Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo (5 page)

Además de ser una droga, la nicotina es un potente veneno que se utiliza en los insecticidas (búscalo en el diccionario). La cantidad contenida en un solo cigarrillo te mataría si te la inyectaran directamente en vena. En realidad, el tabaco contiene muchos venenos, incluido el monóxido de carbono.

Por si estás soñando en cambiar a los puros o a una pipa, quiero dejar claro que todo lo que digo en este libro se aplica a todas las formas del tabaco.

El cuerpo humano es el organismo más sofisticado y desarrollado que existe en este planeta. Ninguna especie, ni siquiera las más inferiores, los gusanos y las amebas, puede sobrevivir si no sabe distinguir entre lo que es alimento y lo que es el veneno.

Durante un proceso de selección natural a lo largo de millones de años, nuestra mente y nuestro cuerpo han desarrollado una serie de técnicas para distinguir entre alimentos y venenos, y métodos sin fallos para desechar estos últimos.

A todos los seres humanos les resultan desagradables el sabor y el olor del humo del tabaco, hasta que nos enganchamos. Si soplas el humo a la cara de cualquier niño o animal antes de que se enganche, toserá incontrolablemente.

El día que fumamos aquel primer cigarrillo e intentamos tragarnos el humo, esto nos produjo un ataque de tos, y si fumábamos mucho, nos mareábamos e incluso llegábamos a devolver. Era nuestro cuerpo que nos decía: «ME ESTÁS ADMINISTRANDO VENENO, ¡PARA!» Muchas veces, es en ese momento en el que se decide si vamos a ser fumadores o no. No es cierto que son los de poca voluntad, o los que físicamente son débiles, los que se enganchan. Los que tienen suerte son los que encuentran repulsivo ese primero cigarrillo. Físicamente sus pulmones no pueden con el humo, y están curados para toda la vida. O bien, mentalmente no están dispuestos a pasar, por el duro proceso de aprendizaje, para conseguir tragar el humo sin toser.

Para mí, esta es la parte más trágica de todo el proceso, el esfuerzo en engancharnos; y por eso es tan difícil convencer a los adolescentes de que lo dejen. Como todavía están aprendiendo a fumar, y como los cigarrillos todavía les saben fatal, creen que podrán parar cuando quieran, ¿Por qué no aprenden de nuestros errores? ¿Y por qué no aprendimos nosotros de la experiencia de nuestros padres?

Muchos fumadores creen que les gusta el sabor o el olor del tabaco. Es una ilusión. Lo que en realidad hacemos cuando aprendemos a fumar es enseñar al cuerpo a que se haga inmune a los malos sabores y olores, con tal de conseguir su dosis. Como los heroinómanos, que creen disfrutar inyectándose, en realidad, disfrutan de aliviar el
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que la misma droga produce.

El fumador se enseña a sí mismo a cerrar la mente ante el mal olor y sabor del tabaco, para conseguir su dosis de droga. A cualquier fumador que cree que sólo fuma porque le gusta el sabor y el olor, pregúntale: «¿Si no encuentras la marca de cigarrillo que normalmente fumas, y sólo hay una que no te gusta, dejas de fumar?» «De ninguna manera.» Un fumador fumará cualquier porquería, antes de prescindir de su droga, y lo mismo da liar los cigarrillos, que cigarrillos mentolados, o puros o una pipa; al principio saben fatal, pero si te empeñas, aprenderás a apreciarlos. El fumador tratará incluso de seguir fumando cuando tiene un constipado, la gripe, una bronquitis o incluso un enfisema.

El disfrutar no tiene nada que ver. Si lo tuviera, nadie fumaría más de un cigarrillo. Hay incluso miles de ex fumadores adictos a ese chicle repulsivo con nicotina que les recetan los médicos. Y muchos de ellos siguen fumando. En mis sesiones, algunos fumadores se asustan cuando se dan cuenta de que son drogadictos, y piensan que entonces será más difícil todavía dejarlo. No es así, las noticias son buenas por dos motivos importantes:

  1. La mayoría seguimos fumando porque, aun sabiendo que es peligroso y que tiene más desventajas que ventajas, estamos convencidos de que hay algo en el tabaco que nos gusta y que nos ayuda. Creemos que si dejamos de fumar habrá un vacío y que algunos aspectos de nuestra vida nunca serán como antes. Esto es una idea equivocada. Lo cierto es que el cigarrillo no da nada; sólo quita, y luego devuelve parcialmente para mantener esa ilusión. Explicaré esto con más detalle en otro capítulo.
  2. Aunque la nicotina es de todas las drogas la más fuerte en cuanto a la velocidad con que te engancha, no produce una adicción fuerte. Precisamente por ser una droga rápida, sólo tarda unas tres semanas en eliminarse en un 99 por 100 del cuerpo. Y la ansiedad por la retirada de la nicotina es tan suave que la mayoría de los fumadores viven toda una vida sin darse cuenta de que la padecen.

Me preguntarás con razón por qué, entonces, muchos fumadores encuentran tan difícil dejarlo; por qué hay fumadores que sufren meses de auténtica tortura y que pasan el resto de su vida añorando un cigarrillo de vez en cuando. La respuesta es la segunda razón que hace que sigamos fumando: el lavado de cerebro. La adicción química es fácil de vencer.

La mayoría de los fumadores pasan toda la noche sin fumar; el
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ni siquiera les despierta.

Muchos fumadores salen del dormitorio antes de encender el primer pitillo del día: algunos desayunan primero, otros esperan hasta que llegan al trabajo. Pueden sufrir diez horas de
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y no les importa. Pero, si tuvieran que estar diez horas sin fumar durante el día, se volverían locos.

Hoy en día hay muchos fumadores que se compran un coche nuevo y nunca fuman dentro de él. Muchos van a la iglesia, al teatro, al supermercado, y no les importa no poder fumar. Ni siquiera la prohibición general en el Metro ha provocado alguna alteración del orden público. A los fumadores casi les gusta que algo o alguien les impida fumar.

Hoy en día muchos fumadores automáticamente se abstendrán de fumar en casa de, o en compañía de un no-fumador, y no sufren mucho. La realidad es que la mayoría de los fumadores pasan por períodos de tiempo relativamente largos, en los que están sin fumar casi sin esfuerzo. Yo mismo a veces estaba tardes enteras relajado y sin fumar, y tan contento. En mis últimos años de fumador, incluso estaba deseando que llegasen esas tardes, para dejar de asfixiarme. ¡Qué habito más absurdo!

Es fácil hacer frente a la adicción química, incluso cuando sigues siendo adicto, y hay miles de adictos que nunca pasan de ser fumadores ocasionales. Son igual de adictos que los fumadores empedernidos. Incluso existen fumadores empedernidos que han dejado de fumar, pero de vez en cuando se fuman un puro, y eso es suficiente para mantener su adicción.

Como digo, pues, la adicción a la nicotina no es el problema principal. Simplemente actúa como catalizador, para mantener confundida nuestra mente en cuanto al verdadero problema; el lavado de cerebro.

Puede servir de consuelo a los fumadores empedernidos que llevan muchos años fumando saber que es igual de fácil para ellos dejar de fumar que para los fumadores ocasionales. De una manera extraña, es incluso más fácil. Cuanto más fumas, más te destruyes física y mentalmente y mayor es el beneficio cuando lo dejas.

También puede servir de consuelo saber que los rumores que aparecen de vez en cuando, como que «el cuerpo tarde siete años en eliminar la basura» o «cada cigarrillo que fumas te resta doce minutos de vida», no son ciertos.

No creas que se han exagerado los efectos del fumar para la salud. Al contrario, las cifras son bastante conservadoras, pero está claro que eso de los «doce minutos de tu vida» no puede ser más que una estimación, y sólo es aplicable en caso de que ya hayas contraído una de las enfermedades mortales o si te alquitranas hasta que se te para la maquinaria.

Lo cierto es que la basura nunca es expulsada del cuerpo del todo. Mientras existan fumadores, el humo estará en el ambiente, e incluso los no-fumadores absorben una pequeña proporción. Sin embargo, nuestro cuerpo es una máquina increíble, que se recupera de una manera realmente sorprendente, siempre que no tengas una enfermedad irreversible. Si dejas de fumar ahora, tu cuerpo habrá vuelto al cabo de unas semanas casi al estado del de una persona que nunca ha fumado.

Ya he dicho que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar. He ayudado a curar a muchos fumadores entre cincuenta y noventa años. Hace poco una señora de noventa y un años acudió a mi centro, junto a su hijo de sesenta y cinco años. Cuando le pregunté por qué había decidido dejar de fumar, me contestó: «Para servirle de ejemplo a él.»

Cuanto más bajo te arrastra el tabaco, mejor te sientes cuando lo dejas. Cuando yo conseguí dejarlo por fin, pasé directamente de cien cigarrillos diarios a CERO, y el famoso
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nunca me molestó de verdad. Incluso diría que disfruté de ello, aun durante el período de retirada de la droga.

Lo que sí hay que eliminar es el lavado de cerebro.

7. El lavado de cerebro y el socio oculto

¿Cómo es que empezamos a fumar por primera vez y por qué? Para entender esta cuestión tienes que examinar el efecto poderoso del subconsciente, lo que yo llamo el socio oculto.

Todos tendemos a creer que somos seres humanos inteligentes y dominantes, que controlamos el transcurso de nuestro destino. La realidad es que el 99 por 100 de nuestro ser es pre-formado. Somos sencillamente unos productos de la sociedad en la que hemos sido criados. Esto dicta el tipo de ropa que llevamos, las casas en las que vivimos, el patrón básico de nuestra vida. Incluso crea las opiniones que nos dividen en grupos, por ejemplo, si es mejor un gobierno de izquierdas o uno de derechas. El hecho de que sea la clase obrera la que apoya al primero y las clases medias y altas las que apoyan el segundo, no es mera coincidencia. El subconsciente tiene una influencia extremadamente poderosa en nuestras vidas, y puede engañar a millones de personas, no en cuestión de opinión, sino en cuestiones de hechos concretos. Antes de que la expedición de Magallanes diera la vuelta al mundo, la inmensa mayoría de las personas, «sabían» que la Tierra era plana. Hoy «sabemos» que es redonda. Si yo escribiera una docena de libros para convencerte de que es plana, no podría convencerte; pero ¿cuántos hemos salido al espacio para ver que es como una pelota? Aunque hayas dado la vuelta al mundo tú mismo, ¿cómo sabes que no ibas en círculo sobre una superficie plana?

Los agentes de publicidad saben muy bien cuál es el poder de la sugestión sobre el subconsciente. De ahí los enormes carteles que machacan al fumador mientras conduce, los anuncios en todas las revistas. ¿Crees que es dinero tirado al aire, que no te haría comprar tabaco? ¡Estás equivocado! Pruébalo tú mismo, la próxima vez que entres en un bar un día de mucho frío y tu compañero te pregunte qué quieres tomar, en lugar de decir «un coñac» (o lo que sea), adorna lo que dices con: «¿Sabes lo que me apetece hoy? Esa sensación de calor reconfortante que da el coñac.» Verás que incluso personas a las que no les gusta el coñac, se tomarán una copa contigo.

Desde nuestra más tierna infancia, recibimos a través del subconsciente un bombardeo diario de información. Nos dice que el tabaco nos relajará, nos dará valor y confianza en nosotros mismos, y que el placer más apreciado del planeta es un cigarrillo. ¿Crees que exagero? Cuando ves en una película, dibujos animados, una obra de teatro o en la televisión una escena en la que una persona está a punto de ser fusilado, ¿cuál es la última gracia? Sí, señor, un pitillo. El efecto de esta imagen no se siente en la mente, pero el socio oculto tiene tiempo de asimilarlo. El contenido real del mensaje es: «Cuando yo muera, mi último pensamiento, mi última acción será lo que más valor tiene en la vida: fumarme un cigarrillo.» En las películas de guerra, al héroe herido siempre le dan un cigarrillo.

¿Crees que es distinto hoy día? No. Nuestros hijos siguen recibiendo este bombardeo de las vallas publicitarias y de los anuncios en las revistas. Se supone que la publicidad del tabaco está prohibida en la televisión, pero en las horas de mayor audiencia podemos ver a personajes de primera fila tragando humo, entrevistadores y entrevistados, políticos, artistas, intelectuales... Esta es la tendencia más peligrosa de todas, la conexión en los anuncios entre el fumar y el deporte, o entre el fumar y «ser alguien». ¿Los coches de Fórmula 1 llevan nombres de marcas de cigarrillos, o es al revés? He visto un anuncio en la televisión (no anunciaba tabaco) en el que se ve una pareja desnuda en la cama, compartiendo un cigarrillo después del acto sexual. Las implicaciones son obvias.

Son realmente admirables los publicistas de unos puritos en Inglaterra. No son sus motivos lo que son admirables, pero sí la brillantez de su campaña: se ve a un hombre a punto de morir, o a punto de sufrir una catástrofe, su globo arde y va a estrellarse, o su moto está a punto de caer en un río, o es Colón y su nave va a caer por el borde de la Tierra. No se dice ni una palabra; se oye una música suave, y el tipo enciende un purito; en su rostro vemos una expresión de la más absoluta felicidad. Conscientemente, nuestra mente a lo mejor, ni se da cuenta de que estamos viendo el anuncio, pero el «socio oculto» está pacientemente digiriendo las implicaciones obvias.

Es verdad que hay publicidad en contra: las cifras atemorizantes de cáncer, las piernas que tienen que amputarse, las campañas en contra del mal aliento; pero son insuficientes para convencer a los fumadores de que deben dejarlo. Lógicamente tendrían que convencerles, pero no lo hacen. Ni siquiera consiguen que los jóvenes no empiecen. Durante todos aquellos años de fumador, yo creía sinceramente que si hubiera sabido cuáles eran las conexiones entre el fumar y el cáncer de pulmón, nunca hubiera empezado. Pero el caso es que todo este miedo a perder la salud, no cambia para nada las cosas. La trampa es la misma hoy que hace quinientos años, cuando los conquistadores de las Américas cayeron en ella. Las campañas contra el tabaco sólo parecen aumentar la confusión. Incluso el mismo producto, envuelto en esos paquetes de colorido atractivo y reluciente, lleva una advertencia sombría en un lado. ¿Qué fumador lee la advertencia? Más aún, ¿qué fumador se para y piensa seriamente en las consecuencias para su salud?

Estoy convencido de que una marca líder de cigarrillos está aprovechándose de la misma advertencia gubernamental para vender sus productos. Muchos de los anuncios que ponen contienen escenas con elementos que infunden temor, como arañas, libélulas y plantas carnívoras. En el mismo anuncio imprimen la advertencia oficial en letras tan grandes que el fumador ya no puede evitarla. El momento de miedo que el anuncio produce en el fumador se asocia con aquel paquete dorado y reluciente.

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