Sin embargo, el mito de Deméter, Perséfone, Hades y los otros dioses que participaban en el drama era sólo el marco exterior de lo que ocurría. El momento culminante de la celebración anual lo constituía la ceremonia iniciática nocturna. A los iniciados les estaba prohibido, so pena de muerte, revelar lo que habían averiguado y visto en la cámara más sagrada e interna del templo, en el Telesterion (meta). Jamás lo hizo ninguno de los innumerables hombres que fueron iniciados en el secreto de Eleusis. Entre los iniciados se cuentan Pausanias, Platón, emperadores romanos como Adriano y Marco Aurelio y muchos otros hombres famosos de la antigüedad. La iniciación debe de haber sido una iluminación, una contemplación visionaria de una realidad más profunda, una mirada a la eterna causa de la creación. Ello puede inferirse de las observaciones de los iniciados acerca del valor y la importancia de lo visto. Así se dice en un himno homérico: «¡Bienaventurado el hombre en tierras, que haya visto eso! Quien no ha sido iniciado en los sagrados misterios, quien no ha participado en ellos, será un muerto en una oscuridad sepulcral». Píndaro habla de la bendición de Eleusis en los siguientes términos: «Bienaventurado quien, después de haber visto esto, inicia el viaje hacia las regiones inferiores. Conoce el final de la vida y su comienzo dado por Zeus». Cicerón, otro famoso iniciado, testimonia igualmente qué esplendor arrojó Eleusis sobre su vida: «Allí no sólo hemos obtenido el motivo para vivir con alegría, sino también la causa de que muramos con una esperanza mejor».
¿Cómo puede convertirse en una experiencia tan consoladora, como lo testimonian los informes citados, la representación mitológica de un acontecer tan evidente, que se desarrolla todos los años ante nuestros ojos: la semilla que se hunde en la tierra y muere allí para dejar surgir a la luz una nueva planta, nueva vida? Cuenta la tradición que antes de la última ceremonia se daba una pócima, el
kykeon
, a los iniciados. También se sabe que el extracto de cebada y menta eran componentes del
kykeon
. Estudiosos de las religiones e investigadores de los mitos sostienen la opinión de que el
kykeon
contenía una droga alucinógena; por ejemplo Karl Kerényi de cuyo libro sobre los misterios de Eleusis están extraídos los datos citados, y con el que estuve en contacto en relación con el estudio de la bebida misteriosa.
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Ello haría comprensible la experiencia estático-visionaria del mito de Demeter-Persefone como símbolo del ciclo de la vida y de la muerte en una realidad intemporal que abarque a ambas.
Cuando el rey godo Alarico irrumpió en el año 396 d. C. en Grecia desde el norte y destruyó los santuarios de Eleusis, ello no fue sólo el final de un centro religioso, sino que significó también el ocaso definitivo del mundo antiguo. Con los monjes que acompañaban a Alarico, el cristianismo entró en Grecia.
Es invalorable la importancia histórico-cultural de los misterios de Eleusis y su influencia en la historia espiritual europea. Aquí el hombre que sufría y estaba escindido por su espíritu racional y objetivador, encontró la curación en una experiencia mística totalizadora, que lo hacía creer en la inmortalidad en un ser eterno.
En el cristianismo primitivo esta creencia perduró, aunque con otros símbolos. Se encuentra como promesa incluso en algunos pasajes de los Evangelios, en su forma más pura en el Evangelio según San Juan, capítulo catorce, 16-20. Al despedirse de sus discípulos, Jesús les dice:
Y yo rogaré al padre, y él os dará otro asistente para que esté con vosotros para siempre:
el Espíritu de la verdad
, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero vosotros lo conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros; dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros sí me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis.
Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.
Esta promesa constituye el núcleo de mi fe cristiana y de mi vocación para la investigación científica: que a través del espíritu de la verdad llegaremos al conocimiento de la creación y con ello al reconocimiento de nuestra unidad con la verdad más profunda y universal, con Dios.
Pero el cristianismo eclesiástico, determinado por el dualismo creador/criatura, con su religiosidad ajena a la naturaleza, ha extinguido en gran parte el legado eleusino-dionisíaco de la antigüedad. En el ámbito de la fe cristiana sólo unas pocas personas agraciadas testimoniaron una realidad confortante, intemporal, experimentada en la vivencia visionaria espontánea, a la que en la antigüedad tuvo acceso la élite de innumerables generaciones a través de la iniciación en Eleusis. Evidentemente, la unión mística de los santos católicos y la contemplación visionaria, como la describen representantes de la mística cristiana, Jakob Boehme, Meister Eckhardt, Angelus Silesius, Thomas Traherne, William Blake y otros en sus escritos, tienen una naturaleza similar a la iluminación de parada a los iniciados en los misterios eleusinos.
La importancia fundamental que una experiencia mística totalizadora tiene para la curación de un hombre que padece una imagen de mundo unilateralmente racional y materialista hoy día es puesta en primer plano no sólo por los adherentes a corrientes religiosas orientales como la del budismo zen, sino también por representantes destacados de la psiquiatría clásica. Hagamos referencia solamente a los libros del psiquiatra Balthasar Staehelin de Basilea, que ejerce en Zurich:
Haben und Sein
(1969),
Die Welt als Du
(1970),
Urvertrauen und zweite Wirklichkeit
(1973),
Der finale Mensch
(1976), todos publicados por TVZ (Editorial Teológica de Zurich).
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Muchos otros autores se ocupan en la misma problemática. Hoy día una especie de «metamedicina», «metapsicología» y «metapsiquiatría» comienza a incluir lo metafísico en el hombre, que se revela en la experiencia de una realidad más profunda y superadora del dualismo, como elemento fundamental en su práctica terapéutica.
Aun más significativo es el hecho de que no sólo círculos médicos, sino sectores cada vez más amplios de nuestra sociedad consideren que la superación del concepto dualista del mundo es la premisa y la base para la curación y la renovación espiritual de la civilización y cultura occidentales.
La meditación en sus diversas formas es hoy el camino principal para el reconocimiento de la realidad más profunda y abarcadora, en la que también está incluido el hombre que la experimenta. La principal diferencia entre la meditación y la oración tradicional fundada en el dualismo creador/criatura, reside en que la primera aspira a una superación de la barrera yo-tú a través de una fusión de objeto y sujeto, de emisor y receptor, de realidad objetiva y yo.
Este saber que capta la realidad objetiva y se extiende cada vez más, no necesita, empero, desacralizar. Al contrario: con tal de profundizar lo suficiente, choca inevitablemente con la causa primera e inexplicable de la creación, con el milagro, con el misterio —en el microcosmos del átomo, en el macrocosmos de las galaxias espirales, en la semilla de la planta, en el cuerpo y en el alma humanos— de lo divino.
La meditación comienza en aquella profundidad de la realidad objetiva, hasta la que han llegado el saber y el conocimiento objetivos. Por tanto, la meditación no significa un rechazo de la realidad objetiva, sino que, por el contrario, consiste en una penetración más profunda y cognoscitiva; no es la huida a un mundo onírico imaginario, sino que busca su verdad más abrumadora a través de una observación simultánea y estereoscópica de la superficie y la profundidad de la realidad objetiva.
De ello tendría que surgir una nueva conciencia de realidad. Ésta podría convertirse en el fundamento de una nueva religiosidad, que no se basara en la creencia en los dogmas de las diversas religiones, sino en el conocer a través del «Espíritu de la verdad». Me refiero a un conocer, un leer y entender del texto de primera mano «del libro que ha escrito el dedo de Dios» (Paracelso): de la creación.
La mudanza de la imagen de mundo objetiva en una conciencia de realidad más profunda y por tanto, religiosa, puede desarrollarse por etapas mediante una práctica prolongada de la meditación. Pero también puede ocurrir como iluminación repentina, en una contemplación visionaria; en ese caso sus efectos son especialmente profundos y felices. Pero, como escribe Balthasar Staehelin, una experiencia mística totalizadora de tal índole «no se puede forzar ni siquiera a través de décadas de meditación». Tampoco se le concede a cualquiera, pese a que la capacidad de la vivencia mística forma parte de la naturaleza de la espiritualidad humana.
Sin embargo, en Eleusis se le podía conferir a cada uno de los innumerables hombres iniciados en los misterios sagrados la contemplación mística, la experiencia sanadora y confortante en el sitio previsto, a la hora señalada. Esto podría explicarse con el uso de una droga alucinógena, como lo suponen, según hemos señalado ya, determinados estudiosos de la religión. El efecto característico de los alucinógenos, a saber, la supresión de las barreras entre el yo que experimenta y el mundo exterior en una experiencia estático-emocional, habría posibilitado provocar, con el concurso de una droga de esa índole y después de la correspondiente preparación interior y exterior, como se la lograba en Eleusis de modo perfecto, una experiencia totalizadora de forma, por así decirlo, programática.
La meditación es la preparación para el mismo objetivo ambicionado y alcanzado en los misterios eleusinos. Es dable pensar que en el futuro el LSD se puede aplicar más frecuentemente, para provocar una iluminación que corone la meditación.
En la posibilidad de apoyar con una sustancia la meditación dirigida a la experiencia mística de una realidad a la vez más elevada y más profunda, veo la verdadera importancia del LSD. Una aplicación de este cariz se corresponde por completo con la naturaleza y el tipo de acción del LSD como droga sagrada.
Lysergsäure = ácido lisérgico
Propanolamin = propanolamina
Diäthylamin = dietilamina
Lysergsäure-propanolamid = propanolamida del ácido lisérgico
Ergobasin = ergobasina
Coramin = coramina
Lysergsäure-diäthylamid = dietilamida del ácido lisérgico LSD = LSD
Ololiuqui-Wirkstoffe = sustancias activas del
ololiuqui
Lysergsäure-amid = amida del ácido lisérgico
Lysergsäure-hydroxyäthylamid = hidroxietilamida del ácido lisérgico
Teonanacatl-Wirkstoffe = sustancias activas del
teonanacatl
Psilocybin = psilocybina
Psilocin = psilocina
Serotonin = serotonina
Neurohormon = neurohormona
Hirn-Wirkstoff = sustancia activa del cerebro
ALBERT HOFMANN, descubridor de la LSD, fue director del departamento químico-farmacéutico de los laboratorios Sandoz, para los que descubrió diversos fármacos de gran eficacia.
Nacido en 1906, falleció en el 2008. Sintetizó la psilocibina a partir de muestras de hongos psilocibe conseguidas de la legendaria chamana María Sabina. Fue un gran defensor de que la LSD fuera estudiada científicamente, así como de sus usos terapéuticos. Antes de morir recibió con alegría la noticia de que en Suiza volvieran a iniciarse estudios científicos con la LSD.
Albert Hofmann es un notable representante de una rara combinación entre científico y humanista.
[1]
(En los campos de observación el azar no favorece más que a las mentes preparadas.)
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[2]
Quien esté interesado en el cornezuelo de centeno puede consultar la monografía de G. Barger,
Ergot and Ergotism
(Gurney and Jackson, London, 1931), y la de A. Hofmann,
Los alcaloides del cornezuelo de centeno
(F. Enke, Stuttgart, 1964). En el primero de estos libros la historia de esta droga halla su descripción clásica; en el segundo, el aspecto químico ocupa el primer plano.
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[3]
La intoxicación masiva en la ciudad francesa meridional de Pont-St. Esprit en el año 1961, que en muchas publicaciones se atribuyó a pan que contenía cornezuelo de centeno, no tenía, sin embargo, nada que ver con ergotismo. Se trataba más bien de una intoxicación provocada por un compuesto orgánico de mercurio, empleado para la desinfección de cereales de simiente.
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[4]
Informe sobre la vulva de las parturientas, un remedio para acelerar los nacimientos.
<<
[5]
El encuentro del hombre en la muerte.
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[6]
La extraña historia detrás del nuevo Gary Grant.
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[7]
Encendeos, sintonizaos por dentro y dejarlo todo (en inglés en el original).
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[8]
El cuarto en la antigua casa
Zur schwarzen Tulpe
(«El tulipán negro»), en Stein-am-Rhein, en el que tuvo lugar el experimento.
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[9]
Después de mi el diluvio. (En francés en el original.)
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