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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu
En este aspecto, Inglaterra fue el caso tÃpico de cÃrculo virtuoso: las instituciones polÃticas inclusivas crean lÃmites contra el ejercicio y la usurpación del poder. También tienden a crear instituciones económicas inclusivas, lo que, a su vez, hace que sea más probable la continuación de instituciones polÃticas inclusivas.
Cuando existen instituciones económicas inclusivas, la riqueza no se concentra en manos de un grupo reducido que entonces pueda utilizar su poder económico para aumentar su poder polÃtico de forma desproporcionada. Además, con instituciones económicas inclusivas, los beneficios de tener el poder polÃtico son más limitados, con lo que hay menos incentivos para cada grupo y cada individuo ambicioso y advenedizo para intentar hacerse con el control del Estado. En general, una confluencia de factores en una coyuntura crÃtica, incluida la interacción entre las instituciones existentes y las oportunidades y los retos aportados por la coyuntura crÃtica, es la responsable de la aparición de instituciones inclusivas, como lo demuestra el caso inglés. Sin embargo, una vez que están en marcha esas instituciones inclusivas, no se necesita la misma confluencia de factores para que sobrevivan. Los cÃrculos virtuosos, aunque todavÃa estén sujetos a una contingencia significativa, permiten la continuidad de las instituciones y a menudo incluso desencadenan las dinámicas que conducen a la sociedad hacia una mayor inclusividad.
Igual que los cÃrculos virtuosos hacen que persistan las instituciones inclusivas, los cÃrculos viciosos crean fuerzas poderosas dirigidas a perpetuar las instituciones extractivas. La historia no determina el destino y los cÃrculos viciosos no son irrompibles, como veremos con más detalle en el capÃtulo 14. Sin embargo, son resistentes. Crean un proceso poderoso de retroalimentación negativa en el que las instituciones polÃticas extractivas forjan instituciones económicas extractivas que, a su vez, crean la base para la persistencia de instituciones polÃticas extractivas. Lo vimos más claramente en el caso de Guatemala, en el que la misma élite mantuvo el poder, primero bajo el dominio colonial y después en la Guatemala independiente, durante más de cuatro siglos; las instituciones extractivas enriquecen a la élite, y su riqueza forma la base para la continuación de su dominio.
El mismo proceso de cÃrculo vicioso es evidente en la persistencia de la economÃa de las plantaciones en el Sur de Estados Unidos, excepto que también muestra la gran resistencia del cÃrculo vicioso frente a las dificultades. Los propietarios de las plantaciones del Sur de Estados Unidos perdieron el control formal de las instituciones polÃticas y económicas tras su derrota en la guerra civil. La esclavitud, que era la base de la economÃa de las plantaciones, fue abolida, y los negros pasaron a tener igualdad de derechos polÃticos y económicos. No obstante, la guerra civil no destruyó el poder polÃtico de la élite de plantadores ni su base económica. Dicha élite pudo reestructurar el sistema, bajo un aspecto distinto, pero, aun asÃ, bajo su propio control polÃtico local, y lograr el mismo objetivo: la abundancia de mano de obra a bajo coste para las plantaciones.
Esta forma de cÃrculo vicioso, en la que las instituciones extractivas perduran porque la élite que las controla y se beneficia de ellas persiste, no es la única que adoptan. Al principio, una forma más desconcertante, pero no menos real y no menos viciosa, de retroalimentación negativa perfiló el desarrollo polÃtico y económico de muchos paÃses, tal y como ilustran las experiencias de gran parte del Ãfrica subsahariana, sobre todo Sierra Leona y EtiopÃa. En una forma que el sociólogo Robert Michels reconocerÃa como la ley de hierro de la oligarquÃa, el derrocamiento de un régimen que preside instituciones extractivas anuncia la llegada de un conjunto nuevo de amos para explotar el mismo conjunto de instituciones extractivas perniciosas.
La lógica de este tipo de cÃrculo vicioso también es fácil de entender, a posteriori: las instituciones polÃticas extractivas crean pocos lÃmites al ejercicio del poder, por lo tanto, básicamente, no hay instituciones que limiten el uso y abuso de poder por parte de las personas que derrocaron a dictadores anteriores y asumieron el control del Estado; y las instituciones económicas extractivas implican que se puedan lograr grandes beneficios y riqueza con el mero control del poder, expropiando los activos de otros y estableciendo monopolios.
Evidentemente, la ley de hierro de la oligarquÃa no es una ley de verdad, en el sentido en que lo es una ley fÃsica. No traza un camino inevitable, como ilustran la Revolución gloriosa en Inglaterra o la restauración Meiji en Japón.
Un factor clave en estos episodios, que experimentaron un gran giro hacia las instituciones inclusivas, fue la cesión de poder a una amplia coalición que podrÃa hacer frente al absolutismo y sustituirÃa las instituciones absolutistas por otras más inclusivas y pluralistas. Una revolución por parte de una coalición amplia hace que la aparición de instituciones polÃticas pluralistas sea mucho más probable. En Sierra Leona y en EtiopÃa, la ley de hierro de la oligarquÃa fue mucho más probable no solamente porque las instituciones existentes eran altamente extractivas, sino porque ni el movimiento de independencia en el primer caso ni el golpe del Derg en el segundo fueron revoluciones dirigidas por coaliciones amplias, sino por individuos y grupos que buscaban el poder para asà hacer la extracción.
No obstante, existe otra faceta todavÃa más destructiva del cÃrculo vicioso, anunciada en nuestro análisis de las ciudades-Estado mayas del capÃtulo 5. Cuando las instituciones extractivas crean desigualdades enormes en la sociedad y una gran riqueza y poder ilimitado para los que poseen el control, habrá muchos otros que desean luchar para hacerse con el control del Estado y las instituciones. Por lo tanto, las instituciones extractivas no solamente allanan el camino para el siguiente régimen, que será incluso más extractivo, sino que también crearán luchas internas y guerras civiles continuas. AsÃ, estas guerras civiles causan más sufrimiento humano y también destruyen incluso la poca centralización estatal que hayan logrado estas sociedades. Esto empieza a menudo un proceso que conduce a la falta de ley, al Estado fracasado y al caos polÃtico, y aplasta todas las esperanzas de prosperidad económica, como ilustrará el capÃtulo siguiente.
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Cómo ganar la loterÃa en Zimbabue
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CorrÃa el mes de enero del año 2000 en Harare, Zimbabue. El maestro de ceremonias Fallot Chawawa tenÃa que elegir el billete que ganarÃa la loterÃa nacional organizada por un banco, en parte, propiedad del Estado, el Zimbabwe Banking Corporation (Zimbank). La loterÃa estaba abierta a todos los clientes que habÃan mantenido cinco mil o más dólares de Zimbabue en sus cuentas durante diciembre de 1999. Cuando Chawawa sacó el billete, se quedó estupefacto. Tal y como señaló la declaración pública de Zimbank: «El maestro de ceremonias Fallot Chawawa no podÃa creer lo que veÃan sus ojos cuando le pasaron el billete para el premio de cien mil dólares de Zimbabue y vio que estaba escrito “su excelencia R. M. Mugabe”».
El presidente Robert Mugabe, que habÃa dirigido Zimbabue por las buenas y por las malas, y, normalmente, con mano de hierro, desde 1980, habÃa ganado la loterÃa, cien dólares de Zimbabue, unas cinco veces la renta per cápita anual del paÃs. Zimbank afirmó que el nombre del señor Mugabe habÃa sido extraÃdo de entre miles de clientes elegibles. ¡Qué suerte tiene este hombre! Huelga decir que no necesitaba realmente el dinero. De hecho, Mugabe hacÃa poco que se habÃa concedido a él mismo y a su gabinete aumentos de sueldo de hasta el 200 por ciento.
El billete de loterÃa era solamente una indicación más de las instituciones extractivas de Zimbabue. Se podrÃa llamar corrupción, pero es únicamente un sÃntoma del malestar institucional de Zimbabue. El hecho de que Mugabe incluso pudiera ganar la loterÃa si querÃa mostró cuánto control tenÃa sobre los asuntos de Zimbabue, y dejó entrever al mundo hasta qué punto eran extractivas las instituciones del paÃs.
La razón más común por la que fracasan los paÃses hoy en dÃa es porque tienen instituciones extractivas. Zimbabue, bajo el régimen de Mugabe, ilustra claramente las consecuencias sociales y económicas. Aunque las estadÃsticas nacionales de Zimbabue sean muy poco fiables, la mejor estimación es que, en 2008, la renta per cápita de Zimbabue era de alrededor de la mitad de cuando el paÃs logró su independencia en 1980. Por dramático que parezca, de hecho ni siquiera capta en absoluto el deterioro del nivel de vida del paÃs. El Estado se ha colapsado y prácticamente ha dejado de proporcionar servicios públicos básicos. En 2008-2009, el deterioro del sistema sanitario condujo a un brote de cólera en el paÃs. El 10 de enero de 2010, habÃa 98.741 casos notificados y 4.293 muertes. Fue el brote de cólera más mortÃfero de Ãfrica durante los últimos quince años. Entretanto, el desempleo en masa también habÃa alcanzado unos niveles sin precedentes. A principios de 2009, la Oficina de las Naciones Unidas de Coordinación de Asuntos Humanitarios afirmó que la tasa de desempleo era de un increÃble 94 por ciento.
Las raÃces de muchas instituciones polÃticas y económicas de Zimbabue, igual que en gran parte del Ãfrica subsahariana, se remontan al perÃodo colonial. En 1890, la British South Africa Company de Cecil Rhodes envió una expedición militar al entonces reino de los ndebeles, en Matabelelandia, y a la vecina Mashonalandia. La superioridad de su armamento eliminó rápidamente la resistencia africana y, en 1901, se formaba la colonia de Rodesia del Sur, que tomaba su nombre de Cecil Rhodes, en la zona que actualmente es Zimbabue. Ahora que la zona era una concesión privada de la British South Africa Company, Rhodes vio que podÃa ganar dinero allà mediante la prospección y minerÃa de minerales preciosos. Aquellas operaciones nunca despegaron, pero las ricas tierras de cultivo empezaron a atraer la migración blanca. Aquellos colonos pronto anexionaron gran parte de la tierra. En 1923, se habÃan liberado del control de la British South Africa Company y convencieron al gobierno británico para que les concediera el autogobierno. Lo que ocurrió es muy similar a lo que sucedió en Sudáfrica unos diez años antes. La ley de las tierras indÃgenas (capÃtulo 9) de 1913 creó una economÃa dual en Sudáfrica. Rodesia aprobó leyes muy similares y, poco después de 1923, construyó un Estado de
apartheid
solamente para blancos inspirándose en el modelo sudafricano.
Cuando los imperios coloniales europeos se hundieron a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, la élite blanca de Rodesia, dirigida por Ian Smith, formada posiblemente por el 5 por ciento de la población, declaró la independencia de Gran Bretaña en 1965. Pocos gobiernos internacionales reconocieron la independencia de Rodesia, y la ONU le impuso sanciones económicas y polÃticas. Los ciudadanos negros emprendieron una guerra de guerrillas desde las bases en los paÃses vecinos de Mozambique y Zambia. La presión internacional y la rebelión de los dos grupos principales, el ZANU (Unión Nacional Africana de Zimbabue) de Mugabe y el Zimbabwe African People's Union, ZAPU (Unión del Pueblo Africano de Zimbabue), dirigido por Joshua Nkomo, dieron como resultado un fin negociado al dominio blanco. El Estado de Zimbabue fue creado en 1980.
Después de la independencia, Mugabe estableció rápidamente su control personal. O bien eliminó violentamente a sus adversarios, o bien los neutralizó. Los actos más atroces de violencia tuvieron lugar en Matabelelandia, el corazón del apoyo al ZAPU, donde hasta veinte mil personas fueron asesinadas a principios de los ochenta. En 1987, el ZAPU se habÃa unido con el ZANU para crear el ZANU-PF, y Joshua Nkomo fue apartado polÃticamente. Mugabe pudo volver a redactar la Constitución que habÃa heredado como parte de la negociación de la independencia, convirtiéndose en presidente (habÃa empezado como primer ministro). Abolió las listas de votantes blancos que formaban parte del acuerdo de independencia y, finalmente, en 1990, se deshizo del Senado por completo e introdujo cargos en el poder legislativo que él pudiera nombrar. El resultado fue un Estado con un solo partido de facto dirigido por Mugabe.
Tras la independencia, se apoderó de una serie de instituciones económicas extractivas creadas por el régimen blanco, como un gran número de regulaciones de precios y comercio internacional, industrias dirigidas por el Estado y juntas de comercialización agrÃcolas obligatorias. El empleo público se expandió con rapidez y se dieron puestos de trabajo a los partidarios del ZANU-PF. La severa regulación de la economÃa efectuada por el gobierno convenÃa a las élites del ZANU-PF porque hacÃa muy difÃcil que surgiera una clase independiente de hombres de negocios africanos, que podrÃan haber complicado el monopolio polÃtico de los viejos hombres de negocios. Este caso fue muy parecido al de Ghana de los años sesenta que vimos en el capÃtulo 2. Evidentemente, lo irónico es que esto hizo que la clase de negocios principal estuviera formada por blancos. Durante este perÃodo, las fuerzas centrales de la economÃa blanca, sobre todo el sector agrÃcola altamente productivo, no sufrieron cambios. Sin embargo, esto durarÃa solamente hasta que Mugabe perdiera su popularidad.
El modelo de regulación e intervención del mercado poco a poco se hizo insostenible y, en 1991, tras una grave crisis fiscal, se inició un proceso de cambio institucional, con el apoyo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El empeoramiento de los resultados económicos condujo finalmente a la aparición de una oposición polÃtica seria al dominio de un solo partido, el ZANU-PF: el Movement for Democratic Change (MDC). Las elecciones parlamentarias de 1995 distaron de ser competitivas. El ZANU-PF ganó el 81 por ciento de los votos y ciento dieciocho de los ciento veinte escaños. Cincuenta y cinco de estos miembros del Parlamento fueron elegidos sin oposición. Las elecciones presidenciales del año siguiente mostraron incluso más signos de irregularidades y fraude. Mugabe ganó el 93 por ciento de los votos, pero sus dos adversarios, Abel Muzorewa y Ndabaningi Sithole, ya habÃan retirado sus candidaturas antes de las elecciones, pues acusaron al gobierno de coacción y fraude.
Después del año 2000, a pesar de toda la corrupción, el control del ZANU-PF se estaba debilitando. Solamente consiguió el 49 por ciento del voto popular y únicamente sesenta y tres escaños. El MDC presentó candidatos para todos los escaños y logró todos los de la capital, Harare. En las elecciones presidenciales de 2002, Mugabe logró con dificultades solamente el 56 por ciento de los votos. Ambas elecciones fueron favorables para el ZANU-PF debido a la violencia y la intimidación, junto al fraude electoral.
La respuesta de Mugabe al desmoronamiento de su poder polÃtico fue intensificar tanto la represión como el uso de polÃticas gubernamentales para comprar apoyo. Ãl desencadenó el asalto generalizado a los terratenientes blancos. A partir del año 2000, animó y apoyó una amplia serie de ocupaciones y expropiaciones de tierras, a menudo dirigidas por asociaciones de veteranos de guerra, grupos supuestamente formados por excombatientes de la guerra de Independencia. Parte de la tierra expropiada fue entregada a estos grupos, pero gran parte también fue a parar a las élites del ZANU-PF. La inseguridad de los derechos de propiedad causada por Mugabe y el ZANU-PF condujo al hundimiento de la producción y la productividad agrÃcolas. Mientras la economÃa se desmoronaba, lo único que se podÃa hacer era imprimir dinero para comprar apoyo, lo que condujo a una enorme hiperinflación. En enero de 2009, se legalizó el uso de otras monedas, como el rand sudafricano, y el dólar de Zimbabue desapareció de la circulación por haberse convertido en un trozo de papel sin valor alguno.
Lo ocurrido en Zimbabue después de 1980 era corriente en el Ãfrica subsahariana desde la independencia. Zimbabue heredó una serie de instituciones polÃticas y económicas altamente extractivas en 1980 que, durante los primeros quince años, se mantuvieron relativamente intactas. Aunque se celebraron elecciones, las instituciones polÃticas eran cualquier cosa menos inclusivas. Las instituciones económicas cambiaron un poco; por ejemplo, ya no habÃa una discriminación explÃcita contra los negros. Sin embargo, en general, las instituciones continuaron siendo extractivas, la única diferencia fue que la extracción, en lugar de hacerla Ian Smith y los blancos, la hacÃan Robert Mugabe y las élites del ZANU-PF llenándose los bolsillos. Con el tiempo, las instituciones se hicieron todavÃa más extractivas y las rentas del paÃs se hundieron. El fracaso polÃtico y económico de Zimbabue es otra manifestación de la Ley de hierro de la oligarquÃa, en este caso, con el régimen extractivo y represivo de Ian Smith que fue sustituido por el régimen extractivo, corrupto y represivo de Robert Mugabe. El hecho de que Mugabe ganara falsamente la loterÃa en el año 2000 fue simplemente la punta de un iceberg muy corrupto y determinado por la historia.
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Los paÃses fracasan hoy en dÃa porque sus instituciones económicas extractivas no crean los incentivos necesarios para que la gente ahorre, invierta e innove. Las instituciones polÃticas extractivas apoyan a estas instituciones económicas para consolidar el poder de quienes se benefician de la extracción. Las instituciones polÃticas y económicas extractivas, aunque varÃen en detalles bajo distintas circunstancias, siempre están en el origen de este fracaso. En muchos casos, por ejemplo, como veremos en Argentina, Colombia y Egipto, este fracaso adopta la forma de falta de actividad económica suficiente, porque los polÃticos están encantados de extraer recursos o de aplastar cualquier tipo de actividad económica independiente que los amenace a ellos y a las élites económicas. En algunos casos extremos, como Zimbabue y Sierra Leona, que comentaremos más adelante, las instituciones extractivas allanan el camino para el fracaso total del Estado, y destruyen no solamente la ley y el orden, sino también los incentivos económicos más básicos. El resultado es el estancamiento económico y, como ilustra la historia reciente de Angola, Camerún, Chad, la República Democrática del Congo, HaitÃ, Liberia, Nepal, Sierra Leona, Sudán y Zimbabue, guerras civiles, desplazamientos en masa, hambrunas y epidemias, que hacen que muchos de estos paÃses sean más pobres hoy en dÃa de lo que lo eran los sesenta.
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¿Una cruzada de niños?
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El 23 de marzo de 1991, un grupo de hombres armados dirigidos por Foday Sankoh cruzó la frontera entre Liberia y Sierra Leona y atacó Kailahun, una ciudad fronteriza situada al sur. Sankoh, que fue cabo en el ejército de Sierra Leona, habÃa sido encarcelado tras participar en un golpe frustrado contra el gobierno de Siaka Stevens en 1971. Tras ser puesto en libertad, acabó en Libia, donde entró en un campo de entrenamiento que dirigÃa el dictador libio Gadafi para revolucionarios africanos. AllÃ, conoció a Charles Taylor, que planeaba derrocar al gobierno de Liberia. Cuando Taylor invadió Liberia la Nochebuena de 1989, Sankoh estaba con él, y fue con un grupo de hombres de Taylor, la mayorÃa de Liberia y Burkina Faso, con los que Sankoh invadió Sierra Leona. Se autodenominaban el RUF (Frente Unido Revolucionario) y anunciaron que estaban allà para derrocar al gobierno corrupto y tirano del APC.
Como vimos en el capÃtulo anterior, Siaka Stevens y su partido, el APC, se hicieron con las instituciones extractivas de la época colonial y las intensificaron en Sierra Leona, como habÃan hecho Mugabe y su ZANU-PF en Zimbabue. En 1985, cuando Stevens enfermo de cáncer e hizo que Joseph Momoh lo sustituyera, la economÃa se estaba hundiendo. A Stevens le gustaba citar este aforismo, aparentemente sin ironÃa: «La vaca come allà donde esté atada». Y allà donde Stevens habÃa comido una vez, Momoh se atiborraba. Las carreteras se caÃan a pedazos y las escuelas se desintegraron. Las emisiones de la televisión nacional cesaron en 1987, cuando el ministro de Información vendió el transmisor, y, en 1989, una torre de radio que transmitÃa señales fuera de Freetown se cayó, con lo que se acabaron las transmisiones fuera de la capital. Un análisis publicado en un periódico en la ciudad de Freetown en 1995 parecÃa muy veraz: