Varzil estaba muy cerca de él, en la oscuridad.
Sí. Ahora me marcharé y dejaré un faro que te guíe hasta aquí... este anillo.
Damon pensó, de manera confusa:
Ya lo vi antes.
No luches por lograr definiciones del tiempo, primo. Cuando seas Celador comprenderás.
En mi época los hombres no son Celadores.
Sin embargo, tú eres Celador, pues sino nunca hubieras podido llegar hasta aquí con vida. Ahora y a no puedo demorar tu regreso por más tiempo, primo, hermano...