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Authors: Alberto Bermúdez Ortiz

Tags: #Terror

Zoombie (32 page)

Partimos de la base de que nos encontramos en un piso ubicado a más de dos plantas de altura, es decir, el mínimo exigible debería hacernos elegir un tercero.

Asegurar la puerta: Esto no significa tapiarla o apuntarla para que no puedan acceder al interior si eso nos impide a nosotros salir. Únicamente sería recomendable si estuviéramos totalmente seguros de contar con víveres y logística suficientes como para pasar la crisis sin necesidad de salir, cosa que es imposible de predecir, ya que dependerá de cómo se vayan desarrollando las circunstancias. Además, durante el día es conveniente hacer tareas de limpieza de Zs de los alrededores porque un acceso libre y seguro es fundamental.

Asegurar ventanas: Igual que en el caso anterior, no se trata de inhabilitarlas. En pisos que estén por debajo de la altura requerida y que no cuenten con la recomendada reja, sí es conveniente tomar medidas adicionales. Sí sería de aplicación la técnica de tapiado o cualquier otra que clausurase el acceso. En cualquier caso, si nos ubicamos en una vivienda con las mínimas condiciones exigibles, bastará con mantener las persianas bajadas por la noche y totalmente abiertas por el día, ya que la luz solar hará impracticable su ocupación por el enemigo.

Rociar, tal como se especificaba en puntos anteriores, el exterior de la puerta con excrementos Z. Se hace fundamental conseguirlos cuanto antes y en abundancia, ya que deberemos ser constantes en su aplicación a medida que vayan perdiendo su condición olorosa. En caso de no contar con ellos, podemos recurrir a los humanos o animales, cualquier cosa antes que revelar nuestra presencia con sustancias de uso doméstico. En este sentido, y a mayor abundamiento, es recomendable paralizar cualquier actividad de limpieza doméstica durante el ataque Z. En todo caso, las posibles intervenciones en este sentido se efectuarán con agua, prescindiendo de los referidos aditivos olorosos.

La puesta en práctica de las medidas especificadas en esta guía rápida no asegura nuestra supervivencia, pero incrementa sustancialmente las posibilidades. Los consejos, técnicas o procedimientos que se plantean tienen como base, en la mayoría de los casos, la experiencia empírica y son, por lo tanto, en esencia verídicos.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN EN CASO DE HERIDA DURANTE UNA CRISIS Z:

OBJETIVO:
Dotar al afectado de las herramientas necesarias para poder solventar una herida durante una Crisis Z. El presente protocolo no pretende ser una guía exhaustiva, sino simplemente proporcionar al usuario, a modo de ejemplo, opciones viables para ponerlas en práctica sin perjuicio de las que el propio usuario pudiera desarrollar y que resultasen igualmente eficaces.

ALCANCE:
Cualquier persona que presente una herida infligida durante una Crisis Z.

REALIZACIÓN:
El propio afectado en la mayoría de los casos, aunque podría valerse de la ayuda de otra que asumiera lo que en él se especifica.

DEFINICIONES:

Herida: Entenderemos como tal toda lesión corporal que presente hemorragia. Desecharemos la posibilidad de haber sido infectado si la herida en cuestión no es abierta.

Ataque transubstancial o transmutador:
Aquel que transfiere la condición Z al individuo atacado.

Hora marginal:
Tiempo mínimo requerido para que una herida Z desarrolle la capacidad transubstanciadora y durante el cual deberá ejecutarse el presente protocolo.

HERRAMIENTAS:

Instrumental médico de amputación o asimilado. Puesto que contar con instrumental quirúrgico de amputación se antoja improbable, nos centraremos en otro que pudiera hacer las funciones de éste.

Herramientas de bricolaje o de jardinería (sobre todo si la parte afectada tiene hueso):
Son preferibles las de combustión, ya que funcionan con un elemento cuyo suministro es relativamente fácil. También resultan de utilidad las eléctricas, aunque presentan el inconveniente de que la fuente de energía que las alimenta suele ser un bien muy escaso durante una Crisis Z. A modo de ejemplo: sierras (mecánica, caladora, circular, etc.), podadoras, guillotinas, prensas, etc.

Utensilios de cocina bien afilados:
Preferentemente los de sierra (cuchillo del pan). En caso de no ser necesario cortar el hueso, un cuchillo jamonero sería lo ideal. En cualquier caso, siempre podremos combinar las dos opciones.

Torniquete:
Instrumento quirúrgico que evita hemorragias en las extremidades. Como en los casos anteriores, si no contamos con uno, recurriremos a cualquier utensilio o artilugio capaz de comprimir la zona interesada, por ejemplo correas, cuerdas o piezas de ropa cualesquiera.

Protección dental:
Elemento que colocaremos en la boca para que, al apretar los dientes como consecuencia del dolor, no se vean afectadas las piezas dentales y, por su precio, nuestra situación económica.

Anestesia:
Puede recurrirse a la de uso sanitario o a algún sucedáneo, como derivados del opio o incluso bebidas alcohólicas de alta graduación. En caso de no tener suministro analgésico de ninguna clase, se recurrirá al socorrido golpe en la cabeza para dejar inconsciente al paciente y proceder a la amputación: evidentemente, se hace necesaria la colaboración de otra persona.

COMENTARIOS GENERALES

Ante la detección de una herida durante el holocausto Z, es imprescindible mantener la calma y no dejarse arrastrar por la desesperación. Ten en cuenta que:

  1. La presencia de una herida no significa necesariamente que haya sido infligida por un Z.
  2. No todas las heridas son capaces de transubstanciar al individuo: es necesario que posibiliten el acceso al torrente sanguíneo.
  3. Incluso una herida Z tiene solución.

Para una mejor ejecución del presente protocolo, se recomienda la lectura del PACZ, Protocolo de Actuación en caso de Crisis Z.

FASE I: AISLAMIENTO

Antes de comenzar el protocolo en sí mismo, tomaremos la medida precautoria de aislarnos del exterior, es decir, evitar por todos los medios posibles, si el proceso fracasa, tener acceso a otros seres humanos, que al fin y al cabo, si no tenemos éxito, son comida. En caso de contar con sistemas electrónicos de seguridad que admitan claves de voz, se optará por éstas, ya que son las únicas que aseguran un hermetismo eficaz. En caso contrario, buscaremos una alternativa viable, como la de encerrarnos con llave dentro de casa y deshacernos de ésta o ubicarla en un lugar que requiera altas dosis de inteligencia para su recuperación. Jamás se usará de albacea a un animal doméstico, especialmente si es un felino (por razones sobradamente acreditadas en el ID). En caso de necesidad urgente, podremos recurrir a un can, ya que no sólo no está demostrado que obedezca a un amo transubstanciado, sino que probablemente se mantendrá alejado de cualquier ser que apeste a putrefacto y no sepa pronunciar su nombre. Como norma general prescindiremos de todos aquellos animales que no necesiten una orden verbal directa para que nos obedezcan.

Si el proceso lo ejecutan dos personas, esta fase se hace tarea más sencilla, pues bastará entonces con encerrar al afectado en una habitación y asegurar la puerta una vez efectuada la amputación del miembro, teniendo en cuenta lo especificado en la fase V del presente protocolo.

FASE II: IDENTIFICACIÓN DE LA HERIDA

Es imprescindible determinar si la herida ha sido producida por un Z: podrás comprobarlo prestando atención a su aspecto. Si presenta marcas de dientes o arañazos con sangrado, se hace vital rememorar el momento en el que pudieran haberse producido, descartando como causante de ellos a cualquier ser que no sea el propio Z. No olvides que si la identificación es positiva, tendrá consecuencias para tu organismo, en algunos casos irreversibles, por lo que es conveniente que pongas la máxima atención en determinar su origen. Es condición sine qua non que la herida en cuestión sea tratada dentro de la hora marginal, ya que, después de este periodo, TODAS las heridas Z se convierten en mortales: transubstancian al individuo sin remisión.

Nivel de peligrosidad según la zona del cuerpo afectada:

No todas las zonas afectadas presentarán el mismo nivel de mortalidad, tal como se especifica en el siguiente dibujo: es directamente proporcional a la dificultad de amputar la zona afectada.

Cabeza y tronco:
Son heridas prácticamente mortales porque afectan a órganos vitales de los que el ser humano no puede prescindir o, en todo caso, cuya amputación se convierte en tarea imposible para personas sin conocimientos y material quirúrgico avanzado.

Extremidades en su último tercio:
Se encuentran un escalafón por debajo de las anteriores en lo referente a su gravedad, pero siguen requiriendo profundos conocimientos médicos y presentan el agravante de que la amputación de la extremidad se hace engorrosa porque la posición de la herida la dificulta enormemente.

Extremidades en su parte media y órganos sexuales:
A medida que avanzamos a lo largo de las extremidades, no sólo disminuye la gravedad de la herida debido a su ubicación, sino que ya no se requiere un nivel de conocimientos médicos tan profundo ni un instrumental tan especializado, lo que redunda de forma positiva en las probabilidades de supervivencia del individuo. Mención especial merece la zona reproductora: en este caso deberemos diferenciar la masculina de la femenina. En el primer caso, si bien es extremadamente doloroso, tanto física como psicológicamente, una herida tendría una gravedad objetiva relativa, ya que bastaría con la amputación del miembro viril o de los testículos para subsanar el problema. En el caso femenino, lamentablemente la herida se consideraría de grado 1 o 2, según sus características.

Extremidades en su primer tercio
: Son heridas con índices de supervivencia elevados, dadas las circunstancias, ya que la amputación de la zona no requiere ni de conocimientos ni de instrumental demasiado especializado para practicar la preceptiva amputación. Las muertes se producen más como consecuencia de un mal postoperatorio que durante el proceso en sí.

FASE III: AMPUTACIÓN

Si el resultado de la identificación ha sido positivo, deberás proceder a la amputación del miembro sin demora alguna: si superamos la hora marginal, las probabilidades de sobrevivir son nulas. Recuerda las siglas T.A.C.A.C. («torniquete», «anestesia», «cercenar», «apósito», «conservar»): serán los pasos a seguir para proceder a la amputación propiamente dicha, aunque antes de hacerlo es conveniente preparar la logística necesaria, tal como se describe en el apartado «Herramientas» del presente protocolo, que se recuerda y amplía a continuación:

Elige un lugar espacioso para llevar a cabo la amputación: El salón es un buen lugar, si bien el proceso en sí lo dejará impracticable sin un somero y meticuloso proceso de limpieza y desinfección, lo cual lo hace descartable. Son recomendables: la cocina, que cuenta además con el añadido de poder suministrar los utensilios adicionales que podamos requerir, y el lavabo, de fácil limpieza y desinfección una vez finalizado el proceso. Se desaconseja el dormitorio u otras estancias que presenten características similares a la primera.

Prepara una prenda o similar que puedas utilizar como torniquete (véase Torniquete).

Sustancia anestesiante (véase Anestesia): es imprescindible no suministrarla o consumirla hasta que tengamos la logística del proceso solucionada.

Elige el utensilio, herramienta o sistema que utilizarás para cercenar el miembro (véase Cercenar).

Ten a mano un objeto que puedas morder en el momento de la amputación para proteger tus dientes.

Deberás contar con vendas o sucedáneos limpios y desinfectados, además de una bolsa de plástico o similar donde guardar el miembro amputado. Es aconsejable saber de antemano dónde vamos a conservar el miembro (véase Conservar).

Proceso de amputación T.A.C.A.C.

Torniquete:
Antes de proceder a la amputación del miembro afectado, deberemos tomar la precaución de aplicar un torniquete entre la herida y el corazón. No emplees cuerdas o alambres finos: podrías cortarte el miembro antes de tiempo; con un pañuelo o prenda similar es suficiente. No emplees prendas que tengan un gran valor sentimental, ya que, una vez amputado el miembro, será imprescindible su eliminación.

Si el proceso es ejecutado por el propio afectado, deberá asegurarse de que el torniquete ha sido realizado de forma correcta, ya que, una vez ponga en práctica el punto siguiente, la rectificación o modificación se verá seriamente comprometida.

Anestesia:
Dado que probablemente no tengamos acceso a drogas médicas al uso, nos decantaremos por soluciones más caseras, que, aun no contando con el nivel de atenuación dolorosa que procuran las primeras, cumplirán con creces su misión. Lo más recomendable es recurrir al alcohol de alta graduación y a los opiáceos: en mayor o menor medida los posee la mayoría de los ciudadanos, o, en cualquier caso, su adquisición no presenta gran dificultad, ni siquiera en tiempos de Crisis Z. La ingesta masiva de cualquiera de estas sustancias tendrá efectos similares a los producidos por las alternativas clínicas convencionales, aunque deberemos cuidarnos de no sobrepasar límites que pudieran acabar en coma etílico, pérdida de conciencia u otros efectos que perjudicarían gravemente el proceso de amputación. Un método más o menos seguro para saber si hemos suministrado suficiente anestesia a nuestro sistema nervioso es considerar si el estado en el que nos encontramos puede ser tildado de gracioso: síntomas inequívocos de ello serían la risa histérica o la certeza de que podríamos proceder a practicar la amputación sin necesidad de anestesia alguna. En cuanto se presenten estos efectos, hay que suspender de inmediato el suministro de la sustancia elegida. En caso de no contar con sustancia anestesiante, la amputación deberá

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