Read Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media Online
Authors: J.R.R. Tolkien
Tags: #Fantasía
El relato de Gandalf es el que aparece en el volumen tercero de esta obra. La compleja situación textual se describe en el apéndice, donde incorporo sustanciales extractos de una versión anterior.
G
ollum fue capturado en Mordor en el año 3017 y llevado a Barad-dûr, donde fue interrogado y torturado. Cuando hubo averiguado lo que pudo sacarle, Sauron lo dejó libre. No confiaba para nada en Gollum, pues adivinaba algo indomable en él que no era posible someter, ni siquiera por la Sombra del Miedo, salvo destruyéndolo. Pero Sauron percibió la profundidad del odio que abrigaba Gollum contra los que lo habían «robado», y sospechando que iría en busca de ellos para vengarse, esperaba que los espías de Barad-dûr serían así conducidos hacia el Anillo.
Pero no transcurrió mucho antes que Aragorn capturara a Gollum y lo llevara al norte del Bosque Negro; y aunque los espías de Sauron lo siguieron, no pudieron rescatarlo antes de que estuviera a buen resguardo. Ahora bien, Sauron nunca había hecho caso de los «medianos», aunque había oído hablar de ellos, y no sabía todavía dónde estaba la tierra de esta gente. De Gollum, aun dándole tormento, no había podido obtener ninguna descripción clara, tanto porque el mismo Gollum no tenía en verdad conocimiento cierto alguno, como porque falseaba siempre lo poco que sabía. Era imposible doblegarlo, salvo por la muerte, tal como Sauron había adivinado, a la vez por causa de su naturaleza mediana y por otra cosa que Sauron, consumido por la codicia del Anillo, no comprendía del todo. Entonces concibió hacia Sauron un odio aún mayor que el miedo que le provocaba, pues veía en él realmente a su más grande enemigo y rival.
Así fue que se atrevió a fingir que creía que los Medianos habitaban cerca de los sitios donde él había vivido una vez, en las márgenes del Gladio.
Ahora bien, al enterarse Sauron de la captura de Gollum por los jefes de sus enemigos, tuvo prisa y sintió miedo. Sin embargo los espías y emisarios ordinarios no podían llevarle ninguna nueva. Y esto era en gran parte debido a la vigilancia de los Dúnedain y a la traición de Saruman, cuyos propios servidores estorbaban a los de Sauron o los llevaban por camino errado. De esto tenía conciencia Sauron, pero su brazo no era todavía bastante largo como para alcanzar a Saruman en Isengard. Por tanto, ocultó el conocimiento que tenía del doble juego de Saruman y ocultó su rabia a la espera de un momento oportuno, y se preparó para una gran guerra con la que pretendía barrer a todos sus enemigos hasta precipitarlos en el mar occidental. Por último resolvió que nadie le serviría en este caso, salvo sus más poderosos servidores, los Espectros de los Anillos, que no tenían otra voluntad que la suya, pues todos ellos estaban por entero sometidos al anillo que los había esclavizado, y que se encontraba en manos de Sauron.
Ahora bien, pocos podían oponerse a una de esas feroces criaturas y (creía Sauron) nadie podía resistir a todas ellas reunidas al mando de su terrible capitán, el Señor de Morgul. No obstante, este inconveniente tenían para el actual objetivo de Sauron: tan grande era el terror que los precedía (aun invisibles y desnudos) que les era posible a los Sabios advertir que se acercaban y adivinar la misión que traían.
Así fue que Sauron preparó dos ataques, en los que muchos vieron después la iniciación de la Guerra del Anillo. Los desencadenó ambos a un tiempo. Los Orcos atacaron el reino de Thranduil con la orden de atrapar a Gollum; y el Señor de Morgul fue enviado abiertamente a presentar batalla a Gondor. Estas cosas se hicieron a fines de junio de 3018. Así Sauron puso a prueba la fortaleza y el estado de alerta de Denethor y vio que ambos eran mayores de lo que esperaba. Pero eso lo preocupó poco, pues utilizó escasas fuerzas en el ataque, y su principal propósito era que la salida de los Nazgûl pareciera sólo parte de su política de guerra contra Gondor.
Por tanto cuando Osgiliath fue tomada y destruido el puente, Sauron detuvo el ataque, y se les ordenó a los Nazgûl que empezaran la búsqueda del Anillo. Pero Sauron no desestimaba los poderes y la vigilancia de los Sabios, y se les ordenó a los Nazgûl que actuaran con tanto secreto como les fuera posible. Ahora bien, por aquel entonces el Capitán de los Espectros de los Anillos vivía en Minas Morgul con seis compañeros, mientras que el Segundo Jefe, Khamûl la Sombra del Este, vivía en Dol Guldur como te-niente de Sauron, junto con otro Espectro que le servía de mensajero.
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El Señor de Morgul, por tanto, condujo a sus compañeros al otro lado del Anduin, desnudo y sin montura e invisible a la mirada, y no obstante provocando el terror de cuanta criatura viviente tuvieran cerca. Fue, quizás, el primer día de julio cuando se pusieron en camino. Avanzaban lentamente y con sigilo por Anórien y cruzando el Entwade, y así llegaron al Páramo, y el rumor de la oscuridad y el temor de los hombres cundieron sin que se supiera por qué. Llegaron a las márgenes occidentales del Anduin algo al norte de Sarn Gebir, donde tenían cita; y allí recibieron caballos y vestidos que habían sido transportados secretamente por el Río. Esto sucedió (se cree) el 17 de julio. Luego se dirigieron al norte en busca de la Comarca, la tierra de los Medianos.
El 22 de julio, poco más o menos, se encontraron con sus compañeros, los Nazgûl del Dol Guldur, en el Campo de Celebrant. Allí se enteraron de que Gollum había eludido a la vez a los Orcos que lo habían capturado de nuevo y a los Elfos que los perseguían, y que había desaparecido.
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Les dijo también Khamûl que no se habían descubierto moradas de los Medianos en los Valles del Anduin, y que las aldeas de los Fuertes junto al Gladio hacía ya mucho que habían sido abandonadas. Pero el Señor de Morgul, por falta de un mejor designio, decidió seguir la búsqueda por el norte con la esperanza de que quizá se toparan con Gollum y encontraran la Comarca. Que ésta no estaba lejos de la odiada tierra de Lórien no le parecía improbable, si no se encontraba realmente dentro de los cercados de Galadriel. Pero no estaba dispuesto a desafiar el poder del Anillo Blanco ni a entrar en Lórien todavía. Pasando por tanto entre Lórien y las Montañas, los Nueve siguieron cabalgando hacia el norte; y el terror los precedía y quedaba detrás de ellos, pero no encontraron lo que buscaban ni se enteraron de nada que les sirviera.
Por fin retornaron; pero el verano estaba muy avanzado y la cólera y el miedo de Sauron aumentaban. Cuando volvieron al Páramo era ya setiembre; y allí encontraron mensajeros de Barad-dûr con amenazas de su Amo que los llenaron de consternación, aun al Señor de Morgul. Porque Sauron se había enterado ahora de las palabras proféticas escuchadas en Gondor, y la partida de Boromir, y los hechos de Saruman y la captura de Gandalf. De todas estas cosas concluyó que ni Saruman ni ninguno de los Sabios estaba todavía en posesión del Anillo, pero que Saruman cuando menos sabía dónde podría estar oculto. Sólo la rapidez valdría ahora y no era momento de secretos.
Se ordenó por tanto a los Espectros de los Anillos que fueran directamente a Isengard. Cabalgaron velozmente a través de Rohan y el terror de su paso fue tan grande que muchos abandonaron la tierra y se esparcieron en desorden por el norte y el oeste, convencidos de que la guerra del Este venía tras los talones de los caballos negros.
Dos días después de que Gandalf hubiera partido de Orthanc, el Señor de Morgul se detuvo frente a las Puertas de Isengard. Entonces Saruman, a quien la huida de Gandalf llenaba de cólera y miedo, comprendió el peligro de encontrarse entre enemigos, tachado de traidor por ambos. Tuvo mucho miedo, porque la esperanza de engañar a Sauron, o al menos de recibir su favor en la victoria, se había desvanecido para siempre. Ahora él mismo obtenía el Anillo, o estaba condenado a la ruina y el tormento. Pero todavía era cauteloso y astuto, y había tomado disposiciones en Isengard para el día en que tuviera que enfrentar tan desdichada circunstancia.
El Círculo de Isengard era demasiado resistente como para que incluso el Señor de Morgul y sus compañeros pudieran atacarlo sin la ayuda de grandes fuerzas. Por tanto el desafío y las exigencias del Señor sólo recibieron la respuesta de la voz de Saruman, que por algún arte de encantamiento parecía salir de las puertas mismas.
—No es una tierra lo que buscáis —decía—. Sé lo que buscáis aunque no lo nombréis. No lo tengo, aunque sin duda vuestros servidores lo saben sin que yo lo diga; porque si lo tuviera, os inclinaríais ante mí y me llamaríais Señor. Y si yo supiera dónde está eso escondido, no me encontraría aquí, sino que hace ya mucho habría ido a buscarlo. Sólo hay uno, adivino, que tenga ese conocimiento: Mithrandir, enemigo de Sauron. Y como hace sólo dos días que abandonó Isengard, buscadlo en las cercanías.
Tal era todavía el poder de la voz de Saruman, que ni siquiera el Señor de los Nazgûl puso en duda lo que decía, aunque fuera falso o disimulara la plena verdad; sin más demora se alejó cabalgando y buscó a Gandalf por las tierras de Rohan. Así fue que al atardecer del segundo día los Jinetes Negros se encontraron con Grima Lengua Viperina cuando iba éste apresurado a comunicarle a Saruman que Gandalf había llegado a Edoras y había advertido al Rey Théoden contra los traicioneros designios de Isengard. En ese momento, Lengua Viperina estuvo a punto de morir de miedo; pero, acostumbrado a la traición, habría dicho todo cuanto sabía al menor atisbo de amenaza.
—Sí, sí, lo sé, de veras, Señor —dijo—. Pude oír lo que hablaban en Isengard. La tierra de los Medianos: desde allí vino Gandalf, y allí quiere volver. Sólo necesita ahora un caballo.
¡Perdonadme! Hablo tan de prisa como puedo. Hacia el oeste a través del Paso de Rohan, y luego hacia el norte y algo hacia el oeste hasta llegar al próximo gran río que bloquea el camino; el Cauce Gris se llama. Desde allí, a partir del cruce de Tharbad, el viejo camino os llevará a sus fronteras. La llaman "la Comarca".
Sí, es verdad, Saruman la conoce. Desde allí le llegaron mercancías por el camino. ¡Perdonadme, Señor! A nadie le diré nada de nuestro encuentro.
El Señor de los Nazgûl perdonó la vida de Lengua Viperina, no por piedad, sino porque vio que tenía tanto miedo, que jamás se atrevería a hablar de este encuentro (como así fue, en verdad), y se dio cuenta de que la criatura era mala, y que probablemente le haría todavía mucho mal a Saruman, si no moría demasiado pronto. De modo que lo dejó tendido en el suelo y siguió adelante y no se cuidó de volver a Isengard. La venganza de Sauron podía esperar.
Entonces dividió su compañía en cuatro pares y cabalgaron por separado, pero él se adelantó con el par de jinetes más veloz. Así, abandonaron Rohan por el oeste, y exploraron la desolación de Enedwaith y llegaron por fin a Tharbad. De allí atravesaron Minhiriath, y aunque aún no cabalgaban todos juntos, un rumor de miedo cundía alrededor de ellos, y las criaturas del descampado se escondían y los hombres solitarios escapaban.
Pero a algunos fugitivos los capturaron en el camino; y para deleite del Capitán, dos resultaron ser espías y sirvientes de Saruman. Uno de ellos había tomado parte a menudo en el tráfico entre Isengard y la Comarca, y aunque él mismo jamás había estado más allá de la Cuaderna del Sur, tenía mapas trazados por Saruman que describían con toda claridad la Comarca. Los Nazgûl se los quitaron y luego lo enviaron a Bree para que siguiera con sus actividades de espía, pero le advirtieron que estaba ahora al servicio de Mordor y que lo torturarían y lo matarían si alguna vez intentaba volver a Isengard.
La noche ya acababa el vigésimo segundo día de setiembre cuando, de nuevo reunidos, llegaron al Vado de Sarn y las fronteras más meridionales de la Comarca. Las encontraron vigiladas, porque los Montaraces les interceptaron el camino. Pero era ésta una tarea que superaba la capacidad de los Dúnedain; y quizá aun habría sido así si su capitán, Aragorn, hubiera estado con ellos. Pero se encontraba éste ausente en el norte, en el camino del Este cerca de Bree; y hasta los corazones de los Dúnedain flaquearon. Algunos huyeron hacia el norte con la esperanza de llevarle la nueva a Aragorn, pero fueron perseguidos o muertos o dispersados por las tierras yermas.
Algunos todavía se atrevieron a defender el vado, y resistieron mientras duró la luz del día, pero por la noche el Señor de Morgul los barrió y los Jinetes Negros penetraron en la Comarca; y antes que los gallos cantaran en la madrugada del vigésimo tercer día de setiembre, algunos cabalgaban hacia el norte por el país, mientras Gandalf, montado en Sombragrís, cabalgaba muy atrás por Rohan.
D
ecidí reproducir la versión que precede por ser la más acabada como narración; pero hay muchos otros escritos relacionados con estos acontecimientos, que añaden cosas o modifican la historia en detalles importantes. Estos manuscritos resultan confusos y sus relaciones son oscuras, aunque todos sin duda provienen del mismo período, y basta señalar la existencia de otras dos versiones fundamentales además de la aquí impresa (que llamaremos, por comodidad, «A»). Una segunda versión («B») concuerda en gran parte con A en cuanto a su estructura narrativa, pero una tercera («C»), redactada como un esbozo argumental, que comienza en un momento posterior de la historia, introduce algunas diferencias sustanciales, y me inclino a creer que su composición es posterior. Además existe cierto material («D») que se ocupa más particularmente del papel que Gollum desempeña en los acontecimientos, y varias otras notas relacionadas con este aspecto de la historia.
En D se dice lo que Gollum le reveló a Sauron acerca del Anillo, y el sitio del hallazgo bastó para revelar a Sauron que se trataba en verdad del Único, pero de su presente paradero sólo pudo averiguar que había sido robado por una criatura llamada Bolsón en las Montañas Nubladas, y que ese Bolsón provenía de una tierra llamada Comarca. Los temores de Sauron se aquietaron cuando entendió, por lo que Gollum le decía, que Bolsón debía de ser una criatura de la misma especie.
Gollum no utilizó la palabra «Hobbit», pues era local y no una palabra universal oestron. Tampoco probablemente «Mediano», pues él mismo lo era y a los Hobbits les desagradaba el nombre. Ésa es la razón por la cual los Jinetes Negros no tenían sino dos datos para su orientación: Comarca y Bolsón.