Y así, con la muerte de Saúl y salvado al menos el honor, aunque todo lo demás pareciese perdido, el libro 1 Samuel llega a su fin.
Hebrón • Majanaim • Micol • Sión • Tiro • Valle de Refaím • Baalat • Moab • Ammón • Mefibaal • Urías, el hitita • Absalón • Cedrón • Semeí • Cusaí • Seba • Areuna.
Tras la muerte de Saúl y la aplastante derrota de Israel, los filisteos dominaban todo el territorio de Canán al oeste de Jordán. De momento, ni siquiera había un foco de resistencia en las montañas de las tribus de Raquel, donde Samuel había mantenido vivas las esperanzas de Israel durante muchos años, antes advenimiento de la monarquía.
Estaba David, claro, pero era un hombre de Judá que había conducido una lucha guerrillera contra Saúl y el reino de Israel, y, por tanto, no era fácil que pudieran dirigirse a él los patriotas israelitas. Además, en el momento de la muerte de Saúl, David era un vasallo filisteo.
Pero David no se consideraba a sí mismo como un simple vasallo filisteo. Su primer paso fue afirmar su indiscutible jefatura sobre Judá:
2 Samuel 2.3.
Hizo también que subieran los que estaban con él... y habitaron en las ciudades de Hebrón.
2 Samuel 2.4.
Vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David rey de la casa de Judá...
Como rey de Judá, David reinó en Hebrón del 1013 al 1006 aC.
Antes de la batalla de Gélboe, David no podía acceder al trono, porque Saúl habría considerado como una amenaza la formación de una Judá independiente bajo un soberano fuerte, y habría tomado medidas para aplastarle.
Tal como estaban las cosas, David no sólo estaba libre de la interferencia israelita, sino también de la hostilidad filistea. Es posible que los filisteos le consideraran una marioneta útil, viendo su dignidad real como un instrumento para distraer y dividir más aún a los pueblos sometidos sobre los cuales ejercían su poder.
Sin embargo, al elegir a Hebrón como capital, David se había decidido por una ciudad bien fortificada, en una zona montañosa enteramente defendible en el centro de Judá. Si se producía una guerra contra los filisteos, no sería fácil que le desalojaran de allí.
Como preparación para esa guerra, que consideraba inevitable aunque los filisteos no lo creyeran así, David se dispuso a ganarse a los seguidores del extinto Saúl y a aquellos que aún albergaban la esperanza de un Israel independiente. David aspiraba a la jefatura de todas las tribus hebreas.
Sin embargo, el reino israelita no había desaparecido por completo. Saúl había tenido cuatro hijos. Los tres mayores murieron en Gélboe:
1 Samuel 31.2.
Los filisteos... mataron a Jonatán, a Abinadab y a Melquisúa, hijos de Saúl
.
Pero quedaba el cuarto hijo, Isbaal. Abner, el general en jefe de Saúl, que sobrevivió a la batalla de Gélboe, se puso a salvo con Isbaal cruzando el Jordán:
2 Samuel 2.8.
... Abner tomó a Isbaal, hijo de Saúl; y llevándole a Majanaim,
2 Samuel 2.9.
le alzó por rey...
Era de esperar que los transjordanos fuesen fieramente leales a la casa de Saúl en memoria del vigor con que aquel rey salvó a Jobes Galad. Como los filisteos, al parecer, pensaban que no sacarían ventaja extendiendo sus líneas de comunicación en un avance peligroso al otro lado del Jordán (algo que sirvió una vez para destruir a Efraím, (v. cap. 7). Isbaal y Abner estaban momentáneamente a salvo.
Se desconoce la situación exacta de Majanaim en la Transjordania. Unos la sitúan al sur del río Jaboc, y otros al norte. Es de suponer que estaba emplazada en algún lugar a seis kilómetros y medio al oriente de Jabes Galad.
David, el nuevo rey de Judá, entabló un serie de difíciles negociaciones con Abner en un intento para establecer un reino unido. Lamentablemente, Joab, el general en jefe de David era partidario de la guerra total y creía que el único camino era el de la conquista. Provocó una guerra en la que el ejército israelita fue derrotado.
Pero el debilitado reino de Isbaal resistió, y los planes de David fallaron. No quería gobernar por derecho de conquista, pues tenía la seguridad de que luego se produciría una rebelión. En cambio, confiaba en acceder legalmente al poder, con la esperanza de fundar un reino unido y sin fisuras.
Afortunadamente para David, Abner se peleó con Isbaal y empezó a regatear con David a espaldas de su propio monarca. Al sentir que la victoria era inminente, David fijó su precio. A cambio de la paz y, posiblemente, de un alto cargo para Abner en el reino unido, David dijo:
2 Samuel 3.13.
No vengas a verme sin traer contigo a Micol, la hija de Saúl...
2 Samuel 3.14.
... que adquirí...
Micol se había casado con David en los días en que Saúl estaba firmemente asentado en el trono, cuando el primero servía como jefe militar victorioso al mando del segundo. Tras la huida de David de la corte, casaron a Micol con otro hombre.
Las intenciones de David parecen claras. Como marido de Micol y yerno del extinto Saúl, cobraría una especie de derecho legal a la sucesión al trono de Israel. Si además tenía un hijo con Micol, el vástago representaría la fusión de las casas de Saúl y de David, con lo que finalmente esperaría reinar sobre los dos reinos en paz y legitimidad.
Isbaal, demasiado débil para arriesgarse a una negativa, entregó a Micol a David, y Abner procedió a establecer su alianza con éste. Pero el implacable Joab buscó a Abner y lo mató. Esto amenazó con malograr los planes, porque los israelitas sentían gran estima hacia Abner. David sólo pudo evitar el desastre realizando un acto de arrepentimiento público.
Alguien de la tribu de Isbaal vio entonces lo inevitable, y dos jefes del ejército asesinaron al rey y llevaron su cabeza a David. David se desvinculó en seguida de aquel crimen, ejecutando a los asesinos.
Pero ya no quedaba ningún hijo de Saúl, y los desesperados israelitas vieron que su única salvación estaba en manos del astuto rey de Judá:
2 Samuel 5.3.
Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel a David, a Hebrón; y David hizo con ellos alianza... y ungieron a David rey sobre todo Israel.
La Biblia llama Israel al reino unido sobre el que David empezó a gobernar en el 1006 aC, pero en realidad nunca fue un solo reino. Las dos mitades de la nación jamás se unieron verdaderamente. Israel siempre se mostró orgulloso de su mayor riqueza y refinamiento en comparación con la rústica Judá, y no le gustaba que le gobernase una dinastía judaica. Sería mejor considerar a David, y a su hijo y sucesor, como reyes de una monarquía doble: Israel - Judá.
Tras lograr la soberanía legal sobre Israel y Judá, David se propuso cimentar su poder en la voluntad del pueblo. Comprendió que, para conseguirlo, debía abandonar Hebrón como capital, porque tal ciudad se identificaba íntimamente con Judá. David no podía permitirse que sólo le considerasen como un hombre de Judá. Tampoco podía trasladar su gobierno al territorio de Israel propiamente dicho, porque si con eso ganaba la aprobación de los israelitas, podía perder la de Judá, y Judá constituía el núcleo principal de su fuerza.
Pero entre el territorio de Judá y el de Israel, sin que perteneciera a ninguno, estaba la ciudad de Jerusalén. Si David establecía allí su capital, ello satisfaría a las dos partes de la monarquía, pues representaría una especie de territorio neutral.
Además, seguía ocupada por una tribu cananea, los jebuseos, de modo que su existencia significaba una barrera incómoda entre las dos mitades del reino, mientras que su conquista constituiría una victoria nacional, igualmente saludada por ambas partes.
Finalmente, Jerusalén poseía una situación sumamente fuerte, como demostraba el hecho de que los jebuseos hubiesen conservado su territorio contra todos los esfuerzos de los israelitas por desalojarlos. Si lograba tomarla, David se garantizaría una fortaleza igualmente segura para sí mismo.
Por todas estas excelentes razones de Estado, se procedió al sitio de Jerusalén:
2 Samuel 5.6.
El rey se dirigió con su gente a Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban la tierra...
Los versículos siguientes no relatan claramente el asedio, pero el resultado es seguro. David venció, y la magnitud de su victoria elevó su prestigio como jefe militar tanto en Israel como en Judá, consolidando su reinado en una oleada de orgullo nacional.
2 Samuel 5.7.
Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David.
Sión era una altura fortificada, de unos setecientos cuarenta y cuatro metros de elevación, situada en el interior de la ciudad, el lugar donde los defensores podían resistir más tiempo. Constituía el equivalente de la Acrópolis de Atenas, por ejemplo. Cuando Sión cayó, Jerusalén fue tomada. Como David construyó su palacio en Sión, se convirtió en la «ciudad de David». Más tarde, Salomón, hijo de David, construyó el Templo en Sión, de modo que el cerro se convirtió en el centro militar, político y religioso de Israel.
Como tal, llegó a simbolizar, especialmente en lenguaje poético, todo Jerusalén e incluso todo Israel. En consecuencia, el movimiento del siglo pasado
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para restablecer una patria judía en Palestina se denominó «sionismo».
No parece haber dudas de que Sión estaba situada en el distrito sureste de lo que hoy se denomina la «Ciudad Vieja» de Jerusalén.
En épocas cristianas, surgió la tradición de que Sión estaba sobre un cerro situado a un kilómetro hacia el oeste, pero esto ya no se considera seriamente.
La moderna ciudad de Jerusalén quedó dividida en 1948 entre Jordania e Israel. Toda la «Ciudad Vieja», que es un emplazamiento de la antigua Jerusalén, incluida Sión, pasó a formar parte de Jordania. La «Ciudad Nueva», construida al oeste de la «Ciudad Vieja», se inició en 1860, gracias al peculio y al impulso del filántropo anglo-judío Sir Moses Haim Montefiore. En la actualidad es mucho mayor que la «Ciudad Vieja», con una población tres veces superior. La «Ciudad Nueva» es la capital del Israel actual, pero es la «Ciudad Vieja» la que alberga las reliquias sagradas del pasado.
Como resultado de la guerra de los Seis Días de 1967, Israel se apoderó de todo Jerusalén y declaró su determinación de no volver a ceder parte alguna de ella.
Bajo David, Israel siguió siendo en su mayor porte un pueblo agrícola y pastoril. Si David quería construirse un palacio complicado en su nueva fortaleza de Sión, debía buscar ayuda entre los habitantes de las ciudades cananeas, medianamente refinados.
2 Samuel 5.11.
Hirán, rey de Tiro, envió a David una embajada y maderas de cedro, carpinteros y canteros, que edificaron la casa de David.
Tiro es una ciudad fenicia situada en la costa mediterránea a unos treinta y dos kilómetros al sur de Sidón. Según Herodoto, los tirios mantenían que la fundación de su ciudad se remontaba al 2750 aC, pero sin duda el orgullo local contagió al impaciente turista griego. Por referencias, o por falta de ellas, en las antiguas crónicas egipcias, parece que Tiro no se fundó hasta el 1450 aC, y al principio era una colonia de la aún más antigua Sidón.
Originalmente, Tiro quizá estuviera situada en el interior, pero su grandeza llegó cuando se desplazó a una isla rocosa cerca de la costa, haciéndose casi inmune a la conquista y a la muerte forzosa por hambre mientras mantuvo su flota. De hecho, su nombre (en hebreo «Zor») significa «roca». En la actualidad, la vieja roca sobre la que Tiro edificó su grandeza está unida a tierra firme gracias al sedimento de lodo que se ha acumulado en el mar. Su emplazamiento es hoy una península de la costa del actual Líbano, y está ocupado por una ciudad, Souro, con una población de unos ocho mil habitantes.
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Los mercaderes de Tiro se adentraron en el Mediterráneo occidental, llegando incluso al océano Atlántico. Como resultado de lograr un monopolio comercial con lo que entonces era el Lejano Oeste, Tiro se hizo rica y poderosa. Durante el período de los jueces, Sidón fue la más importante de las ciudades fenicias (v. capítulo 6); pero durante el reinado de Saúl, Tiro empezó a expandirse. A partir de entonces y hasta el fin de la historia fenicia, Tiro fue la ciudad principal de la región.
El primer rey de Tiro de quien hay noticias ciertas es Abibaal, que accedió al trono hacia el 1020 aC, cuando Saúl reinaba en Israel. Permaneció en el trono durante todo el reinado de David. Su hijo Hirán fue, a su vez, contemporáneo del hijo de David, Salomón. Fueron los artesanos de Hirán quienes edificaron el Templo de Salomón. La importancia de Hirán en relación con esta importantísima estructura se incrementó a través del tiempo, de modo que las crónicas afirman que también construyó el palacio de David, aunque no hay duda de que se edificó durante el reinado de su padre.
Para entonces, a los filisteos no les cabría duda de que David se había hecho demasiado fuerte para servirles de marioneta. Su subida al trono de Israel, además del de Judá, debió suceder sin el permiso filisteo, lo que inmediatamente tuvo que suponer una ruptura entre ellos.
2 Samuel 5.17.
Cuando los filisteos supieron que David había sido ungido rey de todo Israel, subieron todos en busca suya...
2 Samuel 5.18.
Los filisteos hicieron una incursión en el valle de Refaím.