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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (70 page)

Génesis 35.19.
Murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Éfrata, que es Belén.

Otra decía que la enterraron en Benjamín. Así, el profeta Saúl habla de:

1 Samuel 10.2.
... cerca del sepulcro de Raquel, en tierra de Benjamín...
[211]

Se desconoce la situación de Zelzah, pero Jeremías aceptó claramente la tradición benjaminita; por eso Zelzah debe ser otro nombre de Ramá. Ramá está a seis kilómetros al noroeste de Anatot, la ciudad natal de Jeremías, donde éste sitúa la tumba de su antepasada. Imagina que su espíritu frecuenta el lugar y llora continuamente por las tribus deportadas un siglo antes.

Entonces, cuando Jeremías pide a los hombres de Judá que vuelvan a Dios para establecer un Estado ideal, describe tal Estado incluyendo a los exiliados de Israel:

Jeremías 3.18.
En aquellos días vendrán juntamente la casa de Judá y la casa de Israel, juntos vendrán de la tierra del septentrión...

Silo

La conciencia de Jeremías de su origen norteño le resta capacidad para aceptar ciertos aspectos de la reforma de Josías. Al hacer desaparecer todos los altares y prácticas religiosas como paganas e idólatras, Josías centralizó todo el culto en el Templo de Jerusalén, y muchos debían pensar que aquel templo poseía poderes mágicos para proteger a la ciudad y a sus moradores. Para Jeremías, el Templo era una institución de la que se había expulsado a su familia, y en su imaginación guardaba el recuerdo de un templo más antiguo que, en su tiempo, había sido igualmente sagrado.

En su llamado «Sermón del Templo», Jeremías denunció la importancia exagerada que se daba a Jerusalén; lo pronunció en el propio Templo. Tal sermón aparece pronto en el libro, pero en un pasaje muy posterior se da su fecha:

Jeremías 26.1.
Al principio del reinado de Joaquim, hijo de Josías..., llegó a Jeremías esta palabra de Yahvé:

Jeremías 26.2.
... Ve a ponerte en el atrio de la casa de Yahvé, y habla a todas las ciudades de Judá...

Entonces, poco después de la muerte de Josías en batalla contra Egipto, en el 608 aC, viene el sermón. Los ejércitos egipcios dominaban de momento el país, pero no trataban de poner sitio a Jerusalén para apoderarse de ella. A Egipto le bastaba confiar en su marioneta, Joaquim, a quien su influencia había colocado en el trono. (Egipto estaba mucho más preocupado por el creciente poder de los caldeos con Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor. Acababan de tomar Nínive y de establecerse como señores del Tigris-Éufrates.)

Sin duda, el elemento nacionalista de Judá, ignorando los detalles de la situación, pensó que Jerusalén estaba a salvo bajo cualquier circunstancia y contra todos los invasores simplemente por la existencia del Templo y por la purificación del culto a raíz de la eliminación de todos los ritos rivales.

Menos impresionado por la santidad del Templo, Jeremías dijo:

Jeremías 7.4.
No pongáis vuestra confianza en palabras engañosas, diciendo: ¡Oh, el templo de Yahvé, el templo de Yahvé!...

Señala que no es la veneración ritual lo que salvará a Judá, sino la reforma ética, y cita las palabras de Dios:

Jeremías 7.9.
¡Robar, matar, adulterar, perjurar...

Jeremías 7.10.
y venir luego a mi presencia en esta casa, diciendo: Ya estamos salvos ... !

Luego, de su propia historia familiar recuerda el caso de un templo anterior, cuya santidad no lo salvó de la destrucción. Jeremías cita las palabras de Dios:

Jeremías 7,12.
Id, pues, a mi lugar de Silo, donde al principio establecí mi nombre, y ved lo que hice con él por las impiedades de mi pueblo Israel.

Ajicam

El Sermón del Templo trajo problemas a Jeremías. En realidad, tuvo problemas durante toda la vida. Un profeta no podía predicar continuamente, como Jeremías, los males más desastrosos con un lenguaje de lo más violento sin que se hiciera impopular ante un populacho que, como toda plebe, quería comodidad y tranquilidad. Jeremías era una molestia, un pesado, y muchos estarían deseosos de que le cerraran la boca a la fuerza. Lamentablemente, el libro de Jeremías no nos brinda un relato cronológico detallado de la oposición, pero hay ocasionales referencias de pasada. En cierto momento, Jeremías cita a sus enemigos:

Jeremías 18.18.
Ellos dijeron: «Venid, tomemos asechanzas contra Jeremías... vamos a herirle... y no demos oído a ninguna de sus palabras».

Jeremías, claro está, incurrió en la ira de los funcionarios del sumo sacerdocio, quienes en ocasiones no dudaron en ponerle la mano encima:

Jeremías 20.1.
Y Pasjur..., que era inspector jefe de la casa de Yahvé, oyó a Jeremías vaticinando estas cosas,

Jeremías 20.2.
e hizo azotar a Jeremías... y ponerle en el cepo...

Jeremías era tan impopular en su ciudad natal como en Jerusalén. No se especifica el motivo, pero tal vez los de Anatot tenían miedo de que la impopularidad de Jeremías pudiera extenderse a los habitantes de su ciudad natal. Quizá pensaran que, si se libraban de él, evitarían ser el centro de una atención desagradable y peligrosa. Jeremías cita a Dios, advirtiendo a los enemigos de su propia ciudad:

Jeremías 11.21.
... así dice Yahvé contra los hombres de Anatot, que buscan tu vida, diciendo: No profetices en nombre de Yahvé si no quieres morir a nuestras manos.

Jeremías 11.22.
... así dice Yahvé de los ejércitos: He aquí que les voy a pedir cuentas...

Pero Jeremías pasó un momento especialmente peligroso después del Sermón, cuando en el Templo mismo advirtió a Jerusalén de que iba a sufrir el destino de Silo. Naturalmente esto irritó a los adoradores, que lo consideraron como una blasfemia flagrante. La gente pidió que lo ejecutaran de inmediato. Había un precedente reciente para tal medida:

Jeremías 26.20.
... hubo... un hombre de los que profetizaban en nombre de Yahvé, Urías .... que profetizó contra esta ciudad ...

Jeremías 26.21.
... el rey Joaquim... quiso matarle, y.. . Urías... huyó a Egipto;

Jeremías 26.22.
pero el rey Joaquim envió a Egipto emisarios...

Jeremías 26.23.
y, sacando a Urías de Egipto, lo condujeron al rey Joaquim, que le hizo matar a espada...

Sin embargo, había personajes importantes que, porque estuvieran de acuerdo con Jeremías o temiesen las consecuencias de matar a un profeta, se manifestaron en contra de la ejecución. Citaron el caso del profeta Miqueas, que hablaba como Jeremías en el reinado de Ezequías, un siglo antes, y no le hicieron nada. En concreto, un hombre influyente protegió a Jeremías, evitando que sufriera daño alguno:

Jeremías 26.24.
En favor de Jeremías intervenía Ajicam, hijo de Safán, para evitar que fuese entregado en manos del pueblo para matarle.

Ajicam ocupó un alto cargo con Josías y fue uno de los que participó en la reforma de ese rey:

2 Reyes 22.12.
Y dio esta orden
(el rey Josías)
al sacerdote Helcías, a Ajicam, hijo de Safán...

2 Reyes 22.13.
Id a consultar a Yahvé por mí... respecto de las palabras del libro que se ha encontrado...

Sesac

Es posible imaginarse que Jeremías se sintiera frustrado y desesperado por el hecho de que sus denuncias produjesen cólera y enemistad en vez de arrepentimiento:

Jeremías 25.1.
... el año cuarto de Joaquim...

Jeremías 25.2.
... pronunció el profeta Jeremías, diciendo:

Jeremías 25.3.
Desde el año trece de Josías.... hasta el día de hoy, veintitrés años ya, he recibido la palabra de Yahvé y os la he predicado..., y no habéis escuchado.

Estamos ya en el 605 o en el 604 aC, y una nueva crisis se cierne sobre Judá. Asiria ya ha caído por completo, y casi ha concluido el subsiguiente período de confusión. Los caldeos, que gobiernan desde Babilonia, son los vencedores. En el 605 aC, Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar (que tomó Nínive), derrotó al faraón Necao en Carchemis. El egipcio que venció a Josías fue rechazado hacia el Nilo, y acabó su breve correría asiática. Hasta dentro de tres siglos, Egipto no se convertiría en una potencia conquistadora. Nabopolasar murió en el 604 aC y el victorioso Nabucodonosor subió al trono.

Jeremías consideró que con la enérgica dirección de Nabucodonosor, los caldeos irían hacia el restablecimiento del imperio sobre todo el Semicírculo Fértil, con Babilonia en vez de Nínive. Dios entregaría a la pecadora Judá al conquistador babilonio.

Jeremías 25.8.
Por eso, así dice Yahvé de los ejércitos: Porque no habéis escuchado mis palabras,

Jeremías 25.9.
he aquí que convocaré... a Nabucodonosor...
[212]
contra esta tierra, y contra sus habitantes... y los convertiré en desolación...

Nebuchadrezzar, como se llama en este versículo al rey de Babilonia, viene referido como Nebuchadnezzar en libros escritos con posterioridad e incluso en otra parte del libro de Jeremías; como, por ejemplo, en el:

Jeremías 29.1.
a todo el pueblo, que de Jerusalén había llevado Nabucodonosor
(Nebuchadnezzar)
a Babilonia
.

Esta última versión, con la «n», es la que resulta más familiar al hombre corriente, tal vez porque así se escribe en el popular libro de Daniel, y la que, en consecuencia, utilizo yo. (Sin embargo, la versión que lleva la «r» se acerca más al original babilonio. Sin duda, la «n» surgió por error del copista.)

Tras vaticinar la conquista de Judá por Nabucodonosor, Jeremías predice que el pueblo de Judá irá al exilio durante setenta años (v. cap. 15), y describe todas las naciones que caerán ante los conquistadores babilonios. En esa lista, el momento culminante llega con:

Jeremías 25.26.
... y el rey de Sesac beberá después de ellos.

Sesac no se refiere concretamente a ningún reino de la región; no es más que un ejemplo de un sencillo código llamado «atbash», por el cual se hace una alusión peligrosa que resulta clara para los iniciados pero que no compromete tanto al escritor, evitándole la acusación de traición y la ejecución.

En dicho código se invierten las letras del alfabeto hebreo, La primera letra del alfabeto se sustituye por la última, la segunda por la penúltima, la tercera por la antepenúltima, y así sucesivamente.

En hebreo, la palabra Sesac se deletrea así: «shin-shin-caph»; ; «shin» es la penúltima letra, «caph» es la duodécima a partir del final. Si las invertimos y tomamos la segunda y la duodécima letras a partir del principio, obtendremos «beth-beth-lamed», que es «Babel» o «Babilonia». En resumen, Sesac es la palabra en clave que significa Babilonia, y la predicción consiste en que, tras conquistar una larga lista de naciones, Babilonia será conquistada a su vez.

Esto se confirma en un capítulo posterior, al describir la inminente caída de Babilonia; Sesac se utiliza como un sinónimo en un paralelismo poético:

Jeremías 51.41.
¡Cómo ha sido cogida Sheshak!... ¡Cómo ha venido a ser Babel objeto de horror entre las naciones!

Baruc

Pero Jeremías creyó inútil hacer un último intento por convencer a Judá de que cambiara el rumbo que le conducía al desastre seguro. Por tanto, en el cuarto año de Joaquim, declara que Dios le ha ordenado escribir sus diversas sentencias:

Jeremías 36.4.
Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió éste en un volumen, dictándole Jeremías, todas las palabras que Yahvé le había dicho.

Baruc, secretario de confianza de Jeremías en la última parte de la vida del profeta, siguió con éste hasta la caída de Jerusalén, y después viajó a Egipto con el profeta. Pero según cierta tradición, no permaneció en ese país, sino que se marchó tras la muerte de Jeremías y fue a Babilonia, donde murió en el 574 aC. No hay pruebas bíblicas en favor de ello, pero tampoco es imposible.

Basado en esa tradición, hay un libro apócrifo, aceptado como canónico por los católicos, que se titula «Libro de Baruc», supuestamente escrito por éste en Babilonia:

Baruc 1. 1.
Discurso del libro escrito por Baruc... en Babilonia.

Baruc 1.2.
El año quinto.... al tiempo en que los caldeos tomaron Jerusalén y la incendiaron,

Como los babilonios saquearon Jerusalén en el 586 aC, el libro queda así fechado en el 582-581 aC.

La primera parte está en prosa, y consiste en una confesión del pecado nacional, que llevó a la destrucción de la ciudad y a la cautividad del pueblo; justo castigo por tal pecado, por el que ahora se pide perdón. La segunda mitad se compone de dos poemas, uno que alaba la sabiduría al estilo de la Sabiduría de Salomón (v. cap. 21), y otro que promete el consuelo del regreso del exilio al estilo del Segundo Isaías (v. cap. 23). Parece enteramente cierto que el libro no fue escrito por Baruc, sino que se redactó mucho después de su tiempo y lo compusieron varias manos diferentes, quizá adquiriendo su forma definitiva hacia el 100 aC.

En el siglo XIX se descubrieron dos libros apocalípticos atribuidos a Baruc. Se llaman el «Apocalipsis siriaco de Baruc» y el «Apocalipsis griego de Baruc», según las lenguas en que estaban escritos los manuscritos. Parecen ser aún más tardíos que el apócrifo Libro de Baruc.

Joaquim

Una vez que dictó sus palabras para que las escribieran, Jeremías quiso que llegaran al rey. Al parecer, no tenía tan fácil entrada al palacio real como Isaías, de modo que se valió de los funcionarios del Templo, que sí tenían las puertas abiertas. Por desgracia, tras el Sermón del Templo, Jeremías tenía prohibida la entrada en los terrenos del Templo, y tuvo que enviar a Baruc.

Jeremías 36.5.
Y le dijo Jeremías a Baruc: Yo estoy impedido de poder ir a la casa de Yahvé;

Jeremías 36.6. vete, pues, tú, y en el libro... lee...

Se leyó el libro a los funcionarios del Templo, que contaron inquietos el asunto al rey. Éste envió a un funcionario para que se lo llevara y leyera.

Los hombres del Templo sintieron un sorprendente deseo de llevar al rey las palabras de Jeremías, y quizá hubiera buenas razones seculares para ello. La situación política del momento era especialmente delicada, y por una vez Jeremías y el Templo quizá fuesen en la misma dirección.

Desde que Necao de Egipto acabara con Josías en Megiddo, Judá pagaba tributo a Egipto, pero ahora que Babilonia había derrotado a su vez a esa nación, Judá se planteaba la cuestión de seguir fiel a Egipto o de cambiar de bando y aliarse con Babilonia. Cada opción tenía sus defensores, y el país se dividió entre el partido egipcio y el babilonio. Los funcionarios del Templo a quienes se dirigió Baruc quizás estuvieran convencidos de que Egipto estaba acabado, y con sentido práctico pensaran que la única medida segura era someterse a Nabucodonosor. Como Jeremías decía lo mismo, sus escritos se presentaron ansiosamente al rey.

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