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Authors: Brandon Sanderson

Tags: #Fantástico

El Héroe de las Eras (70 page)

Wellen vaciló, y luego asintió.

—Las cavernas —sugirió—. ¿Donde entrenaste a tu ejército?

—Eso valdrá —contestó Kelsier—. Adiós.

El Superviviente desapareció en las brumas.

TenSoon dejó atrás las puertas de la Fortaleza Venture y corrió entre la bruma. Tal vez podría haberse colado en el edificio. Sin embargo, no estaba seguro de cuánto aguantaría su imitación del Superviviente con un escrutinio más atento.

No sabía hasta qué punto era fiable la información de los guardias. No obstante, no tenía mejores indicaciones. Otra gente con la que había hablado de noche no había podido proporcionar ninguna información sobre los movimientos del ejército. Evidentemente, Vin y Elend llevaban fuera de Luthadel algún tiempo.

Corrió hasta el terreno detrás del almacén donde había encontrado el cadáver de Kelsier. Se arrodilló en la oscuridad, y abrió el saco que había llenado de huesos. Necesitaba regresar al cuerpo del perro y dirigirse al norte. Con suerte podría…

—¡Eh, tú! —gritó una voz.

TenSoon alzó la cabeza. En la puerta del almacén había un hombre mirándolo a través de las brumas. Un farol cobró vida tras él, revelando a un grupo de personas que al parecer vivía dentro del lugar sagrado.

¡Oh, oh!
, pensó TenSoon mientras los que estaban en primera fila adoptaban una expresión de sorpresa.

—¡Mi señor! —exclamó el primer hombre, arrodillándose rápidamente—. ¡Has regresado!

TenSoon se incorporó, escondiendo con cuidado el saco de huesos a su espalda.

—Así es —afirmó.

—Sabíamos que volverías —dijo el hombre, mientras los otros empezaban a susurrar y a llorar tras él. Muchos cayeron de rodillas—. Nos quedamos en este lugar, rezando para que nos dieras consejo. ¡El rey está loco, mi señor! ¿Qué hacemos?

TenSoon estuvo tentado de descubrirse como kandra, pero al mirar aquellos ojos llenos de esperanza, descubrió que no podía. Además, tal vez podría hacer algo bueno.

—Penrod ha sido corrompido por Ruina —dijo—. El ser que pretende destruir el mundo. Debéis reunir a los fieles y huir de esta ciudad antes de que Penrod os mate a todos.

—Mi señor, ¿adónde deberíamos ir?

TenSoon vaciló. ¿Adónde?

—Hay un par de guardias ante la puerta de la Fortaleza Venture. Saben un sitio. Escuchadlos. Debéis ir a un lugar subterráneo. ¿Comprendéis?

—Sí, señor —dijo el hombre. Tras él, más y más gente avanzaba, esforzándose por echarle una ojeada a TenSoon, quien soportó su escrutinio con cierto nerviosismo. Finalmente, les dijo que tuvieran cuidado y se perdió en la noche.

Encontró un edificio vacío y rápidamente volvió a cambiar a los huesos del perro antes de que ningún otro pudiera verlo. Cuando terminó, miró los huesos del Superviviente, sintiendo una extraña… reverencia.

No seas tonto
, se dijo.
Son sólo huesos, como otros cientos de huesos más que has usado
. Con todo, parecía una tontería dejar atrás una herramienta tan potencialmente poderosa. Los guardó en el saco que había robado y luego, usando unas patas que había creado para que tuvieran más destreza que las de un sabueso, se ató el saco a la espalda.

Hecho esto, salió de la ciudad por la puerta norte, corriendo a toda velocidad con su cuerpo de perro. Se dirigiría a Urteau. Esperó seguir el camino correcto.

Capítulo 53

El pacto entre Conservación y Ruina es asunto de dioses, y resulta difícil de explicar en términos humanos. De hecho, al principio, hubo un empate entre ambos. Por un lado, cada uno sabía que sólo trabajando juntos podían crear. Por otro, ambos sabían que nunca tendrían completa satisfacción en lo que crearan. Conservación no podía mantener las cosas perfectas y sin cambios, y Ruina no podía destruir por completo.

Como es lógico, Ruina acabó por adquirir la habilidad de poner fin al mundo y obtener la satisfacción que buscaba. Pero, claro, eso no formaba parte del trato inicial.

Fantasma la encontró sentada en la orilla rocosa del lado, contemplando las aguas negras, tan quietas dentro del aire sin viento de la caverna. No muy lejos, Fantasma podía oír a Sazed, con un gran contingente de hombres de Goradel, trabajando en su proyecto de desviar el flujo de agua que llegaba a la cueva.

Fantasma se acercó a Beldre en silencio, con un tazón de té caliente. Casi parecía quemarle la piel, lo que significaba que debía de ser adecuado para la gente normal. Fantasma dejaba que sus comidas y bebidas reposaran hasta que quedaban a temperatura ambiente.

No llevaba la venda en los ojos. Con peltre, había descubierto que podía soportar un poco de luz de los faroles. Ella no se volvió mientras se acercaba, así que Fantasma se aclaró la garganta. Beldre dio un leve respingo. No era extraño que Quellion se esforzara tanto en proteger a la muchacha: el nivel de inocencia de Beldre no podía falsearse. No sobreviviría ni tres segundos en los bajos fondos. Incluso Allrianne, que hacía todo lo posible por parecer tonta, tenía una garra que indicaba su capacidad para ser tan dura como fuera necesario con tal de sobrevivir. Beldre, sin embargo…

Es normal
, pensó Fantasma.
Así sería la gente si no tuviera que tratar con inquisidores, ejércitos y asesinos
. La envidiaba por eso. Era una sensación extraña, después de haber pasado tantos años deseando ser alguien más importante.

Ella se volvió hacia las aguas, y él se acercó y se sentó a su vera.

—Toma —dijo, ofreciéndole el tazón—. Sé que hace un poco de frío aquí abajo, con el lago y el agua.

Ella vaciló, pero aceptó el tazón.

—Gracias —susurró. Fantasma la dejaba deambular libremente por la cueva: había poco que pudiera sabotear, aunque había advertido a los hombres de Goradel que no le quitaran ojo de encima. Sea como fuere, no podía escapar. Fantasma tenía a dos docenas de guardias protegiendo la salida, y había ordenado que quitaran la escalera conducente a la trampilla superior, que sólo era colocada de nuevo con la debida autorización.

—Cuesta creer que este lugar haya estado siempre bajo la ciudad, ¿eh? —observó Fantasma, tratando de iniciar una conversación. Curiosamente, le había parecido mucho más fácil hablar con ella en los jardines, rodeado de peligros.

Beldre asintió:

—A mi hermano le habría encantado encontrar este lugar. Le preocupan los suministros de comida. Cada vez se pescan menos peces en los lagos del norte. Y las cosechas… bueno, no van muy bien, según tengo entendido.

—Las brumas —dijo Fantasma—. No dejan que pase suficiente luz para la mayoría de las plantas.

Beldre asintió, y miró su tazón. Todavía no había dado un sorbo.

—Beldre —dijo Fantasma—. Lo siento. Pensé secuestrarte en los jardines, pero luego decidí no hacerlo. Sin embargo, cuando apareciste aquí, sola…

—Fue una oportunidad demasiado buena —dijo ella amargamente—. Comprendo. Es culpa mía. Mi hermano siempre dice que soy demasiado confiada.

—Hay momentos en que eso es una ventaja.

Beldre hizo un gesto de indefensión:

—No he conocido esos momentos. Parece que toda mi vida he confiado y he resultado herida. Esto no es diferente.

Fantasma guardó silencio, sintiéndose frustrado consigo mismo.
¡Kelsier, dime qué decir!
, pensó. Sin embargo, Dios permaneció callado. El Superviviente no parecía tener muchos consejos que dar en cosas que no tenían que ver con asegurar la ciudad.

Cuando dio orden de capturarla, todo parecía sencillo. ¿Por qué ahora estaba aquí sentado con este vacío en el estómago?

—Yo creía en él, ¿sabes? —dijo Beldre.

—¿En tu hermano?

—No —respondió ella, sacudiendo levemente la cabeza—. En el Lord Legislador. Era una buena noble. Siempre hacía mis pagos a los obligadores… incluso pagaba de más, y les pedía que fueran testigos de las cosas más nimias. También les pagaba para que me instruyeran en la historia del imperio. Creía que todo era perfecto. Tan ordenado, tan pacífico. Y entonces, trataron de matarme. Resulta que soy medio skaa. Mi padre quería un hijo desesperadamente, y mi madre era estéril. Tuvo dos hijos con una de las criadas… mi madre incluso lo aprobó.

Sacudió la cabeza.

—¿Por qué hacer algo así? —continuó—. Quiero decir, ¿por qué no elegir a una noble? No. Mi padre eligió a la criada. Supongo que se encaprichó o algo… —Agachó la cabeza.

—Para mí, fue mi abuelo —dijo Fantasma—. Yo no llegué a conocerlo. Crecí en las calles.

—A veces desearía haberlo hecho yo también —contestó Beldre—. Entonces tal vez todo esto tendría sentido. ¿Qué haces cuando los sacerdotes a quienes has estado pagando para que te instruyan desde que eres una niña, hombres en quienes confiabas más que en tus propios padres, vienen a llevarte para ejecutarte? Yo también me habría muerto. Fui con ellos. Entonces…

—Entonces, ¿qué? —preguntó Fantasma.

—Me salvasteis —susurró ella—. La banda del Superviviente. Derrocasteis al Lord Legislador y, en el caos, todo el mundo se olvidó de la gente como yo. Los obligadores estaban demasiado ocupados tratando de complacer a Straff.

—Y entonces, tu hermano tomó el mando.

Ella asintió en silencio:

—Creí que sería un buen gobernante. ¡Es un buen hombre! Sólo quiere que todo sea estable y seguro. Paz para todos. Sin embargo, a veces, las cosas que le hace a la gente… las cosas que pide a la gente…

—Lo siento —se compadeció Fantasma.

Ella sacudió la cabeza:

—Y entonces llegaste tú. Salvaste a esa niña, justo delante de Quellion y de mí. Viniste a mis jardines, y ni siquiera me amenazaste. Pensé… tal vez sea como cuentan las historias. Tal vez nos ayude. Y, como la idiota que siempre soy, vine aquí.

—Ojalá las cosas fueran tan sencillas, Beldre —dijo Fantasma—. Ojalá pudiera dejarte marchar. Pero esto es por el bien mayor.

—Es lo que Quellion dice siempre, ¿sabes?

Fantasma vaciló.

—Sois muy parecidos, vosotros dos —añadió ella—. Enérgicos. Autoritarios.

Fantasma se echó a reír:

—No me conoces muy bien, ¿verdad?

Ella se ruborizó.

—Eres el Superviviente de las Llamas —dijo—. No creas que no he oído los rumores: mi hermano no puede mantenerme al margen de todas sus reuniones.

—Los rumores pocas veces son creíbles.

—Formas parte de la banda del Superviviente.

Fantasma se encogió de hombros:

—Eso es cierto. Pero por accidente.

Ella lo miró, frunciendo el ceño.

—Kelsier escogió a los demás —dijo Fantasma—. Ham, Brisa, Sazed… incluso Vin. Escogió también a mi tío. Y, al hacerlo, me tuvo a mí de regalo. Yo… nunca formé realmente parte de todo aquello, Beldre. Era una especie de observador. Me encargaban vigilar y ese tipo de cosas. Me sentaba en las sesiones de planificación, y todo el mundo me trataba como al chico de los recados. ¡Debí de haber llenado la copa de Brisa un centenar de veces durante aquel primer año!

Un atisbo de diversión asomó en el rostro de Beldre:

—Haces que parezca que eras un criado.

—Más o menos —dijo Fantasma, sonriendo—. No hablaba muy bien: me había acostumbrado a hablar en el argot callejero del este, y todo lo que decía era un galimatías. Dicen que todavía conservo el acento. Así que me quedaba callado casi todo el tiempo, cohibido. La banda era amable conmigo, pero yo sabía que me ignoraban.

—Y ahora estás al mando de todos.

Fantasma se rio:

—No. En realidad, es Sazed quien está al mando. Brisa también es mi superior, pero me deja dar órdenes porque es demasiado perezoso para hacerlo él. Le gusta obligar a la gente a hacer cosas sin saberlo. La mitad de las veces, estoy seguro de que las cosas que digo son ideas que él me ha metido en la cabeza de algún modo.

Beldre sacudió la cabeza:

—¿El terrisano está al mando? ¡Pero si te consulta a ti!

—Sólo me deja hacer lo que él no quiere hacer —repuso Fantasma—. Sazed es un gran hombre, uno de los mejores que he conocido. Se encuentra más a gusto estudiando un proyecto y tomando notas que dando órdenes. Así que sólo quedo yo. Hago el trabajo que todos los demás no hacen porque están demasiado ocupados.

Beldre guardó silencio unos instantes, y luego por fin tomó un sorbo de té.

—¡Ah! —exclamó—. ¡Está bueno!

—Por lo que sabemos, es el que bebía el Lord Legislador —dijo Fantasma—. Lo encontramos aquí, con el resto de las cosas.

—Por eso habéis venido, ¿verdad? —preguntó Beldre, indicando la caverna—. Me preguntaba por qué a vuestro emperador le interesaba Urteau. En realidad, no hemos sido una fuerza importante en el mundo desde que el linaje Venture trasladó su centro de poder a Luthadel.

Fantasma asintió:

—En parte por eso, aunque a Elend también le preocupa la rebelión. Es peligroso tener un enemigo que mata a nobles controlando una de las principales ciudades tan cerca de Luthadel. Es todo lo que puedo decirte. La mayor parte del tiempo, me parece que sigo estando al margen en todo esto. Vin y Elend son quienes realmente saben lo que pasa. Para ellos, soy el tipo que pueden permitirse que pase meses espiando en Urteau mientras ellos hacen el trabajo importante en el sur.

—Se equivocan al tratarte así.

—No, no pasa nada. Me gusta estar aquí. Me parece que por fin he podido hacer algo.

Ella asintió. Poco después, soltó la taza y se abrazó las rodillas.

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