Read El beso de la mujer araña Online
Authors: Manuel Puig
—No, desahogate, desahogate todo lo que puedas, llorá hasta que no puedas más, Valentín.
—Es que me da tanta pena… Y no poder hacer nada, acá, encerrado, y no poder ocuparme de la mu… mujer, del hiji… hijito… Ay viejo, qué triste que… es…
—Qué se le va a hacer…
—A… ayúdame a sacar el brazo de… de la frazada…
—¿Para qué?
—Da… dame la mano, Molina, fuerte…
—Claro. Apretá bien.
—Que no me quiero seguir sacudiendo así…
—Qué importa que te sacudas, así te aliviás.
—Y hay una cosa más, que me jode mucho. Es algo muy jo- dido, muy bajo…
—Contame, desahogate.
—Es que de quien que… querría recibir ca… carta, en este momento, a quien querría tener bien cerca, y abrazarla… no es a mi… compañera, sino a la otra… de que te hablé.
—Si es lo que sentís…
—Sí, porque yo ha… hablo mucho pero… pero en el fondo lo que me me… me… sigue gustando es… otro tipo de mujer, adentro mío yo soy igual que todos los reaccionarios hijos de puta que me mataron a mi compañero… Soy como ellos, igualito.
—No es cierto.
—Sí, no nos engañemos.
—Si fueras como ellos no estarías acá.
—«…los sueños tristes de este amor extraño…» … ¿Y sabés por qué me molestó cuando empezaste con el bolero? Porque me hiciste acordar de Marta, y no de mi compañera. Por eso. Y hasta pienso que Marta no me gusta por ella misma, sino porque tiene… clase, como dicen los perros clasistas hijos de puta… de este mundo.
—No te torturés… Cerrá los ojos y tratá de descansar.
—Me viene todavía un poco de mareo, por ahí.
—Te caliento agua para un té de manzanilla, que todavía queda porque nos olvidamos que estaba…
—No te creo…
—Te lo juro, estaba detrás de mis revistas, por eso se salvó.
—Pero es tuyo, y a vos te gusta.
—Pero te va a hacer bien, calíate un poco, vas a ver que te va a hacer descansar un buen rato…
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—un muchacho que urde un plan, un muchacho que acepta la invitación de su madre a verla en la ciudad, un muchacho que miente a su madre asegurándole su oposición a la guerrilla, un muchacho que promete a su madre regresar a París, un muchacho que cena a solas con su madre a la luz de candelabros, un muchacho que promete a su madre acompañarla en un viaje por mundanos centros de deporte invernal europeos como lo hiciera de niño apenas terminada la guerra, una madre que le habla de bellas muchachas casaderas de la aristocracia europea, una madre que le habla de todo cuanto heredará, una madre que le propone ya poner a nombre del hijo cuantiosas riquezas, una madre que oculta las razones por las cuales no puede ya acompañarlo a Europa, un muchacho que busca el paradero del ex administrador, un muchacho que se entera de que el mismo es el cerebro del Ministerio de Seguridad, un muchacho que se entera de que el ex administrador es jefe del servicio secreto de acción contrarrevolucionaria, un muchacho que quiere convencer a su madre de irse ya con él a Europa, un muchacho que quiere usufructuar de sus bienes y repetir su viaje de niño para esquiar junto a su bella madre, un muchacho que decide dejarlo todo y huir con su madre, un muchacho que propone el viaje a su madre, un muchacho cuyo proyecto es rechazado por la madre, una madre que confiesa tener otro plan, una madre que quiere rehacer su vida sentimental, una madre que va a despedirlo al aeropuerto y allí le confiesa su próximo casamiento con el ex administrador, un muchacho que se finge entusiasta con el proyecto, un muchacho que baja en la primera escala y toma otro avión de regreso, un muchacho que se une a los guerrilleros de la montaña, un muchacho decidido a limpiar el nombre de su padre, un muchacho que se reencuentra con la campesina que lo condujera por primera vez a la montaña, un muchacho que se da cuenta de que ella está embarazada, un muchacho que no desea un hijo indio, un muchacho que no desea mezclar su sangre con la sangre de la india, un muchacho que se avergüenza de sus sentimientos, un muchacho que no puede acariciar a la futura madre de su hijo, un muchacho que no sabe cómo limpiar su culpa, un muchacho que encabeza el asalto guerrillero a la hacienda donde están su madre y el ex administrador, un muchacho que circunda la hacienda, un muchacho que abre fuego contra su propia casa, un muchacho que abre fuego contra su propia sangre, un muchacho que exige la rendición de los ocupantes, un muchacho que ve salir al ex administrador escudándose cobardemente en su madre como rehén, un muchacho que ordena hacer fuego, un muchacho que oye el grito desgarrador de su madre pidiendo clemencia, un muchacho que detiene la ejecución, un muchacho que exige la confesión sobre la verdadera muerte de su padre, una madre que se zafa de los brazos que la aprisionan y confiesa toda la verdad, una madre que cuenta cómo su amante urdió una trampa para que el padre apareciera como asesino del fiel capataz, una madre que confiesa que su marido fue inocente, un muchacho que ordena la ejecución de su madre después de ordenar la ejecución del ex administrador, un muchacho que pierde la razón y al ver a su madre agonizante empuña la ametralladora para ejecutar a los soldados que acaban de acribillarla, un muchacho que es ejecutado inmediatamente, un muchacho que siente arder en su vientre las balas guerrilleras, un muchacho que alcanza a ver entre el pelotón de fusilamiento los ojos acusadores de la campesina, un muchacho que antes de morir quiere pedir perdón y no puede ya emitir la voz, un muchacho que ve en los ojos de la campesina una condena eterna.
MINISTERIO DEL INTERIOR DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Penitenciaría de la Ciudad de Buenos Aires Informe para el señor Director del Sector III, preparado por Secretaría Privada
Procesado 3.018, Luis Alberto Molina.
Sentencia del juez en lo Penal Dr. justo José Dalpierre, expedida el 20 de julio de 1974, en el Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires. Condena de 8 años de reclusión por delito de corrupción de menores. Aposentado en Pabellón B, celda 34, el día 28 de julio de 1974, con procesados amorales Benito Jaramillo, Mario Carlos Bianchi y David Margulies. Transferido el 4 de abril de 1975 al Pabellón D, celda 7 con el preso político Valentín Arregui Paz. Buena conducta.
Detenido 16.115, Valentín Arregui Paz.
Arresto efectuado el 16 de octubre de 1972 en la carretera 5, a la altura de Barrancas, poco después de que la Policía Federal sorprendiera al grupo de activistas que promovía disturbios en ambas plantas de fabricación de automotores donde los obreros se hallaban en huelga y situadas sobre esa carretera. Puesto a disposición del Poder Ejecutivo de la Nación y en espera de juicio. Aposentado en Pabellón A, celda 10, con preso político Bernardo Giacinti el día 4 de noviembre de 1974. Tomó parte en huelga de hambre por protesta de la muerte del preso político Juan Vicente Aparicio durante interrogatorios policiales. Castigado en calabozo diez días a partir del 25 de marzo de 1975. Transferido el 4 de abril de 1975 al Pabellón D, celda 7, con el procesado por corrupción de menores Luis Alberto Molina. Conducta reprobable por rebeldía, reputado como cabecilla de huelga de hambre citada y otros movimientos de protesta por supuesta falta de higiene de Pabellón y violación de correspondencia personal.
SUBOFICIAL: Descúbrase ante el señor Director.
PROCESADO: Está bien.
DIRECTOR: No tiemble así, hombre, no le va a pasar nada.
SUBOFICIAL: El procesado ha sido revisado y no tiene consigo nada con que pueda atacar al señor Director.
DIRECTOR: Gracias, Suboficial, sírvase dejarme a solas con el procesado.
SUBOFICIAL: Señor Director, quedo montando guardia en el pasillo. Con su permiso, señor Director.
DIRECTOR: Está bien, Suboficial, salga ya por favor. … Está flaco, Molina, ¿qué le pasa?
PROCESADO: Nada, señor. Anduve mal de los intestinos, pero ya estoy bien.
DIRECTOR: No tiemble así… No tiene nada que temer, hemos hecho como que usted hoy tenía visita. Arregui no podrá sospechar nada.
PROCESADO: No, él no sospecha nada.
DIRECTOR: Ayer estuvo cenando en mi casa el protector de usted, y le tiene buenas noticias, por eso quise que viniera a mi despacho hoy, aunque sea todavía muy pronto, ¿o sabe usted algo ya?
PROCESADO: No, señor, todavía no sé nada. Hay que andar con mucho cuidado en una cosa así. … ¿Y qué le dijo el señor Parisi?
DIRECTOR: Muy buenas noticias, Molina, que su mamá está bastante mejorada, desde que se le habló de una posibilidad de indulto… parece que es otra persona.
PROCESADO: De veras…
DIRECTOR: Claro, hombre, era de esperar, ¿no?… Pero no llore, vamos, ¿qué es eso?, tiene que estar contento, hombre…
PROCESADO: Es de alegría, señor…
DIRECTOR: Vamos, vamos… ¿No tiene pañuelo?
PROCESADO: No, señor, me seco con la manga, no hace falta…
DIRECTOR: Tome el mío…
PROCESADO: No, de veras, ya está, perdone.
DIRECTOR: Usted sabe que con Parisi somos como hermanos, y desde que él me habló por usted se le buscó la vuelta al asunto, pero Molina… esperamos que usted sepa hacer las cosas. ¿Ya le está viendo la punta, o qué?
PROCESADO: Yo creo que puede ser…
DIRECTOR: ¿Ayudó o no que lo debilitáramos por el lado físico?
PROCESADO: El primer plato que vino preparado me lo tuve que comer yo.
DIRECTOR: ¿Por qué? Hizo muy mal…
PROCESADO: No, porque a él la polenta no le gusta, y como vino un plato más cargado que el otro… él insistió en que me lo comiera yo al más grande, y hubiese sido muy sospechoso que yo me negase. Usted me había dicho que el preparado venía en el plato de lata más nuevo, pero se equivocaron al cargarlo más. Y me lo tuve que comer yo.
DIRECTOR: Ah, muy bien, Molina. Lo felicito. Perdónenos el error.
PROCESADO: Será por eso que me encuentra más flaco, estuve descompuesto dos días.
DIRECTOR: ¿Y Arregui cómo está de moral?, ¿conseguimos que se ablandara un poco?, ¿cuál es su opinión?
PROCESADO: Sí, pero a lo mejor ya convendría dejar que se componga.
DIRECTOR: Bueno, tanto no sé. Molina, eso déjelo de nuestra cuenta, aquí contamos con los técnicos necesarios.
PROCESADO: Pero si se agrava no va a haber modo de que se quede en la celda, y en la enfermería ahí ya no puedo hacer nada yo.
DIRECTOR: Molina, usted está subestimando la capacidad de nuestros técnicos. Ellos sabrán cuándo parar y cuándo seguir. Tengo más tino, compañero.
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PROCESADO: Perdone, señor, yo lo que quiero es cooperar, nada más.
DIRECTOR: Está bien. Ahora una cosa, no dé ni la más leve idea del indulto, ahora al volver a su celda oculte toda euforia. ¿Qué va a contarle de la visita que recibió?
PROCESADO: No sé, señor. Indíqueme usted, por favor.
DIRECTOR: Dígale que estuvo su madre, ¿qué le parece?
PROCESADO: No, imposible, eso no.
DIRECTOR: ¿Y por qué no?
PROCESADO: Porque mi madre siempre viene con un paquete de comida.
DIRECTOR: Hay que inventar algo para justificar su euforia, hombre. Eso es fundamental. Ya sé, le mandaremos a buscar comestibles, y los empaquetamos, ¿qué le parece la idea?
PROCESADO: Bien, señor.
DIRECTOR: Así también le reparamos un poco su sacrificio del plato de polenta. ¡Pobre Molina!
PROCESADO: Mi mamá compra todo en el supermercado que hay acá a pocas cuadras del penal, para no cargar en el ómnibus con el paquete.
DIRECTOR: Pero más fácil nos es comprar todo aquí en la proveeduría. Aquí le haremos el paquete.
PROCESADO: No, sería sospechoso. Por favor no, que vayan al supermercado de aquí de la avenida.
DIRECTOR: A ver un momento…. Hola, hola… Gutiérrez, venga un momento, por favor… aquí a mi despacho.
PROCESADO: Mamá me lo trae siempre al paquete envuelto en papel madera, con cartón por dentro. Que se lo preparan en el supermercado, para que lo pueda traer.
DIRECTOR: De acuerdo… Sí, pase. Mire, Gutiérrez, hay que conseguir una lista de comestibles que le voy a dar, y envolverlo de un cierto modo. El procesado le va a dar la lista, y todo tiene que estar hecho en… digamos media hora, saque un vale y haga comprar con un Suboficial la lista que le dé aquí el procesado. Molina, usted dicte ya lo que le parece que su madre podría traerle.
PROCESADO: ¿A usted?
DIRECTOR: ¡Sí, a mí!, y rápido que tengo que hacer.
PROCESADO: … Dulce de leche, en tarro grande. … Dos tarros, mejor. Duraznos al natural, dos pollos asados, que no estén ya fríos, claro. Un paquete grande de azúcar. Dos paquetes de té, uno de té negro, y otro de manzanilla. Leche en polvo, leche condensada, jabón para lavar… media barra, no, una barra entera, de jabón Radical, y cuatro paquetes de jabón de tocador, Palmolive, … ¿y qué más?… sí, un frasco grande de pescado en escabeche, y déjeme pensar un poquito, porque tengo como una laguna en la cabeza…
—¡¡¡Mirá lo que traigo!!!
—¡No!… estuvo tu mamá…
—¡¡¡Sí!!!
—Pero qué bueno… Anda bien entonces.
—Sí, un poco mejor…. Y mirá todo lo que me trajo. Perdón, lo que
nos
trajo.
—Gracias, pero es para vos, no embromés, hombre.
—Calíate vos, apestado. Hoy acá se empieza una nueva vida, con las sábanas casi secas, tocá… Y todo esto para comer. Mirá, dos pollos al espiedo, dos, ¿qué me contás? Y los pollos son para vos, eso no te puede hacer mal, vas a ver que enseguida te componés.
—Jamás lo voy a permitir.
—Hacelo por mí, prefiero no comer pollo pero salvarme de tus olores, inmundo de porquería. … No, en serio te lo digo, vos tenés que dejar de comer esta puta comida de acá y vas a ver que te componés. Por lo menos hacé la prueba dos días.
—¿Te parece?…
—Claro, hombre. Y ya cuando estés bien… cerrá los ojos, Valentín, a ver si adivinás. Decí.
—Qué sé yo… no sé…
—No abras los ojos. Esperate que te doy a tocar a ver si caés. A ver… tocá.
—Dos tarros… Y pesaditos. Me doy por vencido.
—Abrí los ojos.
—¡Dulce de leche!
—Pero para eso hay que esperar, una vez que te sientas bien, y esto sí nos lo comemos entre los dos…. Y me arriesgué a dejar las sábanas solas a secar… y no las robaron, ¿qué me contás?, y están ya casi secas, esta noche dormimos los dos con sábanas.