Cuando volvimos a la casa de Herlinda, ya había llegado María Sabina con una compañía numerosa: con sus dos bonitas hijas Apolonia y Aurora, dos curanderas novicias, y con una sobrina; todas ellas además venían con niños. Cuando el niño de Apolonia se ponía a llorar, ella le daba el pecho una y otra vez. Al final apareció también el viejo curandero don Aurelio, un hombre imponente, tuerto, con un
serape
(abrigo) con dibujos negros y blancos. En la veranda sirvieron cacao y pasteles dulces. Recordé el informe de una antigua crónica, en la que se cuenta que antes de la ingestión de
teonanacatl
se bebía
chocolatl
.
Al anochecer nos dirigimos todos a la habitación en la que iba a tener lugar la ceremonia. Se cerró la habitación bloqueando la puerta con la única tabla de madera que había. Se dejó sin cerrojo únicamente una salida de emergencia hacia el jardín trasero para las necesidades inevitables. Ya era cerca de la medianoche cuando comenzó la ceremonia. Hasta ese momento toda la gente había estado aguardando los acontecimientos por venir, durmiendo o expectante en las esteras repartidas en el suelo en medio de la oscuridad. De cuando en cuando María Sabina arrojaba un trozo de copal a la brasa de una pila de carbón, con lo cual el aire viciado del abarrotado cuarto se volvía un poco más soportable. Por intermedio de Herlinda, que de nuevo participaba como intérprete, le había dicho a la curandera que cada píldora contenía el espíritu de dos pares de setas (eran comprimidos con 5,0 miligramos de psilocybina sintética).
Cuando llegó el momento, María Sabina repartió —previa ahumación solemne— pares de pastillas a los adultos presentes. Ella misma cogió dos pares, que correspondían a 20 mg de psilocybina. Les dio la misma dosis a su hija Apolonia, que también debía oficiar de curandera, y a don Aurelio. A Aurora le dio un par, igual que a Gordon, mientras que mi esposa e Irmgard tomaron cada una, una sola pastilla.
A mí una de las niñas, una muchacha de unos diez años, me había preparado, según las instrucciones de María Sabina, el jugo prensado de cinco pares de hojas frescas de María Pastora. Quería yo recuperar esta experiencia que se me había escapado en San José Tenango. Dicen que la pócima es especialmente eficaz cuando la prepara un niño inocente. La copa con el jugo también fue ahumada, y María Sabina y don Aurelio pronunciaron unas palabras antes de dármela.
Todos estos preparativos y la ceremonia misma transcurrieron de un modo muy parecido al de la consulta a la curandera Consuela García en San José Tenango.
Una vez repartida la droga y apagada la vela en el «altar», se esperó el efecto a oscuras.
Apenas transcurrida media hora, la curandera comenzó a murmurar; también sus hijas y don Aurelio se intranquilizaron. Herlinda tradujo y nos explicó lo que pasaba. María Sabina había dicho que a las píldoras les faltaba el espíritu de la seta. Comenté la situación con Gordon, quien yacía a mi lado. Nos resultaba obvio que la resorción de la sustancia activa de las pastillas, que tienen que disolverse en el estómago, tarda más que cuando se mastican las setas, con lo cual una parte de la sustancia activa se asimila a través de la mucosa bucal. Pero ¿cómo podíamos presentar en semejante situación una explicación científica? En vez de explicar, decidimos actuar. Repartimos píldoras adicionales. Las dos curanderas y el curandero recibieron cada uno un par más. Ahora habían ingerido una dosis total de 30 mg de psilocybina.
Unos diez minutos después comenzó a desplegarse efectivamente el espíritu de la pastilla; su acción se prolongó hasta la madrugada. Las oraciones y el canto de María Sabina era contestados apasionadamente por sus hijas y por don Aurelio, con su voz grave. Los quejidos lánguidos y voluptuosos de Apolonia y Aurora daban la impresión de que la experiencia religiosa de las jóvenes durante la embriaguez estaba conectada con sensaciones sexo-sensuales.
En el centro de la ceremonia se produjo la pregunta de María Sabina respecto de nuestra consulta. Gordon volvió a inquirir sobre la salud de su hija y su nieto. Obtuvo la misma respuesta positiva que la de la curandera Consuela. Efectivamente, madre e hijo se encontraban bien cuando Gordon regresó a Nueva York, lo cual, desde luego, no constituye ninguna demostración de los poderes proféticos de las dos curanderas.
Probablemente a consecuencia de los efectos de las hojas, un rato me encontré en un estado de hipersensibilidad y de un experimentar con intensidad las cosas, pero sin que estuviera acompañado por alucinaciones. Anita, Irmgard y Gordon vivieron un estado de embriaguez eufórica, codeterminada por la atmósfera extraña y mística. Mi esposa se quedó impresionada con la visión de muy determinados dibujos de líneas extrañas.
Más sorprendida y turbada estuvo, cuando vio luego estas mismas figuras en los ricos adornos sobre el altar de una antigua iglesia cerca de Puebla. Ello ocurrió durante el regreso a Ciudad de Méjico, cuando visitamos iglesias de la época colonial. Estas iglesias son especialmente interesantes desde una perspectiva histórico-cultural, porque los artesanos y artistas indios que colaboraron en su construcción introdujeron de contrabando elementos estilísticos indios. Sobre una posible influencia del arte indio en América Central debido a las visiones de la embriaguez de psilocybina, Klaus Thomas, en su libro «Die künstlich gesteurte Seele» («El alma artificialmente dirigida»), Edit. Ferdinand Enke, Stuttgart, 1970, escribe: «Una mera comparación, desde el punto de vista de la historia del arte, de las antiguas y nuevas creaciones artísticas de los indios, ha de convencer al observador desprejuiciado… de su coincidencia con las imágenes, formas y colores de una embriaguez de psilocybina». Esta relación podrían indicarla también el carácter mejicano de las escenas que vi en mi primer ensayo con
psilocybe mexicana
disecada, así como el dibujo de Li Gelpke después de una embriaguez de psilocybina.
Al clarear la mañana, cuando nos despedimos de María Sabina y su clan, la curandera señaló que las píldoras tenían la misma fuerza que las setas, y que no había ninguna diferencia. Esto fue una confirmación, y del sector más competente en la materia, de que la psilocybina sintética es idéntica al producto natural. Como regalo de despedida la dejé a María Sabina un frasquito con pastillas de psilocybina. A lo cual le declaró radiante a nuestra intérprete Herlinda, que ahora podría atender consultas también en los períodos en los que no hubiera setas.
¿Cómo debemos evaluar el comportamiento de la curandera María Sabina, que le permitió el acceso a la ceremonia secreta a un extraño, al hombre blanco, y le hizo probar la seta sagrada?
Es meritorio que con ello haya abierto las puertas a la investigación del culto de la seta mejicana en su forma actual y al estudio botánico y químico científico de las setas sagradas. De allí ha surgido una sustancia activa valiosa, la psilocybina. Sin esta ayuda, quizás, o muy probablemente, este saber antiquísimo y las experiencias ocultas en estas prácticas secretas habrían desaparecido en la civilización occidental sin dejar rastros ni dar frutos al progreso que iba penetrando.
Desde otro punto de mira, la conducta de esta curandera puede considerarse una profanación de usos y costumbres sagradas, incluso una traición. Una parte de sus compatriotas tuvo esa opinión, lo cual se tradujo en acciones de venganza y, como decíamos, en el incendio de su choza.
La profanación del culto de las setas no se detuvo en la investigación científica. Las publicaciones sobre las setas mágicas produjeron una invasión de hippies y drogadictos al país de los mazatecas. Muchos extranjeros se comportaron muy mal y algunos incluso de forma criminal. Otra consecuencia desagradable fue el surgimiento de un verdadero turismo a Huautla de Jiménez, con lo cual se destruyó en gran medida el carácter original y primitivo del pueblo.
Estas comprobaciones y consideraciones rigen para la mayoría de las investigaciones etnográficas. Dondequiera que los investigadores y científicos busquen y esclarezcan los restos cada vez más escasos de antiguos usos y costumbres, se pierde su originalidad. Esta pérdida se ve únicamente compensada hasta cierto punto, cuando el resultado de la investigación constituye una ganancia cultural duradera.
De Huautla de Jiménez fuimos primero en un viaje en camión sumamente peligroso a Teotitlan, por un camino parcialmente desmoronado. De allí seguimos a Ciudad de Méjico en un cómodo viaje en automóvil. Así llegamos al punto de partida de nuestra expedición, en la que perdí algunos kilogramos de peso, pero gané experiencias y conocimientos imponderables.
La determinación botánica de las muestras de hojas de la Pastora en el Instituto Botánico de la Universidad de Harvard en Cambridge (Estados Unidos), llevada a cabo por Carl Epling y Carlos D. Játiva dio por resultado que se trataba de una variedad no descrita hasta entonces de la especie
salvia
, y que estos autores denominaron
salvia divinorum
.
La investigación química del jugo exprimido de la salvia mágica en el laboratorio de Basilea no tuvo éxito. El principio psicoactivo de esta droga parece ser una sustancia poco estable, pues al probar el jugo, que habíamos traído de Méjico conservado en alcohol, en un autoensayo, ya no produjo ningún efecto.
En lo que respecta a la naturaleza química de las sustancias activas, el problema de la planta mágica
Ska María Pastora
aún aguarda su solución.
En este libro he descrito hasta ahora sobre todo mi trabajo científico y hechos conectados con mi actividad laboral. Sin embargo, la naturaleza misma de este trabajo tuvo repercusiones en mi propia vida y seguramente también en mi personalidad, tal vez porque me relacionó con contemporáneos interesantes e importantes. He mencionado ya a algunos de ellos: Timothy Leary, Rudolf Gelpke, Gordon Wasson. En las páginas siguientes quiero abandonar la discreción del científico y narrar encuentros que devinieron significativos para mí y me impulsaron al dominio de los problemas que me planteaban las sustancias por mí descubiertas.
«Irradiación» es un término que expresa muy bien la manera en que influyeron en mí la obra literaria y la personalidad de Ernst Jünger. A través de su modo de mirar, que capta estereoscópicamente la superficie y la profundidad de las cosas, el mundo adquirió para mí un brillo nuevo y translúcido. Esto ocurrió mucho tiempo antes del descubrimiento del LSD, y antes de que, en conexión con drogas alucinógenas, me relacionara personalmente con este autor. Desde hace cuarenta años releo una y otra vez el libro de Jünger
Das abendeuerliche Herz
[13]
en su primera y segunda versión. Aquí se me descubrió la belleza y magia de la prosa de Jünger: descripciones de flores, sueños, paseos solitarios, pensamientos sobre el azar, la suerte, los colores y otros temas que guardan una relación inmediata con nuestra vida personal. En cada página se volvía visible lo maravilloso de la creación y se tocaba lo único e imperecedero que hay en cada ser humano, a través de la descripción precisa de la superficie y el traslucir de las profundidades. Ningún otro poeta me ha abierto tanto los ojos.
También se hablaba de drogas en
Das abenteuerliche Herz
. Pero pasaron muchos años antes que, después del descubrimiento de los efectos psíquicos del LSD, comenzara a interesarme especialmente por este tema.
Mi relación epistolar con Ernst Jünger tampoco nació bajo el signo de las drogas, sino que le escribí una vez como lector agradecido para su cumpleaños.
Bottmingen, 29 de marzo de 1947
Estimado Sr. Jünger:
Desde hace muchos años me considero ricamente obsequiado por usted. Por eso le quería enviar hoy para su cumpleaños un pote de miel. Pero esta alegría no me fue posible, porque mi pedido de exportación ha sido rechazado en Berna.
El envío no estaba pensado como un saludo de un país en el que todavía manan leche y miel, sino más bien como resonancia a las frases mágicas de su libro
Auf den Marmorklippen
[14]
en las que se habla de las «zumbadoras doradas»…
El libro aquí mencionado se publicó en 1939, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Auf den Marmorklippen
no sólo es una obra maestra de la prosa alemana; también es significativa porque allí la figura del tirano y los horrores de la guerra y de las noches de bombardeos se anticipan en poética visión.
En el curso de nuestra correspondencia Ernst Jünger también se informó sobre mis trabajos relativos al LSD, de los que se había enterado gracias a un amigo. Le envié entonces las publicaciones correspondientes, a las que se refirió con el comentario siguiente:
Kirchhorst, 3-3-1948
…junto con los dos textos sobre su nuevo
phantasticum
. De verdad parece haber ingresado usted allí en campos en los que se esconde más de un misterio.Su envío llegó junto con una nueva traducción de las
Confesiones de un comedor de opio
. El autor me escribe que lo motivó la lectura de
Das abenteuerliche Herz
.En lo que a mí respecta, he tenido los estudios prácticos hace tiempo. Se trata de experimentos en los que, tarde o temprano, se ingresa en ámbitos bastante peligrosos y uno puede estar contento si sale más o menos bien librado.
Lo que me ocupaba sobre todo era la relación de estas sustancias con la producción. Pero hice la experiencia de que el trabajo creador exige una conciencia despierta, y que ésta se debilita cuando está bajo el influjo de las drogas. La concepción es, en cambio, significativa, y se alcanzan penetraciones que de otro modo no deben de ser posibles. Entre estas penetraciones sitúo también el bello estudio que Maupassant escribió sobre el éter. Dicho sea de paso, también con fiebre he tenido la impresión de que se descubren nuevos paisajes y nuevos archipiélagos, una música nueva que se vuelve totalmente evidente cuando aparece la «aduana».
[15]
Para la descripción geográfica, en cambio, hay que estar plenamente consciente. Lo que para el artista es la producción, es la curación para el médico. Por eso también debe de bastarle que ingrese algunas veces en los ámbitos, atravesando el papel pintado, que nuestros sentidos han tejido. De paso, creo percibir en nuestra época no tanto una tendencia a los
phantastica
que a los
energetica
, entre los que se halla el pervitin, que incluso los ejércitos entregaron a sus aviadores y a otros combatientes. A mi juicio el té es un
phantasticum
, el café un
energeticum
… por eso, el té posee un rango de sensibilidad artística incomparablemente mayor. Con el café me doy cuenta de que destruye la tenue red de luz y sombras, las dudas fructíferas que se presentan mientras se escribe una oración. Uno aplasta sus inhibiciones. Con el té, por el contrario, los pensamientos se van engarzando de modo genuino.En cuanto a mis «estudios», tenía un manuscrito al respecto, pero lo he quemado. Mis excursiones finalizaron en el hashish, que lleva a estados muy agradables, pero también a estados maníacos, a la tiranía oriental…