Authors: Christopher Moore
Bob me da unas palmaditas en el hombro y dice: «Hombres. ¿Qué se le va a hacer? Ya volverá. ¿El taladro fue bien?».
Y yo: «Oh, sí. Pudimos sacarlo, pero se rompió las dos piernas porque estaba impaciente».
Entonces Bob se vuelve todo protector y pone voz de padre conmigo y suelta: «La palabra de seguridad, encanto. Todo el mundo necesita una palabra de seguridad».
Y yo le digo: «Vale».
Entonces Chapuzas Bob me ayuda a meter el aspirador en el coche, porque resulta que para succionar a cien ratas se necesita un aspirador lo bastante grande como para que puedas dormir dentro.
Pues eso, que entonces me fui y pasó lo del coche y llegaron los polis y empezaron en plan «no tienes carné y no puedes conducir por la acera, y blablabla, oh Dios mío, mi insípida vida de poli es tan aburrida que estoy por comerme la pistola y bang y blablabla».
Y voy yo y digo: «Tranquis, polizontes. Llamad a mis esbirros polis Rivera y Cavuto,
s’il vous plaît
. Confirmarán que estoy en una misión secreta de poli y que no deben joderme unos patéticos moradores diurnos como vosotros». Y les entrego la tarjeta de Rivera, que saco de mi bolsa de mensajero como si fuera mi placa de malota.
Así que el poli uno, que está al mando porque tiene las llaves del coche, va y dice: «Iré a comprobarlo, espera aquí mientras yo estoy en el coche haciendo ruidos de radio como un capullo descomunal mientras mi mujer está en casa tirándose a algún buenorro cachas».
Estoy parafraseando.
Y como en dos minutos aparecen Rivera y Cavuto, y ahora tienen un perro. Se llama Marvin y es
très
mono. Es todo rojo, y es como un dóberman o algo así malote, pero le gusto del todo y mueve su pequeña colita cortada y le dejo beber de mi mano agua de la boca de incendios, y él la bebe, aunque hay agua de sobra por todas partes, pero supongo que debe de saber a calle y eso.
Así que voy y digo: «Oye, Rivera, dile a estos memos del culo que el oso julandrón y tú sois cabrones a mis órdenes».
Y Rivera pone voz de poli preocupado: «La chica tiene problemas mentales».
«Una lesión en la cabeza le ha provocado el síndrome de Tourette», dice Cavuto.
«Nosotros nos ocupamos de esto», dice Rivera.
Así que acabo en la trasera del coche de los policías, con Marvin y la aspiradora. Íbamos muy apretados y Marvin me lamía toda la cara encantado, así que para cuando llegamos al
loft
tenía el maquillaje
très
corrido.
Y voy yo y digo: «Marvin me quiere de largo, polizontes».
Y Cavuto dice: «Era de esperar, es un perro de cadáveres».
Y yo digo: «Claro, como que te lo estás inventando para parecer más guay».
Y Rivera dice: «Fuera. Dile a tu novio que necesitamos las cazadoras ya. Y te vas a casa en cuanto le des el mensaje. Se supone que debes estar en casa de tu madre».
Pues eso, que me abandonaron en la acera con la aspiradora y se fueron. Pude ver lágrimas de desesperación canina en los ojos de Marvin.
Así que le envío un mensaje a Fu para que me ayude a subir el aspirador y baja justo cuando llega la grúa, y es entonces cuando pasa lo de los gritos y las lágrimas, y Fu está de lo más inconsolable, incluso cuando me ofrezco a hacerle una paja, que es lo más que puedo hacer en la acera con gente pasando y eso, pero me rechaza, demostrando así que en realidad quiere a su coche más que a mí, creo.
Así que la cosa es de «¡Oh, no!», y una tenebrosísima desesperación de negro rechazo me envuelve como una tortilla negra de depresión envuelve un burrito de dolor.
Necesito compadecerme y llorar por mi inocencia perdida, pero no. Tenemos que preparar el aspirador para que sorba niebla de rata vampírica y la convierta en pedazos de rata vampírica. Así que mientras Fu conecta cosas científicas a la aspiradora, yo tengo que bajar a Jared de la encimera de la cocina, donde ha decidido refugiarse y tener un ataque de nervios porque ya ha superado su nivel de tolerancia a la niebla de rata.
Y Jared está diciendo: «¡Quitádmelas de encima! ¡Quitádmelas de encima!», mientras agita la raqueta de tenis a su alrededor como un puñetero molino, cuando no hay nada de niebla de rata cerca, porque circula por los bordes de la habitación como si fuera un rodapié de vapor.
Y yo le suelto: «Tranqui,
mamoncillo
, que estás rayando la encimera con mis botas».
Cosa que Jared se toma como pie para empezar a chillar como una niña. (Cuando Lily y yo pasamos por nuestra fase de lolitas góticas, que luego abandonamos, yo porque me había puesto el
piercing
del labio y cuando tomaba café con leche me babeaba todo encima de los encajes, y Lily porque los volantes le hacían el culo enorme, solíamos ir al parque de Washington Square a practicar nuestros gritos de niñas horrorizadas, pero Jared era mejor que nosotras incluso sin practicar. Creo que es por su asma. Aunque Lily y yo le ganamos en lo de mirar fijamente en plan espeluznante.)
El caso es que me alegré de que Jody se hubiera deshecho de la daga, porque alguien habría podido perder un ojo de haberla tenido cuando lo saqué de la encimera con el soplete que la condesa había usado con Tommy. (Aunque ahora estaba algo doblada.)
Y él suelta: «Ouch, ouch, ouch».
Y yo: «Tu kung-fu de mariquita travestido no es rival para mi superior kung-fu de iluminación casera».
Y gime: «Me voy a casa. Me has hecho daño. Eres una mierda. Esto es una mierda. Tengo una cena familiar, con mi familia, y mañana iré a clase, así que así te jodan y te mueras, Abby Normal».
Y yo: «Vale, devuélveme las botas».
Y él: «Vale».
Y yo: «Vale».
Y la cosa habría sido mucho mejor si en ese momento hubiera podido irse dando un portazo, pero nos llevó media hora quitarle mis botas, conmigo sentada en el fregadero y él en la encimera, protegiéndome con la raqueta de tenis, porque resulta que yo también tengo una tolerancia muy baja a la niebla de rata que intenta morderme.
Pues eso, que le quitamos las botas y luego va y decide quedarse y ayudar porque resulta que hasta una oleada de niebla de rata mordedora es más divertida que una cena familiar. Así que Fu termina de hacerle cosas científicas a la aspiradora poniéndole diodos solares y eso y la enciende y empieza a succionar la niebla con impresionante potencia succionadora. (¡Mola mazo el
hardware
del Chapuzas Bob gay!) Y mola un huevo porque podemos ver que entra la niebla y luego oímos el golpe de cuando los diodos vuelven sólidas a las ratas y caen en el interior del depósito de plástico.
Y Fu grita por encima del motor: «Igual hay que descargarlas y meterlas en cajas antes de que tengamos demasiadas. Tampoco vamos a abrir esto para enfrentarnos a cien ratas».
Y voy yo y digo: «¿Por qué no las dejamos dentro hasta que salga el sol y se queden dormidas?».
Y Fu me mira todo sorprendido y yo le suelto: «Cállate. Que puedo ser lista además de estar buena».
Y él suelta: «Vale», que no sé si me lo dice con sarcasmo, o si es que no puedo ser lista, o que no estoy buena. Pero no lo descubro porque en ese momento el aspirador empieza a hacer un sonido en plan «fuuf-thup splat», y Jared se desata con sus gritos de niñita.
Y resulta que el tubo de escape de la aspiradora está escupiendo ratas vampiras por detrás, que es el fuuf-thup, y espachurrándolas contra la pared, que es el splat. Y Jared chilla con cada rata que sale. Así que la cosa suena «¡Fuuf-thup-splat-Iiiih!» «¡Fuuf-thup-splat-Iiiih!» «¡Fuuf-thup-splat-Iiiih!» ¡Lo sé! Podría ser un ritmo industrial superguay para una movida dance. Pero con todo lo que estaba ocurriendo se me pasó samplearlo.
Y Fu suelta: «Cógelas y mételas en las jaulas. Séllalas con precinto».
Porque resulta que las ratas vampíricas son de lo más resistentes y, tras espachurrarse contra la pared y resbalar hasta el suelo, empiezan a recomponerse y como a alejarse cojeando, pero lo bastante despacio como para cogerlas. Pero siguen estando viscositas y eso.
Así que Jared y yo nos volvemos hacia Fu y le dirigimos nuestra mejor mirada de «No seas así, zorra».
Y Fu va y dice: «Vale, pero vosotros os ocupáis de la manguera».
Y yo: «Claro, ahora quieres que me ocupe de tu manguera…».
Y él: «¡Por favor, Abby!».
Hasta ese momento había creído que Fu era el amorcito ninja más frío de toda la zona de la bahía, pero resulta que se desmorona cuando se le tuerce algo científico. Así que cojo la manguera del aspirador y me pongo a succionar ratas, mientras Fu busca unos guantes de plástico y una espátula para rascar las mascotas espachurradas.
Entonces a Jared se le ocurre escupir a las ratas justo dentro de las jaulitas de plástico, cosa que resulta funcionar tras probar con un par de ellas. Así que sujeta las cajas contra una almohada que pega con precinto a la pared, y Fu precinta las tapas antes de que las ratas puedan recomponerse.
Y voy yo y digo: «Si pudiéramos usar esto para disparar perros pequeños contra los mininos vampiro, acabaríamos con esta tontería en un par de días».
Y Fu y Jared ponen los ojos en blanco y me miran como si estuviera colocada o algo así, cuando son ellos los que están precintando puré de ratas para que esté tan fresco como el primer día. Pues eso, que para la medianoche tenemos a todas las ratas en las jaulas, y la mayoría están medio arregladas, pero hay alguna que sigue estando muy jodida por el viaje, y Jared suelta: «Me voy a casa. Tengo problemas».
Lo que probablemente significa que se va a casa a darle a Lucifer Segundo la noticia de que ya no son APS porque Jared ha perdido para siempre su empalme roedor en esta noche de masacre ratonil, lo cual es bueno, supongo.
Entonces Fu suelta: «Yo también tengo que irme. Mañana me reúno con mi consejero académico y tengo que prepararlo, y por la tarde trabajo».
Y voy yo y digo: «Puedes prepararlo aquí».
Y Fu: «No creo que pudiera». Y aparta la mirada.
Yo iba a decirles que había decidido convertirme en una criatura de la noche, pero me estaban dejando sola, así que les solté: «Vale. Podéis iros juntitos. Yo me quedo».
Y Fu va y dice: «Espera a que amanezca, y luego dale a cada una una botella de agua con sangre. Se curarán. Pero procura volver a precintarles la jaula para que no escapen. Bla, bla, biología, ciencia, conducta, palabra científica, palabra científica, bla, bla.
Así que le besé como si fuera la última vez y me fui al dormitorio a tumbarme y esperar a que amaneciera, pero en nuestra cama había como un enorme laberinto de madera, así que me volví al salón y estuve en el sofá con las ratas hasta que amaneció. De todos modos no podía dormir porque estaba pensando en todas las personas de las que me vengaría cuando fuera nosferatu, después de encontrar y rescatar a Tommy y Jody, claro.
Pues eso, que haría como Terminator (el líquido, no el que fue gobernador) y me alzaría de los restos de mis propios restos viscosos para acabar con todo el que se me opusiera. Sé lo que tengo que hacer. Cuando Fu esté en el trabajo, y Jared esté en clase, usaré toda la sangre bendecida con el don oscuro y me volveré nosferatu. ¡Así que a mamarla, cabrones!
Pues eso, que, al alba, cuando las ratas dejaron de moverse en sus jaulitas, cogí una de las jeringuillas que Tommy había conseguido en el programa de intercambio de jeringuillas cuando simulaba ser yonqui, y le saqué sangre a la rata más sana que teníamos. Luego tuve que decidir si me la bebía o me la inyectaba, y al cabo de un rato decidí inyectármela, y resulta que funcionó como en las películas y duele mucho menos que hacerte un piercing en la ceja.
Entonces me tumbé y esperé a vampirizarme. Pensé en Fu, tomando el metro hasta casa de sus padres, y en la capullada de gesto que eso suponía por su parte. Y pensé en el tiempo que habíamos pasado juntos, más de seis semanas, y en lo mucho que le afectaría que me convirtiera en una criatura superior de maldad indecible y belleza sobrenatural. Y pensé que igual la condesa, Flood y yo acabábamos viviendo juntos en un
ménage à trois
con Fu y Jared de esbirros comeinsectos como Renfield para Drácula, solo que Fu seguiría teniendo su pasada de pelo estilo manga y yo me lo tiraría de vez en cuando por pena.
Y lloré un poco, por la pérdida de mi humanidad y eso, porque me di cuenta de que en cuanto salvara a Tommy y a Jody, y esclavizara a Jared y a Fu, me colaría una noche en el saloncito del señor Snavely, filtrándome como la niebla por debajo de su puerta, y luego me transformaría en mi más impresionante forma desnuda de alabastro y lo acojonaría del todo por suspenderme biología, diciéndole que sería de lo más inhumano hacer algo así. Y mientras penaba, me sumí en el profundo sueño de los no muertos.
Lo sé.
Très
pasada.
¡Pero, no! Estoy despierta y sigue habiendo luz, y las ratas vampiro están inconscientes, y no tengo superpoderes, y mi maldad sigue siendo decible. ¡Mierda puta! Se me olvidó que tengo que morir antes de convertirme. Busqué por todas partes el cloruro potásico con el que Fu dijo haber matado a las ratas, pero solo encontré el martillo, y me dije: «Me parece que no». Así que subí a la calle Market y pensé en tirarme ante un autobús, pero ¿y si dejaban mi cadáver al sol y me quemaba? Así que eliminé eso. Entonces me dije: «Tía, ¿y cortarte las venas?». Pero dolía de la hostia, así que solo me corté un poco una muñeca, y sangré como durante media hora y no estaba ni mareada, así que me dije: «A la mierda el “hágalo usted mismo”. Necesito un cómplice».
Así que llamé a Asistencia al suicida.
Y voy y digo: «Necesito ayuda».
Y el tío va y dice: «¿Cómo te llamas?».
Y yo le digo: «¿No tienen reconocimiento de llamadas? ¿Qué clase de servicio mierdero es este?».
Y él: «Aquí dice que te llamas Allison. ¿Estás bien, Allison?».
Y yo: «No, no estoy bien. Estoy llamando a Asistencia al suicida».
Y él: «Tú no quieres suicidarte, Allison».
Y yo: «Exacto, burrosaurio, necesito que me mate alguien. Necesito que sea rápido, privado, indoloro y que no me estropee demasiado el peinado».
Y él me suelta: «Pero hay tanto por lo que vivir».
Y yo le suelto: «Me estás dejando sin tiempo, chupapollas. Necesito el número de un asesino a sueldo o de uno de esos médicos colegas de Kevorkian».
Y él: «No puedo ayudarte en eso».
Y yo: «¡Perdedor!». Y le cuelgo.
No puedo creerlo, pero resulta que la robomadre tenía razón. A veces, solo se puede confiar en la familia (perdón, apenas he podido contener un bostezo arcoíris mientras tecleaba esto). Y aquí estoy, esperando a que mi hermanita Ronnie vuelva a casa del colegio para que pueda asesinarme y luego esconder mi cuerpo bajo la cama hasta que vuelva como la auténtica señora de la zona de Gran Bahía a oscuras. Esta será mi última entrada como mortal. Tengo que elegir un conjunto para mi muerte.