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Authors: Joseph Campbell

Tags: #Ensayo, Referencia

El poder del mito (12 page)

BOOK: El poder del mito
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C
AMPBELL
: La que cuenta que procedemos de un campo único de ser, como manifestaciones en el campo del tiempo. El campo del tiempo es una especie de juego de sombras sobre un fondo intemporal. Y jugamos el juego en el campo de sombras, ponemos en acción nuestro lado de la polaridad con todo nuestro poder. Pero sabemos que nuestro enemigo, por ejemplo, no es más que el otro lado de lo que veríamos como nosotros mismos si pudiéramos ver desde la posición central.

M
OYERS
: Entonces, ¿la gran historia única es nuestra búsqueda de nuestro papel en el drama?

C
AMPBELL
: De ponernos de acuerdo con la gran sinfonía que es este mundo, de poner la armonía de nuestro propio cuerpo de acuerdo con esa armonía.

M
OYERS
: Cuando leo estas historias, cualquiera que sea su cultura o su origen, me maravilla el espectáculo de la imaginación humana esforzándose por tratar de entender esta existencia, por ocupar su breve periplo con estas posibilidades trascendentales. ¿Te ha sucedido a ti?

C
AMPBELL
: Pienso que la mitología es la patria de las musas, las inspiradoras del arte y de la poesía. Ver la vida como un poema y a ti participando en un poema, eso es lo que el mito hace por ti.

M
OYERS
: ¿Un poema?

C
AMPBELL
: Me refiero a un vocabulario en la forma, no de palabras sino de actos y aventuras, que se refiere a algo que trasciende la acción presente, de modo que siempre te sientes de acuerdo con el ser universal.

M
OYERS
: Cuando leo estos mitos, siento un temor reverencial por el misterio de todo. Podemos suponer, pero no podemos penetrar en él.

C
AMPBELL
: Exacto. El que piensa que ha encontrado la verdad definitiva se equivoca. Hay un verso en sánscrito, muy citado, que aparece también en el
Tao-te King
: «El que piensa que sabe, no sabe. El que sabe que no sabe, sabe. Pues en este contexto, saber es no saber. Y no saber es saber».

M
OYERS
: Lejos de minar mi fe, tu trabajo en mitología ha liberado mi fe de las prisiones culturales a las que había sido sentenciada.

C
AMPBELL
: Me liberó a mí, y sé que hará lo mismo con cualquiera que oiga el mensaje.

M
OYERS
: ¿Hay mitos que sean más o menos verdaderos que otros?

C
AMPBELL
: Son verdaderos en sentidos diferentes. Cada mitología tiene que ver con la sabiduría de la vida por cuanto está relacionada con una cultura específica en un momento dado. Integra el individuo a su sociedad y la sociedad al campo de la naturaleza. Une el campo de la naturaleza con mi naturaleza. Es una fuerza armonizadora. Nuestra propia mitología, por ejemplo, está basada en la idea de la dualidad: bueno y malo, cielo e infierno. Por eso nuestras religiones tienden a tener un acento ético. Pecado y redención. Bien y mal.

M
OYERS
: La tensión de los opuestos: amor-odio, muerte-vida.

C
AMPBELL
: Ramakrishna dijo una vez que si no piensas más que en tus pecados, eres un pecador. Y cuando leí eso, pensé en mi infancia, cuando confesaba los sábados, meditando en todos los pequeños pecados que había cometido durante la semana. Ahora pienso que uno debería ir y decir: «Bendígame, padre, porque me he portado muy bien, éstas son todas las cosas buenas que he hecho durante la semana». Identificar nuestra noción de nosotros mismos con lo positivo, no con lo negativo.

Ya ves, la religión es en realidad una especie de segundo vientre materno. Está pensada para llevar a su madurez a esta cosa tan complicada que es un ser humano, es decir, para darle su propia motivación, su propio impulso. Pero la idea de pecado te coloca en una condición servil durante toda la vida.

M
OYERS
: Pero ésa no es la idea cristiana de la creación y la Caída.

C
AMPBELL
: Una vez escuché una conferencia de un maravilloso y ya viejo filósofo zen, el doctor D. T. Suzuki. Se hallaba de pie, frotándose los costados con las manos, y decía: «Dios contra el hombre. El hombre contra Dios. El hombre contra la naturaleza. La naturaleza contra el hombre. La naturaleza contra Dios. Dios contra la naturaleza… Una religión muy rara».

M
OYERS
: Bueno, yo muchas veces me he preguntado qué pensaría un miembro de una tribu de cazadores de las praderas norteamericanas mirando la creación de Miguel Ángel.

C
AMPBELL
: Ciertamente no es el dios de otras tradiciones. En las otras mitologías, uno se pone a sí mismo de acuerdo con el mundo, con la mezcla de bueno y malo. Pero en el sistema religioso del Cercano Oriente te identificas con lo bueno y luchas contra lo malo. Las tradiciones bíblicas del judaismo, el cristianismo y el islamismo hablan todas con desprecio de las llamadas religiones naturales.

El paso de una religión natural a una religión sociológica nos hace difícil volver a vincularnos con la naturaleza. Pero en realidad todos esos símbolos culturales son perfectamente susceptibles de interpretación en términos de sistemas psicológicos y cosmológicos, si así quieres verlos.

Toda religión es verdadera de un modo u otro. Es verdadera cuando se la comprende metafóricamente. Pero cuando se atasca en sus propias metáforas, cuando empieza a interpretarlas como hechos, entonces aparecen los problemas.

M
OYERS
: ¿Qué es una metáfora?

C
AMPBELL
: Una metáfora es una imagen que sugiere algo más. Por ejemplo, si le digo a una persona «Eres un tarugo», no quiero decir que piense que esa persona es literalmente un tarugo. «Tarugo» es una metáfora. En las tradiciones religiosas la metáfora hace referencia a algo trascendente que literalmente no es nada. Si piensas que la metáfora constituye por sí misma la referencia, sería como ir a un restaurante, pedir la carta, ver la palabra chuleta escrita ahí, y empezar a comerse la carta.

Por ejemplo, Jesús ascendió a los cielos. La denotación sugiere que alguien subió hacia arriba, al cielo. Es lo que dice literalmente. Pero si ése fuera realmente el sentido del mensaje, tendríamos que desecharlo, porque no habría un lugar así al que Jesús pudiera ir literalmente. Sabemos que Jesús no pudo ascender al cielo porque no hay un cielo físico en ninguna parte del universo. Aun ascendiendo a la velocidad de la luz, Jesús a estas horas todavía seguiría en la galaxia. La astronomía y la física simplemente han eliminado esa posibilidad literal, física. Pero si lees «Jesús ascendió a los cielos» según su connotación metafórica, ves que él fue hacia dentro, no hacia el espacio exterior sino hacia el interior, al sitio desde donde proviene el ser, a la conciencia que es la fuente de todas las cosas, el reino interior de los cielos. Las imágenes son exteriores, pero el reflejo es interior. La clave está en que deberíamos ascender con él yendo hacia dentro. Es una metáfora del regreso a las fuentes, el alfa y el omega, de abandonar la rigidez del cuerpo y acceder a la fuente dinámica del mismo.

M
OYERS
: ¿No estás socavando una de las grandes doctrinas tradicionales de la fe cristiana, que el entierro y la resurrección de Jesús prefiguran los nuestros?

C
AMPBELL
: Eso sería un error en la lectura del símbolo. Es leer las palabras como prosa y no como poesía, leer la metáfora en términos de denotación y no de connotación.

M
OYERS
: Y la poesía se refiere a la realidad no visible.

C
AMPBELL
: A lo que está más allá incluso del concepto de realidad, lo que trasciende todo pensamiento. El mito te coloca allí, te da una línea para ponerte en contacto con ese misterio que eres.

Shakespeare dijo que el arte es un espejo frente a la naturaleza. Y lo es realmente. La naturaleza es tu naturaleza, y todas esas maravillosas imágenes poéticas de la mitología se refieren a algo que hay en ti. Cuando tu mente queda atrapada en la imagen y no puedes hacer la referencia a ti mismo, es que la has leído mal.

El mundo interior es el mundo de tus necesidades y tus energías, de tu estructura y tus posibilidades, enfrentado al mundo exterior. Y el mundo exterior es el campo de tu encarnación. Es allí donde estás. Tienes que mantener a ambos en movimiento. Como dijo Novalis: «El asiento del alma es el punto en que se encuentran los mundos interior y exterior».

M
OYERS
: Entonces la historia de Jesús ascendiendo a los cielos es un mensaje en una botella lanzado desde una orilla que alguien visitó antes.

C
AMPBELL
: Así es: Jesús estuvo allí. Pero, de acuerdo con el modo normal de considerar la religión cristiana, no podemos identificarnos con Jesús, tenemos que imitarlo. Para nosotros es blasfemia decir «Yo y el Padre somos uno», como dijo Jesús. No obstante, en el Evangelio de santo Tomás que fue hallado en Egipto hace unos cuarenta años, Jesús dice: «El que beba de mi boca se volverá como yo soy y yo seré él». Esto es budismo, exactamente. Todos somos manifestaciones de la conciencia de Buda, o la conciencia de Cristo, sólo que no lo sabemos. La palabra «Buda» significa «el que despertó». Todos debemos hacer lo mismo: despertarnos a la conciencia de Buda o de Cristo dentro de nosotros. Es blasfemia según el pensamiento normal cristiano, pero es la esencia misma del gnosticismo cristiano y del Evangelio de santo Tomás.

M
OYERS
: ¿La reencarnación también es una metáfora?

C
AMPBELL
: Desde luego que lo es. Cuando la gente pregunta: «¿Usted cree en la reencarnación?», tengo que limitarme a responder: «La reencarnación, como el cielo, es una metáfora».

En el cristianismo, la metáfora que corresponde a la reencarnación es el purgatorio. Si uno muere con tal apego por las cosas de este mundo que su espíritu no está listo para las visiones beatíficas, entonces debe pasar por el purgatorio, es decir, debe ser purgado de sus limitaciones. Las limitaciones son lo que llamamos pecados. El pecado no es más que un factor de contención que limita nuestra conciencia y la fija en una condición inadecuada.

En la metáfora oriental, si mueres en esa condición, vuelves para tener más experiencias que te irán clarificando, clarificando, clarificando, hasta liberarte de esas fijaciones. La mónada reencarnada es el héroe principal del mito de Oriente. La mónada reviste diversas personalidades, vida tras vida. Ahora bien, la idea de la reencarnación no es que tú y yo, tal y como somos actualmente en nuestra personalidad, nos reencarnemos. La personalidad es lo que la mónada deja atrás. Después la mónada reviste otro cuerpo, macho o hembra, según qué experiencias le sean necesarias para clarificarse de sus adhesiones al campo del tiempo.

M
OYERS
: ¿Qué sugiere la idea de la reencarnación?

C
AMPBELL
: Sugiere que eres más de lo que tú mismo crees ser. Hay dimensiones de tu ser y un potencial para la realización y la conciencia que no están incluidos en tu concepto de ti mismo. Tu vida es mucho más profunda y ancha de lo que crees. Lo que estás viviendo no es más que un atisbo de lo que en realidad hay dentro de ti, lo que te da vida, extensión y profundidad. Pero puedes vivir buscando esa profundidad. Y cuando puedes experimentarla, ves de pronto que todas las religiones están hablando de ella.

M
OYERS
: ¿Se trata de un motivo central en las historias mitológicas de todos los tiempos?

C
AMPBELL
: No, la idea de la vida como una prueba mediante la cual uno se libera de la servidumbre de la vida pertenece a las religiones más elaboradas. No creo que haya nada semejante en la mitología aborigen.

M
OYERS
: ¿Cuál es su fuente?

C
AMPBELL
: No sé. Probablemente viene de un pueblo con poder y profundidad espiritual que experimentó su vida como inadecuada al aspecto o dimensión espiritual de su ser.

M
OYERS
: Dices que las élites crean mitos, que los chamanes y artistas y otros que emprenden el viaje a lo desconocido vuelven para crear estos mitos. Pero ¿qué pasa con el pueblo común? ¿No ha creado las historias de Paul Bunyan, por ejemplo?

C
AMPBELL
: Sí, pero eso no es un mito. No consigue la categoría de mito. Se dice que los profetas y lo que en la India se llaman los
rishis
han «oído» las escrituras. Es cierto que todos pueden abrir sus oídos, pero no todos tienen la capacidad real de oír las escrituras.

M
OYERS
: «El que tiene oídos, que oiga.»

C
AMPBELL
: Tiene que haber un aprendizaje que te enseñe a abrir tus oídos de modo que puedas empezar a oír metafóricamente, ya no concretamente. Freud y Jung sintieron ambos que el mito está basado en lo inconsciente.

Todo el que escribe una obra creativa sabe que uno se abre, se entrega, y el libro le habla a uno y se construye a sí mismo. En cierta medida uno se convierte en el portador de algo que le es dado desde un sitio que se ha caracterizado como «de las Musas», o, en idioma bíblico, «Dios». Esto no es una fantasía, es un hecho. Dado que la inspiración viene del inconsciente, y dado que las mentes inconscientes de los miembros de cualquier sociedad pequeña tienen mucho en común, lo que el vidente o chamán saca a la luz es algo que estaba esperando ser extraído en todos. Por eso al oír la historia del vidente, uno responde: «¡Ahá! Esta es mi historia. Esto es algo que yo siempre había querido decir pero no podía hacerlo». Tiene que haber un diálogo, una interacción entre el vidente y la comunidad. El vidente que ve cosas que la gente en la comunidad no quiere oír es simplemente ineficaz. Hasta es posible que lo eliminen.

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