Podrá recurrirse al golpe en la cabeza, con pérdida de conciencia, en caso de que el proceso sea ejecutado por dos o más personas o de que la dosis haya superado la cantidad recomendable y el individuo no presente las condiciones apropiadas para efectuar la amputación: las muestras efusivas de cariño (golpes en el pecho, saludos, besos, inusitada excitación sexual…) y la insistencia en remarcar la importancia que has tenido en su vida, en especial si la relación es consecuencia del holocausto Z, son señales inequívocas de que debes retirar el suministro anestésico al paciente o proceder a asestarle el mamporro final si en los instantes inmediatamente posteriores no alcanza de forma natural el coma etílico o estado similar. Como alternativa puede recurrirse a inmovilizar al afectado totalmente, aunque ello conlleva un riesgo añadido. Recuerda que no debes perder tiempo, una hora es el límite temporal para amputar el miembro.
Cercenar:
Es, por razones obvias, la parte más complicada del procedimiento, no sólo por sus implicaciones físicas y psíquicas, sino porque en un estado de embriaguez o drogadicción absoluta el proceso adquiere una dificultad añadida. La amputación debe llevarse a cabo lo antes posible evitando prolongar el sufrimiento innecesariamente y/o pérdidas de tiempo que podrían tener consecuencias fatales. Colocaremos el miembro o zona a amputar sobre un soporte que facilite el corte: la tabla de cocina o de quesos es especialmente recomendable, aunque podrá utilizarse cualquier otro elemento que cumpla los requisitos mínimos. Por razones que no es preciso detallar, se debe evitar a toda costa que la amputación requiera de más de un golpe, por lo que nos aseguraremos de que baste una sola embestida para cercenar la parte afectada. No olvides colocarte la protección dental: podemos utilizar cualquier objeto que presente unas características apropiadas para desempeñar su función con garantías: el corcho de la botella de alcohol que hemos usado como anestesiante cumplirá con creces el cometido. Deben evitarse objetos que no tengan una solidez y resistencia contrastadas (nada de metales, cerámicas, etc.) y, por supuesto, jamás utilizar partes de nuestro propio cuerpo o de voluntarios.
Si son varias las partes afectadas y coinciden con las extremidades superiores, deberemos buscar una alternativa que nos permita efectuar el proceso de amputación de forma ininterrumpida. A modo de ejemplo, sugiero, por lo sencillos y prácticos que resultan, los siguientes sistemas:
Apósito:
Una vez acabado el proceso, se hace necesaria la aplicación de un apósito o vendaje en el muñón. Si no contamos con vendas al uso, las fabricaremos a partir de sábanas u otras piezas textiles, asegurándonos de que se encuentran en un estado de pulcritud aceptable: desechar sábanas usadas (en especial si pertenecen a parejas muy activas, sexualmente hablando, o a personas con incontinencias corporales varias, si en ellas han retozado a sus anchas animales domésticos, etc.), trapos de cocina, ropa interior utilizada, indumentaria de trabajo (en especial si la ocupación requiere el contacto con agentes químicos o biológicos o simplemente su propietario no se caracteriza precisamente por su higiene envidiable).
Conservar:
Es posible que los avances médicos y tecnológicos puedan solucionar el problema de la amputación. Si en un futuro muy próximo se encontrase una cura, sería viable reimplantar el miembro en cuestión, por lo que se recomienda: 1. no desechar la parte amputada; 2. envolverla en vendas limpias (tener en cuenta lo especificado en el apartado anterior); 3. meterla en una bolsa atada; 4. introducir esta bolsa en otra que contenga agua y hielo; 5. guardar la bolsa final en la nevera. Dado que las dos últimas premisas serán de muy difícil cumplimiento, deberemos buscar alguna alternativa: es posible que el holocausto Z se haya producido en época invernal y que nos encontremos en una zona geográfica con temperaturas bajo cero, en cuyo caso bastará con mantener la bolsa al sereno o en un lugar térmicamente estable. Si el invierno ha traído nevadas, el problema está solucionado: en tal caso se recomienda enterrar el miembro bajo la nieve, con lo cual evitaremos la necesidad de renovar constantemente el hielo para mantener la temperatura deseada. Conviene marcar el lugar elegido de forma inequívoca para que podamos recuperar sin problemas el miembro cuando sea necesario y tener especial cuidado con los animales domésticos o salvajes, que podrían aprovechar nuestra porción corporal como sustento alimenticio.
Finalizado el procedimiento de amputación, será conveniente establecer un periodo de cuarentena no inferior a una hora con el fin de asegurar el éxito del protocolo. Durante este tiempo no debemos experimentar síntomas ajenos al propio proceso de recuperación, tales como obsesión compulsiva por la sangre, animadversión a los rayos solares (fotofobia), pérdida acelerada de filamento piloso (zonas calvas), crecimiento desmesurado de uñas, etc. Eso significaría que la operación ha fracasado y nos dejaría abocados al proceso transubstancial. Si es así, deberemos proceder a ejecutar la siguiente fase. En cualquier caso, si el proceso ha sido satisfactorio, podemos aprovechar estos días de asueto Z para recomponernos física y psicológicamente. Además, deberíamos entrenar la parte afectada por la amputación para que, una vez reincorporados a nuestro respectivo grupo resistente, no mermemos su capacidad belicosa o militarista. Por otra parte, podemos intentar sustituir el miembro amputado por un artilugio o ingenio mecánico capaz de proporcionarnos prestaciones similares a las perdidas e incluso dotarnos de capacidades adicionales. A modo de ejemplo:
Lamentablemente, si el proceso de amputación no ha dado resultados, será necesaria la eliminación del individuo afectado, ya que se encontrará en pleno proceso transubstancial, lo que significa que en unas veinticuatro horas se habrá convertido en todo un ejemplar Z. Dado que si el protocolo ha sido ejecutado por el propio afectado, ya habrá tomado las medidas pertinentes (debería bastar con el aislamiento voluntario, que causará la muerte del individuo por inanición en unos días), únicamente resta esperar. Como última esperanza cabe la posibilidad de que antes de que se produzca la muerte en el aislamiento la comunidad científico-militar encuentre una cura y nos sea suministrada a tiempo. Si el protocolo ha sido ejecutado por dos personas, el riesgo más común es el de caer en la tentación de reconocer en el afectado atributos humanos, lo que nos convertiría en presa fácil para el nuevo ejemplar Z. Si el paciente es capaz de mantener una conversación (no hace falta que sea inteligente; esto, en cualquier caso, dependerá del individuo en cuestión), el proceso habrá sido positivo. En caso contrario, nos aseguraremos de que no hay obstáculo alguno (físico o psicológico) que impida al individuo expresarse con libertad antes de ejecutarlo (no fuera a ser que una afectación en las cuerdas vocales nos llevase a cometer un acto del que podríamos arrepentirnos). Como método probatorio adicional podemos utilizar sangre (que no presenta las dudas planteadas anteriormente): si manifiesta una incontrolable necesidad de ingerirla, el proceso habrá sido negativo, y se requerirá la eliminación del individuo.
Una vez amputado y guardado el miembro, tal como se ha especificado en el punto correspondiente, son necesarias una exhaustiva limpieza y desinfección del lugar donde hemos practicado el acto quirúrgico, primero por cuestiones higiénicas que huelga comentar, y segundo, porque el olor a sangre atraerá a un número indeterminado de Zs hacia nosotros. Obviamente, la inmensa mayoría de heridas Z serán infligidas en horas nocturnas, que es cuando estos seres se muestran activos. Por eso e esta fase, aun pudiendo parecer poco importante, lo es como la que más.
Utilizaremos los productos de limpieza de que dispongamos; eso sí, una vez finalizado el proceso, deberemos disimular su olor tal como se ha especificado en otros protocolos adjuntos. No debemos olvidar que el olor perfumado de este tipo de productos también es atrayente para los Zs, más que por el perfume en sí, por lo que denotan: la presencia de humanos en el lugar.
Una vez finalizada la limpieza, nos aseguraremos de deshacernos sin pérdida de tiempo de los restos que hayamos podido acumular y los distanciaremos todo lo posible de nosotros: utilizaremos los contenedores habilitados en otros barrios, tal como suelen hacer los delincuentes para eliminar las posibles pistas de sus delitos (aunque los casos no tengan parangón alguno). Puesto que esta parte podría presentarse complicada, en el caso de que el miembro afectado haya sido una extremidad inferior, y no hayamos sido asistidos por terceras personas, deberemos buscar una alternativa: quemarlo sería una solución ideal en todos los casos, aunque hemos de tener la precaución de adoptar las medidas preventivas adecuadas. Por ejemplo: introducir los restos en el horno prendiéndoles fuego y ventilando la zona es una buena opción para los propietarios de pisos de menos de 45 m2 sin terraza o acceso al exterior.
Teniendo en cuenta que la amputación es un suceso traumático, la vuelta y reincorporación a nuestro grupo armado debe tomarse con calma. Conviene tener presentes los siguientes consejos:
«La verdad es que no sé qué decirte. Supongo que lo primero sería darte las gracias porque, a tu manera, me has salvado la vida. Espero de corazón que puedas leer esta carta.
»Has sufrido un ataque de uno de esos Zetas, como tú los llamas. Te mordió en el cuello justo cuando lanzaban “la cura” (así la han llamado) desde los aviones. Es posible que no recuerdes lo que ocurrió, pero has demostrado ser muy valiente. Mientras estabas escribiendo ese diario, o lo que quiera que fuese, Trancos ha aparecido en los monitores. Todavía no había amanecido del todo. Creíamos que no había peligro, pero nos equivocamos. Ese vecino tuyo (lo reconocí por la bata) te estaba esperando en la escalera. Cuando saliste a ayudar a Trancos, saltó sobre ti desde algún lugar de la condenada escalera. Qué casualidad, en ese momento un avión fumigaba con ese líquido esta zona. No prestábamos atención a nada más. Supongo que tú no nos habrías dejado caer en el error. Ni siquiera llegamos a tiempo de acabar con él: ha sido la cura.
»Todo ha terminado. Poco a poco la población va volviendo a las ciudades. Todo está hecho un asco, pero supongo que saldremos adelante, como siempre. Empezaré de nuevo, aunque en otra parte. Aquí tengo demasiados recuerdos, y de todas maneras lo único que queda en pie por aquí es esta maldita casa tuya. Por cierto, Trancos, o como quiera que se llame, está bien. Se escondió en algún lugar y esperó. Si te sirve de algo, se embadurnó con excrementos Z y consiguió despistarlos: quizá puedas incluirlo en tu diario. Por lo visto, ha decidido volver a casa… con su esposa. Está claro que no tengo suerte con los hombres. Los demás también se han ido. No sé adónde.