Sor María Jesús quemó el manuscrito original de la
Mística Ciudad de Dios
en 1643, y reemprendió su reconstrucción en 1655. En vida, incineró otros muchos escritos, especialmente los redactados alrededor de su período de supuestas bilocaciones en Nuevo México, por lo que los investigadores perdimos unas pistas preciosas para llegar al fondo de aquellas vivencias. Sólo el
Memorial de Benavides
—un documento absolutamente histórico, al que esta novela está indisolublemente unido— ha llenado parcialmente esa impenetrable laguna. Es por eso que estos episodios son los más oscuros de los que se tiene noticia, y, probablemente, junto a algunas ideas ciertamente insólitas de su obra mística, los responsables de que ningún Papa se haya decidido a canonizar a esta piadosa y extravagante mujer.
En cuanto a los otros
frentes
abiertos en esta obra, debo decir que, efectivamente, el gobierno de Estados Unidos instituyó en Fort Meade un laboratorio para crear «espías psíquicos», muchos de los cuales llevan varios años refiriendo públicamente, y en primera persona, algunas de sus vivencias dentro del INSCOM. La mayoría de sus testimonios me han servido como base para confeccionar partes esenciales de esta novela. Como también, los estudios de Robert Monroe, un ingeniero desgraciadamente fallecido en 1995 y que logró aportar una visión esclarecedora del fenómeno del viaje astral en sus libros
Journeys Out of the Body, Far Journeys y El viaje definitivo
.
Igualmente real es el proyecto de la Cronovisión. De hecho, a principios de esta década me entrevisté personalmente en Venecia con un sacerdote benedictino que participó en ciertos experimentos para tratar de «ver», e incluso «fotografiar», el pasado. Aquel buen religioso —también experto en prepolifonía— sólo me explicó que Pío XII había decretado aquellas investigaciones como
riservattisimas
, y que su divulgación masiva podría cambiar el semblante de nuestra historia. Él sabrá.
La obra que acabas de leer es, pues, el fruto de algunos cabos sueltos con los que he tropezado en el curso de mis investigaciones sobre la Dama Azul y el enigma de los «saltos» espaciotemporales. Unos cabos que, debidamente atados, me han permitido alcanzar, al menos, una certeza íntima… La de saber que nuestro planeta está siendo efectivamente controlado desde dentro por «infiltrados», que han encauzado determinados aspectos de nuestra cultura y nuestra religión para hacernos digerir poco a poco la Gran Verdad: que el ser humano no está solo en el Universo.
Quienes hayan visto o sentido de cerca la larga mano de estos «infiltrados», coincidirán conmigo.
Escrito a caballo de tres continentes (Europa, América y África),
entre el verano de 1997 y la primavera de 1998, año del IV
Centenario de la fundación del estado de Nuevo México.
[1]
Así llamaban los indios del sudoeste de los actuales Estados Unidos a los españoles.
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[2]
Así, los maitines (a las 2 de la madrugada en invierno) se corresponden con la nota
do
. Los laudes (al amanecer) con
re
. Los oficios de la hora primera (6 am), tercia (9 am) y sexta (12 am) con
mi, fa y sol
. La nona (15 horas) se corresponde con
la
, las vísperas (a la puesta del sol) con
sí
y las completas se cerraban con
do
, para reiniciarse de nuevo el ciclo al día siguiente.
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[3]
La controversia persiste aún hoy. Mientras Mateo asegura en su Evangelio que «hacia la hora nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo:
Eli, Eli, lema sabachtani
! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27, 46) y Marcos lo refrenda (Mc 15, 34), Lucas oculta este extremo de debilidad de Jesús y afirma que las últimas palabras del Hijo del Hombre fueron: «Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46). Juan, por su parte, añade más dudas a los exégetas al afirmar que, tras mojar sus labios en vinagre, Jesús se limitó a susurrar un tímido «todo está acabado» (Jn 19, 30) antes de expirar.
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[4]
Literalmente, visión a través del tiempo.
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[5]
Maddaloni aseguró que la foto le fue entregada por un tal «signor X», que fue quien le remitió después a Baldi. Años más tarde se apuntó la hipótesis de que la instantánea fue obtenida de una imagen de madera de un Cristo conservado en el
Santuario dell'Amore Misericordioso
, en Collevalenza, cerca de Todi, en Italia.
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[6]
El IOE, o Instituto para las Obras Exteriores, coordina los Servicios Secretos Vaticanos al servicio del antiguo Santo Oficio; esto es, la actual Santa Congregación para la Doctrina de la Fe. (
Nota del Editor
.)
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[7]
En efecto. Muchos meses más tarde, Carlos descubrió con asombro que la probabilidad de tropezarse por azar con Ágreda era muy remota: una entre 35.618, para ser exactos. Esa cifra se corresponde, según el último
Censo de Población y Viviendas
publicado por el Instituto Nacional de Estadística en su
Nomenclátor
de 1993, al número exacto de núcleos de población existentes en España.
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[8]
El historiador Suetonio, en su obra
Vidas de los doce Césares
describe este sencillo código de encriptación de Julio César. Consiste en sustituir la primera letra del alfabeto, A, por la cuarta, D, y seguir ese orden de sustitución con todas las demás letras. Otros estrategas romanos, como el emperador Augusto, se limitaban a sustituir la A por la B, avanzando sólo una posición para construir su abecedario encriptado.
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[9]
Literalmente, Montaña grande.
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[10]
Cámara ceremonial semisubterránea en la que numerosas tribus indias del suroeste de los Estados Unidos celebraban sus rituales religiosos.
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[11]
Gran Walpi se refiere a la llegada a la región de don Juan de Oñate. Entre 1598 y 1601, jumanos y españoles libraron al menos tres batallas. Los extranjeros se impusieron siempre por las armas.
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[12]
Literalmente, halconcitos.
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[13]
Literalmente, ¡la Madre del Maíz!
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[14]
Literalmente, prado verde.
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[15]
Siglas de Intelligence and Security Command. (
Nota del Editor
.)
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[16]
Literalmente, pintando máscaras kachinas.
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[17]
Las seis de la tarde, en esa época del año.
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[18]
Con este nombre se conoció, en círculos eclesiásticos, a la región de Nuevo México que se extendía a lo largo del Río Grande. Sólo el nombre indica la cada vez más generalizada creencia de que las conversiones de aquella región, como la del propio san Pablo en los Evangelios, se produjeron mediante alguna intervención milagrosa. Pero me resisto a adelantarme a los acontecimientos…
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[19]
Conviene que el lector sepa que, históricamente, tanto los franciscanos como los primeros colonos españoles que llegaron a Nuevo México, utilizaron el miedo de los indios a los ataques apaches en beneficio de sus propios intereses. Los primeros ofrecían cierta seguridad a cambio de la renuncia de los nativos a sus prácticas poligámicas o sus cultos a ídolos paganos. Los segundos, a cambio de protección militar de los «raids» apaches, requerían una vez al año mano de obra indígena, gratuita, para trabajar en las encomiendas o fincas españolas.
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[20]
La apresurada apreciación del padre Salas era correcta. Un texto conocido como Nican Mopohua (
ca
. 1545-1550), refiere que en diciembre de 1531 un indio mexica llamado Juan Diego (también conocido como Cuatlactoatzin o «el que habla como un águila») tuvo varios encuentros con una extraña señora luminosa, cubierta por un manto azul celeste, junto a un cerro llamado Tepeyac, cerca de la antigua ciudad azteca de Tenochtitlán, en el valle de México. También entonces, aquella señora pidió a Juan Diego que se dirigiera a los misioneros franciscanos para que edificasen una iglesia en aquel lugar sagrado. Desde entonces se la conoce como Nuestra Señora de Guadalupe o, más popularmente, la Guadalupana.
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[21]
El primer desembarco «masivo» de franciscanos en Nuevo México se produjo, como ya dijimos, en 1598, junto a la expedición del «adelantado» don Juan de Oñate. Este hombre trató de colonizar las tierras del norte de la Nueva España acompañado de ciento treinta soldados y sus respectivas familias, ochenta y tres carros, y numerosos indios mexicanos y criollos. Con él viajaron ocho franciscanos, entre ellos el padre Juan Claros, que fundó el asentamiento de San Antonio de Padua y que apenas convirtió ningún indio hasta que fue relevado por fray Juan de Salas años después. Fray Juan comenzó a recibir visitas esporádicas de los jumanos, reclamándole misioneros para sus tierras, al menos desde 1620.
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[22]
Literalmente, manantial gris.
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[23]
Literalmente, lugar en las flores donde descansa el polen.
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[24]
Los jumanos llamaban así a la estrella Sirio. Literalmente su nombre significa «la que se amamanta».
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[25]
Otras místicas célebres posteriores, como Anne Catherine Emmerich (1774—1824), vivieron con posterioridad frecuentes experiencias de bilocación. La propia Emmerich describe como «cuando mi ángel me llama, yo le sigo (…) Y cruzamos los mares tan rápido como vuelan los pensamientos».
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[26]
Carlos pudo comprobar ese extremo meses después de su entrevista con el padre Tejada, consultando el Libro Primero de Bautismos de la parroquia de Nuestra Señora de los Milagros de Ágreda, el folio 126, donde se cita la fecha exacta del bautismo y, por tanto, del posterior encuentro entre el moro y la venerable: 28 de noviembre de 1626.
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[27]
Según pudo averiguar también Carlos, fue el notario don Lucas Pérez Planillo, así como los franciscanos Juan Bautista del Campo —guardián de la parroquia de San Julián de Ágreda—, y Antonio Vicente y Juan Ruiz —vicario y procurador de las monjas de la Concepción respectivamente—, quienes dieron fe de estas dos pruebas de identificación y confirmaron el prodigio. ¿Cómo habría podido escapar sor María Jesús de su convento para aparecerse en una celda pamplónica?
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[28]
Marcos 16,15-16.
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[29]
Estas caravanas fueron el único medio de transporte seguro entre México y Nuevo México hasta bien entrado el siglo XVIII. Se formaban una vez al año, recorrían la distancia entre Ciudad de México y Santa Fe en unos seis meses y garantizaban la protección militar de todos sus integrantes.
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[30]
Cuando en 1531 la Virgen se apareció por primera vez al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac de México, nadie le creyó. En su cuarta aparición, sin embargo, entregó al indio un ramo de rosas —inexistentes en aquella región— para que las entregara al entonces obispo de México, fray Juan de Zumárraga. Juan Diego las envolvió en su tilma —una especie de poncho de fibra vegetal—, y cuando se las quiso mostrar al obispo, éstas habían desaparecido dejando en su lugar una imagen de la Virgen, no elaborada por pincel alguno. De hecho, análisis de este lienzo, efectuados en pleno siglo XX, demuestran lo extraordinario de su elaboración, y han suscitado toda suerte de especulaciones sobre la naturaleza de esa imagen. (
Nota del Editor
.)
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[31]
Lo creo porque es absurdo.
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[32]
El propio san Agustín decía que los
Aleluyas
facilitaban la unión mística con Dios. Se cantaban alargando la última sílaba indefinidamente, empleando en ello varias notas.
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[33]
«Señor, ten piedad» y «Gloria a Dios en las alturas».
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[34]
Compañía de Jesús.
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[35]
Las operaciones de ángeles a monjas no se limitaron al caso de sor María Jesús de Ágreda. La propia santa Teresa sufrió también esas «operaciones», que describió así: «Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios». Lo cierto es que, tras la muerte de esta santa, los médicos hallaron un gran corte horizontal en su corazón, que aún puede verse en su relicario de Alba de Tormes.
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