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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (30 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Si por medio del trabajo durante un prolongado periodo un hombre empieza a despertar para si, sigue el rumbo que le permitirá despertar a su Rasgo Principal. Ya ha emprendido el viaje. Sería insensato tratar de morir para si sin haber trabajado. Algunas personas hicieron esta tentativa por medio de terribles formas de ascetismo. Intentaron morir para sí sin haber despertado, y aunque lograron formar el "Segundo Cuerpo", se convirtieron simplemente en "cosas" —lo que G. llamaba "cosas inmortales". Todo el trabajo que realizamos al presente está conectado con el despertar para con nosotros mismos, con llegar a tener más percepción de nosotros mismos, con permitir que la luz penetre en nosotros mismos. La conciencia es luz. Si uno empieza a observarse a sí mismo imparcialmente deja penetrar la luz. Con el tiempo la luz mostrará el Rasgo Principal, pero no lo hará mientras no se tenga un punto de apoyo. Si se va a cambiar de lugar, es preciso preparar el nuevo lugar donde uno estará. Le aconsejo no identificarse con las palabras
Rasgo Principal.
Trate sencillamente de comprender que todo, sus reacciones, sus actitudes, su comportamiento, sus pensamientos y sentimientos, gira en torno de un eje central, que los mantiene fijos. Si se llega a ver uno de los rayos de esta rueda, equivale a tomar una fotografía. Entonces se ve otro rayo, y así sucesivamente. Todos conducen a la misma cosa en el centro. Finalmente, es menester recordar que nadie podrá ver su Rasgo Principal a menos de estar preparado para verlo.

Birdlip, 16 de septiembre, 1944
Nota sobre el trabajo personal

Hablaremos nuevamente del trabajo personal y de lo que significa. Es preciso que nos recordemos continuamente a nosotros mismos en nuestro pensar a solas, y que recordemos a los otros en nuestra manera de referirnos al Trabajo y su significado. Lo olvidamos fácilmente. No es que lo olvidemos voluntariamente sino que carecemos de la energía de recordar. "El hombre", dijo G., "no es hombre a menos que se recuerde a sí mismo. Pero, cuando advierte que no se recuerda a sí mismo no tarda en hallar que no se acuerda de recordarse a sí mismo. Sus hábitos de olvido de sí y de estar dormido en la vida son demasiado fuertes". Entonces es un hombre adormecido que se da Cuenta a ratos de que está dormido, y esta es nuestra situación, por eso es preciso discernir lo que nos hace dormir. Por medio de la observación vemos cómo los eventos de la vida, algunos en especial, nos hacen dormir, y cómo los hábitos de imaginación y de soñar despierto, la charla interior y el culpar a otros, el sentirse ofendido, el tener pensamientos negativos y todas las formas de idear, de justificarse a sí mismo, nos producen el mismo efecto. No faltan las cosas sobre las cuales es preciso trabajar. Pero sólo lograremos alcanzar esta etapa, que es comparable a despertar a medias del sueño ordinario, como cuando uno se da cuenta de que está dormido y no puede abrir los ojos o mover el cuerpo, o cuando no se puede emerger a la conciencia despierta y se sigue en medio de sombras de sueño que sabemos que son sueños. Parecería que todas las cosas estuvieran fuera de foco. Se carece de la energía suficiente. No podemos concentrarnos suficientemente para despertar. Ahora bien, en el Trabajo nos hallamos muchas veces en una situación semejante, andamos todo el día sintiendo que estamos dormidos y no somos capaces de darnos el choque —esto es, el Primer Choque Consciente del Recuerdo de Sí— que exige un esfuerzo de concentración, de atención interior y por eso mismo de bastante energía. La concentración necesita energía. Cuando la energía se dispersa en los estados negativos o en el soñar despierto o en preocupaciones ansiosas, es imposible concentrarse. Nada es más fácil de observar en uno mismo. Por ejemplo, la lectura de un libro requiere una atención dirigida para seguirlo. Un sonido que se oye fuera nos recuerda algo que ayer suscitó en nosotros un estado negativo. Instantáneamente, los rollos en los centros empiezan a girar reproduciendo los incidentes que fueron grabados ayer. La atención deja el libro, al ser
atraída
sin esfuerzo alguno por el estado negativo y al no estar más dirigida por el esfuerzo. Se sigue sentado en la misma posición y se sigue leyendo con el centro motor. Pero nada penetra, no es posible concentrarse. Esto nos muestra cuan fácil es perder energía para cualquier cosa que nos hayamos propuesto hacer. Nos distraemos y nos quedamos sentados comiéndonos las uñas metafóricamente o en la realidad, mientras toda clase de brumas, torbellinos, truenos, relámpagos, inundaciones, erupciones de vapor y torrentes de lluvias tienen lugar en nuestra delicada vida psíquica, todo lo cual contemplamos satisfechos. De ahí que si nuestra energía pasa a tales fenómenos "naturales", nuestro campo psíquico no será capaz de producir una buena cosecha.

Cuando G. decía, hablando de las diferentes definiciones sobre el Hombre, que un hombre debe recordarse a sí mismo, se refería desde luego al estado de conciencia que en el Trabajo es llamado el Tercer Estado de Conciencia. Y al decirlo no cuesta nada comprender que nadie puede llegar a ser un Hombre a no ser que se eleve internamente para posibilitar la llegada de nuevas influencias. Este Trabajo subraya en su enseñanza que, en ninguno de los dos estados ordinarios de conciencia, el sueño físico y el llamado estado de vigilia, pueden llegar a nosotros las influencias provenientes de los niveles superiores del Rayo de Creación. Nuestro estado de vigilia ordinario, con todas sus preocupaciones y ansiedades, con todas sus innúmeras formas de identificación, con sus estados negativos, sus perspectivas totalmente erróneas, y la manera equivocada de tomar la siempre recurrente serie de aconteceres característicos a los cuales estamos expuestos en todo momento, nos separa completamente de las influencias que provienen de los centros superiores. He pensado a menudo que no se reflexionaba suficientemente sobre la idea de que poseemos centros superiores, de que poseemos mucho más conocimiento y comprensión de lo que creemos. El Trabajo nos enseña que hay en nosotros dos centros superiores, plenamente desarrollados, que nos envían influencias incesantemente, sólo que no podemos oírlos. Los centros están en comunicación con las influencias que provienen de los niveles superiores. El objeto que se propone el Trabajo es el de limpiar nuestros centros
inferiores,
de desocuparlos, de abrir sus ventanas, de modo que puedan transmitirnos las ideas y direcciones provenientes de los centros superiores. Ahora bien, en nuestro nivel ordinario de desarrollo, en nuestro nivel de ser, que nos impide oír y recibir las influencias superiores, es preciso practicar el Recuerdo de Sí hasta el punto que nos sea posible, porque tan sólo en ese nivel de conciencia, llamado el Nivel del Recuerdo de Sí o Conciencia de Sí podremos recibirlas. Al comienzo las oímos confusamente, como una nueva clase de sentimientos y pensamientos. Cometeríamos un grave error si creyéramos que nuestro centro emocional, tal como es ahora, está desarrollado. Nuestro centro emocional tal como es ahora es muy pobre e inadecuado y, de hecho, es un instrumento peligroso. Es gobernado casi completamente por las emociones negativas, y lo trágico es que con un centro emocional pobre e inadecuado como el que poseemos, imaginamos ser capaces de amar. Por eso andamos a tropezones en la vida con este desdichado instrumento, sin percibir que nuestro aparato está en una condición deplorable y es incapaz de cumplir lo que deseamos realmente, y de resultas de ello permanecemos sumergidos en una incesante masa de pensamientos a medias, de sentimientos a medias, de imaginaciones a medias y de desengaños, que nos dejan en un permanente estado de perplejidad y forman nuestra vida psíquica interior.

Ahora bien, el Trabajo dice que hemos de elevarnos por encima de ese sombrío estado por medio del Recuerdo de Sí y esto, como lo hemos dicho anteriormente, requiere energía. Exige el poder de concentración, de atención, y un hombre nunca tendrá ese poder si deja que su energía se disperse en este caos interior, en esta incesante procesión de asociaciones mecánicas, esta corriente de imágenes, esta vaguedad informe que es en realidad nuestro estado interior. El Trabajo dice que es preciso recogernos interiormente de vez en cuando y por así decirlo sostenernos en esta masa movediza y sentir nuestra existencia individual y recordar qué nos proponemos hacer y por qué existimos. Esto requiere
energía
y si se permite que la energía sea desviada y perturbada a cada rato por asociaciones automáticas, por pensamientos vagos, por la cambiante escena de la vida exterior, nunca se tendrá la energía suficiente para recordarse a sí mismo. La corriente de las cosas nos arrastra. En todo Recuerdo de Sí una persona debe recordar el
Trabajo
y
de qué trata.
Es preciso que recuerde, por ejemplo, que por el acto de detener todas esas corrientes mecánicas en sí misma puede elevarse a otras influencias mucho más altas. A no ser que sienta posible la existencia de centros superiores, no será capaz de hacerlo; a menos que esa persona sienta que hay algo que está más allá de sí misma y las pequeñas confusiones de la vida, no será capaz de elevarse y por así decirlo entregarse a algo que está por encima de ella. Desde luego, si en realidad cree que forja sus propios pensamientos, su propia conciencia, su propia vida física —si atribuye todo a sí mismo— este acto será imposible. La razón es que no se puede concentrar suficiente energía o no se tiene el suficiente poder de atención interna porque no se cree en lo que enseña el Trabajo y en su posible ayuda. Si no se cree en una cosa, se carece de energía para ella, carece de importancia para uno. Se le presta una atención fingida y es todo. Pero si se cree que merece la pena, entonces la valoración emocional concentrará la energía necesaria para lograrlo. En el ejemplo que di sobre leer un libro y permitir que una corriente de pensamientos negativos nos distraiga, lo importante es que si valoro este libro y el conocimiento que contiene retendrá la suficiente energía como para no identificarme con las emociones negativas puestas en movimiento automáticamente por las asociaciones. Para mí carecerán de importancia frente a la importancia de otra cosa. Recuerdo que O. dijo una vez a algunos de nosotros:
"Si dan importancia a las cosas que carecen de importancia, ¿cómo pueden hacer este Trabajo?"
Uno de los significados de esta frase es que si se identificaba uno con las cosas que no eran importantes, y así les prestaba mucha energía, no se tendrá energía para la concentración y la atención. La energía será incesantemente atraída por 1.001 actividades. Todas las personas deberían hacer un verdadero esfuerzo para recordarse a sí mismas por lo menos una vez al día —y esto no puede hacerse en la incesante corriente de cosas. Nadie puede recordarse a sí mismo en la incesante corriente de eventos interiores y exteriores— es preciso una acción distinta, una detención distinta de todo y una elevación de sí a la idea integral del Trabajo, a la idea de los centros superiores que nos hablan en todo momento, a la idea total de la enseñanza esotérica a través de las edades, que siempre ha hablado y siempre habla de la existencia de esas influencias superiores con las cuales el Hombre puede ponerse en contacto. El Hombre ha sido creado para ponerse en contacto con esas influencias superiores y a este respecto no dio en el blanco hasta ahora y así ha "pecado" en el significado literal del término, porque la palabra "pecado" en los Evangelios significa no dar en el blanco. Los Evangelios contienen maravillosos fragmentos que se relacionan con la enseñanza esotérica y a este respecto basta recordar que G. definió al Trabajo como el lado esotérico de los Evangelios.

Es preciso hacer este Trabajo todos los días y hacerlo como si fuera algo nuevo. Cada día es preciso tener conciencia internamente del Trabajo, percibirlo, pensar en él, recordar los propósitos que se puedan tener y tratar de ganar lo que cada día nos enseña. Es menester recordar que los Hijos de Israel fueron alimentados por el maná de los cielos y que se les aconsejó no guardarlo para el próximo día, de modo que no crean que porque ayer han entendido algo lo recordarán siempre. Todo cambia pero el Trabajo sigue siendo el mismo.

Una vez que se tiene un punto en el Trabajo —y esto significa generalmente un pequeño centro de gravedad— se conoce entonces que cada día se presenta diferentemente, como una rueda giratoria de significados. No crean que porque comprendieron algo esta semana ese algo permanecerá sin cambio alguno. Por el contrario, toda comprensión crece porque el Trabajo es vida y la vida debe crecer. Así se ve que la propia comprensión sigue cambiando a medida que la vida del Trabajo se acrece en uno, y empero es siempre la misma cosa. Cuando se empieza a obtener energía del Trabajo por medio de la valoración que se prestó, es menester recordar que exige que lo cuiden. A veces pasan días sin que se pueda hacer un esfuerzo apropiado, empero, como ya se dijo, se sabe que se está en un estado intermedio. Si se lo advierte —si ya se ha llegado bastante lejos— uno es tentado. Los "Yoes" negativos, los "Yoes" violentos, los "Yoes" groseros, los "Yoes" desdeñosos, que no desean trabajar, tratan de derribar el sentimiento que se tiene por el Trabajo. Estos períodos son en efecto muy interesantes si se tiene el poder de observar por medio del sentido interior a los "Yoes" negativos. Si se guarda cierta integridad en sí mismo y se hace el esfuerzo en el momento oportuno o al menos no se deja uno vencer, se verá que al cabo de un tiempo el estado intermedio pasa y se vuelve a sentir el Trabajo otra vez, pero en una nueva forma. Algunas personas se detienen en ese punto, pero es preciso recordar que al pasar de un estado a otro hasta en el menor grado posible hay un intervalo o brecha entre cada estado o nivel, y es ahí donde se es asaltado por las dudas y la desesperación interior. Sólo les aconsejo una cosa: si sus dudas o su desesperación se relacionan con algo externo nunca podrán pasar este intervalo. Es preciso darse cuenta de que el obstáculo está realmente en uno mismo y es debido a los topes, a las actitudes, a los hábitos mentales, etc. El Trabajo se ocupa del cambio de ser. Cambiar de ser es cambiarse a sí mismo. Es uno mismo quien tiene que ser pasado por la criba para que ciertas cosas queden detenidas. Cuando se es pasado por la criba, aunque en grado mínimo, el obstáculo siempre parece estar en el exterior. Entonces se pierde la energía en estados negativos, en la auto-justificación, en la compasión de sí. Supongamos ahora que uno carece de experiencia en la observación de sí y nunca ha hecho un sincero trabajo preliminar en este sentido. ¿Qué sucederá? El estado en que está hubiera podido llevarlo a un nuevo nivel en lugar de hacerlo regresar a su situación anterior por no haberle dado poder sobre sí mismo para vencer ese estado de tentación. Quiero decir que ha olvidado que está trabajando sobre sí. Quizá sueñe que está trabajando, así como sueña que salta sobre vallas, pero cuando está frente a una verdadera valla no se ve lo que significa y se contenta con ofenderse. En seguida se identifica con todo cuanto tiene en sí mismo, con todos los 'Yoes' negativos; se olvida de dar poder a los 'Yoes' del Trabajo; no ve que está frente a una verdadera valla, que sólo puede ser pasada por un verdadero trabajo sobre sí, contra los 'Yoes' que quieren detenerlo. Toma la situación, por así decirlo, desde un punto de vista de vida, y no desde un punto de vista de Trabajo, y en tal caso la vida no es maestra sino destructora. La vida sólo se convierte en maestra cuando se la toma desde el punto de vista del Trabajo.

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