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Authors: Alyson Noel

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

Tentación (27 page)

—Sí, claro… ¿como cuáles? —La miro con los ojos entornados. Vuelvo a ser la de siempre, la intolerante que no está dispuesta a darle la oportunidad de hablar sin interrumpirla con groserías.

Pero Ava, fiel a sus costumbres, decide pasarlo por alto y continúa como si no hubiera dicho nada.

—He aprendido que la hechicería, al igual que el arte de la manifestación, es en realidad una simple manipulación de la energía. No obstante, mientras que la manifestación se reserva por lo general para manipular la materia, la hechicería, en las manos equivocadas… —Hace una pausa para mirarme, y sus ojos gritan: «¡En tus manos!», o al menos esa impresión me da a mí—. Bueno, digamos que si no se practica de la manera adecuada, sin la debida intención, tiende a manipular a la gente… y ahí es donde comienzan los problemas.

—Ojalá las gemelas me hubieran advertido —murmuro. No puedo creer que les esté echando la culpa a ellas, pero así es.

—Quizá olvidaron mencionártelo, pero estoy segura de que Damen sí te lo dijo, ¿no es así? —A juzgar por su ceja arqueada y la inclinación de su barbilla, está claro que conoce la respuesta—. Ever, si has venido aquí en busca de ayuda (algo que, teniendo en cuenta la hora y las circunstancias, doy por hecho), te pido por favor que me permitas ofrecerte… ayuda. No hay necesidad de buscar excusas, no voy a juzgarte. Cometiste un error, sí, pero no has sido la primera, y seguro que tampoco serás la última. Y aunque tengo la certeza de que piensas que tu error es monumentalmente grande, casi insuperable, debo decirte que este tipo de cosas siempre pueden deshacerse y que a menudo son mucho menos letales de lo que creemos… o, mejor dicho, de lo que permitimos que sean.

—Vaya, así que ahora soy yo la que lo está permitiendo, ¿no? —La réplica me sale con facilidad, pero en realidad no estoy enfadada, así que agito la mano para descartarla. Suelto un suspiro y le digo—: ¿Sabes?, para ser una persona que necesita ayuda tan a menudo, debería haber aprendido a aceptarla mejor. —Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza, pero el gesto va dirigido a mí misma, no a ella.

Ava alza los hombros con despreocupación. Coge una galletita de avena del plato y se mete una uva pasa en la boca.

—A los testarudos nunca les resulta fácil. —Sonríe y me mira a los ojos—. Pero creo que ya hemos dejado todo eso atrás, ¿no? —Cuando ve que asiento, prosigue—. La cuestión es, Ever, que tanto en la hechicería como en la manifestación, lo más importante es la intención… el resultado en el que te concentras. La intención es la herramienta más poderosa que tienes a tu disposición. Conoces la Ley de la Atracción, ¿no? —Me mira y se frota la manga de seda con la mano—. Es una ley según la cual atraemos aquello en lo que nos concentramos. Pues esto es lo mismo. Cuando te concentras en el miedo que sientes… consigues más de aquello que te provoca miedo. Cuando te concentras en lo que no quieres… consigues más de eso mismo. Cuando te concentras en intentar controlar a otros… lo que consigues es que te controlen. Que te concentres en las cosas atrae más esas mismas cosas, y otras parecidas, a tu vida. Imponer tu voluntad sobre los demás para que hagan algo que normalmente no estarían dispuestos a hacer… bueno, eso no solo no funciona, sino que además tiene un efecto rebote. Y eso influye en el karma, como todo tipo de acción, solo que ese no es el tipo de cosas que cuentan a tu favor… A menos que estés dispuesta a aprender unas cuantas lecciones, claro…

Y aunque sigue hablando, mi mente se ha quedado atrapada en la parte del karma, en lo del efecto rebote. Recuerdo que las gemelas me dijeron algo similar, algo como: «Está mal utilizar la hechicería para propósitos egoístas y nefastos. El karma siempre exige un precio, y por triplicado».

Trago saliva con fuerza y cojo mi taza de té. Sus palabras aún siguen flotando en mi cabeza cuando Ava dice:

—Ever, debes entender que todo este tiempo llevas resistiéndote de la peor manera posible. Resistiéndote contra mí cuando intenté ayudarte, contra Damen cuando se preocupó por ti, contra Roman y las cosas horribles que te ha hecho… —Alza la mano cuando ve que estoy a punto de negar esta última parte y levanta el dedo para silenciarme—. Y lo malo de resistirse, lo más irónico de todo, es que al final gastas tanto tiempo y tanta energía concentrándote en las cosas a las que te resistes, en las cosas que no deseas, que acabas atrayéndolas.

La miro con atención sin saber muy bien si lo he entendido. ¿Se supone que no debo resistirme a Roman? ¡Por favor! No hay más que ver lo que ha ocurrido, o lo que ha estado a punto de ocurrir, mejor dicho, cuando me he permitido ceder.

Ava yergue los hombros, rodea la taza con las manos, me mira a los ojos y comienza de nuevo.

—Todo es energía, ¿de acuerdo?

Eso me han dicho.

—De modo que si tus pensamientos son energía y la energía tiene fuerza de atracción, todos tus pensamientos sobre las cosas que más temes… hacen que ocurran en realidad. Les das vida con el simple hecho de obsesionarte con ellos. O, de una forma más sencilla (y que por cierto te viene al pelo), los alquimistas decían: «Tanto arriba como abajo; tanto por dentro como por fuera».

—¿Y esa te parece una manera «más sencilla» de decirlo? —Sacudo la cabeza y hago girar el té en la taza—. No he entendido una palabra, es como si me hubieras hablado en arameo.

Ava sonríe con expresión paciente.

—Significa que lo que está dentro de nosotros también se encuentra fuera de nosotros. Que nuestros estados interiores de conciencia, los pensamientos en los que nos concentramos, siempre se reflejarán en nuestras vidas. No hay escape posible, Ever. Lo que no has conseguido entender es que la hechicería no está fuera, que no reside en manos de una diosa o una reina… está aquí. —Se da unos golpes con el puño sobre el pecho y me mira con el rostro iluminado—. La única razón por la que Roman tiene poder sobre ti es porque tú se lo has concedido… ¡Tú se lo has dado! Sí, sé que te engañó; sí, sé que te impide poder estar con Damen en todos los sentidos; y sí, sé que eso debe de ser espantoso… pero si dejas de resistirte a las cosas que ya son como son, si dejas de concentrarte en Roman y en todas las cosas horribles que te ha hecho, conseguirás romper ese aterrador vínculo que has forjado con él. Y pronto, tras un período de meditación y purificación, no podrá volver a molestarte nunca… ni siquiera podrá acercársete.

—Pero seguirá teniendo el antídoto… seguirá… —Me quedo callada, porque no sirve de nada continuar. Ava aún no ha terminado su discurso.

—Tienes razón. Aún tendrá el antídoto, y lo más seguro es que se niegue a dártelo. Aun así, esa es una situación que tú no puedes cambiar. Y obsesionarte con ella o poner en práctica un millar de hechizos tampoco cambiará las cosas. De hecho, solo las empeorará. Haciendo eso solo consigues convertirlo en el centro de atención del universo, justo lo que no deseas. Y, créeme, Roman lo sabe muy bien. Por eso se esfuerza tanto por mantenerte concentrada en él, algo propio de los narcisistas. Así que, si de verdad quieres resolver esto y recuperar tu vida, tienes que parar. Tienes que dejar de concentrar tu energía en cosas que no deseas. Tienes que dejar de concentrarte en Roman. Debes rechazar incluso esa posibilidad. —Se inclina hacia mí y se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja—. Supongo que una vez que vea que te adaptas bien a la situación, que vives tu vida y disfrutas a pesar de las limitaciones, se aburrirá del juego y lo dejará. Pero así, del modo en que te enfrentas a la situación ahora, solo consigues satisfacer sus necesidades más primarias. La bestia está dentro de ti, Ever, porque tú la pusiste allí. Pero, confía en mí, puedes librarte de ella con la misma facilidad.

—¿Cómo? —Entiendo todo lo que acaba de decir… Tiene todo el sentido del mundo, al menos una vez que me lo ha explicado. No obstante, todavía siento ese horrible palpitar bajo la piel, y resulta bastante difícil creer que la solución reside simplemente en dejar de pensar en ello—. Cuando intenté revertirlo, se volvió incluso peor. Y luego, cuando acudí a Hécate en busca de ayuda, pareció funcionar durante un tiempo, pero en cuanto volví a ver a Roman… —Noto cómo se me ruborizan las mejillas y siento una oleada de calor en todo el cuerpo. Me horroriza pensar lo que he estado a punto de hacer—. Bueno, digamos sin más que descubrí que no había conseguido nada, que la bestia estaba vivita y coleando dentro de mí. Y aunque entiendo lo que dices, o al menos creo que lo entiendo, no veo cómo va a ayudarme el simple hecho de cambiar mis pensamientos. Hécate es quien está al mando, no yo, y no tengo ni la menor idea de cómo dominarla.

Ava se limita a mirarme durante un buen rato antes de decir en voz baja:

—Ahí es donde te equivocas. No es Hécate quien está al mando, sino tú. Siempre has estado al mando. Y aunque detesto tener que decírtelo, porque sé lo incómodo que le resulta a la gente escucharlo, la bestia no es un ser extraño que ha conseguido apoderarse de ti, no es un ser demoníaco que se ha adueñado de tu cuerpo ni nada por el estilo. La bestia eres tú. El monstruo es tu lado oscuro.

Apoyo la espalda en el respaldo de la silla y niego con la cabeza.

—Genial… esto es genial. ¿Me estás diciendo que la atracción que siento por Roman es real? Estupendo. Muchísimas gracias, Ava. —Suelto un suspiro bien alto y pongo los ojos en blanco.

—Ya te he dicho que la gente no se lo toma muy bien. —Se encoge de hombros, lo que demuestra que a estas alturas ya está bastante inmunizada contra mis comentarios insolentes—. Pero tienes que admitir que, al menos por fuera, es un chico increíble, magnífico en realidad… —Sonríe y me suplica con la mirada que me muestre de acuerdo, pero al ver que no pienso hacerlo, vuelve a encogerse de hombros—. De todas formas, no me refería a eso. Conoces el símbolo del yin y el yang, ¿verdad?

Hago un gesto afirmativo.

—El círculo exterior representa el todo, mientras que la parte blanca y la parte negra representan las dos energías que hacen que todo ocurra. Ah, y cada parte contiene una pequeña semilla de la otra en… —Me remuevo en el asiento. De pronto entiendo dónde me lleva esto, y no estoy segura de querer seguir por ese camino.

—Exacto. —Asiente—. Y, créeme, las personas no somos diferentes. Por ejemplo, digamos que hay una chica que ha cometido unos cuantos errores… —Me mira a los ojos—. La chica se siente abatida y piensa que no merece el amor y el apoyo que le ofrecen. Está convencida de que debe arreglar las cosas sola, a su manera, y al final se obsesiona tanto con su torturador que acaba cortando los lazos que la unen a todos los que la rodean para poder pasar más tiempo concentrada en aquel a quien más desprecia. Canaliza toda su energía hacia él, hasta que… Bueno, es obvio que estoy hablando de ti, y las dos sabemos cómo termina la historia. Lo que quiero decir es que todos tenemos una sombra de oscuridad, un lado oscuro; todos y cada uno de nosotros, sin excepción. Pero cuando uno se concentra con tanta intensidad en el lado oscuro… bueno, volvemos a la Ley de la Atracción: te conviertes en lo que piensas… y de ahí la monstruosa atracción que sientes por Roman.

—¿Una sombra de oscuridad? —He oído algo similar hace apenas unas horas—. ¿Quieres decir que te conviertes en… una sombra?

—¿Ahora citas a Jung? —Se echa a reír.

La miro con los ojos entornados, sin saber de qué habla.

—El doctor Cari Jung. —Ríe de nuevo—. Fue él quien creó la teoría de las sombras que hace referencia básicamente a una parte inconsciente y reprimida de nosotros mismos, la parte que más nos esforzamos en negar. ¿Dónde has oído eso?

—Roman. —Cierro los ojos y sacudo la cabeza—. Siempre va diez pasos por delante de mí, y me dijo en resumen lo mismo que me has dicho tú, que el monstruo era yo. Fue su último comentario jocoso antes de que yo desapareciera de escena.

Ava asiente, levanta un dedo y cierra los ojos.

—Permíteme averiguar si puedo…

Y al momento siguiente tiene un libro encuadernado en cuero en las manos, un libro que ha aparecido de la nada.

—¿Cómo has hech… ? —La miro boquiabierta. Ella se limita a sonreír.

—Todo lo que puedes hacer en Summerland puedes hacerlo también aquí. ¿No fuiste tú quien me dijo eso? Pero no se trata de manifestación instantánea, como tú crees, es solo telequinesis… Lo he traído desde la librería de la habitación de al lado.

—Ya, pero aun así… —Contemplo el libro, asombrada por lo rápido que ha conseguido traerlo, por el grado de maestría que ha adquirido en muchas cosas y por el hecho de que, pese a ello, haya elegido vivir así… de una manera agradable y cómoda aunque bastante sencilla en comparación con los lujos habituales en Orange County. Entorno los párpados para estudiarla con más detenimiento y veo que, a pesar de que ahora puede conseguir lo que quiera, sigue prefiriendo la piedra de cuarzo citrino colgada de una simple cadena de plata a las intrincadas joyas de oro y piedras preciosas que siempre llevaba en Summerland. Y no puedo evitar preguntarme si es cierto que ha cambiado tanto, si es posible que ya no sea la Ava que conocía.

Cambia de posición en la silla y se coloca el libro delante antes de abrirlo por la primera página. Sigue la línea con el dedo y lee:

—«Todo el mundo acarrea una sombra, y cuanto menor sea la parte de ella que se manifiesta en la vida consciente del individuo, más negra y densa será esa sombra… Las normas psicológicas dicen que cuando una situación interna no se hace consciente, se toma desde fuera como el destino… forma un obstáculo inconsciente que frustra todas nuestras buenas intenciones… » y etcétera, etcétera. —Cierra el libro con fuerza y me mira—. O eso dice el doctor Cari G. Jung, ¿y quiénes somos nosotras para rebatirlo? —Esboza una sonrisa—. Ever, de nosotros depende llegar a desarrollar todo nuestro potencial y cumplir nuestro verdadero destino. Solo depende de nosotros. Recuerda lo que te dije antes: «tanto por dentro como por fuera». Aquello en lo que pensamos, aquello en lo que nos concentramos, siempre, siempre, se reflejará en el exterior. Así que voy a preguntarte una cosa: ¿en qué quieres concentrarte? ¿Quién quieres ser a partir de ahora? ¿Cómo quieres que se desarrolle tu destino? Tienes un camino, un propósito, y aunque no tengo ni la menor idea de cuál es, tengo la corazonada de que es algo poderoso y extraordinario. Y aunque te has apartado un poco del buen camino, si me lo permites, te encauzaré de nuevo. Lo único que tienes que hacer es pedírmelo.

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