Read Karate-dō: Mi Camino Online
Authors: Gichin Funakoshi
“¡Que dice!” gritó Matsumura. “¡Esa no es forma de hablar a un experto!”
“¡Fui un tonto en desafiarlo!” dijo el artesano levantándose. “El resultado era obvio desde el comienzo. Me siento completamente avergonzado. No hay comparación entre mi destreza y la suya”.
“No diga eso” contestó gentilmente Matsumura. “Su espíritu de lucha es excelente y sospecho que tiene mucha habilidad. Si hubiésemos peleado en este momento yo bien podría haber perdido”.
“Usted me adula” dijo el artesano. “El hecho es que me sentí completamente perdido cuando lo miré. Estaba tan asustado por sus ojos que perdí todo el espíritu de lucha que podía tener”.
La voz de Matsumura se hizo suave. “Cuando fui ayer a su negocio estaba muy infeliz porque había sido reprendido por el jefe del clan. Cuando usted me desafió, también estaba molesto por eso, pero una vez que decidimos el combate todas mis molestias desaparecieron repentinamente. Vi que me había obsesionado con problemas de relativamente menor importancia –con refinamientos de técnicas, con saber enseñar, con adular al jefe del clan. Estaba preocupado en mantener mi posición”.
“Hoy soy el hombre sabio que era antes. Yo soy un ser humano y un ser humano es una criatura vulnerable, que no tiene posibilidad de ser perfecta.
Después de la muerte, él retorna a los elementos –a la tierra, al agua, al fuego, al viento, al aire. La materia se elimina. Todo es vanidad. Nosotros somos como hojas de hierbas o árboles del bosque, creaciones del universo, del espíritu del universo, y el espíritu del universo no vive ni muere. La vanidad es el único obstáculo de la vida”.
Luego hizo silencio. El artesano también hizo silencio, ponderando la invalorable lección que había recibido. Cuando años más tarde hablaba de este incidente con sus amigos, nunca dejó de describir a su anterior oponente en los términos más brillantes, como un hombre de verdadera grandeza.
Respecto a Matsumura, fue nuevamente designado como instructor personal de karate del jefe del clan.
Debido a que prácticamente no hay material escrito sobre los comienzos del karate, no conocemos quién lo inventó y desarrolló ni tampoco donde se originó y como se extendió. Su historia más antigua se puede inferir sólo por leyendas que se transmitieron de boca en boca, y ellas, como muchas leyendas, tienden a ser imaginativas y posiblemente inexactas.
En mi infancia, durante los primeros años Meiji, como mencioné antes, el karate fue prohibido por el gobierno. No podía practicarse legalmente y por supuesto no había Dojo de karate. No había ningún instructor profesional. Los hombres que se sabía que eran adeptos aceptaban pocos alumnos en secreto, pero su subsistencia dependía de trabajos no relacionados con el karate. Y aquellos que tenían la suerte de ser aceptados como alumnos se debía a su interés por el arte. Al principio, por ejemplo, yo fui el único alumno del Maestro Azato y uno de los pocos que estudió con el Maestro Itosu.
No habiendo instructores profesionales fue puesto poco énfasis en descripciones escritas de técnicas y formas, una carencia que para un hombre como yo, cuya misión en la vida ha sido la propagación del Karate-dō, se ha sentido muy profundamente. Aunque obviamente lo que recuerdo haber oído de mis maestros acerca de las leyendas que sobrevivieron en Okinawa. Ay, sé que mi memoria no es siempre confiable y estoy seguro de que haré mi parte de errores. Sin embargo, haré lo posible para decir aquí lo poco que aprendí acerca del origen y desarrollo del karate en Okinawa.
Se dice que Napoleón observó que en alguna parte del Lejano Este había un pequeño reino donde la gente no poseía una sola arma. Hay un poco de dudas de si se refería a las Islas Ryukyu, lo que es ahora la prefectura de Okinawa y sonde debe haberse originado el karate, desarrollado y hecho popular entre la gente de la isla por esta razón: ellos tenían prohibido por ley portar armas.
Había, en efecto, dos decretos prohibiendo esto: uno promulgado alrededor de cinco siglos atrás, el segundo promulgado alrededor de 200 años más tarde. Antes de la promulgación del primer decreto, las Ryukyus estaban divididas en tres pequeños reinos guerreros: Chuzan, Nazan y Hokuzan. El monarca de Chuzan, Shō Hashi, una vez logró unificar los tres pequeños reinos y emitió un mando prohibiendo a todos los habitantes de las Ryukyus la posesión de armas, aún viejas y oxidadas espadas. También invitó a los letrados famosos y hombres de estado de los tres reinos a la ciudad capital de Shuri, donde estableció un gobierno central que duró los dos siglos siguientes.
En el año 1609, sin embargo, el rey dominante de la dinastía estuvo obligado a equiparse de armas para repeler una invasión a las islas lanzada por Shimazu, el “daimyo” de Satsuma (actualmente Prefectura de Kagoshima).
Los recientemente armados guerreros de las Ryukyu pelearon con gran bravura y valor contra los soldados del clan Satsuma, conocidos y temidos en toda la región por su capacidad de pelea, pero después del éxito de los Ryukyuan en algunas batallas, la sorpresa del desembarco de fuerzas de Shimazu selló el destino de los isleños y el de su monarca, que fue obligado a rendirse.
Como Shimazu reimplantó el edicto de prohibición de armas, muchos Ryukyuans (la mayoría de ellos miembros de clase “shizoku”) comenzaron a practicar secretamente una forma de autodefensa donde las manos y piernas eran las únicas armas. Cómo fue realmente esto solo puede ser conjeturado.
Sin embargo es conocido que por muchos siglos Okinawa estuvo empeñada en comerciar con la gente de la Provincia de Fukien, al sur de China, y es probable que de esta forma el “kempo” chino (boxeo) fuese introducido en las islas.
Fue a través del kempo que el karate actual se desarrolló. Primero fue conocido como “Okinawate”, y recuerdo que cuando era un chico escuchaba a mis mayores hablar de ambos, “Okinawate” y “Karate” (el “Kara” en este caso refiriéndose a China). Luego comencé a pensar en el Okinawate como un arte de pelea nativo de Okinawa y en el karate como una forma china de boxeo. En cada caso, percibía una clara distinción entre los dos.
Durante los años de prohibición de armas, se enviaban inspectores a las islas desde Satsuma, para asegurar que la prohibición fuese observada estrictamente, así que es sorprendente cómo el karate (que capacitaba a un hombre a matar sin armas) pudo ser practicado y perfeccionado en la clandestinidad. Como dije antes, este aspecto clandestino del karate persistió a través de los primeros años de Meiji, en parte porque el antiguo decreto se mantenía en la mente de la gente.
Es una observación personal que las danzas folclóricas okinawenses usaban una serie de movimientos similares a los utilizados en karate, y la razón, yo creo, es que los adeptos que practicaban el arte marcial en secreto, incorporaron estos movimientos en las danzas a efecto de confundir más a las autoridades. Ciertamente, cualquiera que observe cuidadosamente las danzas folclóricas okinawenses (y ellas tienen todavía bastante popularidad en las grandes ciudades) notará que difieren marcadamente de las danzas más gráciles de otras islas japonesas. Los bailarines okinawenses, hombres y mujeres, usan sus manos y piernas mucho más enérgicamente, y su entrada en la zona de danza, así como su salida, son también reminiscencias del comienzo y final de cualquier kata de karate.
Ciertamente, la esencia del arte ha sido resumida en las palabras: “Karate comienza y termina con cortesía”. Así también en la misma Okinawa, la gente por muchos, muchos siglos consideró a su país como un lugar donde eran estrictamente observadas todas las formas de etiqueta.
La famosa puerta en el frente del Castillo Shuri era llamada “Shurei no Mon”: “la Puerta de la Cortesía”. Antes de que el gobierno Meiji llegara al poder y Okinawa se convirtiese en una prefectura, la “Shuri no Mon”, así como el castillo por el cual se accedía, fueron designados como tesoro nacional. Ay, la
“Shuri no Mon” no existe más: fue totalmente destruida durante la batalla de Okinawa al final de la Segunda Guerra Mundial. Que irónico es esto. Las bases militares americanas ocupan ahora el terreno adyacente de donde una vez estaba la puerta y simbolizaba paz! (Después de que esto fue escrito la “Shurei no Mon” fue reconstruida en su forma original).
El idioma japonés no es uno de los más fáciles de aprender, no siempre es tan explícito como debería ser: distintos caracteres pueden tener exactamente la misma pronunciación y un único carácter puede tener distintas pronunciaciones de acuerdo al uso que se le dé. La expresión “karate” es un excelente ejemplo. “Te” es suficientemente fácil, significa “mano (s)”. Pero hay dos caracteres bastante diferentes que se pronuncian “kara”, uno significa “vacío” y el otro es el carácter chino referido a la dinastía Tang y puede traducirse “chino”.
Así, nuestro arte marcial puede ser escrito con los caracteres que significan “manos(s) vacía(s)” o con aquellos que significan “mano(s) china(s)”
Aquí nuevamente estamos en las tinieblas de las conjeturas, pero estoy casi seguro en decir que antes de que viniese desde Okinawa a Tokio, en los comienzos de 1920, era costumbre usar los caracteres de “chinas” más que de “vacías” para escribir karate, lo que no significa que el uso de “chinas” para “kara” fuese necesariamente correcto.
Ciertamente, en Okinawa usamos la palabra karate, pero más a menudo llamamos al arte simplemente “te” o “bushi no te”, “mano(s) de guerrero”. Así, deberíamos hablar de alguien como que estudió “te” o que tuvo experiencia en “bushi no te”. Con respecto a cuando “te” comenzó a usarse primero en karate en Okinawa, puedo conjeturar algo, ya que no hay material escrito que pudiera dar la más ligera sugerencia, menos aún decirnos si el carácter usado fue el de “chinas” o el de “vacías”, pero esto, como dije, son solo conjeturas.
Actualmente, las dos clases de “te” dichas y practicadas en Okinawa, deberían llamarse más correctamente “Shurite” y “Nawate” según las dos escuelas distintas de karate en la isla. Pero los caracteres de “mano(s) china(s)” parecen ser los más populares y quizás como resultado, la gente cree que karate es realmente una forma del arte de boxeo chino. Aún actualmente hay gente que mantiene esa opinión, pro de hecho el karate es practicado en una forma totalmente distinta que el antiguo arte chino de boxeo.
Fue por esta razón que no estaba de acuerdo en que “mano(s) china(s)” fuese el término correcto para describir el karate okinawense como se había desarrollado a través de los siglos. Por lo tanto, unos pocos años después de llegar a Tokio, tuve la oportunidad de expresar mi desacuerdo con esa forma tradicional de escritura. Fue cuando la Universidad de Keio formó un grupo de investigación de karate que fue posible sugerir que el arte debía ser renominado “Dai Nipón Kempo Karate-dō” (“Gran Puño Japonés-Forma de Método de Manos Vacías”), usando el carácter “vacío” en cambio de “chino”.
Mi sugestión originó violentas críticas en Tokio y en Okinawa, pero yo tenía confianza en el cambio y tuve adherentes a través de los años. Desde entonces, ha ganado de hecho tan amplia aceptación, que la palabra karate nos parecería extraña ahora si fuese escrita con el carácter chino “kara”.
El “kara” que significa “vacío” es definitivamente el más apropiado. Por una parte simboliza el hecho obvio de que este arte de defensa propia no usa armas, solo pies desnudos y manos vacías. Además, los estudiantes de Karate-dō aspiran no solo al perfeccionamiento de su propio arte sino también al vaciamiento de su corazón y de su mente de los deseos y vanidades mundanas. Leyendo las escrituras budistas podemos encontrar algunas palabras como “Shiki-soku-ze-ku” y “Ku-soku-zeshiki” que significan literalmente “el cuerpo está vacío” y “todo es vanidad”. El carácter “ku” que aparece en las dos amoniciones y puede también pronunciarse “kara”, significan lo mismo.
Así, aunque las artes marciales son muchas e incluyen diversas formas como judo, esgrima, arquería, pelea con lanza y pelea con palos, el objetivo final de todas ellas es el mismo que el karate. Creyendo como los budistas en la vacuidad, el vacío, que reside en el interior de toda materia y ciertamente de toda creación, yo persistí firmemente en el uso de ese carácter particular para nombrar al arte marcial por el cual he dado mi vida. Por cierto tengo mucho más que decir en el uso de “kara” significando “vacío”, pero como el espacio es limitado y estos problemas filosóficos tienen poca cabida aquí, evitaré tocar más profundamente el tema. Esto está tratado con mayor detalle en otro de mis libros, Karate-dō Kiōhan: El Libro Maestro.
Una vez que finalicé lo que estaba destinado a tener éxito, el cambio de manos “chinas” a manos “vacías” me dediqué a otros asuntos de revisión y simplificación. Esperando ver al karate incluido en la educación física enseñada en nuestras escuelas públicas, me puse a revisar los katas para hacerlos tan simples como fuese posible. Los tiempos cambian, el mundo cambia y obviamente las artes marciales deben también cambiar. El karate que los estudiantes de las escuelas superiores practican actualmente no es el mismo karate que se practicaba tan solo hace diez años, y hay una gran diferencia con el karate que yo aprendí en Okinawa cuando era chico.
Aunque no hay ni nunca hubo reglas rígidas y firmes respecto a los distintos katas es muy raro encontrar que ellos cambien no sólo con el tiempo sino de instructor a instructor. Lo más importante es que el karate, como una forma de deporte usada en educación física, pueda ser lo suficientemente simple de ser practicado sin dificultades por todos, jóvenes y viejos, chicos y chicas, hombres y mujeres.
Otra reforma en que yo dediqué mi atención fue en la nomenclatura. Ni bien llegué a Tokio en 1922, la firma Bukyosha publicó un libro que yo había escrito llamado Ryūkyū Kempo: Karate. En ese tiempo, la palabra aún se escribía como “manos chinas” y todos los nombres de katas que describo en mi libro son de origen okinawense: Pinan, Naikanchi, Chinto, Bassai, Seíshan, Jitte, Jion, Sanchín y otras. Estos son los nombres que aprendí hace mucho de mis maestros.
Nadie tiene idea de cómo ellas se originaron y la gente las encuentra difíciles de aprender. Después de haber transformado “manos chinas” por “manos vacías” comencé a dar a los katas nombres más fáciles para la gente japonesa y ahora son familiares en todo el mundo: Ten no Kata, Chi no Kata, Hito no Kata, Empi, Gankaku, Hangetsu, Meikyo, Hakkō, Kiun, Shōtō, Shōin, Hotaku, Shōkyō, etc. Me apresuro a asegurarle al lector que los nombres que yo elegí no son constantes ni eternos. No tengo duda alguna que en el futuro, como el tiempo cambia una y otra vez, a los katas les serán dados nuevos nombres, y eso es ciertamente lo que pasará.