Jeremías 32.15.
Porque así dice Yahvé... Todavía se comprarán en esta tierra campos y viñas.
Los caldeos volvieron a poner sitio y, en el 587 aC, la ciudad fue tomada, saqueada y quemada. Derribaron las murallas y destruyeron el Templo. Sedecías trató de huir pero lo prendieron, Sus hijos fueron ejecutados y a él le sacaron los ojos. Entonces, Nabuzardán, jefe de las fuerzas escogidas, ordenó una segunda deportación de judíos:
Jeremías 39.9.
Al resto de los habitantes que había quedado en la ciudad..., los deportó a Babilonia Nabuzardán...
Jeremías 39.10.
A los pobres del pueblo, que no tenían nada... les dio
(Nabuzardán)
viñas y campos de labor.
Así, a consecuencia de dos deportaciones sucesivas, una a comienzos del reinado de Sedecías en el 597 aC, y otra al final en el 586 aC, los escogidos de la nación fueron al exilio. En Babilonia, los cautivos conservaron la esencia del judaísmo, enriqueciéndolo. Los cinco primeros libros de la Biblia, el Pentateuco o Tora, fueron puestos por escrito, lo mismo que el libro de Josué.
Pero en Judá, a falta de refinamiento religioso los pobres que quedaban mantuvieron una especie de yahvismo primitivo.
Medio siglo después, cuando los judíos de Babilonia empezaron a volver a Judá, consideraron que su forma evolucionada de yahvismo era la única auténtica, y despreciaron y acusaron a los que estaban en el país. Por tanto, sólo con dificultades lograron reconstruir el Templo contra la hostilidad local (v. cap. 15).
Los judíos no volvieron en masa de Babilonia. Incluso después de la reconstrucción del Templo y de las murallas de Jerusalén, importantes comunidades de judíos seguían en las ciudades de Babilonia. Allí continuaron a lo largo de los tiempos bíblicos e incluso después. Tras la destrucción por los romanos del segundo templo en el 70 aC, Babilonia se convirtió durante mil años en el centro de la vida intelectual de los judíos.
La comunidad judía de Babilonia siguió siendo importante durante el período de la nueva dominación persa, a raíz de la decadencia del imperio seléucida; y durante siglos después de la conquista de la región por los árabes mahometanos. Sólo en el 1100 dC, cuando la zona cayó presa de continuas guerras civiles y del poderío de las tribus turcas, relativamente incivilizadas, desaparecieron los centros de estudio judíos en Babilonia mientras aparecían otros nuevos en la España musulmana.
Por tanto, no debe considerarse únicamente al exilio babilonio como una pausa ni como una etapa efímera de la historia judía. Tuvo una importancia fundamental para la evolución del judaísmo (y para las dos religiones que surgieron de su seno: el cristianismo y el mahometismo); en algunos aspectos también constituyó un exilio permanente y el comienzo de la diáspora (palabra griega que significa «dispersión»). La Diáspora, nombre colectivo que se da a las comunidades judías que residían fuera de Judá, continúa hasta el día de hoy, dos mil quinientos años después del tiempo de Nabucodonosor, a pesar del restablecimiento en 1948 de la nación judía en la tierra que antiguamente se llamó Canán.
Tras la destrucción de Jerusalén, Judá se reorganizó como provincia caldea, y se puso a un gobernador nativo para que administraba a la población restante:
2 Reyes 25.22.
Nabucodonosor puso al resto del pueblo que quedaba en la tierra
(de Judá
) bajo el gobierno de Godolías, hijo de Ajicán...
Godolías era hijo del mismo Ajicam que en una ocasión salvó la vida de Jeremías (v. este mismo cap.). Un hermano de Ajicam y su hijo (tío y primo de Godolías) estuvieron entre los que pretendieron presentar el volumen de Jeremías a la atención de Joaquim (v. este mismo cap.).
Jeremías 36.10.
Y leyó Baruc... los sermones de Jeremías en el templo, en la cámara de Gamarías, hijo de Safán...
Jeremías 36.11.
Y habiendo oído Miqueas, hijo de Gamarías... las palabras de Yahvé...,
Jeremías 36.12.
bajó al palacio del rey...
Al parecer, toda la familia de Safán era firme partidaria de Babilonia y de la opinión de Jeremías de que Judá sólo se salvaría sometiéndose a Nabucodonosor. Por tanto, la elección de Godolías como gobernador era bastante natural.
Tras la caída de Jerusalén, había que ocuparse de Jeremías, famoso portavoz de la tendencia probabilonia:
Jeremías 39.11.
Nabucodonosor ... había dado orden a Nabuzardán... respecto de Jeremías, diciéndole:
Jeremías 39.12.
Tómale y mira por él y no le hagas mal alguno...
Jeremías 39.14.
Mandaron sacar a Jeremías
(de la cárcel)
y se lo encomendaron a Godolías... para que le llevase a su casa...
Godolías trató de restablecer el orden y de asegurar a los habitantes de Judá que vivirían pacíficamente bajo Nabucodonosor. Por desgracia, había elementos que se oponían a ello:
Jeremías 40.13.
Pero vinieron a Godolías Yojanán, hijo de Qareaj...
Jeremías 40.14.
y le dijeron: ¿Sabes que Baalís, rey de los hijos de Ammón, ha mandado a Ismael, hijo de. Natanías, para darte muerte?...
Se desconocen los motivos del rey amonita. Tal vez se tratara simplemente de la oportunidad de completar la destrucción del reino judío en recuerdo de los largos siglos de hostilidades. Tal vez actuase de parte de Egipto. La caída de Jerusalén sólo podía multiplicar las intrigas desesperadas de los egipcios para mantener la zona en continua agitación y ocupados a los caldeos.
En cuanto a Ismael, tal vez no necesitaba que le animaran mucho. Se le describe así:
Jeremías 41.1.
...Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisama, de sangre real...
Como miembro de la familia real, debía pensar en el restablecimiento del reino con ayuda egipcia para ser ungido rey.
Al parecer, Godolías era un hombre generoso que no creía en el mal, y rehusó dar crédito al informe. En consecuencia, fue asesinado tras ocupar el cargo durante tres meses (o, posiblemente, un año y tres meses).
Fue la última gota; ya no hubo oportunidad de que existiera ninguna comunidad judía en el país.
El asesinato de Godolías fue acompañado por una matanza general de sus seguidores, y los judíos que escaparon debieron tener el convencimiento de que la acción criminal de Ismael ocasionaría la venganza final de los caldeos.
Parecía muy probable que esta vez Nabucodonosor no se detuviera a distinguir los culpables de los inocentes, sino que mataría a todos por igual; no había más remedio que huir a un país vecino donde los caldeos aún no pudieran llegar:
Jeremías 41.16.
Tomaron, pues, Yojanán, hijo de Qareaj, y ... todo el resto del pueblo...
Jeremías 41.17.
y se volvieron ... para ... dirigirse a Egipto,
Jeremías 41.18.
huyendo de los caldeos, a quienes temían...
De camino a Egipto, pasaron por casa de Jeremías y le pidieron consejo. Jeremías no se apartó de su política probabilonia. Pensaba que en Egipto no habría más seguridad que en Judá, y tal vez intuyera que la huida a Egipto sería una provocación para Nabucodonosor: se parecería mucho a lo que hoy denominaríamos establecimiento de un gobierno, en el exilio.
Pero contra el consejo de Jeremías, el grupo de judíos viajó a Egipto. En realidad, obligaron a acompañarlos a Jeremías y a Baruc.
La nueva salida de judíos para Egipto (como la legendaria de doce siglos antes, con Jacob y José) tuvo consecuencias importantes. Es probable que se reforzara la colonia de Elefantina (v. este mismo cap.) y que allí se elaborase una forma de yahvismo con templo incluido. Los judíos de la colonia veneraban a Yahvé con el nombre de Yahu, y también recogieron elementos de la religión egipcia. Al parecer no fueron conscientes de que sus costumbres religiosas se apartaban de las que se habían creado en Babilonia.
En 1903 se descubrieron en la isla papiros que revelaron que, en la época de la reconstrucción del Templo de Jerusalén, Elefantina pasaba por momentos malos. Los egipcios destruyeron su templo y en el 407 aC los judíos pidieron permiso a las autoridades persas, que ahora dominaban Egipto, para reconstruirlo. Previamente pidieron ayuda a Jerusalén pero no recibieron respuesta, porque para los judíos de Jerusalén sólo podía haber un Templo.
Para ellos, los judíos de Elefantina eran herejes, que no merecían más consideración que los samaritanos.
En tiempo de los griegos, la entrada de los judíos en Egipto cobró visos de inundación. En la época del Nuevo Testamento, los judíos de Egipto poseían en su mayor parte una lengua y una cultura griegas. La comparación entre los judíos helenizados de Egipto y los de Judea debió de ser algo parecido a la comparación actual entre los judíos americanizados de los Estados Unidos y los de Israel.
En Egipto, Jeremías luchó contra la disolución del yahvismo por las prácticas egipcias. Su denuncia termina con un tonante:
Jeremías 44.30.
Así dice Yahvé: Yo entregaré al faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida...
El faraón Hofra, que regía Egipto en la época de la destrucción de Jerusalén, logró evitar la derrota a manos de Nabucodonosor, pero la profecía de Jeremías se cumplió de todos modos.
En el 569 aC, diecisiete años después de la caída de Jerusalén, el faraón Hofra trató de apoderarse de una colonia griega establecida en Cirene, en la costa norte de África, a unos ochocientos kilómetros al oeste del Nilo. Sus tropas se rebelaron, aclamando como faraón a un jefe llamado Ames (Amasis para los griegos). Las tropas leales de Hofra fueron derrotadas por los rebeldes, y Hofra fue ejecutado; Ames reinó en su lugar.
Uno se pregunta si Jeremías seguía vivo para ver el fin del faraón Hofra. Tendría entonces setenta y siete años, edad nada imposible. Pero no hay medio de saberlo. Su denuncia del monarca egipcio es su última sentencia registrada y la Biblia no relata su muerte.
Jeremías
El libro de las Lamentaciones consiste en cinco poemas distintos, cada uno de los cuales forma un capítulo aparte; todos tratan del tema central de la destrucción de Jerusalén y de su subsiguiente desolación. El canon judío lo considera parte de la tercera sección de la Biblia, las Escrituras, y no se incluye en los libros proféticos. El título hebreo viene de su primera palabra. El libro empieza así:
Lamentaciones 1.1.
¡Cómo se sienta en soledad la ciudad populosa!...
Por tanto, el título hebreo es «Ekhak» («cómo»).
Pero pronto surgió la tradición de que Jeremías era el autor de las Lamentaciones y por esa razón se colocó el libro inmediatamente detrás del de Jeremías, tanto en la Septuaginta como en las diversas versiones cristianas derivadas de ella. El título completo del libro es «Lamentaciones de Jeremías».
El argumento en favor de la autoría de Jeremías se apoya generalmente en el hecho de que Jeremías era el personaje bíblico más destacado que estuvo en Jerusalén durante la etapa de su gran destrucción. Además, la Biblia también menciona a Jeremías en relación con la composición de lamentaciones, forma poética que conmemora un acontecimiento trágico. Cuando llevaron el cadáver de Josías, el rey reformista muerto en la batalla de Megiddo:
2 Crónicas 35.25.
...Jeremías compuso una lamentación sobre Josías...
Claro que esta lamentación no puede corresponderse con el libro de las Lamentaciones. En primer lugar, Jerusalén no fue destruida hasta veintidós años después de la muerte de Josías. Además, las Lamentaciones no mencionan a Josías. La única referencia a un rey es la siguiente:
Lamentaciones 4.20.
El que era el aliento de nuestra boca, el ungido de Yahvé, fue cogido...
Por el contexto del libro, es mucho más lógico suponer que se trata de una referencia poética a Sedecías, el último rey de Judá.
Pero es sumamente improbable que Jeremías fuese el autor del libro. El mero hecho de que no se incluya en el canon profético de la Biblia hebrea indicaría que se redactó en fecha bastante tardía.
Los cinco poemas no parecen escritos por la misma mano; en particular, el capítulo tercero es diferente de los demás, y más tardío. Además, los cuatro poemas primeros son acrósticos (v. capítulo 19), composición sumamente artificial, y en cierto modo no parece probable que, presa del dolor que sentía por Jerusalén, Jeremías se sentase a trabajar para componer, lenta y laboriosamente, una serie de poemas acrósticos. Ese trabajo indica más bien un esfuerzo literario realizado en tiempos posteriores y con carácter retrospectivo.
Ezequiel • Tammuz • Tiro • Elisa • Guebal • El príncipe de Tiro • Siene • Patros • Gog
Según parece, Ezequiel («Dios fortalece») era un contemporáneo más joven de Jeremías y, por tanto, desde el punto de vista cronológico es apropiado que sus sentencias vayan detrás de las de Jeremías.
Ezequiel 1.1.
Y sucedió que en el año treinta.... estando yo en medio de los cautivos..., contemplé visiones de parte de Dios.
Ezequiel 1.2.
En... el año quinto de la deportación del rey Joaquim
.
Ezequiel, pues, fue deportado con Joaquín después del primer asedio de Nabucodonosor a Jerusalén, en el 597 aC. El libro empieza en el quinto año de esa cautividad. En esa fecha aún existía el reino de Judá, con Jeremías advirtiendo al rey Sedecías, que no le escuchó, de su destino inminente.
Si por «el año treinta» Ezequiel quiere decir que se encontraba en el año trigésimo de su vida, cosa que no es segura, entonces lo deportaron a Babilonia a los veinticinco años y nació en el 627 aC, durante el reinado de Josías. Si ello es cierto, sería veinte años más joven que Jeremías, y habría nacido un año antes de que Jeremías recibiese la llamada. Según afirman algunas tradiciones, es posible que incluso fuese discípulo de Jeremías.
Ezequiel era sacerdote, probablemente de la estirpe de Sadoc, porque muestra gran interés por los detalles del servicio del Templo.
Ezequiel 1.3.
Fue palabra de Yahvé a Ezequiel, sacerdote..., junto al río Kebar...
El «río Kebar» es uno de los canales mayores que entrelazan las llanuras babilonias. Su nombre acadio original es «nar Kabari» («Gran Canal»), y llega hasta Uduk (Erec), al sureste de Babilonia. En alguna parte de sus orillas estaba el asentamiento de judíos de quienes Ezequiel era un dirigente importante y respetado.