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Authors: Ibéyise Pacheco

Tags: #Ensayo, Intriga

Sangre en el diván (29 page)

BOOK: Sangre en el diván
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Los primeros freudianos fueron marxistas. El freudomarxismo fue el híbrido más productivo que se ha dado en psicología durante muchos años. Después no pudo progresar por limitaciones epistemológicas. Más bien las orientaciones espiritualistas vienen al conductismo también por marxistas.

Yo siento en el fondo que lo que hay en el ser humano, es un gran temor a la ciencia. Y de hecho, todo lo que intente explicar y comprender la conducta genera una gran resistencia en el espiritualismo humano. ¿Por qué? Una cosa es la psicología de la comprensión, y otra es la psicología de la explicación. Mientras estamos en la psicología de la comprensión, habrá multitudes de terapias del hombre, porque es un arte. Cierta dosis de lucidez interna es suficiente para que el cerebro medianamente exigente lo acepte.

La explicación requiere horas de laboratorio, de verificación experimental, que es la única forma de verificar una teoría científica. Yo creo que frente a todo intento explicativo racional hay una resistencia interna, y volvemos al principio de la entrevista. Porque el hombre no quiere enfrentar la racionalidad que la muerte exige. Porque no queremos aceptarnos como materia que va a extinguirse, como accidente de la materia viva en el acto conciente o inconciente, como cierto grado de la objetivización de la vida exterior, que es la nada. Esa razón del ser, que es estar en la nada. Nadie es, ha sido, o está siendo; y la esencia del ser, es estar siendo, que es lo único realmente válido. Aceptar eso es duro, y nos lleva entonces hacia Milán Kundera y sus novelas: a vivir la vida cada instante, como el último instante del infinito. Esa es la clave de la felicidad, o del bienestar, o de la armonía interior, como se le quiera llamar. Si el ser humano no logra darle a cada minuto de su existencia el sentido de la intemporalidad, o de la infinitud, no se llega a lo que García Bacca llama la transfinitud, que es atravesar el infinito, con cada momento que se viva.

—Lecturas.

—Un psiquiatra que no haya leído filosofía, no es un psiquiatra. Es un administrador de drogas o de recetas simplistas. Pero básicamente, un psiquiatra es una combinación de un biólogo con toda la extensión que esto supone, con un filósofo. Maneja el ser humano, que tiene un sistema nervioso que es la biología más complicada del mundo, y una cultura en un desarrollo histórico, cuyo presente no nos permite recordar el futuro, sino medianamente intuirlo. Y para eso se requiere haber estudiado mucha filosofía. Por otra parte, ve, desde un retrasado mental rural, hasta un personaje como Uslar Pietri o como García Bacca, donde hay problemas existenciales diferentes. ¿Cómo los maneja, si no los comprende? ¿Les aplica una formulita? ¿O cómo manejas el rural, que es casi gestual?

Trato de moverme en los dos extremos del conocimiento, aun cuando los extremos se tocan. Hoy por hoy, los biólogos son cada vez más físicos, y la filosofía es cada vez más positivista, más filosofía de la ciencia.

Parejas. Alguna vez dijo: mientras más se hace el amor, mejor.

—Lo reafirmo. Y durante toda la vida. Afortunadamente, contrario a lo que algunos sexólogos han opinado —pero allí están los informes de los verdaderos sexólogos, que por cierto hay muy pocos en el mundo— la sexualidad se puede mantener hasta el final de la vida, casi con la misma intensidad. Todo depende de que se practique con la mayor frecuencia posible. Las parejas norteamericanas longevas —allí están las estadísticas— de más de 80 años, que siguen haciendo el amor, cuando le preguntan sobre las que dejaron de hacerlo, la única respuesta es ésta: los que hacen el amor a esa edad, es porque lo hicieron todos los días de mil maneras. En cambio los que no lo hicieron, pensaron que la menopausia y la andropausia existían, y dejaron de hacer eso, que es tan maravilloso.

Y voy a eso: hacer el amor. Expresión tan hermosa. No es penetrar a una mujer de modo absolutamente primario y gimnástico. Hacer el amor es escuchar la música, saborear el vino, discutir los conceptos estéticos, éticos, eróticos, existenciales. Es comulgar con ella, y luego como desarrollo de ese proceso íntimo de convivencia, de compartir la vocación de trascendencia, surge el contacto de la piel, que es sistema nervioso, que es cerebro, que es la única parte exhibida electrodermo del embrión. Es piel, y de la piel, por supuesto surge lo genital. Todo ese hermoso contacto entre el hombre y la mujer, es lo que llamamos hacer el amor. El amor no existe: existe cuando se hace. Como los besos: no existen. Se hacen los besos al besar.

El amor se hace y tiene un proceso, como todo en la vida. Nacimiento, crecimiento, de transformación, y para que no muera, es por lo cual se produce el cambio. Ese amor que se transforma de la magia, a algo distinto por la vía de la amistad, del compañerismo, solidaridad fraternal, hace que en muchos casos desaparezca la magia del amor.

Aquello que dije y que tanto escándalo causó, lo reitero hoy, después de haber vivido muchos más años. El amor es constante, pero cambia de dirección, como el viento. Tiene que ser así, porque no hay nada que sea permanente. Porque la vida misma es un aliento muy breve, demasiado instantáneo. Entonces, ¿por qué la gente se empeña en creer que el amor es hasta la muerte? De nuevo, son los dogmas que generan rituales.

El amor es muy hermoso. En el caso mío, yo lo admito, las tres áreas fundamentales de mi vida son la lectura, que es lo que me permite el acceso al conocimiento, que va de un extremo al otro sin ninguna clase de área que deje de interesarme. La música, porque me permite no tener que ejercitarme, me permite descansar, reposar, en todo sentido; es otro mundo, otra imaginación, otra fantasía, la que vivo sin yo hacer nada, es un regalo, y bien barato de paso. Y de tercero, la mujer. La mujer, que es grandiosa. Cada vez que uno encuentra a una mujer, encuentra en ella mil cosas. Es un descubrimiento permanente, así como se descubre un libro, una música. La gente se alarma porque uno dice eso.

Hay que ver lo que significa el encuentro con una mujer. Cómo es, cómo ríe, cómo piensa, cómo es su ternura, cómo es su inteligencia, cómo abraza, cómo hace el amor, cómo tiene un orgasmo, todo ese mundo maravilloso de hacer el amor.

Las tres grandes áreas fundamentales, las mías, y las que pienso debería tener cualquier ser humano normal, son esas: leer mucho, para tener acceso a la cultura organizada y al conocimiento; oír música, porque nos permite evadirnos sin esfuerzos de la realidad; y hacer el amor, porque nos permite darle justamente a la vida una calidad de trascendencia compartida. Porque los otros dos son actos completamente solitarios. Actos irrepetibles y únicos en cada momento. El otro, pone a tu ser a vibrar al unísono con una mujer, y además, en ese momento resuelves lo que freudianos y lacanianos llaman el triángulo edípico.

—¿Hay en Venezuela un problema específico en torno al sexo?

—Yo no creo. Hay un dato interesante. Después de 50 años de educación sexual, Suecia, país precursor, tiene los índices más altos de homosexualidad, lesbianismo, perversiones sexuales. Ya no se trata de una opinión, sino de una cita de hechos. Suecia, donde en los años 40 surge la educación sexual como concepción saludable, que hay que llevar a las escuelas, tiene el balance del país con mayores problemas de perversiones sexuales de todo tipo.

—¿Conclusión?

—Que la sexología ha sido exagerada, producto de la propia represión de los sexualizados, que lo expresan por un área supuestamente científica. Lo que creo es que se ha exagerado. Es algo hermoso que debe explicarse de manera muy sencilla, muy simple. Pero han insistido demasiado. El encuentro de un hombre con una mujer sigue siendo muy hermoso, muy mágico. En los pacientes míos en terapia, el tema sexual es muy importante, pero no determinante. El de la comunicación sí, a otro nivel.

Frigidez, impotencia, siguen siendo graves, pero igual que en otros países. No somos una excepción. Tampoco podemos ser categóricos porque no hay estadísticas.

—Tienes más pacientes mujeres que hombres.

—Recuerda que son los pacientes quienes escogen al psiquiatra, y no el psiquiatra a los pacientes.

—Significa entonces, ¿que las mujeres tienen más problemas?

—Las mujeres son mucho más inteligentes que los hombres. Tienen más conciencia de sus trastornos. Y van al psicoterapeuta porque no saben cómo manejar los hijos, o la pareja, o los conflictos de trabajo. Y por eso, son cada vez más eficientes. Leen mucho más sobre psicología. Están mucho más informadas, y son más flexibles frente al recurso psicoterapéutico. El macho cabrío va a la conquista en plan de reto: aquí estoy yo. ¿Qué es lo que pasa? Cuando va, si es que va, allí están las conclusiones: el índice de fracasos es mucho mayor en ellos. Los políticos deberían ir. Debería ser un requisito indispensable para ser ministro, parlamentario, pasar por una evaluación psiquiátrica.

—¿Crees que el capitalismo remplazará al marxismo-leninismo recién caído?

—Lamentablemente creo que viene una larga etapa de represión de seudo ideologías capitalistas. Abunda el oportunismo de la dirigencia política (al único dirigente que escucho con alguna atención es a Teodoro, ágil, bien formado). En la socialdemocracia no hay nadie, ni un solo pensador que tenga alguna lucidez, y en la democracia cristiana menos. Esas son las ideologías del capitalismo. ¿Qué hay detrás del sistema norteamericano de vida,
american way of life?
El pragmatismo más consumidor de perros calientes y hamburguesas, o de música rock, o de arte pop. No hay ideologías. Lo que hay es el gran drama del tecnozooismo. El gran drama de la sustitución de la ideología por la tecnología.

No van a ser desplazadas las ideologías, sino que se producirá una especie de fundición entre ideologías que aparentemente eran antagónicas. Esa parte hermosísima del marxismo leninismo que era inyectar a la juventud del mundo —no importa si ilusoria— una utopía, va a encontrar, ahora que pasan a ser gente reprimida, después que pase esta locura de transición, fórmulas que permitan ensamblar antagonismos como el materialismo dialéctico con espiritualistas, la cual pudiera subyacer en el fondo de las llamadas ideologías capitalistas.

Si yo tuviera el vigor, el entusiasmo, la convicción de una candidatura, con más razón lo haría ahora. Hace falta que alguien retome lo que Fidel ha planteado y lo adapte con gente de la Teología de la Liberación. Ciertas fórmulas socialdemócratas que todavía son sanas, con algunos dirigentes como Andrés Velásquez, etc. Como esa gente que se defiende intuitivamente de la aplanadora del mundo capitalista, representada en Venezuela por AD y Copei.

Lo que quería decirte, es que no fue mi derrota. Fuimos todos derrotados. Fíjate que la suma de personas cercanas a mí, Teodoro, Velásquez, más los que no estaban cerca de mí, tipo Gessen, Guisandes, Villalba, todos ellos sacaron 5 por ciento. La aplanadora adeco-copeyana fue abrumadora entre los que votaron. Afortunadamente ya la mayoría de la gente no cree en ellos, y vamos a ver una abstención de 80 por ciento. Esa forma de negar la vigencia de un sistema, esta carta reciente de los Notables del Frente Patriótico, toda esa reacción adversa a instituciones estatales, al Congreso, a la Presidencia de la República, tiene que ser un fenómeno latinoamericano, y va a ser un fenómeno mundial. De otra manera habría que negar que el hombre tiene salvación, que es una tesis también válida.

Marchamos hacia el desorden. Siguiendo la idea de la termodinámica. Cuando se pasa de la energía calórica a la energía mecánica, que es algo de todos los días, se convierte en energía, esto es física, calor.

Pareciera que el mundo marcha hacia el caos. Sólo hay dos alternativas: o se cree en una reformulación del hombre, y para ello no se puede prescindir de la tecnología que es la gran contradicción, o se asume como cualquier físico contemporáneo de cierta magnitud, que no hay salvación en términos universales, que no hay ninguna opción de libertad real, sino que todo es un gran invento del hombre, para defenderse contra la muerte. En ese caso, por supuesto, la ética se viene abajo.

Yo creo que el drama del hombre arranca en este próximo siglo XXI. Va a confrontar problemas que jamás confrontó la humanidad antes. Estamos ante lo que Jaspers llamaba las situaciones límites, que él las señalaba como positivas. Eran las situaciones críticas antes las que el hombre tenía que definirse, y generar cambios radicales.

—¿Todavía mantienes la opinión de «generación boba»?

—Desde los años 60 en adelante, con la aparición de la droga, del
blue jean,
del rock, toda esa cultura masiva, del disco, de las grandes manifestaciones musicales, vociferando como pequeños gorilas simiescamente, los bailes de tribus primitivas, creo que ha habido un proceso de embobamiento universal del hombre. De empobrecimiento espiritual masivo, de democratización de la idiotez. No es la generación de los 50, 60 a la que pertenecí. Mira hacia dónde vamos. A fin de siglo, sin haber hecho nada, después de 33 años de democracia. Los que fuimos dirigentes entonces, y supuestamente no éramos bobos, ¿qué hicimos? Venezuela está peor que en la década del 40. Después de haber gastado más que toda Europa para reconstruirse. ¿Qué somos como país? Y el mundo entero. Los cinco mil millones de seres humanos. ¿Cuántos comen? Los que tenían posibilidades de sueño, acaban de derogar sus gobiernos.

Es toda la humanidad la que marcha hacia una gran idiotez. Hacia una imbecilidad colectiva. Hacia una depauperación bien masificada. Porque no ha habido revolución de conciencias, y sí de masas. Y cuando algunos quisimos candidaturas presidenciales, o liderazgos para las conciencias, fuimos apabullados por las maquinarias populistas que se dirigen a las masas, para embobarlas, embrutecerlas, explotarlas, para hacerlas más sumisas y obedientes. Y los medios de comunicación han sido determinantes a nivel mundial. Y las parabólicas.

El futuro es verdaderamente incierto. Lo que queda lamentablemente es un repliegue, que es lo que he hecho, hacia el individualismo, para la reflexión, para el estudio, para la meditación, para la reevaluación de lo que es el presente y el futuro de la humanidad, a ver qué aporte podemos dar. Pero no será, por supuesto, desde la tribuna política, y ni siquiera, desde la tribuna universitaria.

—Tienes pocas esperanzas…

—Hay diferencias. La esperanza es un recurso, si se quiere, mediocre. Es una coartada frente a la muerte. La fe, es un fenómeno más profundo de reflexión. Soy un hombre de mucha fe, sin esperanzas.

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