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Authors: Brian Lumley

El origen del mal (42 page)

¿Por qué esas curvas?
, preguntó el matemático lleno de curiosidad.

—Pues porque sin ellas sólo habría un par de líneas rectas —le contestó Harry—. Las curvas le prestan una definición, le dan una apariencia de algo.

¿De una cinta?

—Pues ¿por qué no? En lo que a mí respecta, podría ser un círculo o quizás una esfera. Pero de esta manera podemos imaginar, además, un pasado y un futuro.

Muy bien
, admitió Möbius.

—Ahora bien, en este diagrama del universo —continuó Harry— no podemos ir de «A» a «B» sin pasar por el borde. Podemos subir hasta la cinta desde «A» hasta el borde y después bajar a «B». O bajar hasta el borde y subir, esto importa poco. El borde representa la distancia entre «A» y «B», ¿comprende?

Comprendo
, dijo el otro.

—Ahora bien, así es como veo el continuo de Möbius —dijo Harry:

Y prosiguió:

—Es el universo cinta que conocemos, con esa media torsión de su banda de Möbius. «Ahora» ha girado noventa grados para convertirse en «siempre», lo que quiere decir que «A» y «B» están ahora en el mismo plano. Ya no tenemos que atravesar el borde. Podemos ir de uno a otro instantáneamente, ¡«ahora»!

Continúa
, insistió Möbius, aunque ahora más pensativo.

—Anteriormente nos habíamos figurado que era de esa manera —dijo Harry— que era como ponerse las botas de siete leguas y que podíamos trasladarnos a nuestro destino en unos segundos. Cubrir en unos minutos distancias que normalmente se tardaría horas en recorrer. Pero lo he comprobado y he visto que no es así. En realidad, nos trasladamos instantáneamente… por lo menos según el tiempo de la Tierra. No se trata simplemente de que podamos ir allí más aprisa, sino que de hecho el espacio intermedio desaparece.

Al cabo de un rato dijo Möbius:

Me parece que ya entiendo. Lo que quieres saber es: si para nosotros el espacio entre
«A»
y «B» se reduce a cero… si desaparece

—¡Exactamente! —le interrumpió Harry—. ¿Dónde va a parar?

Pero es que se trata de una ilusión
, exclamó Möbius,
porque todavía está aquí. Somos nosotros los que desaparecemos… en el continuo de Möbius, si insistes en llamarlo de esa manera
.

—Ahora bien, nosotros tenemos que ir a alguna parte —dijo Harry lanzando un profundo suspiro—. Lo que yo veo es que el continuo de Möbius es una tierra de nadie, es el limbo, es un terreno intermedio entre universos. Universos, así, en plural. Tiene puertas que dan al pasado, al futuro y a cualquier punto del presente. Si nos servimos de él, podemos ir donde queramos y cuando queramos… o por lo menos puedo hacerlo yo, puesto que todavía tengo un hilo de la vida que seguir. Pero lo que quiero dejar claro es esto: me parece que puede haber otras puertas que todavía no hemos encontrado. No disponemos de las ecuaciones para llegar a ellas. Y creo que una de esas puertas, cuando la encuentre, me conducirá…

Te conducirá a tu mujer y a tu hijo… y a Simmons, ¿verdad?

—¡Sí!

Möbius, a su manera, asintió con un gesto y se quedó pensativo.

Otras puertas
, dijo reflexionando,
entonces concédeme esto: que yo sé más acerca de la dimensión Möbius que tú, ya que me he pasado ciento veinte años examinándola atentamente, lo cual es algo que tú no has podido hacer, que yo la descubrí y que me he servido de ella para ir a sitios a los que tú no podrás ir nunca en la vida
.

—¿Cómo? —dijo Harry.

¿Cómo?
, dijo Möbius volviendo a enarcar las cejas nuevamente a su manera.
Pues mira, ¿puedes ir al centro de una estrella de Betelgeuse y ver qué temperatura tiene?, ¿puedes ir a visitar las lunas de Júpiter o situarte en medio del monumental tornado de aquel planeta que nosotros llamamos la Mancha Roja?, ¿puedes viajar hasta las profundidades de la fosa de las Marianas o a cualquier otra sima de la Tierra a fin de calcular la masa de agua de este mundo? No, no puedes. Pues yo sí puedo… y además lo he hecho. Entonces concédeme esto: que yo conozco el continuo de Möbius mejor que tú
.

Planteadas las cosas de aquella manera, parecía que de poco iba a servir querer discutirlas. A Harry no le quedaba más remedio que admitirlas, si bien dijo:

—Me parece que va a decirme algo que no quiero oír.

¡Así es!
, le dijo Möbius.
En el continuo de Möbius no existen puertas que no hayamos descubierto, Harry. En cuanto a otros universos, cosa que me parece una contradicción en sí, no puedo decirlo. En cualquier caso, estás hablando con quien no corresponde, porque yo sólo me ocupo de los mundos tridimensionales que conocemos. Pero de una cosa estoy seguro: a través del continuo de Möbius no encontrarás el camino hacia otro mundo paralelo

Y se calló mientras la contrariedad de Harry iba creciendo como si se tratara de una cosa física que acabó posándose sobre la tumba de Möbius como una capa de niebla.

—¡Señor! —dijo Harry al fin—, le doy las gracias por el tiempo que me ha dedicado.

No tiene ninguna importancia
, respondió Möbius,
el tiempo sólo tiene importancia para los vivos. A mí el tiempo me basta y me sobra. Lo único que quisiera es poder ayudarte
.

—Me ha ayudado —dijo Harry, agradecido—, aunque sólo sea para puntualizar algo que había debatido en mi fuero interno multitud de veces. Sé que el pequeño Harry y su madre están vivos y sé que él puede servirse del continuo de Möbius mejor incluso que nosotros. Él está vivo, pero no en este universo, lo que quiere decir que debe de estar en otro. Esto no tiene vuelta de hoja. Yo me figuraba que ellos habían ido a otra parte, al sitio que fuera, siguiendo la banda. Usted me asegura que no es así. Entonces es que tiene que haber alguna otra ruta. Yo ya tengo una clave en lo que se refiere adonde tengo que empezar a buscar… pero a partir de aquí mi trabajo se hace mucho más peligroso. Y ahora…

¡Espera!
, dijo Möbius.
He estado pensando en tus diagramas. ¿Quieres que ahora te pase yo uno a ti para variar?

—¡Encantado!

Perfectamente; ahí tienes de nuevo tu universo de cinta… y un universo paralelo de construcción similar
:

Como puedes ver
, prosiguió,
los he unido por medio de

—¿Un agujero negro? —se aventuró a decir Harry.

No, porque estamos hablando de supervivencia. No hay materia sólida que pueda introducirse en esas espantosas fauces y conservar su integridad. No importa cómo seas cuando entras en un agujero negro, pero cuando sales, en el supuesto de que salgas, te has convertido en materia gaseosa, en materia atómica, en pura energía
.

—Lo cual excluye también los agujeros blancos.

Harry estaba poniéndose más taciturno por minutos.

Pero no los grises
, dijo Möbius.

—¿Los agujeros grises? —dijo Harry frunciendo el entrecejo.

Sí… ahora lo veo claro
, dijo Möbius con aire reflexivo, casi como si hablase consigo mismo.
Los agujeros grises… sin la gravedad destructora de los agujeros negros ni la espantosa radiación de los blancos. Pura y simplemente puertas entre universos. ¿Radiadores de entropía, quizás? Lugares de los que es imposible escapar cuando uno se encuentra dentro, por lo que tendría que haber más de uno si un viajero quisiera hacer el viaje de regreso

Harry esperó y al momento comenzaron a flamear una vez más extrañas ecuaciones en aquella sorprendente pantalla de ordenador que era la mente de Möbius. Iban apareciendo cada vez más aprisa, retahílas interminables de cálculos que dejaban atontado a Harry al tratar de captar su significado. Durante segundos que se transformaron después en minutos continuó la sucesión de cálculos mentales… hasta que de pronto pareció que la pantalla se quedaba desconectada y en blanco. Y al momento dije Möbius:

Es… posible. Podría ocurrir en la naturaleza e incluso el hombre podría repetirlo. Aunque no tendría ninguna utilidad para los hombres. Sería como un producto secundario de algún otro experimento, una especie de accidente
.

—Pero si yo supiera cómo… Si pudiera llevar sus matemáticas a la ingeniería…, ¿no ha dicho usted mismo que yo podría hacer esta puerta?

Harry estaba tratando de agarrarse a un clavo ardiendo.

¿Tú? ¡Lo veo muy difícil!
, dijo Möbius con una risita.
Pero sí que sería posible para un equipo de científicos, siempre que estuvieran dotados de enormes recursos y de un caudal ilimitado de energía
.

Harry pensó en los experimentos de Perchorsk y evidentemente ahora estaba muy excitado.

—Ésta es la confirmación que necesitaba —dijo—. Y ahora tengo que ponerme en marcha.

Ha sido agradable volver a hablar contigo
, le dijo Möbius.
Y ahora ten cuidado, Harry
.

—Lo tendré —le prometió Harry.

Y cogiendo su abrigo y agarrándolo con fuerza (o, si no «su» abrigo, uno que había sacado del armario de Jazz Simmons), Harry conjuró una puerta de Möbius y se marchó.

Las hojas revoloteaban entre las tumbas y a lo largo de los senderos. Una de las hojas, atrapada por sorpresa por un zapato de Harry, se echó a volar sobre las losas en las que hacía un momento él estaba de pie. Pero ahora que la luna iba alta recorriendo su camino y las estrellas fulguraban fríamente, el cementerio de Leipzig estaba totalmente vacío…

Tres días antes de la visita de Harry a Möbius (y a toda una dimensión de distancia de ella), Jazz Simmons viajaba hacia el oeste en compañía de Zek, Lardis y sus Viajeros, bajo los dorados fulgores de un sol que iba poniéndose lentamente. Estaba contento de haberse liberado de sus cosas, salvo de la pistola y de dos cargadores, y sabía que, a pesar de que se sentía terriblemente cansado, ahora estaba en condiciones de aguantar hasta que los Viajeros decidiesen acampar.

Además, había tenido oportunidad de contemplar a placer a Zek bajo la luz de aquel largo atardecer de la Tierra del Sol, y la verdad es que había quedado muy complacido. La chica había tenido ocasión de lavarse en un arroyo, lo que sirvió para realzar grandemente su belleza fresca y natural. Estaba para comérsela y la verdad es que Jazz tenía bastante hambre atrasada, aunque el momento no era oportuno.

Zek se había envuelto sus pies doloridos en jirones de tela y ahora podía caminar sobre hierba y tierra blanda en lugar de tener que hacerlo sobre piedras y, aunque estaba cansada, parecía que su andar era más ligero y que de su rostro habían desaparecido todas las huellas de preocupación. Mientras Zek se aseaba, Jazz aprovechaba el tiempo para estudiar a los Viajeros.

Parecía haberse confirmado su primera idea: se trataba de gitanos, y además, hablaban una antigua lengua románica. Era difícil no encontrar conexiones con el mundo que había dejado atrás; tal vez Zek estaría en condiciones de explicar algunas similitudes. Decidió que un día se lo preguntaría: una pregunta más que añadir a una lista que ya estaba haciéndose bastante larga. Le sorprendía ver con qué rapidez había acabado por confiar en ella y también de estar pensando en ella en lugar de concentrarse en las cosas que le interesaban.

Muchos de los Viajeros varones llevaban aros en el lóbulo de la oreja izquierda, aparentemente de oro, a juego con los anillos que llevaban en los dedos. Al parecer, el precioso metal no escaseaba en aquel lugar, puesto que decoraba, a base de franjas amarillas, los palos de arrastre de sus narrias, tachonaba sus chaquetas de cuero y era incluso utilizado para coser las costuras de sus pantalones de tejido grosero… También se utilizaba para los clavos de las suelas de cuero de sus sandalias. La plata escaseaba mucho más. Jazz había visto flechas de este metal y tornillos con cabeza de plata para sujetar los arreos, pero nunca lo había visto utilizado para decoración. Con el tiempo descubriría que, en este mundo, ese metal era mucho más precioso que el oro. Y una de las razones importantes que hacían que fuera así era su efecto sobre los vampiros.

Sin embargo, los Viajeros desorientaban a Jazz, porque veía en ellos anomalías básicas y extrañas que escapaban a su comprensión. Encontraba, por ejemplo, que su mundo era en muchos aspectos muy primitivo, pese a que los Viajeros tenían muy poco de primitivos. Aun cuando todavía no había visto aquí ninguna caravana de gitanos, sabía que las había y tuvo ocasión de observar a un niño de cuatro o cinco años, sentado en una narria cargada y traqueteante, que jugaba con un tosco carro de madera. Entre sus lanzas, un par de criaturas muy parecidas a grandes ovejas con mucha lana, igualmente talladas en madera, estaban unidas con minúsculos arneses de cuero. Por consiguiente, esa gente conocía la rueda y tenía bestias de carga, pese a que él no había visto ninguna por allí. Sabían trabajar los metales y, puesto que se servían del arco, difícilmente podía considerarse que sus armas fueran primitivas. En efecto, era evidente que la suya era, en todos los aspectos, una cultura compleja, aunque por otra parte costase comprender que, dado el ambiente en que vivían, hubieran podido adquirir cultura ninguna.

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