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Authors: Elaine Cunningham

Tags: #Aventuras, #Fantástico, #Juvenil

Canción Élfica (35 page)

—¿Qué? ¿Hay acaso eco en este local?

Elaith soltó un prolongado siseo de exasperación y se hundió en una silla.

—¡Vartain! —exclamó en tono de disgusto.

—¿Vartain? —repitieron al unísono y en el mismo tono de incredulidad Morgalla y Wyn.

—Ya me habéis oído. Es mejor ladrón que maestro de acertijos, aunque no le gusta hacer mucha propaganda de eso. Por cierto, lord Thann, fue él quien te hurtó el anillo mágico.

—Es muy bueno, entonces —musitó Danilo mientras volvía a sentarse.

La camarera regresó con la comida.

—¿Quiere beber algo? —preguntó al elfo de la luna.

—Una botella grande de su mejor vino de fuego dorado.

Danilo alzó las cejas. El vino de fuego era una bebida fuerte y cara.

—¿Es para celebrarlo o para ahogar las penas?

—Lo que prefieras —respondió el villano, recostándose en la silla—. El vino de fuego es para mí.

—¡Ah! —asintió el Arpista.

—¿Quién paga? —preguntó la camarera con brusquedad.

Antes de que Danilo pudiese sacar su bolsa, Wyn alargó la mano para poner una gran moneda de oro en la mano de la impaciente mujer.

—Esto cubre de sobra el coste de la comida y el vino.

Los ojos de Elaith se entrecerraron y estiró el brazo para coger la moneda de manos del elfo dorado.

—¿Dónde has conseguido eso? —preguntó, tras examinarla un instante.

—Me la dieron tras una actuación improvisada —respondió Wyn, sorprendido y a la defensiva—. Mucha gente se gana la vida con la música y no me avergüenza aceptar un pago a cambio. Gané el oro de forma honrada.

—Ese dinero sólo se consigue como ladrón o asesino —replicó Elaith.

—Miren, no me importa cómo consigan el dinero. Sólo quiero que me paguen —exigió la camarera.

Danilo tendió a la mujer varias piezas de plata y le hizo ademán de que se alejara. Las palabras del elfo, junto con el tamaño de la moneda, le recordaban la moneda que Arilyn le había dado en Tethyr.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó a Elaith—. En serio —añadió antes de que el elfo lo acusara de preguntar una cosa obvia.

Elaith sostuvo en alto la moneda y trazó con el dedo el contorno circular de runas que había grabado en el borde.

—¿Ves esas marcas? ¿Y ese escudo en mitad de la moneda? Es el símbolo de los Caballeros del Escudo, una sociedad secreta que actúa sobre todo en tierras del Sur…

—Sé quiénes son —lo interrumpió Danilo.

—Pues también sabrás que son enemigos acérrimos de los Señores de Aguas Profundas. Este tipo de monedas se utiliza para varios propósitos: como pago, como tributo por un trabajo bien hecho, como advertencia a un mercader o noble que no quiera cooperar o como un medio para exigir responsabilidad por cierto tipo de actos violentos. Algunas monedas llevan incluso el nombre del agente.

—¿Cómo sabes tanto?

—Los agentes de los Caballeros aparecen por Aguas Profundas de vez en cuando, y he tenido que quitar de en medio a aquellos que se han mostrado demasiado activos —admitió Elaith despreocupadamente—. Aunque los Señores de Aguas Profundas me inspiran poca simpatía, el sistema actual funciona bien para mis intereses, y me conviene ayudar a conservarlo.

—Qué detalle por tu parte —musitó Morgalla.

—¿Tienes motivos para creer que los Caballeros del Escudo estén amenazando a Aguas Profundas o a sus Señores? —inquirió Danilo.

Elaith hizo un gesto de asentimiento.

—Me he pasado la noche oyendo rumores de que se están organizando dos nuevas Cofradías de Ladrones y Asesinos. —Como el Arpista lo observaba con expresión escéptica, Elaith se apresuró a añadir—: El soplo me lo ha dado uno de mis mejores informadores: un agente bien situado en la Sociedad Kraken, una sociedad que no está implicada pero que no lo desaprueba.

—Debe de ser estupendo tener amigos en los bajos fondos —musitó Danilo con gesto ausente. Le pidió la moneda de Wyn al elfo y la examinó. En el centro del escudo distintivo de los Caballeros había una runa que le resultaba familiar—. ¡Conozco este símbolo! —exclamó—. Es la marca de un tal lord Hhune de Tethyr. Pertenece a la Cofradía Marítima y conseguí molestarle repetidas veces durante mi estancia en aquellas tierras.

—Eso me lo creo —intervino Elaith, observando al Arpista con gesto alegre—. Te interesará saber que lord Hhune se encuentra en Aguas Profundas y, según dicen, está organizando a los ladrones y los asesinos de la ciudad, aunque tal vez le quede tiempo libre para ocuparse de ti. Es un tipo tozudo, ¿lo sabías?

—Veo que te ha cundido el día —respondió Danilo también en tono jocoso, antes de volverse hacia el elfo dorado—. ¿Quién te dio esta moneda, Wyn?

—Una dama de Tethyr que vino a última hora de la mañana en busca del archimago, pero no me acuerdo de su nombre. —El juglar esbozó una sonrisa a modo de disculpa—. Estaba contemplando la sonrisa de lady Laeral y no presté atención.

—No se lo diré a mi tío. ¿Cómo era esa visitante?

Wyn meditó unos instantes.

—Era pequeña y delgada, de piel aceitunada y enormes ojos oscuros. Tenía la nariz pequeña y ligeramente aguileña, el cabello reluciente, de color castaño, adornado con bucles y tirabuzones. Encontré que llevaba un escote un poco exagerado, pero al fin y al cabo esto es Aguas Profundas.

—¡Por compasión! No me imagino lo que dirías si hubieses prestado atención. Recuérdame que te pregunte sobre las propiedades especiales de tu visión elfa un poco más tarde. ¿Llevaba ropa de color violeta?

—Creo que sí. Si te sirve de ayuda te diré que estaba buscando al archimago y a alguien más. Creo que su nombre era…

—¿Caladorn?

—Sí, eso es. Lady Laeral le comentó que él y Khelben tenían una cita esta mañana. ¿Es importante?

El Arpista asintió mientras encajaba todas las piezas, y luego hundió la cabeza entre las manos. Tenía que avisar a Caladorn, pero debido a la conversación que había mantenido con él poco antes, la situación se le antojaba sumamente delicada. Antes de enfrentarse al enamorado joven, tenía que confirmar sus sospechas.

—¿Qué sucede? —preguntó Morgalla mientras empujaba con el codo a Danilo.

—Puedes comerte mi trozo de pastel —comentó Danilo observando con ojos cansados a su amiga enana—. Debo regresar a la torre de Báculo Oscuro.

—Mal lugar para acudir a la hora de comer, a menos que quieras cocinar tú —observó la enana.

—Sí, eso es lo que yo creo, pero no me queda otro remedio. Después de comer, Morgalla, ¿por qué no vas a la plaza de la Virgen para ver qué más puedes averiguar sobre esas cofradías? Busca a Blazidon Un Solo Ojo y di que estás buscando trabajo. Él sabe quién necesita emplear a alguien y, además, su guardaespaldas es un enano. ¿Crees que podrá sucumbir a tus encantos?

—No he conocido nunca a un solo enano que se haya resistido —replicó Morgalla con un guiño de sus ojos castaños—. Me reuniré contigo en tu casa al atardecer.

—Y el resto, ¿qué quieres que hagamos? —preguntó Wyn.

—Seguid buscando el arpa Alondra Matutina, por supuesto. Tampoco nos iría mal mantener un ojo sobre Vartain.

—Yo encontraré a ese aguilucho traidor —se ofreció Elaith.

Danilo contempló al elfo de la luna. Si Elaith encontraba primero a la hechicera, sin duda el elfo se fugaría con el arpa, y no tendrían ocasión de revocar el hechizo.

—¿Por qué no vas con nuestro compañero, Wyn, para mantener las cosas por el buen camino?

Elaith alzó las cejas plateadas e hizo un gesto de aprobación al Arpista.

—Muy bien, joven. Todavía no eres un caso perdido.

—Vivo para conseguir tu aprobación —respondió Dan mientras se levantaba de la silla—. Ahora, si me disculpáis, debo atender un asunto de lo más desagradable.

—Un momento. —El elfo de la luna hizo una pausa y alzó los ojos al cielo como si no creyera lo que estaba a punto de hacer—. He reconocido a lady Thione en la descripción del juglar y quizá te interesaría saber que uno de sus sirvientes pagó para que se realizara una actuación satírica en el club Las Tres Perlas. El pago se hizo con una moneda marcada de Hhune.

Danilo se quedó mirando al elfo durante un instante, y luego le dio las gracias con un ademán, antes de salir de la taberna y encaminarse con rapidez a la torre de Báculo Oscuro. Encontró a Khelben y a Laeral en plena comida, degustando más cocido de lentejas al cual el archimago parecía ser tan aficionado.

—Caladorn me dijo que se había encontrado contigo esta mañana —dijo sin más preámbulo—. ¿Es eso cierto?

Khelben dejó la cuchara en el plato y fijó sus astutos ojos negros en su sobrino.

—¿Por qué lo preguntas?

Danilo respiró hondo e intentó responder en tono diplomático.

—Necesito saber si Caladorn es uno de los Señores de Aguas Profundas.

—Las identidades de los Señores son secretas y lo sabes.

—¡No hay tiempo que perder! ¿A quién crees que se refiere el pergamino cuando habla de un Señor que caerá en el campo del Triunfo?

—Ya he considerado eso y fue por ese motivo que me encontré con el joven Caladorn esta mañana. Está al mando del torneo y es de cuna noble. Le aconsejé que se apartara de los juegos y, al ver que no me hacía caso, le advertí que tomase todas las precauciones posibles.

Danilo apoyó ambas manos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante para mirar a su tío a los ojos.

—¿Qué dirías si te cuento que el amor de Caladorn, Lucía Thione, es agente de los Caballeros del Escudo?

El archimago abrió los ojos de par en par y profirió un juramento, una reacción que no era propia de él.

—¡Bien! —Danilo se irguió—. No pensé que reaccionases así, pero me sirve de todos modos. ¿Puedo considerarlo como una confirmación?

Al ver que Khelben titubeaba, intervino Laeral.

—Lucía Thione vino hace un rato en busca de Caladorn. Parecía nerviosa, casi turbada. Estoy de acuerdo con Danilo. Alguien tiene que advertir a Caladorn de inmediato. Si hubieses visto el rostro de esa mujer, comprenderías que los peligros que acechan al joven no se limitan a la arena. Ve, Dan.

El archimago accedió con un gesto.

—A menos que quieras decírselo tú personalmente… —preguntó Danilo con voz esperanzada.

—¡Vete!

Tras conseguir que Khelben le garantizara que la guardia de la ciudad arrestaría a lady Thione y a lord Hhune, Danilo se fue. Desanduvo el camino hasta el campo de entrenamientos mientras lo perseguía en el recuerdo la mirada enamorada que había visto en los ojos de Caladorn.

15

Caladorn estaba en pleno trabajo cuando Danilo llegó al campo del Triunfo. Cuando el joven noble vio a Dan, enfundó la espada e indicó a su oponente con un gesto que se fuera, antes de caminar hacia la entrada y saludar al joven con entusiasmo.

—Has venido a batirte en duelo como prometiste, ¿verdad?

—Bueno, no exactamente.

—¡No aceptaré una negativa! Ya tienes espada. Quítate la capa y vamos a intercambiar unos golpes.

—Caladorn, tengo que hablar contigo. Es de la máxima importancia.

—Podemos hablar mientras practicamos la esgrima.

Con un suspiro, Danilo hizo lo que le pedía, aunque habría preferido no dar malas noticias a un hombre armado. Sin embargo, tenía poco tiempo para perder, y Caladorn no cedía. El Arpista desenfundó la espada e imitó el saludo de su amigo, antes de detener el primer revés. Reculó e hizo una finta hacia la izquierda. Caladorn paró el golpe con facilidad y volvió a atacar.

—Los Caballeros del Escudo están activos en Aguas Profundas —empezó Danilo mientras esquivaba un envite.

Caladorn chasqueó la lengua y ensayó un complicado avance con el pie derecho. Luego retrocedió antes de que el Arpista pudiese retirarse.

—¿Y cómo está enterado de esas cosas un bardo? Oh, sí, sé que estás adquiriendo fama con rapidez. Seguro que estás planeando escribir una nueva balada sobre esos infames espías, ¿no?

—Inmediatamente no. —Danilo paró el golpe, atacó a su vez y luego reculó—. No sé cómo decirte esto, así que lo mejor es que no me ande por las ramas. Lady Thione es uno de sus agentes.

El rostro de Caladorn se ensombreció y, durante un instante, bajó la espada.

—Tienes razón, muchacho, es difícil decirme una cosa así.

El Arpista alzó la espada justo a tiempo para contrarrestar una acometida.

—Pagó a uno de mis socios con una moneda que llevaba la marca de los Caballeros.

—¿Y eso? Seguro que se la pasaron.

—¿Quién?

—¿Cómo voy a saberlo? —Caladorn guardó la espada en su funda y se cruzó de brazos.

—Te diré una cosa —musitó Danilo mientras enfundaba también su arma—. Lord Hhune, un jefe de cofradía de Tethyr y agente de los Caballeros, está ahora en Aguas Profundas y pretende fundar gremios de asesinos y ladrones.

—¿Y qué? ¡Eso nada tiene que ver con Lucía! Ella es mercader, y ha tenido relaciones comerciales con Hhune en alguna ocasión. Lo más probable es que le haya pasado la moneda en alguna transacción comercial en el pasado. ¡Probablemente ella no sabía que la llevaba!

—Por tu bien, espero que tengas razón. Es interesante saber, sin embargo, que uno de los sirvientes de Lucía Thione pagó para que hiciesen una actuación en el teatro Las Tres Perlas utilizando monedas de Hhune marcadas.

El rostro de Caladorn se quedó inmóvil.

—Lo siento, amigo mío, pero ¿seguro que no albergas ninguna duda?

El luchador sacudió la cabeza, perplejo.

—¿Por qué estás haciendo esto, Dan? ¿Qué puedes saber tú de esos asuntos?

—Soy un Arpista, Caladorn. Es mi obligación saber lo que está ocurriendo.

El joven noble prorrumpió en carcajadas.

—¡Todavía no me acabo de creer que seas bardo! No abuses de mi credulidad.

—En cualquier caso, todo lo que te he dicho es cierto.

—No voy a seguir escuchando difamaciones contra Lucía. —Caladorn miró con ojos furiosos al joven, haciendo un esfuerzo por controlarse. Al final, se dio la vuelta y se alejó dejando a Danilo a solas en mitad de la arena.

—Bien —concluyó el Arpista en tono animoso—. Las cosas han ido mejor de lo que pensaba. Podía haber sido peor.

Sus pensamientos se vieron acompañados del fragor de un trueno. Un puñado de nubes color púrpura empezaba a apiñarse sobre el campo del Triunfo, y un relámpago cruzó el lívido cielo.

—Será mejor que no diga cosas así —musitó Danilo para sus adentros mientras echaba a correr para evitar las primeras gotas de lluvia.

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