La llamada de Ezequiel se produce mediante una visión mística de Dios, parecida a la de Isaías pero acompañada de más detalles. Se le ordena al profeta denunciar la perversidad de Jerusalén y proclamar la inminencia de su asedio y destrucción. Un año después, Ezequiel lo hace así, describiendo visiones de las prácticas idólatras que solían realizarse en el propio Templo:
Ezequiel 8.14.
Me condujo
(Dios)
a la entrada de la puerta de la casa de Yahvé del lado norte, y estaban allí dos mujeres sentadas, llorando a Tammuz.
En las antiguas sociedades agrícolas, era corriente personificar el fenómeno de la muerte de la vegetación en invierno (o en el calor del verano) y su renacimiento en la primavera (o con la llegada de las lluvias). La personificación tomaba la forma de una deidad que moría e iba al otro mundo, del que más tarde la rescataba otra deidad. Era costumbre que las mujeres llorasen la muerte del dios en épocas fijas del año para luego regocijarse sonoramente por su renacimiento y resurrección.
Para los occidentales modernos, la forma más familiar de esta especie de leyenda se encuentra en los mitos griegos. La historia habla de Démeter, la diosa griega de la agricultura, y de su hija Perséfone. Hades, el dios del inframundo, rapta a Perséfone y Démeter la busca por todo el universo. Mientras la busca, muere toda la vegetación y sobre el mundo se extiende el invierno. Finalmente, Démeter encuentra a Perséfone y se llega a un compromiso. Perséfone puede estar con Démeter parte del año y con Hades el resto, lo que explica el ciclo recurrente del crecimiento, la muerte y el renacimiento.
Los babilonios también tenían un mito parecido, muy anterior al griego, que se remonta a la época sumeria, mucho antes del tiempo de Abraham. En el mito sumerio, Dumu-zi, que más tarde se convertiría en Tammuz, es hermano y amante de Istar, diosa de la tierra y del cielo. En una cacería, un jabalí mata a Tammuz, o tal vez fue algún acto impensado de Istar, y debe bajar al inframundo. Istar lo sigue y lo rescata con gran dificultad. Por ese Tammuz era por el que las mujeres se lamentaban primero y luego se regocijaban.
Los babilonios llamaban Tammuz al solsticio de verano en honor de ese dios, y los judíos adoptaron su nombre. A pesar de Ezequiel, en el calendario judío sigue celebrándose a ese dios pagano incluso en la actualidad, igual que los calendarios occidentales contienen el mes de marzo, nombre usado libremente tanto por cristianos como por judíos aunque honra al dios pagano Marte.
El mito de Tammuz se extendió junto con la agricultura, y sus ritos siempre atrajeron de manera especial a las mujeres. Al fin y al cabo, en las sociedades primitivas son las mujeres las más preocupadas por la agricultura. En la mitad occidental del Semicírculo Fértil, Tammuz se llamaba «Adonai» («Señor»). Éste era el Adonis de los griegos, cuya mitología adoptó la historia de Tammuz. Adonis, el joven amante de Afrodita, fue muerto por un jabalí ante la infinita desolación de la diosa. (Y nos dio la palabra «adonis» para designar a un joven extraordinariamente bello.)
Sin duda, los israelitas veneraban a Tammuz, y tales ritos eran populares entre sus mujeres. En realidad, los autores de la versión definitiva del libro de los jueces trataron probablemente de enmascarar las prácticas idólatras femeninas cuando describieron a las mujeres que lloraban por la hija de Jefté (v. cap. 7), refiriéndose realmente a las que se lamentaban por Tammuz.
En la actualidad, la práctica aún no ha desaparecido por entero, pues las emociones que envuelven a la liturgia religiosa en relación con la muerte y resurrección de Jesús (Viernes Santo seguido de la Pascua de Resurrección), deben algo a los milenios en que el dios de la vegetación moría y resucitaba cada año.
La primera mitad del libro de Ezequiel se dedica enteramente a la denuncia de Judá y al vaticinio de su destrucción; todo ello quizá se pronunciara durante el período de casi diez años entre el momento de la llamada de Ezequiel y la destrucción final de Jerusalén.
A continuación, Ezequiel se vuelve contra las naciones vecinas de Judá, que compartirán su destrucción a manos de los conquistadores caldeos:
Ezequiel 26.1.
El año undécimo... me fue dirigida la palabra de Yahvé...
Ezequiel 26.7.
... He aquí que yo enviaré... contra Tiro a Nabucodonosor...
Tiro compartió los problemas sufridos por los pueblos de la mitad occidental del Semicírculo Fértil, primero frente al avance de los asirios y luego de los caldeos. Pero afortunadamente para ella, Tiro estaba en la costa y su ciudadela se encontraba en una isla rocosa cerca de tierra. Mientras sus naves dominaran el mar, no le faltaría de nada. Por esa razón podía aguantar asedios más largos que ciudades como Damasco, Samaria y Jerusalén, que podían ser cercadas por completo. Por la misma razón, los asedios de Tiro solían acabar con un convenio pactado en el que Tiro siempre conservaba su integridad.
Así, en el tiempo en que Salmanasar V ponía sitio a Samaria (v. cap. 12), también asediaba Tiro. La ciudad resistió firmemente un sitio de cinco años, derrotando a las naves que los asirios utilizaban en un intento de romper su vía de abastecimiento. Al final, Tiro convino en pagar tributo a Sargón, pero conservó su autonomía.
Continuó pagando tributo a las naciones que tomaron el poder después de la caída de Asiria, aunque a regañadientes. Participó en las intrigas contra Babilonia inspiradas por Egipto que llevaron a Judá a la destrucción, y se hizo evidente que Nabucodonosor pretendía castigar a Tiro del mismo modo que había hecho con Jerusalén.
La profecía de Ezequiel del «año undécimo» se cumplió en el 587 aC, cuando el destino de Jerusalén estaba sellado y el inminente asedio de Tiro era algo seguro. Ezequiel continúa vaticinando la destrucción de Tiro como resultado del cerco y describe con gran detalle la forma en que se desarrollaría su saqueo. En realidad, Ezequiel alaba a los ejércitos caldeos durante todo el pasaje, como si fuese un patriota babilonio. En este sentido, tal vez se hubiese «integrado» en la vida babilónica, porque en sus oráculos no hay vaticinios contra Babilonia, sino sólo contra los enemigos del imperio, incluido Judá.
En realidad, esto no es nada extraño. Por lo que sabemos, las colonias judías recibían buen trato en Babilonia: se les permitía la práctica sin trabas de su religión, participar en la vida económica de la nación y prosperar. Prueba de ello es que, cuando por fin se les permitió volver a Judá y reconstruir el Templo, muchos prefirieron quedarse en Babilonia. No es imposible pensar que un judío mantenga una profunda fidelidad al judaísmo mientras siente un patriotismo secular hacia una potencia de religión extraña, pero benevolente. En la actualidad, los judíos norteamericanos se encuentran precisamente en esa posición.
Sin embargo, resulta que Ezequiel se mostró demasiado entusiasta en su orgullo probabilónico, porque Nabucodonosor no logró saquear Tiro. Mantuvo el sitio durante trece años, hasta el 573 aC (tres años más que el renombrado famoso asedio de Troya), y al final tuvo que conformarse con un compromiso.
El propio Ezequiel hubo de reconocer el hecho:
Ezequiel 29.17.
El año veintisiete... me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
Ezequiel 29.18.
... Nabucodonosor ha hecho prestar a su ejército un gran servicio contra Tiro... y no hubo ni para él ni para su ejército paga...
Esta sentencia está fechada en el 571 aC, año veintisiete de la cautividad de Ezequiel, y dos años después del levantamiento del asedio de Tiro. Es la última sentencia fechada del profeta, y como recibió la llamada en el año quinto de su cautividad, estuvo en activo durante un período de veintidós años. Si tenía veinte años de edad cuando recibió la llamada, había cumplido cincuenta y dos en la época de esta sentencia.
Pero antes de que el paso del tiempo le ilumine sobre el resultado verdadero del asedio, Ezequiel compone un canto fúnebre para la Tiro supuestamente caída o en vísperas de su destrucción: en él enumera los lugares que contribuyen a la riqueza comercial de la ciudad en una verdadera orgía de términos geográficos que ya no podemos identificar con seguridad. Así:
Ezequiel 27.7.
...de jacinto y púrpura de las islas de Elisa tus toldos...
Existe la posibilidad de que Elisa fuese un distrito de Chipre, isla del Mediterráneo oriental colonizada por los fenicios. Pero hay otra posibilidad, referente a una colonia fenicia en la costa norte de África.
Afirma la tradición que en el 814 aC, cuando Joás estaba en el trono de Judá, un grupo de tirios establecieron una colonia cerca del actual emplazamiento de Túnez. A lo largo de los siglos, esta colonia, que llegó a denominarse Cartago, cuyo nombre significa «ciudad nueva», llegó a prosperar. En tiempos de Ezequiel, dominaba el norte de África y se había establecido en Sicilia.
Según las tradiciones griegas y romanas, el dirigente del grupo original de colonizadores se llamaba Dido, y es posible que fuese su nombre regio. Su nombre anterior, de acuerdo con tales leyendas, era Elisa. ¿Es posible que ese nombre refleje realmente aquel por el que se conocía a Cartago en los centros civilizados del Semicírculo Fértil? ¿Es Cartago la Elisa a que se refiere este versículo? Si es así, constituye la única alusión de la Biblia a Cartago.
Y continúa:
Ezequiel 27.8.
Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros...
De Sidón ya hemos hablado en el capítulo 6. Arvad es una isla a tres kilómetros y medio de la costa siria, y a unos ciento sesenta al norte de Sidón. En los tiempos bíblicos era muy próspera.
Y continúa Ezequiel:
Ezequiel 27.9.
Ancianos de Guebal... calafateaban tus junturas...
Guebal, la moderna ciudad libanesa de Jubyl, está en la costa fenicia, a unos sesenta y cuatro kilómetros al norte de Sidón. En tiempos muy antiguos, en los días en que se levantaban las pirámides, Guebal pudo ser la ciudad fenicia más importante, pero luego fue eclipsada por Sidón y, después, por Tiro.
En excavaciones en esa ciudad, se ha encontrado una inscripción en alfabeto fenicio (del que, según se cree, se derivan todos los demás alfabetos), que se ha fechado en una época anterior al Éxodo. Es posible que en Guebal se inventara el alfabeto.
En siglos posteriores, Guebal era el centro comercial de papiros egipcios, que en tiempos griegos y romanos tenían mucho valor para la fabricación de libros. Por tanto, los rollos de papiro llegaron a llamarse biblia, a partir del nombre griego de la ciudad, que era Biblos. Y como en tiempos cristianos los rollos de papiro en que se escribieron las Escrituras eran los libros por excelencia, desde entonces hasta nuestros días se llamó «Biblia» a las sagradas escrituras de judíos y cristianos.
Y aún más:
Ezequiel 27.14.
Los de la casa de Togorma pagaban sus mercancías con... corceles y mulos.
Se identifica a Togarma con la «Tilgirimmu» mencionada en las inscripciones asirias. Se cree que es un país del Asia Menor centro-oriental, tierra donde se crían caballos.
Ezequiel también lanzó invectivas contra el rey de Tiro, y al menos en eso su profecía no falló del todo:
Ezequiel 28.2.
Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor, Yahvé ...
Ezequiel 28.7.
yo traeré contra ti extranjeros...
Ezequiel 28.8.
Te harán bajar a la huesa, y morirás...
En la época del asedio de Nabucodonosor, el rey de Tiro era Itobaal II (Itobaal I, que reinó tres siglos antes, era el padre de Jezabel).
Itobaal II sufrió una derrota personal, porque según los términos del acuerdo final entre Tiro y Nabucodonosor, Itobaal se .vio obligado a abdicar, y él y su familia fueron deportados a Babilonia (pero no muertos, descalificando así una parte de la profecía de Ezequiel). En su lugar, Baal II reinó en una Tiro esencialmente independiente que, sin embargo, tuvo cuidado de no ofender innecesariamente a Babilonia.
Tiro continuó existiendo en paz y prosperidad bajo los persas, que vencieron y suplantaron a los caldeos. En realidad, hasta dos siglos y medio después del asedio de Nabucodonosor no se quebrantó definitivamente el orgullo de Tiro, pues un conquistador aún mayor, Alejandro el Magno, puso sitio a la ciudad, la tomó y la saqueó. Nunca más tuvo oportunidad de discutir con imperios.
Pero el auténtico enemigo de Nabucodonosor fue Egipto, potencia que empuja a las naciones pequeñas a desafiar el poderío caldeo. Su oro, su aliento y, en ocasiones, sus ejércitos, las habían fortalecido. Ahora, aparte del imperio caldeo, era el único de los antiguos centros de civilización que quedaba. En cierto modo, siguió manteniendo su independencia, y la frustración caldea parece reflejarse en las largas invectivas que Ezequiel lanza sobre Egipto:
Ezequiel 29.1.
El año décimo..., fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
Ezequiel 29.2.
... vuelve tu rostro hacia el faraón.... y profetiza contra él y contra Egipto entero.
La profecía está fechada en el 588 aC, mientras Jerusalén aún resistía y la intervención de Egipto retrasaba la caída de la ciudad. (Ciertamente, Ezequiel no era nacionalista; de otro modo habría alabado a Egipto en vez de atacarlo en aquel momento.) El ataque de Ezequiel es brutal:
Ezequiel 29.10.
... yo
(Dios)
haré de Egipto desierto desde Migdol hasta Siene, hasta las fronteras de Etiopía
.
[213]
La palabra «Torre» es una traducción innecesaria del término
Migdol
. Se denominan
Migdol
diversos puestos fortificados, desde fortalezas de piedra a torres, que serían su característica más destacada. En consecuencia, la Revised Standard Versión traduce así la frase: «de Migdol a Siene, hasta la frontera de Etiopía».
Siene es el nombre griego del lugar llamado «Seveneh» en hebreo. Está situado sobre el Nilo, casi al lado de la primera catarata, cerca de la isla Elefantina (v. cap. 24) en medio del río. Los invasores etíopes que bajaban en barca por el Nilo para realizar incursiones en las ciudades egipcias, tendrían dificultades para salvar los rápidos de la primera catarata y deberían dar un rodeo por tierra. En ese punto sería necesaria una ciudad fortificada para garantizar la seguridad de Egipto.