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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (40 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Ahora bien, cada acto de atención, de concentración de la mente, tiende a situarnos en una posición más interna con respecto a nosotros mismos. Este es uno de los aspectos del significado de la observación de sí. La observación de sí nos pone detrás de nosotros mismos.

Empero, el "Yo" Observante está a veces situado muy externamente y, por así decirlo, suele ser uno de los "Yoes" externos y carece de profundidad. Entonces la observación carece de fuerza y no puede penetrar interiormente. Cuando la observación de sí empieza realmente, el "Yo" Observante pasa gradualmente al interior —esto es, en dirección hacia el "Yo" Real— y de resultas de la gradual penetración interior del "Yo" Observante éste puede ver cada vez más porque logra ponerse cada vez más detrás de nosotros mismos. Ahora bien, sólo lo superior puede observar lo inferior: lo inferior no puede observar lo superior. O, para decirlo de otra manera, lo interior sólo puede observar lo exterior: lo exterior nunca puede observar lo interior. A medida que nuestra conciencia se hace más profunda a través del "Yo" Observante podemos ver cada vez más lo que está fuera o es externo al "Yo" Observante. El "Yo" Observante no puede penetrar de este modo más internamente a menos de ser ayudado por el sentimiento emocional —esto es, si no creemos que vale la pena no podemos observarnos realmente a nosotros mismos excepto muy superficialmente—. Captar una vislumbre de sí mismo, suele hacer más profunda la valoración emocional del trabajo sobre sí. Una persona alcanza, por ejemplo, determinada imagen de sí misma cuando se convence de que siempre dice la verdad. Tal súbita vislumbre significa que se ha observado uno a si mismo temporariamente desde un nivel más profundo —que se ha situado ligeramente detrás de sí—. Lo que sucede después depende de la calidad de la propia sinceridad para consigo mismo y de la valoración que se presta al Trabajo. En la práctica existe siempre la tendencia a justificarse a si mismo. En este caso, al haber captado una vislumbre más profunda de sí mismo se corre el riesgo de perderla en el tumulto de la auto justificación. Nos dicen que es preciso observar la auto-justificación y no acompañarla. Por cierto, no será capaz de detener la auto justificación mecánica, al tener una vislumbre de sí, pero esto no quiere decir que está de acuerdo con la auto justificación. Toda auto-justificación no lleva a ningún resultado en el sentido del Trabajo. El que se justifique a sí mismo significa que hace que las cosas sean correctas para sí mismo. Si no cede a la auto-justificación —o, digamos, si tan sólo cede a medias—, deja, un punto en usted que puede crecer y llevarlo a otra vislumbre de sí mismo. Esto se asemeja a atravesar una costra a la que se toma como si fuera uno mismo. Para si se justifica a si mismo este posible punto de crecimiento se detiene en seguida y se malogra. Recuerde, cuanto más se justifique a sí mismo, mayor es la certeza de que se está mintiendo a si mismo. La Falsa Personalidad, es muy poderosa, y trata de mantenerse por todos los medios, de los cuales uno es la auto-justificación. Entonces la acción de la auto-justificación impide que el "Yo" Observante se interne más profundamente. Impide que uno pueda ver más profundamente en si mismo. Mantiene al "Yo" Observante en la superficie como una especie de juguete con el cual se juega ocasionalmente.

Es preciso comprender que todo en nosotros lucha contra la verdadera observación de sí. A no ser que el "Yo" Observante reúna a su alrededor a otros "Yoes" que desean trabajar, que quieren entender el significado del Trabajo, carece de fuerza. Por esta razón, si la significación del Trabajo se enfría cada vez más en uno mismo, el "Yo" Observante permanece en la superficie. Sigue siendo ineficaz. Así se aclaran las relaciones que hay entre el poder del "Yo" Observante y la valoración del Trabajo, que son formuladas en el diagrama que concierne al "Yo" Observante, a los "Yoes" del Trabajo, al Mayordomo Delegado, al Mayordomo, al "Yo" Real en la escala vertical. Es inútil intentar observarse a sí mismo si no se lo hace desde el lado del Trabajo. El "Yo" Observante, debe estar rodeado por el sentimiento del Trabajo para que pueda penetrar a través de la costra exterior de la Personalidad. Si deseamos observarnos a nosotros mismos de acuerdo con lo que el Trabajo nos enseña, ésta es la única manera de lograrlo. Como se dijo, el efecto de este internarse del "Yo" Observante finca en hacernos percibir gradualmente cosas de las que no sabíamos nada, porque estábamos, enfrente de esas cosas de modo que obraban como si estuvieran detrás de nosotros. Si el "Yo" Observante se hace más profundo, esas cosas de las cuales éramos inconscientes, porque estaban detrás de nosotros, se sitúan enfrente de nosotros de modo que podemos discernirlas más claramente. Sólo se puede ver una cosa si está enfrente de nosotros: no se la puede ver si está detrás de nosotros. ¿De qué otra manera cabe la posibilidad de llegar a ser más consciente de sí mismo excepto por un movimiento hacia el interior de uno mismo? Para llegar a ser más consciente de uno mismo es necesario que la conciencia del "Yo" Observante se acreciente. El "Yo" Observante es una parte de la conciencia en nosotros que no se vuelca hacia el exterior por la vía de los sentidos, sino que se vuelca al interior, hacia el ser. Si se prefiere se lo puede llamar un órgano de los sentidos, a condición que se diga que es un órgano de los sentidos internos. El punto de conciencia existe en toda persona pero por regla general permanece sin desarrollar. Permanece sin desarrollar porque no está sustentado por el necesario conocimiento, las ideas necesarias, las emociones necesarias. La vida no lo incrementa. El Trabajo puede incrementarlo y está destinado a hacerlo. Por esta razón, el "Yo" Observante puede ser sustentado por el Trabajo, por los "Yoes" que sienten el Trabajo y lo anhelan. Observarse simplemente a sí mismo sin tener ningún sentimiento profundo por el Trabajo sólo nos lleva a muy corta distancia. Por otra parte, sentir o creer que se siente profundamente el Trabajo y no observarse a sí mismo a través de él tampoco dará resultado ninguno. Por cierto una gran fe en el Trabajo ayuda. Pero la observación de sí es el método inicial de este Trabajo y por eso fue muchas veces pensada e intentada. A veces exige mucho tiempo empezar a observarse a sí mismo según lo que enseña el Trabajo. Es decir, establecer las conexiones entre la observación de sí y el Trabajo suele tomar mucho tiempo. Pero si hay algo de real, esta conexión se hará inevitablemente al cabo de un tiempo y entonces la observación de sí ya no es más una cosa teórica que se intenta hacer, sino que se convierte en un constante acompañamiento en la propia vida. Se convierte en algo que no interrumpe sino acompaña. Y cuando cesa ese acompañamiento, se conoce al instante que uno está dormido. Recuerden que se dijo que la observación de sí debe ser imparcial. No se observa uno a sí mismo para criticarse. Si se lo hace detiene al punto la observación de sí y conduce a la consideración interior. Cuando la observación de sí empieza a acompañarlo, advertirá que no es crítica: es simplemente un ligero grado de conciencia. No es una conciencia crítica, una conciencia que juzga, sino percepción. A través de esa percepción se ve simplemente más. Reconoce algo que había dicho antes, o ve que está haciendo algo que había hecho antes, o que se está comportando de esta manera o de aquella, o tiene unos pensamientos que había tenido antes o sentimientos que había tenido antes. Esta percepción no lo acusa; no dice nada sino que se contenta meramente con mostrarle lo que está sucediendo en sí mismo. No cabe duda que suele sentirse molesto, pero esta molestia no proviene del "Yo" Observante. Los "Yoes" del Trabajo que están detrás del "Yo" Observante quizá lo hagan sentir molesto. Se podrían decir aquí muchas otras cosas, pero el punto principal estriba en comprender que la observación de sí no debe ser más crítica que la luz con la cual se ilumina una habitación oscura. El objeto de la observación de sí, tal como se dice en el Trabajo, es dejar penetrar un rayo de luz en uno mismo. Luego se dice que cuando se deja penetrar la luz de este modo muchas cosas comienzan a cambiar por si mismas. Es la luz de la conciencia la que empieza a cambiar las cosas. Por esta razón se dice en el Trabajo que la luz nos sana. ¿Han pensado alguna vez en el significado de esta extraordinaria frase: "¿la luz nos sana?" Cuando la oí por primera vez dicha por G. me produjo un efecto emocional tan intenso que por un rato fui incapaz de decir una palabra. Sabía que significaba algo que nunca había comprendido y sin embargo parecía comprender en ese momento. Todos creemos que somos capaces de sanarnos. Creo que tal vez comprendí que no podíamos sanarnos nosotros mismos pero que había algo que podía sanarnos si pudiéramos llegar a ello gradualmente. Mucho después comprendí que la luz no podría estar en mi a no ser que mantuviera a toda costa el Trabajo vivo en mí mismo, todas las ideas, todos los pensamientos, todos los recuerdos, y que esta era mi tarea, porque realizándola sería capaz de acrecentar la luz, y así, en lugar de pensar por mí mismo pensaría por el Trabajo, y a su debido tiempo todo lo demás sería dado por añadidura. Entonces comprendí mejor lo que significaba no trabajar para lograr resultados. Así nuestra tarea finca en aumentar siempre la luz del Trabajo en nosotros mismos y en conservarla viva entre nosotros.

Birdlip, 2 de diciembre, 1944
Nota introductoria al esoterismo

Hablaremos ahora brevemente acerca de las escuelas esotéricas y la idea del esoterismo en general. Hay una enorme cantidad de obras literarias conectadas con las escuelas esotéricas que han existido en diferentes períodos de la historia. La historia ordinaria, como es sabido, no es mucho más que una historia de crímenes y violencias. Si se abre cualquier libro de historia, no se encuentra nada que se refiera a la historia esotérica. En muchas oportunidades el Sr. Ouspensky me dijo que la victoria sobre la violencia era nuestra meta final y que todas las emociones negativas que engendran tantas consecuencias nefastas no sólo en los individuos sino en los pueblos surgen de la violencia. Ahora bien la violencia no es una cosa a la que se puede vencer en el momento. Les daré un ejemplo de lo que se podría llamar el comienzo de la violencia. En la Escuela esotérica Sufí que apareció después de Mahoma y estudió el Corán y, de hecho, dio de él una explicación por completo diferente, hubo un poeta místico llamado Sadi. En su juventud Sadi era muy religioso en el sentido ordinario y en una ocasión cuando el Corán era leído a una clase dijo a su padre que había notado que muchos de los muchachos se dormían y que creía que ésta no era una cosa conveniente. Su padre le dijo: "Así que todo lo que has logrado leyendo el Corán es encontrar culpables a los otros. De seguro, hijo mío, hubiera sido mejor si te hubieses dormido como los muchachos a quienes has criticado". Ahora bien, tal vez ustedes no adviertan que esto es el comienzo de la violencia. Quizá no vean lo que quiero decir. ¿Es acaso la intolerancia el comienzo de la violencia? ¿Es sentirse mejor que los otros el comienzo de la violencia? Si se creen mejores que los otros, superiores a los otros de una manera equivocada, ¿creen que esto pueda suscitar la violencia? Tenemos aquí una búsqueda muy profunda, una senda muy larga de comprensión. Han de recordar el antiguo símbolo esotérico del león con las garras cortadas del cual hicimos vaciar un modelo en yeso en Tyeponds y que pusimos en una de las habitaciones. Muchas veces me pregunté qué habrán pensado de ese yeso los militares que ocuparon ese lugar.

La violencia siempre proviene de la creencia de que es posible actuar. Ahora bien, la violencia siempre engendra la violencia. Esto significa que todo lo que se hace por la violencia pasa al mundo en la forma de una tríada y de una octava que sólo puede producir la reacción de violencia. Hoy vemos que la violencia se opone a la violencia por doquier. La ley de "diente por diente" se ve ejemplificada a cada paso. La violencia crea la violencia, las máquinas violentas crean nuevas máquinas violentas. Cristo dijo: "Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo". Es imposible comprender este dicho salvo en la escala de nosotros mismos. En la escala de vida es una cuestión diferente en lo que respecta a nosotros. Pero en la escala de nosotros mismos es algo que se empieza a concebir prácticamente una vez que se comprende que la violencia siempre surge del sentimiento de superioridad, de ser mejores que los otros. Sadi creyó que era mejor que los otros. Se felicitaba de su virtud. Se es siempre violento cuando se siente intolerancia por los otros de mala manera, si se da por sentado que uno es mejor. Más conscientemente, se puede ver en qué se es mejor sin sentir la violencia de la intolerancia. Después hablaré sobre las diferentes escuelas, cuyos restos se incorporaron a la literatura sobreviviente. Pero tan sólo agregaré que todo el pensamiento puede convertirse muy fácilmente en violencia. Recuerden el Capitulo II del Génesis en cuyo comienzo se dice: "Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras". Esto significa que hubo una época, a la cual recuerdo que G. acostumbraba a referirse, en que la gente bajo la influencia del esoterismo era toda una y así tenía una lengua común. G. dijo una vez sobre este particular que en Francia, donde el esoterismo tuvo el control central por breve tiempo, se enseñó a todos a escribir hacia el centro del gobierno, hablando geográficamente, y al parecer esta es la razón por la cual escribimos de izquierda a derecha y otras naciones de derecha a izquierda o de abajo arriba y así sucesivamente. Sólo comprendí la idea de que hubo un gobierno central muy diferente de todo cuanto conocemos, en el cual todas las naciones estaban bajo una sola jurisdicción y, por así decirlo, siempre escribían hacia ella. Que lo dijera seriamente, o no, no lo sé. Ahora bien, para regresar a ese estado ideal de la humanidad se empezó a pensar qué se podía hacer. Los hombres se identificaron con su conocimiento y comprensión, tal como ocurre inevitablemente cuando nos entregamos al sueño. Y así el relato prosigue: "Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí". Esto quiere decir que se alejaron de la enseñanza esotérica —esto es, el oriente— y fueron a un nivel más bajo, el valle, lo cual significa un nivel inferior de comprensión. Entonces empezaron a edificar. Adviertan cómo construyeron. "Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla". Ya saben que la piedra significa la verdad en cierto nivel. Pero se sirvieron del ladrillo en lugar de piedra —esto es,
inventaron
la verdad—. Sustituyeron la verdad esotérica por la verdad humana y así construyeron una ciudad y una torre y se expusieron a la ira de Dios, lo que significa las leyes del esoterismo. Dijeron que iban a edificar una torre que llegaría a los cielos. Esto significa que creyeron que podían vencer la verdad esotérica o el Verbo de Dios, como lo llama Juan. Se entregaron a la auto adoración, a la adoración de su propia comprensión, y así creyeron que podían obrar. Sin embargo, la explicación de esta parábola se dará luego, en el capítulo sobre los Evangelios.

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