Read Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II Online

Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (67 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Quaremead, Ugley, 20 de mayo, 1945
Nota sobre el péndulo y la tercera fuerza

Como es sabido, el péndulo siempre oscila entre los opuestos, ya sea literalmente, como en los eventos de la vida, tales como la guerra y la paz, o el verano y el invierno, o psicológicamente, entre el amor y el odio, y así sucesivamente. G. dijo una vez que el Hombre carecía de Tercera Fuerza. Quería decir ante todo que el Hombre, que es creado para llegar a ser un ser consciente, oscila entre los opuestos en sí mismo y es gobernado por la oscilación de los sucesos opuestos. Por ejemplo, estalla la guerra, y somos gobernados por ella. El Sr. O., algunos años antes de esta guerra, dijo que las gentes no comprendían cómo eran gobernadas por los cambiantes eventos, y que se imaginaban que eran siempre libres. Decían, en tiempo de paz, que en ninguna circunstancia irían otra vez a la guerra. Además agregó, "cuando una nueva guerra empieza siempre se justifican a sí mismas y explican por qué deben hacer lo que hacen, esto es, que no pueden evitar hacer". Ahora bien, G., al enseñar este Trabajo, siempre subrayaba que aún no somos conscientes pero que podemos serlo y fuimos hechos para serlo. A veces lo explicaba diciendo que el hombre no es consciente en la Tercera Fuerza. Dijo en una oportunidad que cada cual debe traer la Tercera Fuerza a su vida con el fin de desarrollarse.

Según la definición del Trabajo, todas las manifestaciones son debidas a la acción de tres Fuerzas llamadas Activa, Pasiva y Neutralizante. La Fuerza Activa y la Fuerza Pasiva son fuerzas opuestas y se anulan la una a la otra, tal como es explicado científicamente en la primera ley de movimiento de Newton: a toda fuerza se opone una fuerza igual u opuesta. Esta ley, desde luego, no es verídica tal como es expuesta, porque si las cosas fueran así nada podría tener lugar. Si Newton hubiera agregado que a cada fuerza se opone eventualmente una fuerza igual, en el Tiempo, es probable que Einstein no hubiera tenido que producir la Cuarta Dimensión del Tiempo en el estudio de la Física. Empero la Física de hoy en día, aunque haya introducido este nuevo factor del Tiempo, aun no ha llegado a exponer la idea de que actúa en realidad una Tercera Fuerza entre los opuestos del péndulo. La Tercera Fuerza o Fuerza Neutralizante es definida en el Trabajo de muchas maneras. Se dice, por ejemplo, que es una fuerza unitaria, la fuerza que actúa entre Sí o No, entre lo Activo o lo Pasivo, y logra algo que no es ni una cosa ni la otra. Es sabido que en las estadísticas se tienen leyes de promedios. Por ejemplo, un porcentaje dado de personas muere siempre a los 50 años, o a los 60, y en esta ley estadística, aplicada a los grandes números, se fundan todos los seguros. Según la ley de promedios se tienen tantas moléculas de gas que siguen un camino, otras tantas que siguen otro camino, en un número de millones, y con el resultado obtenido se pueden enunciar leyes sobre el comportamiento de los gases bajo condiciones dadas de presión y temperaturas. Pero dichas leyes se basan en los grandes números, y por dicha razón se llaman leyes estadísticas. Si se arroja una moneda al aire un millón de veces, se obtiene un promedio de cara y cruz que está más o menos en equilibrio. La ciencia de las estadísticas deriva en realidad de la idea de que en las cosas hay equilibrio, esto es, se funda en la ley del péndulo. Pero hay otra fuerza, además de los opuestos, que obra en la vida, en nosotros mismos, y a través de todo el Universo. Esta es la ley de las Tres Fuerzas. Les ruego que observen cuidadosamente que aquí las leyes del promedio, las leyes estadísticas, se fundan únicamente en la idea de que sólo obran dos fuerzas. El Trabajo dice que una de las dos leyes fundamentales que no pueden reducirse a términos más sencillos es la Ley de Tres Fuerzas. En todo obran tres fuerzas. En la diminuta estructura del átomo se encuentran la Fuerza Activa y la Fuerza Pasiva, las cargas positivas y negativas, y así sucesivamente; pero desde el punto de vista del Trabajo hay también una Tercera Fuerza, una fuerza organizadora, una fuerza que crea y organiza las dos primitivas y caóticas fuerzas opuestas que por sí mismas nada pueden crear, ya que son antagónicas, y permanecen siempre en lucha.

Ahora bien, haré algunos comentarios sobre esta Tercera Fuerza, tan difícil de entender. Para empezar, el Trabajo mismo es una Tercera Fuerza, pero sólo cuando es reconocido y sentido. Tiene el poder de hacer pasiva a la Personalidad activa y pasiva a la Esencia activa, es decir, cambiar el signo de estas dos partes de nuestro Ser. Este ejemplo nos hace ver cómo una Tercera Fuerza puede alterar las relaciones de cosas fijas, del mismo modo que los sucesos lo hacen en la vida, tal como la guerra. Todo está invertido. En la vida los eventos son la Tercera Fuerza, pero mantienen a la Personalidad activa y a la Esencia pasiva. El Trabajo como serie interna de acaeceres cambia esta relación basada en la vida, nos altera fundamentalmente a través de un nuevo espíritu y de una nueva visión. Desde el punto de vista del Trabajo un hombre cuya mente y pensamiento se fundan totalmente sobre la evidencia de sus sentidos tiene en el cerebro algo que anda mal. El espíritu de vida, es decir, la Tercera Fuerza de Vida, es diferente del espíritu del Trabajo. Pero el espíritu de vida, el principio organizador que hace uso de las irreconciliables fuerzas del péndulo, activa y pasiva, positiva y negativa, construye la materia organizada, ya sean los átomos, las moléculas o las células, y lo hace sobre una base que no puede ser tomada en un sentido estadístico. La célula, especialmente, la célula embrionaria, es un ejemplo de ello, tal como lo señala el físico Schrodinger en la obra que les aconsejé leer. Schrodinger está dispuesto a admitir que en la vida hay otras leyes que aquellas que se deducen del comportamiento promedio de millones de partículas ya sean átomos o seres humanos.

En la mayoría de los antiguos escritos esotéricos, que tratan de la organización del espíritu y nunca de estadísticas; se dice a veces que el alma, esto es, el principio organizador en un hombre, hablando psicológicamente, es casi devorada por la materia en su descenso al cuerpo. Los alquimistas esotéricos —no los seudo-buscadores de oro— llamaban a esta fuerza organizadora, encarcelada y oculta en nosotros: Mercurio. Decían que si se la pudiera hallar, el plomo podría ser transformado en oro. En el Trabajo este principio organizador se llama a veces Conciencia Escondida o Conciencia Real, no es la conciencia que adquirimos desde el exterior. El poder organizador, ya sea físico o psicológico, existe en todas las cosas. Esta es la Tercera Fuerza y trata de construir por sucesivas etapas de separación algo que es diferente de aquello en lo que está alojada, de modo que en nuestro caso las materias más finas son liberadas gradualmente de las materias más pesadas, más caóticas, más desorganizadas. La Tercera Fuerza es la que trata de llevar a cabo la evolución de todas las cosas, para encontrar nuevas y mejores combinaciones y relaciones entre la Fuerza Activa y la Fuerza Pasiva que constituyen la materia. El Espíritu organizador, la Tercera Fuerza que está escondida en el caos material y siempre trabaja para sacar de él algo nuevo y así liberarse, es la que se muestra habitualmente ante nuestros ojos y que sin embargo no podemos percibir. A una persona se le pueden dar nuevas ideas, una nueva forma de Tercera Fuerza, como en el caso del Trabajo. ¿No recuerdan al hombre que escondió su talento
en la Tierra?
El espíritu del Trabajo no es una cosa que se pueda tocar o manejar, ni tampoco una forma cualquiera de espíritu. ¿Es una cosa visible el compañerismo en un regimiento? Es irreal e invisible. Recuerden cómo en la Parábola de los talentos alguien obtuvo más del espíritu que se le dio. Uno no tuvo nada. Puso el espíritu que le habían dado en la Tierra:

"Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la Tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dalo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes."

(Mateo XXV 14-30)

Quaremead, Ugley, 2 de junio, 1945
El trabajo sobre el ser

Hace algún tiempo hice esta pregunta a un Grupo de Londres, la que me fue recordada recientemente:
"¿Ha visto en su Ser aquello que le impide una mejor comprensión del Trabajo?"

¿Cuál es, según lo que han comprendido todos, el centro de gravedad de esta pregunta? ¿Qué idea de Trabajo es presentada aquí? Según la idea de Trabajo nuestra comprensión depende de la calidad y nivel de nuestro Ser. En otra oportunidad se hizo la siguiente pregunta: "¿Qué factor en su Ser cree usted que le impide crecer?" Ahora bien, la comprensión es la resultante de nuestro Conocimiento y nuestro Ser. Supongamos que no ve razón alguna para cambiar su Ser. Entonces su comprensión de todo, incluso de este Trabajo, permanecerá en el mismo nivel. No importa cuántas veces preste atención a este Trabajo, cuántas veces estudie el Conocimiento de este Trabajo, su comprensión del Trabajo seguirá siendo la misma. Algunas personas no están por cierto satisfechas con el estado de su Ser y otras están satisfechas. Asimismo, muchas gentes no entienden qué significa el Ser. Dan por supuesto el lado de su Ser. Pero aquellas que no están satisfechas de lo que son, tienen alguna idea de lo que significaría ser otra clase de personas, de llegar a ser una clase diferente de personas. Se ha dicho a menudo que nadie está satisfecho de su situación y desea cambiar sus circunstancias, sus condiciones de vida. Esto es en realidad ver al propio Ser externamente, tal como se refleja en la vida. Puesto que su nivel de Ser atrae su forma de vida, es muy necesario pensar de una nueva manera acerca de su forma de vida, desde el punto de vista de su calidad de Ser, de la clase de persona que es. Esto significa por supuesto una nueva manera de pensar. Si acepta esta idea, que es una idea de Trabajo definida, una nueva forma de pensar definida, será capaz de llegar al menos a una conclusión temporaria sobre qué factor en su Ser le impide comprender mejor el Trabajo. El crecimiento del Ser para una persona que está en el Trabajo la conduce inevitablemente a una comprensión más profunda del Trabajo. El Trabajo tiene más cosas que unir, puede dar más; puede ejercer una mayor influencia sobre esa persona; puede llegar a ser más real. Pero si no trabaja sobre su Ser, su comprensión del Trabajo y la influencia que ejerce sobre usted serán muy ligeras. Vivirá su vida con arreglo a su forma de Ser y si se esfuerza recordará a veces que existe una cosa llamada el Trabajo. Esto es, el Trabajo permanecerá en su memoria, pero aún no será capaz de conectarlo con su Ser. Si usted está satisfecho de sí mismo, de la clase de persona que es, y nunca ha puesto en tela de juicio este sentimiento equivocado de sí mismo, si la vida lo ha satisfecho más o menos, luego de ello se sigue que no deseará realmente cambiar esta clase de persona que es, cambiar su Ser. Este es siempre un punto muy difícil en el Trabajo, una cosa muy difícil de entender. Un hombre que se siente incómodo con la clase de persona que es tiene más probabilidades de trabajar sobre su Ser que un hombre que nunca se cuestiona sino que sólo ve, por así decirlo, las deficiencias de los otros y nunca se le ocurre que puede no ser la clase de persona que supone ser. Sentir las deficiencias del propio Ser es una cosa muy diferente, y me atrevo a decir que los dos sentidos de deficiencia son necesarios en el Trabajo. Como todos saben, debido a la acción de los topes y debido a un sentido general de nuestro estado de sueño, un hombre que se siente incómodo con su Ser —es decir, con la clase de hombre que es— aparece como más raro que un hombre que se siente incómodo con su estado de Conocimiento.

Con el fin de ver a qué se asemeja nuestro estado de Ser tenemos que observarnos nosotros mismos a la luz de lo que enseña el Trabajo. Sé que lo han oído decir repetidas veces pero ¿acaso lo han aplicado a ustedes mismos? Tal como tantas veces les dije, la gente suele decir: "¿Qué es lo que tenemos que observar?" Todos ustedes han oído decir muchas veces lo que tienen que observar en la estricta enseñanza del Trabajo. ¿Se observan, por ejemplo, cuando están llenos de cuitas y ansiedades y completamente identificados con la vida? ¿Nunca se les ha ocurrido que esta es una de las cosas que tienen que observar? ¿Y nunca se les ha ocurrido que esta es una señal de su Ser, de lo que un hombre es, por ejemplo, de que es una persona cuya calidad o nivel de Ser es tal que está siempre lleno de cuitas y preocupaciones? Ahora bien, algunas personas suponen que esto es muy fácil de observar. Por cierto, es muy fácil verlo en otra persona pero es extraordinariamente difícil observarlo en uno mismo. Es extraordinariamente difícil observar que uno mismo está lleno de preocupaciones y cuitas y ansiedades, y darse cuenta que esto se debe a la clase de persona que se es respecto del nivel de Ser. Una persona que está en un elevado nivel de Ser no se preocupará de la misma manera, no tendrá las mismas cuitas y ansiedades. Esto es precisamente lo que es tan difícil de entender. Nuestras preocupaciones y cuitas y ansiedades nos parecen naturales, perfectamente justificadas, justas, y sin embargo, como lo sabemos, el Trabajo nos enseña que no son buenas, que ésta es una de las cosas sobre las cuales es preciso trabajar. En otras palabras, si aplicamos el Conocimiento del Trabajo a nuestro Ser por medio de la observación de sí, vemos sobre qué enorme masa de material hemos de trabajar. Y esta aplicación del Conocimiento del Trabajo sobre lo que observamos desde este punto de vista en nuestro Ser nos llevará eventualmente a un cambio en el nivel de Ser. Mas para ello es preciso tener el "Yo" Observante en el sentido del Trabajo. En el sentido de Trabajo el "Yo" Observante es el resultado de este Trabajo y sus ideas. Ya no nos observamos más desde el punto de vista de la vida sino desde el punto de vista del Trabajo, y si lo hacemos sinceramente por breve tiempo ya no estaremos satisfechos de nuestro estado de Ser. Si la valoración del Trabajo es suficientemente fuerte y está constantemente reforzada por una nueva experiencia dentro de nosotros mismos, ya no podremos más complacernos con nuestro Ser. Nos damos cuenta de la inmensa brecha que hay entre nosotros mismos y un hombre que vive más conscientemente que nosotros, un hombre que nota cuando se está identificando, un hombre que descubre cuando es presa de ansiedades y temores imaginarios, un hombre que se da cuenta del hecho de que se está justificando a sí mismo. Esta brecha es tan amplia que si alguna vez tenemos un instante de percepción interior no dejaremos de sentir en contraste las enormes deficiencias en nuestra calidad de Ser y comprenderemos en semejantes momentos que tal como somos no podemos esperar, ya sea en esta vida, ya sea en otra vida, que nos permitan vivir con gente que tiene un nivel superior de Ser. Vemos muy claramente porque no tenemos esperanza alguna de llegar a lo que en los Evangelios es llamado el Reino de los Cielos —aquellos que están en la orilla del Círculo Consciente de la Humanidad— y sabiéndolo, comprendiéndolo, viéndolo por nosotros mismos en un momento íntimo de realización de sí, empezamos a comprender qué camino tan largo nos queda por recorrer antes que podamos alcanzar lo que es la meta fundamental de toda la enseñanza esotérica. Pero aquí agregaré una cosa, es decir, que si ven todo esto respecto de su estado de Ser, ya han progresado más, por más impotentes que se sientan, que una persona que nunca ha tenido tal vislumbre de sí misma, porque este sentido de vacío, de deficiencia, de carencia, es exactamente el punto de partida del trabajo sobre el propio Ser. Porque si un hombre o una mujer tiene tal experiencia ya no tiene más el mismo sentimiento de sí mismo, ya no siente más las ilusiones imaginativas de la Falsa Personalidad, de esta cosa inventada y disfrazada, de la cual deriva ordinariamente su sentido de sí mismo, y si está en el Trabajo, en lugar de sentir una mera impotencia, una mera desesperación, en sí mismo, se sentirá rodeado por toda la fuerza del Trabajo, y le dirá de diferentes maneras que no está equivocado en lo que vio. Por eso es tan importante que el Trabajo nos rodee con toda su fuerza, porque de otro modo darse cuenta de todas estas cosas sin ayuda alguna sería desastroso. Por mucho tiempo se entabla una lucha entre lo que se cree que se debería ser y lo que sabe que se es, y esta lucha proseguirá hasta que se conozca realmente lo que se es, hasta que se acepte lo que se es. Esto, desde luego, por lo que sabemos, ya que hemos hablado de ello últimamente, significa una extensión de la conciencia al lado oscuro, que se conoce y no se reconoce, porque en cierto modo conocemos muchas cosas y empero no las aceptamos como parte de nuestro Ser. Esto se debe en parte, o quizá totalmente, a la acción de la Falsa Personalidad, que siempre mantiene algo irreal, que siempre lucha por existir, a despecho de mil y una cosas que uno mismo ha visto, observado y reconocido a solas, pero sólo en la atmósfera y bajo las influencias del Trabajo. Toda realización de sí, todo conocimiento de sí, que es real, destruye la imaginación de uno mismo, es decir, la Falsa Personalidad. Resulta de ello una inmensa ampliación de nuestros poderes y no su debilitamiento. Es la Falsa Personalidad la que nos debilita tanto y nos hace tan quebradizos, tan fácilmente inquietos, tan mezquinos, y tan estrechos en nuestra comprensión, tanto en la de los otros como en la de nosotros mismos.

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