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Authors: David Brin

Tags: #Ciencia Ficción

La rebelión de los pupilos (99 page)

Eso se llama crecer, Megan.

Robert saludó y regresó a su asiento. Al pasar junto a Fiben, su mano izquierda hizo un rápido signo, una sola palabra en el lenguaje de las manos.

¡Cerveza!

Fiben empezó a reírse pero se reprimió porque tanto Sylvie como Gailet se volvieron a mirarlo enojadas. No importaba. Era bueno saber que Robert se sentía como él. Era casi preferible enfrentarse con los soldados de Garra que con aquella absurda ceremonia.

Robert volvió a su asiento junto a la teniente Lydia McCue, cuya nueva condecoración brillaba en el pecho de su radiante túnica. La muchacha permanecía erguida y atenta a los diversos actos, pero Fiben pudo ver lo que era invisible para los dignatarios y el público: que la punta de la bota de la militar levantaba el doblez de la pernera del pantalón de Robert.

El pobre Robert luchaba por mantener la compostura. Al parecer, la paz tenía sus propios problemas. En algunos aspectos, la guerra era más sencilla.

Apartado de la multitud, Fiben distinguió un pequeño grupo de humanoides, unos delgados bípedos cuyo aspecto de zorro era negado por unos zarcillos que ondeaban ligeramente sobre sus orejas. Entre los
tymbrimi
reconoció fácilmente a Uthacalthing y a Athaclena. Ambos habían declinado cualquier honor, cualquier recompensa. Los habitantes de Garth tendrían que esperar a que ambos muriesen antes de erigirles monumentos.

En cierto sentido, aquella limitación sería su mejor recompensa.

La hija del embajador había borrado muchas de las modificaciones faciales y corporales que la habían hecho parecer tan humana. Hablaba en voz baja con un joven
tym
, que podía considerarse atractivo, supuso Fiben, al menos desde un punto de vista ET.

Parecía que los dos jóvenes, Robert y su esposa alienígena, se habían readaptado completamente para volver con los suyos. Pero Fiben sospechaba que ahora ambos tenían más éxito con el sexo opuesto del que habían tenido antes de la guerra.

Y sin embargo…

Durante una de las interminables series de recepciones diplomáticas y conferencias, los había visto juntos unos breves instantes. Sus cabezas habían permanecido muy cercanas y, aunque no intercambiaron palabra, Fiben estaba seguro de haber visto o sentido algo que giraba en el espacio sobre los dos.

Por muchos cónyuges o amantes que tuvieran en el futuro, era evidente que había algo que Robert y Athaclena compartirían siempre, con independencia de la distancia que el universo pusiera entre ellos.

Sylvie regresó a su asiento después de recibir su condecoración. El vestido no podía disimular la forma redondeada que iba adquiriendo su cuerpo. Otro cambio al que Fiben tendría que acostumbrarse muy pronto.

Pensó que los bomberos de Puerto Helenia tendrían que reclutar más personal cuando aquel crío empezase a estudiar química en la escuela.

Gailet abrazó a Sylvie y después fue ella la que se aproximó al pódium. Esa vez los vítores y aplausos fueron tan prolongados que Megan tuvo que pedir silencio.

Pero cuando Gailet habló, no fue el himno triunfal de victoria que todos esperaban. Al parecer, su mensaje era mucho más serio.

—La vida no es justa —los murmullos de la audiencia se apagaron cuando Gailet alzo los ojos y pareció mirarlos uno por uno—. Quien diga que lo es, o que tendría que serlo, es un estúpido o algo peor. La vida puede ser cruel. Los trucos de Ifni pueden ser caprichosos juegos de oportunidad y probabilidad. O una fría ecuación puede abatirte si cometes un error en el espacio. O incluso al bajar de la acera en un momento inadecuado puedes sucumbir.

»Éste no es el mejor de los mundos posibles. Porque si lo fuera, ¿existiría lo ilógico?, ¿la tiranía?, ¿la injusticia? Incluso la Evolución, manantial de toda diversidad y corazón de la naturaleza, es muy a menudo un proceso duro, que depende de la muerte para originar nueva vida.

»No, la vida no es justa. El universo no es justo.

»Y sin embargo —Gailet sacudió la cabeza—, y sin embargo, aunque no sea justo, al menos puede ser hermoso. Mirad a vuestro alrededor. Eso es más importante de todo lo que yo pueda decir. Mirad este mundo encantador y triste que es vuestro hogar. !He aquí Garth!

La reunión se celebraba en lo alto de una colina un poco al sur de la nueva sección de la Biblioteca, en una pradera con amplia vista en todas direcciones. Al oeste se podía ver el mar de Climar, su superficie gris azulada estaba coloreada por líneas de plantas de vida flotante y punteada por trazos de espuma producida por las criaturas existentes bajo las aguas; sobre él, se hallaba el cielo azul, lavado por la última tormenta de invierno. Las islas brillaban a la luz del sol de la mañana, como lejanos reinos mágicos.

En la parte norte de la pradera se elevaba la amarronada torre de la sección de la Biblioteca con la radiante espiral de su signo grabada en rutilante piedra. Unos árboles recién plantados, procedentes de dos mundos distintos, se balanceaban suavemente en la brisa que flotaba sobre y alrededor del gran monolito, tan intemporal como los conocimientos que almacenaba.

Al este y al sur, más allá de las ocupadas aguas de la Bahía de Aspinal, se hallaba el Valle del Sind, en el que empezaban a brotar los primeros vástagos que llenaban el aire con los aromas de la primavera. Y en la distancia se extendían las montañas, como titanes dormidos a punto de despojarse de sus invernales cubiertas de nieve.

—Nuestras pequeñas vidas, nuestra especie, nuestro clan, nos parecen muy importantes, pero ¿qué son comparados con todo esto?, ¿este vivero de creación? Fue por esto por lo que mereció la pena luchar. Para protegerlo —señaló el mar, el cielo, el valle y las montañas—. Ahí está nuestro gran logro.

»Nosotros, los terrestres, sabemos mejor que muchos lo injusta que puede ser la vida. Tal vez desde la época de los Progenitores ningún clan lo ha comprendido tan bien. Nuestros queridos tutores humanos casi destruyeron a nuestra amada Tierra antes de alcanzar la sabiduría. Los chimps, los delfines y los gorilas son sólo un pequeño ejemplo de lo que se habría perdido si ellos no hubiesen madurado.

»Como se perdieron los verdaderos
garthianos
—su tono de voz disminuyó, se convirtió casi en susurro—, hace cincuenta mil años, antes de que tuvieran la oportunidad de contemplar asombrados el cielo nocturno y preguntarse por primera vez qué era esa luz que brillaba en sus mentes.

»No —Gailet sacudió la cabeza—. La guerra para proteger el Potencial se está librando desde hace muchos eones. No termina aquí. De hecho, tal vez no termine nunca.

Cuando Gailet concluyó, se produjo un largo y asombrado silencio, seguido después por algunos aplausos dispersos e incómodos. Pero cuando Sylvie y Fiben la abrazaron, Gailet tenía una leve sonrisa en los labios.

—Así se habla —le dijo el chimp.

Entonces, inevitablemente, le tocó el turno a Fiben. Megan Oneagle leyó una lista de sus logros que, obviamente había sido redactada por algún departamento de publicidad a fin de ocultar lo sucio, maloliente y basado en la suerte que había sido todo. Leída en voz alta de ese modo, sonaba muy poco familiar. Fiben apenas recordaba haber hecho la mitad de las cosas que se le atribuían.

No se le había ocurrido preguntarse por qué lo habían dejado para el final. Supuso que había sido por ganas de fastidiar.
Seguir la línea de Gailet sería una pura atrocidad
, pensó.

Megan lo llamó para que se acercara. Los zapatos que tanto odiaba casi lo hacían parecer elegante mientras se aproximaba al estrado. Saludó a la Coordinadora Planetaria e intentó mantenerse erguido mientras ésta le colocaba una llamativa medalla y una insignia que lo convertía en coronel de las Fuerzas de Defensa de Garth. Los vítores de la multitud, especialmente de los chimps, le hicieron sentir calor en las orejas y se encontró aún peor cuando, por consejo de Gailet, sonrió y saludó a las cámaras.

Bueno, tal vez puedo soportarlo, pero en pequeñas dosis.

Megan le ofreció el pódium y Fiben subió a él. Había preparado una especie de discurso, garabateado en unos papeles que llevaba en el bolsillo, pero después de escuchar a Gailet decidió que era mejor limitarse a dar las gracias a todo el mundo y sentarse de nuevo.

Esforzándose para poner el micrófono a su altura, empezó:

—Sólo quiero decir una cosa y es que ¡HUAUUUUU!

Una repentina descarga de electricidad en el pie izquierdo lo hizo saltar. Se agachó, agarrándose el miembro herido, y entonces otra descarga le atacó el pie derecho. No pudo menos de gritar. Miró hacia abajo justo a tiempo de ver un pequeño resplandor azul que emergía bajo el podio y se extendía hacia ambos tobillos. Saltó dos metros en el aire, mientras gritaba con fuerza, y fue a aterrizar sobre el atril de madera.

Jadeaba. Tardó unos instantes en conseguir separar el aterrorizante zumbido de sus orejas de los vítores histéricos del público. Parpadeó, se frotó los ojos y miró a su alrededor asombrado.

Los chimps se habían subido a las sillas plegables y agitaban los brazos. No paraban de saltar y aullar. En las filas de la guardia de honor del ejército reinaba la confusión: hasta los humanos reían y aplaudían bulliciosamente.

Fiben miró perplejo a Gailet y Sylvie y el orgullo que había en sus ojos le hizo comprender el significado de todo aquello.

¡Han creído que ése era el discurso que he preparado!,
advirtió.

Visto retrospectivamente, había resultado perfecto. Había roto la tensión y parecía la descripción exacta de lo que uno sentía por el regreso de la paz.

¡Sólo que no lo escribí yo, maldita sea!

Observó una expresión preocupada en el rostro del alcalde de Puerto Helenia.
¡No! ¡Lo próximo que querrán es que me presente a las elecciones!

¿Quién me ha hechó esto?

Fiben escudriñó la multitud y de inmediato notó que alguien había reaccionado de modo distinto, sin sorprenderse en absoluto. Contrastaba con el resto de la multitud por sus ojos muy separados y sus ondulantes zarcillos, pero también por esa expresión tan humana de hilaridad apenas contenida.

Y había algo más, alguna no-cosa que Fiben de alguna manera sintió que flotaba sobre la corona fluctuante del risueño
tymbrimi
.

Fiben suspiró. Si las miradas matasen, los mejores aliados y amigos de la Tierra tendrían que mandar de inmediato un nuevo embajador a Garth.

Cuando Athaclena le guiñó un ojo, aquello acabó de confirmar sus sospechas.

—Muy divertido —murmuró cáusticamente entre dientes, mientras se esforzaba en sonreír y saludaba de nuevo a la alborotada multitud—. Terriblemente divertido, Uthacalthing.

ANEXOS
GLOSARIO Y LISTA DE PERSONAJES

Ánglico: El lenguaje más comúnmente usado por los Terragens, los descendientes de los humanos, chimpancés y delfines de la Tierra.

Athaclena: Hija del embajador
tymbrimi
Uthacalthing. Líder del ejército irregular de Garth, Biblioteca, la: Base de datos que asegura la cohesión de la sociedad galáctica. Archivo de saber acumulado desde la época de los Progenitores.

Fiben Bolger: Neochimpancé ecólogo y teniente de la milicia colonial.

Bururalli
: La primera raza que obtuvo el inquilinato de Garth; una raza recién elevada que revertió y casi arruinó el planeta.

Chimi: Término ánglico para designar a un neochimpancé macho.

Chima: Término ánglico para designar a un neochimpancé hembra.

Chimp: Término ánglico para designar a un miembro de la raza pupila neochimpancé (macho o hembra).

Elevación: Proceso mediante el cual las más antiguas razas astronavegantes dan acceso a nuevas especies a la cultura galáctica, por medio de la educación y la ingeniería genética. Las especies pupilas resultantes sirven a su tutor durante un período establecido en el contrato de aprendizaje, como pago por este favor.

Fem: Término ánglico para designar a una hembra humana.

Galácticos: Especies astronavegantes del más alto rango que lideran la comunidad de las Cinco Galaxias. Muchas de ellas se han convertido en razas tutoras, participando en el antiguo rito de la Elevación.

Garthiano
: Una mítica criatura natural de Garth, un gran animal que no pudo sobrevivir al holocausto bururalli.

Gubru
: Raza galáctica pajaroide hostil a la Tierra.

Hombre: Traducción del ánglico
man
. Término genérico para designar a un ser humano de uno u otro sexo.

Ifni: «Infinidad» o Dama de la Fortuna.

Gailet Jones: Chima experta en sociología galáctica y que ostenta el carnet de reproducciones ilimitadas (carnet color blanco). Líder de los rebeldes de la ciudad.

Kault: Embajador thenanio en Garth.

Lobeznos: Miembros de una raza que alcanza el estatus de astronavegante sin la ayuda de un tutor.

Masc: Término ánglico para designar a un ser humano de sexo masculino.

Mathicluana: La difunta madre de Athaclena.

Mayor Prathachulthorn: Oficial de la infantería de marina de Terragens.

McCue, Lydia: Una oficial de la infantería de marina de Terragens.

Nahalli
: La raza tutora de los
bururalli
y que sufrió grandes castigos por los crímenes de sus pupilos.

Oneagle, Megan: Coordinadora Planetaria en el planeta Garth, colonia cedida en inquilinato a los terrestres.

Oneagle, Robert: Capitán del ejército colonial de Garth e hijo de la Coordinadora Planetaria.

Pan argonostes
: Nombre de una variedad de la raza pupila elevada de neochimpancés.

Ser: Término de respeto hacia los superiores terrestres de cualquier género.

Soro
: Importante raza galáctica hostil a la Tierra.

Streaker
: Nave espacial tripulada por delfines que hizo un importante descubrimiento en el otro extremo de la galaxia respecto a Garth. Las repercusiones de ese descubrimiento han llevado a la presente crisis.

Suzerano: Título aplicado a los tres líderes de las fuerzas de invasión
gubru
, cada uno encargado de un área distinta: la idoneidad, la burocracia y el ejército. La política general se decide mediante el consenso de los tres. Un Suzerano es también candidato a la realeza
gubru
y a una sexualidad completa.

Sylvie: Hembra neochimpancé con carnet verde.

Synthianos
: Una de las pocas razas galácticas abiertamente amiga de la Tierra.

Tandu
: Raza galáctica de astronavegantes belicosa y hostil a la Tierra.

Thenanios
: Una de las razas galácticas fanáticas implicada en la presente crisis. Sin sentido del humor, pero famosa por su sentido del honor.

Tursiops amicus
: Nombre de una especie de neodelfines elevados.

Tymbrimi
: Galácticos notorios por su adaptabilidad y su mordaz sentido del humor. Amigos y aliados de la Tierra.

Uthacalthing: Embajador
tymbrimi
en la colonia de Garth.

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