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Authors: James Wesley Rawles

Tags: #Ciencia Ficción

Patriotas (62 page)

»Llegará el día en que la gente de los estados que han sido conquistados se alzará y pondrá fin al gobierno títere de Hutchings y expulsará a patadas a las Naciones Unidas. Es solo una cuestión de tiempo. Respecto a mí, no estoy dispuesto a vivir como un esclavo y esperar a que eso suceda. Prefiero comenzar por mi cuenta.

—¡Hurra! —gritó Doug Carlton.

—Lo fundamental —continuó Gray— es que prefiero morir luchando a mi manera, con un rifle en mi mano, que morir lloriqueando y pidiendo clemencia en una zanja con las manos atadas a la espalda. —Los hombres y mujeres a su alrededor lo aplaudieron y aclamaron—. Y si muero en el intento, al menos mi pequeño sabrá que lo hice tratando de recuperar su libertad. Y eso es lo mínimo que le debo.

Los muros metálicos del granero reverberaron con los aplausos, silbidos y gritos.

—Muy bien, el plan básico es el siguiente, al menos el que tengo en la cabeza. Como siempre, estoy dispuesto a recibir todo tipo de sugerencias. Propongo que evacuemos los dos refugios y nos reagrupemos de forma provisional en un lugar escogido por Mike que está a unos cuantos kilómetros más al norte, en medio del bosque nacional. Descubrió este lugar el pasado mes de abril mientras lideraba una patrulla de seguridad. Por lo que me ha contado, se trata de una posición fácilmente defendible, alejada de cualquier carretera y con una vegetación lo suficientemente densa como para poder ocultarse. Hay un claro lo bastante grande y llano como para que los Star Streak de los Doyle puedan aterrizar. —Nelson alzó el pulgar en señal de conformidad.

Todd asintió con la cabeza mientras miraba a Nelson y prosiguió.

—Utilizaremos ese valle como nuestra base inicial de operaciones. Probablemente, al cabo de pocos días, querremos volver a dividirnos en dos organizaciones separadas y situarnos y operar de forma independiente. Es mejor que no pongamos todos los huevos en la misma cesta. Cabe la posibilidad de que los federales cuenten con aeronaves con aparatos de detección FLIR, así que debemos operar en grupos pequeños. Como mucho, patrullas de diez hombres. Si recluíamos a alguien, deberemos dividirnos en células más pequeñas e independientes para mantenernos en todo momento por debajo de ese umbral de diez efectivos. Por suerte, las colinas están llenas de ciervos y alces, así que sus aparatos detectarán muchos falsos objetivos térmicos que los confundirán. Si finalmente los federales llegan hasta aquí, destruirán nuestra casa y nuestro granero para dar ejemplo, y seguramente también destruyan el de Kevin. No quiero que me tengan a tiro cuando eso suceda. Esos federales no tienen ningún reparo a la hora de dar órdenes.

—La primera vez que oí hablar de esa gentuza —intervino Ian Doyle— fue en Arizona. Luego, cuando atravesaba Utah en dirección hacia aquí, volví a tener noticias de ellos. Por lo que a mí respecta, son iguales que los saqueadores. Lo único es que están mejor armados y organizados. Pretenden llevar una capa de legitimidad, pero no representan nada legítimo. No son más que otra banda de criminales que van ondeando la banderita esa azul de la Naciones Unidas. Por supuesto, nuestros dos aviones están disponibles para cualquier tarea de reconocimiento. Y también tengo otras cositas ahí abajo en el sótano. —Levantó el dedo índice y dijo—: Esperad, enseguida vuelvo. —Salió corriendo del granero, mientras casi todos se preguntaban qué podía ser tan importante como para hacer que se perdiera una parte de la reunión. Durante su ausencia, los integrantes de la milicia comenzaron a charlar entre ellos acerca de planes de contingencia y equipos para una posible huida de emergencia.

Al cabo de unos pocos minutos, Doyle regresó a la reunión.

—Bueno, aquí están —dijo mientras dejaba sobre el suelo del granero un abultado talego de color verde oliva—. Son cinco. En principio había siete, pero se trata de una historia muy larga. Lo dejaremos en que ahora solo quedan cinco. Todos son A-2 último modelo. Los partí por la mitad para poder encajarlos en el saco. —Doyle empezó a desenrollar las partes delanteras y traseras de lo que a primera vista parecían Colt Sporters último modelo.

Mientras continuaba hablando, colocó por parejas las mitades sobre el suelo del granero y comenzó a montarlas, encajando los ejes centrales de cada uno.

—Conseguí estas joyas en la armería del AP, junto con tres pistolas Beretta M9. Eran las últimas armas que quedaban. Por desgracia, en la base no había munición para armas pequeñas. Solo conservaban disponible una pequeña cantidad para labores de seguridad, y cuando los AP se largaron, se la llevaron toda. El lugar más cercano donde se podía encontrar más munición era Fuerte Huachuca, que estaba muy lejos. Por suerte, yo tenía en casa unos cuantos cientos de cartuchos comerciales.223 y tres cajas llenas de munición.50 de bola de 9 mm, trazadoras y de punta blanda, respectivamente. —Después de decir esto sonrió y añadió—: Por si alguno se lo pregunta, le firmé un recibo al Ejército por estas armas. Si no las llego a poner a salvo, a saber en manos de quién habrían ido a parar.

»Los cogí porque tenía ya la idea de montarlos en la parte delantera de uno de los Laron con algún tipo de mecanismo de disparo a distancia. Cinco de estos disparando a la vez pueden hacer pupa de verdad. Vaya que sí. Mi Star Streak tendrá capacidad para servir como AAC.

—¿Qué es AAC? —preguntó Lon.

—Apoyo Aéreo Cercano —contestó Doyle.

Lon Porter se quedó mirando el M16 y se puso a rascarse la barbilla.

—No te preocupes, en un día o dos lo puedo tener arreglado.

—¿Y qué hay de nuestro M60? —preguntó Mike Nelson—. ¿No podemos colocarlo también en el otro Star Streak?

—¿Por qué no? —contestó riendo Doyle—. Así podríamos tener dos aviones armados operando al mismo tiempo. Montar el M60 será casi tan fácil como montar estos M16. Será como en los viejos tiempos, Todd. Cortar a medida, limar hasta que encaje y pintar hasta que quede exactamente igual.

25. Salida

«Mantened la posición. No disparéis a no ser que os disparen. Pero si quieren guerra, ¡que empiece aquí!»

Capitán John Parker, Compañía Lexington Minute

(19 de abril de 1775)

Justo después de la reunión matinal, Mike Nelson e Ian fueron a reconocer el terreno donde iría la nueva base de operaciones. Exploraron un pequeño valle a unos seis kilómetros hacia el este que Mike había seleccionado cuatro meses antes. Ian dijo que la pradera en el centro del valle podía servir como pista de aterrizaje. Recorrieron el prado de punta a punta varias veces en busca de obstáculos que pudieran suponer una obstrucción para el tren de aterrizaje de las avionetas. No encontraron ninguno. La pareja volvió al refugio, almorzó apresuradamente y salió a dar un vuelo de prueba en el Laron de Ian. Llegaron al valle en cuestión de minutos. Ambos deseaban ver qué aspecto tenía la zona desde el aire. Ian hizo un aterrizaje de prueba en la pradera. Antes de volver a despegar, Mike dejó su HK91 enrollado en un poncho junto con el correaje en una espesa arboleda justo al lado del límite este de la pradera. Este fue el inicio de lo que pronto se convirtió en una pequeña pila de material. El sitio pronto sería conocido como el Puesto de Mando Táctico de la Milicia, o PM-TAC.

—Creo que deberíamos llamar a este sitio Valle de la Forja —dijo Nelson en el camino de vuelta a la avioneta.

El resto de las dos compañías pasó el día entre febriles preparativos. La primera tarea del día para todos los miembros de ambos refugios consistía en volver a preparar sus mochilas de emergencia. Lon Porter, Mike Nelson y los Doyle pasaron los dos días siguientes instalando los cinco M16 en el Laron de Ian, y el M60 en el de Blanca. Montar las armas en los estrechos morros de las avionetas era a todas luces imposible, y hacer lo propio en las frágiles alas parecía una tarea extremadamente complicada. La solución consistió en retirar las cubiertas de la cabina de ambos aviones y montar las armas en la zona del asiento frontal, con la boca de los cañones asomando por el frente de la cabina. Construyeron un estrecho tambor metálico para sostener el cinturón de munición del M60. Si se unían varios cinturones y se cargaban en el tambor, este era capaz de acomodar hasta mil sesenta balas.

El mecanismo de disparo del M60 se hizo a partir de un cable de bicicleta y la palanca de cambio de las diez marchas de Mary. La bici estaba inutilizable; con el tiempo las ruedas se habían podrido y no había recambios disponibles. El mecanismo de los M16 constaba de cinco bielas independientes unidas en un eje común. Este, a su vez, iba unido mediante un «brazo viajero» a una palanca de disparo montada en el frente del reposabrazos izquierdo del asiento trasero. Lon construyó este mecanismo en menos de tres horas; para ello usó chatarra y partes del cuadro de la bicicleta de Mary. Las mirillas eran también de fabricación casera, hechas a partir de secciones de quince centímetros de largo de tuberías de plástico blanco de una pulgada de la marca Schedule 40. Los puntos de mira estaban hechos de alambre rígido colocado en el frente de cada mirilla. Estos tubos estaban unidos a los soportes de las armas usando tornillos y arandelas Fender. Las arandelas se apilaban gradualmente hasta que el punto de mira de las mirillas coincidía con la vista del eje de puntería de las armas. Para confirmar su puntería hicieron pruebas de tiro.

Lon completó los soportes con la fabricación de unos receptores para los casquillos de bala hechos de chapa de metal. El metal provenía del panel frontal del lavaplatos eléctrico de Kevin Lendel, en desuso desde hacía tiempo, y de las matrículas que habían retirado de diversos coches y camionetas en el refugio. Los receptores servirían para guardar los casquillos y las cadenas de munición para recargar y prevenir cualquier posible daño que pudieran causar a las avionetas, así como evitar que se colaran en las entrañas de las mismas.

Como los Laron tenían controles duales era posible pilotarlos desde el asiento trasero. Sin embargo, esto requería el reposicionamiento de los aceleradores. Desde el asiento trasero los controles de inicio quedaban lejos, pues no tenían un equivalente para la parte de atrás y además la visibilidad no era tan buena como desde la parte frontal. Los instrumentos de navegación también quedaban fuera de vista, especialmente en el Laron verde, pues este es el que llevaba la enorme M16. Sin embargo, Doyle confiaba en que los siguientes vuelos fueran una cuestión de práctica e intuición. Puesto que habían retirado la cubierta de las cabinas, la corriente del aire sería tremenda cuando volaran a máxima potencia, pero soportable en los vuelos lentos. Para compensar la falta de cabina, los Gray proporcionaron a los Doyle unas gafas contra el sol, el viento y el polvo salidas de los excedentes del ejército.

Los soportes de las armas eran una obra de arte de la improvisación. El de la M16 iba atornillado directamente en la extensión de los tubos receptores del rifle. Para ahorrar espacio tuvieron que retirar las culatas de las pistolas y los rifles. La retirada de las culatas dejaba disponible el agujero de los tornillos de la parte trasera de cada extensión del receptor. Para estos agujeros taladraron una plancha de veinte centímetros de grosor y cinco de ancho. La falta de empuñadura significaba que no había con qué mantener en su sitio los muelles del selector de disparo y de los fijadores. En vez de fabricar algo especial para tal propósito se optó por fijar con cinta aislante los selectores en la posición de «ráfaga».

El punto de anclaje frontal de cada M16 era el orificio del pasador de pivote. Retiraron los pivotes junto con sus fijadores y sus muelles y en su lugar instalaron tornillos de carruaje grandes. Estos dividían en dos un pedazo de metal tubular que a su vez iba unido al armazón principal. Una vez ensamblado, el soporte entero podía retirarse para dejar intactas las armas con solo desatornillar cuatro tornillos. Esto, como predijo Lon, simplificaría la limpieza de las armas. Los recipientes para los casquillos iban ensamblados y montados por separado. En caso de que fuera necesario también se podían retirar sin esfuerzo. Además tenían portezuelas abatibles en la parte inferior, lo que permitía vaciar los casquillos de bala en un saco. Para proveer de mejor ventilación a los cinco M16 retiraron los guardamanos.

A última hora, Lon instaló cámaras Video 8 en cada avioneta; para ello usó tornillos de un cuarto y veinte. Las cámaras eran de los Gray y de Kevin Lendel, que fue el encargado de la instalación.

—La única forma de contrarrestar la propaganda de los federales es con la verdad, y ¿qué mejor verdad que mostrar emocionantes tomas de vídeo sacadas de la cámara de un arma de fuego? —explicaba Kevin.

Para las pruebas de tiro, dispararon con los M16 en modo semiautomático. Para ahorrar munición dispararon el M60 en breves ráfagas. Para las operaciones, usarían los M16 en el modo de ráfaga.

—El M16A2 posee un selector de tres posiciones, igual que los viejos Al —explicó Doyle a los asistentes a las pruebas de tiro—, pero la tercera posición es para las ráfagas de tres tiros en vez del tradicional disparo automático. En vez de enseñar a sus tropas la disciplina de tiro apropiada, los militares decidieron acabar con la costumbre de disparar sin mirar aplicando cambios mecánicos en el rifle. El mecanismo selector del A2 tiene un pequeño trinquete que cuenta hasta tres y detiene la ráfaga. Para seguir disparando has de soltar el gatillo y volver a apretarlo. Es una tecnología bastante ingeniosa, pero habla mal del calibre de los voluntarios de las fuerzas de tierra, mar y aire. Para empezar, en mi opinión resulta triste que necesitaran echar mano de la tecnología para controlar el número de balas de las ráfagas. Este asunto debería haberse resuelto con adiestramiento. —Sacudió la cabeza en un gesto de decepción y continuó hablando—. Sin embargo, usaremos la opción ráfaga, así podremos disparar diez ráfagas de tres disparos de los cargadores de treinta balas que vamos a usar. Tenemos cinco armas, así que eso hace quince balas por ráfaga. Suficiente, ¿no?

—¿No esperarás que los M16 sirvan para parar tanques y TBP, no? —preguntó Lon a Doyle, que negó con la cabeza y contestó:

—No, los M16 y el M60 son para uso antipersona, y puede que para vehículos sin blindaje. Tendremos que pensar en algo para frenar los tanques y los TBP.

Doug Carlton sonrió y dijo:

—No te preocupes por eso, Ian. Tenemos un suministro más que suficiente de granadas de termita y cócteles molotov para eso. Los fabricamos hará un año y medio.

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